Entrevista en El Correo de Andalucía

Ha sido una experiencia especial la publicación de una entrevista hoy en El Correo de Andalucía, periódico en el que estuve presente en los inicios de la Transición, con la publicación de unos artículos que se pueden descargar aquí, bajo la denominación de Periódicas. El Correo era un medio de comunicación muy valiente en aquél tiempo “que todos los días abríamos para leer sus famosas páginas centrales, porque tocábamos la libertad con los ojos…”. Son doce colaboraciones, “artículos de opinión” llamaban los eruditos, en una época donde pensar estaba casi prohibido y para opinar había que irse “a la calle” porque en casi todos los sitios estaba reservado el derecho de admisión de los que no pensábamos como los demás… Todos tienen un contexto, es decir, no son inocentes. Por cierto, no lo pretendo, solo quiero hacer justicia a una época que nos permitió construir un Estado libre y una Andalucía sin tópicos. Gracias anticipadas”.

La entrevista de hoy es casi una continuidad de aquél perfil humano como hilo conductor que estaba detrás de cada artículo, pasando el túnel del tiempo. Mi agradecimiento sincero a Juan Luis Pavón, porque sin conocernos previamente ha sido capaz de sintetizar de forma admirable la intrahistoria personal e intransferible de un niño del Sur que después de un viaje a una parte muy concreta del país, a Madrid, con su discreto encanto de la burguesía, volvió a su ciudad natal para crecer en ella trabajando con amor y el sufrimiento que aúnan voluntades, en espacio, tiempo y con dinero públicos, en la permanente búsqueda de islas desconocidas para reforzar el progreso y la dignidad del sur sin olvidar nunca los otros puntos cardinales de este gran país.

Para quien le pueda interesar.

Sevilla, 31/VII/2016

SON Y ESTÁN

«La mediocridad y la catetez causan en España mucho gasto público improductivo»

José Antonio Cobeña, autor de la Estrategia de Política Digital de Andalucía. Logró la integración tecnológica completa de la sanidad, en manos del ciudadano mediante tarjeta con microchip. Su Plan Diraya fue multipremiado. Su vida es un zigzag de experiencias en pos de una misión

Juan Luis Pavón / Sevilla / 30 jul 2016 / 21:18 h.

JA COBENA-EL CORREO

José Antonio Cobeña, apasionado por la música, con el órgano que tiene en su domicilio, en Sevilla. / Manuel Gómez

Por su blog lo conoceréis. Se titula ‘Cuaderno de inteligencia digital para buscar islas desconocidas’. Está presidido por la frase “El mundo solo tiene interés hacia adelante”, del teólogo francés Pierre Teilhard de Chardin. A lo largo de la entrevista, para explicar las vicisitudes de su vida, se reafirma varias veces en otra frase: “En el amor y en el sufrimiento se fueron aunando las voluntades”, es de la ‘Cantata de Santa Maria de Iquique’, del grupo musical chileno Quilapayún. Y su personalidad, antes y ahora, está impulsada por la “ardiente impaciencia que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres”, parafraseando a Rimbaud citado por Neruda. Y, camino de cumplir 70 años, está cursando estudios de piano y de violín, apasionado por tocar música de Mozart y de Vivaldi. Es José Antonio Cobeña, vecino de la sevillana calle Antioquía, al lado del Polígono San Pablo. Su esposa es trabajadora social, tienen un hijo que es ingeniero informático. Pocos directores generales ha tenido la Junta de Andalucía con una biografía como la suya.

¿Cuáles son sus orígenes en Sevilla?

Nací en Sevilla en 1947, en una casa que todavía está en pie, en la calle Jesús del Gran Poder, 111. Allí estaba la iglesia de la Purísima Concepción de los jesuitas. Soy hijo póstumo, mi padre murió con 27 años a causa de las secuelas de las gravísimas heridas que sufrió en la guerra civil cuando lo alistaron a combatir en el frente de Extremadura. Evacuado a Sevilla, y mutilado, en el hospital conoció a mi madre, enfermera. Se quedó viuda estando embarazada, yo iba a ser ese tercer hijo. La situación económica de mi madre era muy difícil, y cuando yo tenía cuatro años, a dos de los tres hermanos nos enviaron a vivir en Madrid con mis tíos, de posición social y económica muy acomodada. Y no pude volver a Sevilla ni ver a mi madre hasta que cumplí 17 años. Disfrutaba del discreto encanto de la burguesía, en el barrio de Salamanca, pero sufrí una tremenda deslocalización sentimental. Tenía comodidades pero no tenía la familia que necesitaba. Madrid sí me aportó muy buena formación porque estuve en un colegio mixto que era muy avanzado para la época: el Sagrado Corazón de Jesús.

