La extimidad

KNAUSGARD
Karl Ove Knausgård (1)

Soy consciente de que extimidad es un neologismo de uso muy restringido todavía, que nació en 1958 a través de Lacan (La ética del psicoanálisis), pero creo que refleja bien una situación que se está amplificando en la actualidad de forma vertiginosa en los medios de comunicación y en las redes sociales, al referirse a la situación antagónica de la intimidad, es decir, está de moda exhibir lo más íntimo de la propia intimidad, si seguimos a San Agustín. Extimidad hasta límites insospechados. Y creo que va para largo, porque la sociedad denota un cierto cansancio de guardar hasta que la muerte nos separe, aquello que vivimos en lo más profundo del corazón, aunque sigo creyendo que todo está en el cerebro…

¿Cómo, si no, se pueden justificar los programas de televisión en los que se exhibe la intimidad hasta situaciones vergonzantes? Algo está pasando en el mundo de todos y en el de secreto de muchas personas, que necesitan dar a conocer lo que hasta ahora se guardaba en el baúl de los recuerdos y exhibirlo a pública subasta. Lo que sea: amores, desamores, pobreza, riqueza, éxito, fracaso, adicciones, desapegos, desajustes emocionales, odios, rencores, amenazas expresas, no veladas, insultos, rabia, etc., etc.

Algo está pasando para que se abra paso esta nueva realidad. Es difícil examinar el fenómeno si se quiere huir de la superficialidad tertuliana que nos rodea, que también está a flor de piel, pero creo que es necesario parar este mundo para bajarse de él el tiempo que sea necesario, para recomponernos y preguntarnos al menos por qué está sucediendo este fenómeno, en todas las edades. El striptease diario de nuestras vidas es una realidad en las redes sociales, que están siendo canales privilegiados de este nuevo fenómeno, donde contar al mundo mundial qué hago a lo largo del día es una necesidad vital para muchas personas hasta el punto de que si se olvidan el móvil en algún sitio corren despavoridas para localizarlo porque no puedo vivir sin él, sin el instrumento maravilloso para la extimidad.

El problema además es recíproco, porque unos necesitan la extimidad y otros la ven, la buscan desesperadamente, son voyeurs permanentes de este tipo de experiencias, porque buscan en los demás lo que curiosamente necesitan saber por si acaso y, normalmente, para venderlo como mercancía, sin compasión alguna. Creo que una parte del problema radica en el pánico que sentimos al estar cada día más solos y por ello necesitamos contar al mundo lo que nos pasa, sea lo que sea. Muchas veces porque no tenemos a nadie cerca que escuche de forma generosa lo que nos ocurre. Lo peor estriba en que no queremos tener tiempo ni para escucharnos a nosotros mismos, salimos a la calle del mundo, hoy las redes sociales, los medios de comunicación (sobre todo la televisión) y lo contamos todo con pelos y señales hasta dejar nuestras almas vacías. También los cerebros, la vida afectiva, los sentimientos, las emociones. Y siempre hay un cazaextimidades que cobra además por convertir este fenómeno en una suculenta pieza de mercado, porque se pagan muy bien los desnudos del alma.

Extimidad o intimidad. Esa es la cuestión. Me explico ahora por qué está teniendo tanto éxito un escritor noruego de moda: Karl Ove Knausgård, un autor que está arrasando por ser un exponente claro de la extimidad novelada, de la exposición pública de la realidad personal e intransferible, como la estoy viviendo en este momento, sin edulcoración alguna, caiga quien caiga: “Cientos de artículos, reseñas, críticas y entrevistas han confirmado al otro lado del Atlántico su estatus de sensación literaria, un fenómeno que arrancó en Noruega con la publicación de las tres primeras entregas en 2009, las dos siguientes en 2010 y la última, de mil páginas, un año después. Allí vendió cerca de 458.000 ejemplares entre los cinco millones de habitantes y provocó un terremoto mediático y social. En Estados Unidos el impacto comercial que ha tenido, con 32.000 ejemplares vendidos, según los datos de julio de Nielsen Bookscan, no es por el momento tan espectacular, pero el debate que ha generado es similar” (2).

Estamos inmersos en la extimidad. Preferiría que hoy día se pudiera escribir más sobre el arte de lo íntimo, su belleza, la de la persona de secreto que todos llevamos dentro y que solo en contadas ocasiones abrimos su puerta sigilosamente, para que no sufra. Lejos de la telerrealidad o de la realidad novelada, sin mezcla de ficción alguna. Para que no suframos en soledad y con los demás, aunque tengamos que utilizar Facebook y, sobre todo, Twitter, para decir al mundo mundial, en pocas palabras de una vez, pero muchas veces cuando se juntan en un episodio de horas -¡qué paradoja!-, que nos acabamos de levantar… a una nueva vida por mi ansiada manía sincopada de 140 palabras como máximo, para ser más ¿éxtimos o íntimos? (perdón por el neologismo) que nunca.

Sevilla, 8/IX/2014

(1) Karl Ove Knausgård. Imagen recuperada el 8 de septiembre de 2014, de http://n.ink-live.com/magazine/features/2013/06/interview-eith-karl-ove-knausgyrd.
(2) Aguilar, Andrea (2014, 5 de septiembre). Yo, ficción. El País, Babelia.

Una respuesta a «»

  1. Muchas gracias por el texto y por hacer uso de un neologismo tan interesante en Lacan… que también da cuenta de la situación fronteriza del sujeto. De que lo más íntimo de cada uno es a su vez lo más extraño. Deriva de lo que Freud llamó: siniestro.
    Esa extimidad, esa frontera, ese umbral… como posición subjetiva, es muy interesante;
    Saludos,

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