Los zapatos de la memoria histórica

Zapatos en una orilla del Danubio (Budapest), en memoria de las víctimas del Holocausto / Can Togay y Gyula Pauer, 2005

Sevilla, 26/IX/2021

Lo he leído esta mañana y me ha removido mi memoria histórica con profundo dolor: La memoria de unos zapatos en una de las fosas con más ajusticiados tras la Guerra Civil, unos zapatos negros de mujer encontrados en la fosa común del cementerio de Hinojosa del Duque (Córdoba). Inmediatamente, he recordado unas palabras que escribí en 2013 en un contexto personal complejo, Retrato con zapatos coherentes, porque salvando ahora lo que haya que salvar, aunque el fascismo siempre tiene la misma condición esté donde esté instalado, los zapatos de una mujer enterrada en ese pueblo cordobés por el mero hecho de ser de izquierdas, que “mereció” el castigo sin piedad, probablemente de sus paisanos de derechas, no me dejan anímicamente como si hubiera leído algo trivial y rutinario, sin más trascendencia. Al igual que comenzaba aquél artículo mío de 2013, No he estado allí, pero lo he sentido como si lo hubiera vivido, hoy, al leerlo de nuevo y pasados ocho años, he vuelto a emocionarme con idénticas palabras al conocer lo que han desenterrado en Hinojosa del Duque, restos de personas fusiladas y sus objetos personales, para recordarnos la imprescindible dignidad del respeto que debemos a su memoria histórica: “no estuve allí, pero lo he sentido como si lo hubiera vivido”.

Estar cerca de la memoria histórica de este país, aunque sea leyendo con atención reverencial el artículo de referencia, es un acto de afirmación de mi respeto a lo ocurrido con la guerra civil, que también sufrimos en mi familia, situación que me obliga a seguir comprometido con la coherencia, como hilo conductor de mi vida y en los términos que expresé aquél día: “quizá sea el retrato de mi paisano y maestro, Antonio Machado (1), el que describe de forma maravillosa el mejor canto a la coherencia que he vivido a lo largo de mi densa experiencia vital, que releyéndolo una y mil veces, me muestran una forma de ser en el mundo muy real, cercana y atractiva para mí, en el nuevo viaje a alguna parte que he iniciado [e inicio cada día]”.

En el después…, hablaré con más frecuencia que antes con la persona de secreto que siempre va conmigo. Y seguiré caminando con los zapatos coherentes que tanto aprecio y respeto cada día.  


Retrato con zapatos coherentes

No he estado allí, pero lo he sentido como si lo hubiera vivido. Esta colección de zapatos en bronce inmovilizados, como lo expresaba Rafael Alberti al pie del pie gastado de San Pedro, que simbolizan la barbarie nazi en Hungría (1944-1945), me sumen en un silencio sepulcral, porque se dice casi todo mediante una representación simbólica de aquellas personas judías, que por el mero hecho de serlo, se les despojaba de sus zapatos y caían fusilados al Danubio. Sus autores lo quieren recordar para que la historia no sea injusta con ellos, con sus antepasados, que fueron coherentes hasta el final.

Estamos viviendo momentos en los que la coherencia está en entredicho, porque lo que predomina es el símbolo marxiano tan excelentemente expresado por Groucho: estos son mis principios y si no te gustan tengo otros. Y quizá sea el retrato de mi paisano y maestro, Antonio Machado (1), el que describe de forma maravillosa el mejor canto a la coherencia que he vivido a lo largo de mi densa experiencia vital, que releyéndolo una y mil veces, me muestran una forma de ser en el mundo muy real, cercana y atractiva para mí, en el nuevo viaje a alguna parte que he iniciado:

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Y recordando también al evangelista Marcos (6,11), quizá tenga que sacudir el polvo que quede en mis zapatos de cada día, por coherencia pura: “… les ordenó que nada tomasen para el camino sino un bastón solamente, no pan, no alforja, no calderilla en la faja; sino calzados con sandalias, y que no vistiesen dos túnicas. Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de aquel lugar. Y si algún lugar no os acogiera, y no os escucharan, saliendo de allí sacudid el polvo de debajo de vuestros pies como testimonio contra ellos.

Y hablaré, con más frecuencia que antes, con la persona de secreto que siempre va conmigo. Y caminaré con los zapatos coherentes que tanto aprecio.

(1) Machado, Antonio (1912). El Liberal (1 de febrero de 1908, sin título). En Campos de Castilla. Retrato. Madrid: Renacimiento.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.