¿Cómo cambia su vida cuando regresa a Sevilla?

Cuando tenía 17 años, yo quería ser diplomático, pero hago un giro copernicano en mi vida e ingreso en la Iglesia. Entré a estudiar en el Colegio Menor de Umbrete. Quería dedicarme a los demás, con toda la ilusión del mundo. Años después, sufrí una crisis ideológica. Estuve muy vinculado a movimientos y asociaciones en defensa de las libertades. Y me daba cuenta de que la Iglesia no daba respuesta a eso. Me fui a Italia, y en Roma me convencí. Durante más de un año estuve muy en contacto con los ambientes culturales y políticos (recuerdo cuánto me interesó conocer de primera mano todo el cine de Pasolini), y también tuve mucha relación con exiliados españoles como Rafael Alberti y María Teresa León. Al tiempo, mantenía mi vinculación con Sevilla, y publiqué artículos en ‘El Correo de Andalucía’, gracias a la generosidad de sus directores: José María Javierre y José María Requena.

¿A qué se dedicó después?

Un amigo, psicólogo y profesor de Escuela de Trabajo Social en Huelva, al saber que volvía a España me animó a trabajar allí. Y en Huelva me impliqué mucho para ayudar a su desarrollo. Estaba convencido de que Huelva necesitaba mirar menos a las carabelas (pasado) y priorizar mucho más la educación (futuro). Lo primero: relanzar dicha Escuela, que corría riesgo de cierre. Me eligieron director por unanimidad. Y sin dejar de dar clases, lo hacía en las horas que nadie quería: o a las ocho de la mañana o a las tres de la tarde. Se creó una fundación para sustentarla, implicando a instituciones como el Ayuntamiento y el Gobierno Civil. Y fuimos muy atrevidos en su modelo de gestión, en 1978-79 aprobamos un estatuto del profesorado, y un sistema de evaluación para que los alumnos valoraran a los docentes, que podían perder la titularidad de la plaza si los alumnos argumentaban que no servía para nada.

¿Alguna otra iniciativa que enlazara con su vocación social?

Estuve al frente, como presidente del consejo de administración, de la creación, en 1982, del periódico ‘La Noticia de Huelva’. Veía necesario aunar voluntades políticas y sociales para el desarrollo de Huelva. Y, aunque mis enemigos me etiquetaban como el marxismo-leninismo más feroz, me reuní con todo tipo de personas. Por ejemplo, con Fraga Iribarne, lo recibí durante una visita suya a Huelva. Cuando me di cuenta de que el periódico no iba a consolidarse como un foco de libertades sino que podía ser fagocitado por determinadas siglas políticas, no colaboré en su desarrollo y se cerró en 1984. Convoqué un acto para explicar los motivos. Recuerdo una frase del periodista Pepe Fernández: “Habéis muerto por ser excesivamente libres”. Es verdad.

¿Cómo empezó en el ámbito de la gestión sanitaria?

En Huelva, de 1983 a 1987. Me eligieron en la Diputación para afrontar diversos cometidos, desde dirigir el Hogar Infantil de Ayamonte, a afrontar el cierre del Hospital Psiquiátrico, que estaba en pésima situación. El primero de España donde se hizo eso para iniciar la reforma psiquiátrica. Y también asumí la creación del primer centro provincial de atención a drogodependientes. Lo pasé muy mal durante esos años. Me acusaban de sacar los locos a la calle y de fomentar la toxicomanía. Necesité protección policial, me intervinieron el teléfono para protegerme de las amenazas. Entre la gestión de asuntos como esos, y todo lo que acarreaba mi impulso del periódico (en el que no cobraba nada, lo hacía por altruismo y en defensa de las libertades), por lo que también era objeto de ataques desde sectores empresariales y sociales con fuertes intereses en Huelva, mi coche fue asaltado 21 veces. A veces lo despeñaban a un terraplén y tenía que rescatarlo una grúa. Siempre estaré agradecido a Mapfre, siempre me renovaba las pólizas. Y también estaré siempre agradecido a la actitud respetuosa de personas como Pedro Rodríguez, quien fuera muchos años después alcalde de Huelva. Lo conocí como fotógrafo. Estamos en las antípodas ideológicas pero siempre ha habido cordialidad y afecto entre nosotros.

¿De qué manera evoluciona para convertirse en un precursor y adalid de la digitalización de la asistencia sanitaria?

Entré como directivo del Servicio Andaluz de Salud (SAS) en 1987, y en 1990 comencé a vislumbrar que el mundo iba hacia una revolución digital. Soy doctor en Psicología y doctor en Filosofía. Y estudié muchísimo para ponerme al día sobre esa ola tecnológica. En eso fue clave para mí leer a Nicholas Negroponte y toda su línea de pensamiento y experiencias desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En 1997 empezamos a forjar en el SAS la inmersión digital de todo el sistema sanitario. Ya era subdirector general, y José Haro, el director general, me ofreció hacerme cargo del área tecnológica. Y le dije que aceptaba siempre y cuando también asumiera las telecomunicaciones. Porque los avances no se extienden si no es a través de los canales de comunicación.

¿Cuál fue el primer paso?

Autoconvencernos del cambio dentro de los servicios centrales, para poder después abordar toda la red sanitaria. Comenzamos un plan masivo de 300 cursos de ofimática simple y compleja a todo el personal de los servicios centrales, que duró varios meses. Pusimos en marcha el correo electrónico, inauguramos la página web del SAS. Y todo eso es la antesala de una jornada crucial: 25 de abril del año 2000. En el salón de actos del Hospital de Antequera, reunimos a directivos de toda Andalucía y presentamos por primera vez lo que iba a ser el proyecto Diraya. Y expliqué el significado de esa palabra: Diraya, que en árabe es conocimiento. La elegí en homenaje al gran médico y pensador cordobés Averroes, que decía: “En la vida es mucho mejor trabajar en el ámbito del conocimiento, del Diraya, que hacerlo en el del Rivaya, que es la tradición”.

¿Se topó con muchas resistencias tanto en el organigrama político como entre la profesión médica?

Las resistencias fueron enormes. Aquel día en Antequera, cuando terminó el acto, noté un gran escepticismo. Como si pensaran: “a este señor le ha dado un ataque digital, y habla de que la historia de salud va a ser del ciudadano y no del médico,…”. Pues todo se logró. Era un cambio enorme, suponía integrarlo todo y abandonar tentativas de otro tipo. Y crear una historia digital de salud de cada ciudadano, cuya titularidad fuera suya. Fue una labor excepcional de trabajo en equipo, conmigo hubo muchas personas convencidas de que, con valentía, era posible transformar mentalidades y sistemas. Y, cuando decidimos buscar en la Comisión Europea fondos para apoyar este gran proyecto, la acogida fue sensacional. Tanto interés deparó su puesta en marcha que en mayo de 2003 en Bruselas se concedió a Andalucía el premio europeo de estrategia digital de salud. Por delante no solo de cualquier región sino de cualquier país.

¿Fue su momento de gloria?

Nunca me ha gustado la fama y su fanfarria. Pero fue muy emotivo, al recoger el premio en Bruselas, dar una conferencia en el Salón Carlomagno de la Comisión Europea, y defender con ardor guerrero lo que se estaba haciendo en Andalucía. E hicimos una conexión en directo con niños pacientes del Hospital Virgen del Rocío, para mostrar la realidad del proyecto Mundo de Estrellas con el que se mejoró la calidad de vida de los niños y adolescentes en sus estancias hospitalarias, mediante el uso de tecnologías de la comunicación.

¿Por qué en España no se puso en común este modelo?

Diraya ha sido premiado en muchos ámbitos internacionales. En España, recibió la Cruz al Mérito Civil. Fui a recogerla con mucho orgullo, en nombre de Andalucía, de manos de Ana Pastor, por entonces ministra de Sanidad y ahora preside el Congreso de los Diputados. Ella fue muy afable, me parece una persona con criterio. Ese día hablé un buen rato con ella con el fin de proponerle una tarjeta única digital de salud para todos los españoles. Ya teníamos la andaluza, que era la primera con chip en todo el país desde un servicio público. Me dijo que sí, se llevó la propuesta a un consejo interterritorial de sanidad, acudí a esa reunión con mucho trabajo preparado sobre direccionamiento de redes para hacer ver a los representantes de las otras 16 autonomías cómo era fácil articularlo tecnológicamente mediante servidores de intercambio. Todos votaron que sí, pero nada se hizo. Había una apabullante tozudez, falta de visión política, mediocridad al poder, catetez. Y todo eso contribuye a que el gasto público improductivo sea mucho mayor.

¿En el Gobierno andaluz fue ganando peso para ser más un político que un gestor?

Mucha gente creía que yo era persona de partido, pero en verdad nunca lo fui. Ni quise pertenecer ni tenía por qué serlo. Siempre encontré apoyo, confiaron en mí, sin estar avalado por ninguna sigla ni por ningún linaje político. Eso me valió para afrontar la soledad decisional. Esos puestos de alta responsabilidad comportan la soledad en la toma de decisiones. En eso fui valiente. Y aprendí a aplicar un adagio medieval: “En comunidades no exhibas habilidades”. Cuando una persona tiene reconocimiento por alguna habilidad, intenta machacarte una parte de tu propia organización. Cierto es que de 2000 a 2004 fueron cuatro años de una intensidad extrema. Era secretario general del SAS y lo mismo estaba para un roto que para un descosido. Igual estaba en Londres negociando con directivos de la aseguradora Lloyd’s para que compraran el riesgo de las incidencias del sistema de salud de una región más grande que cinco países de la Unión Europea, que iba a Canal Sur TV a dar la cara en un programa de Paco Lobatón ante una familia que denunciaba que su hijo había muerto en un hospital con gangrena gaseosa.

Después le encomendaron extender la transformación digital a otros ámbitos de la Junta de Andalucía.

Dejé en 2004 el SAS, Carmen Martínez Aguayo me ofreció incorporarme a la Consejería de Hacienda para la transformación digital del sistema tributario. La base de mi trabajo era la misma: establecer estrategias, procesos y resultados. De ahí nace el Centro de Información y de Atención Tributaria (Ciyat) que todavía funciona. Pero en la Junta había que ir mucho más allá: las revoluciones digitales no pueden ser sectorizadas, porque entonces se tiende a la guerra de guerrillas y a los reinos de taifa entre diversos organismos, lo que siempre he criticado. Cuando en 2012 se constituye la Dirección General de Política Digital y asumo su dirección, llega la gran oportunidad. Por vez primera se definen los principios de la política digital para toda la Junta como decisión de gobierno. El decreto que los establece, de junio de 2012, fue para mí un hito. Engloba incluso a todas las empresas públicas de la Junta.

¿Tuvo que vencer muchas reticencias?

En los primeros nueve meses como director general de Política Digital impulsé un completo trabajo de campo para examinar todo el funcionamiento digital de una macroorganización como la Junta. Sé que pisaba muchos callos. Pero era llamativa la cantidad de centros de procesos de datos, qué locura, qué gasto público.

¿Recibía más parabienes fuera de Andalucía que dentro de la Junta?

La Administración andaluza tenía prestigio a nivel internacional por algunas estrategias de servicios digitales al ciudadano. Era notorio, a ojos de los demás, que estaban bien basadas en una dimensión estratégica muy sólida. Yo no paraba de recibir invitaciones para acudir a foros y simposios (en Alemania, en México, en Irlanda, etc.), con el fin de explicar qué se hacía en Andalucía. Tuve que poner como límite salir solo una vez al mes al extranjero, no podía descuidar la enorme cantidad de trabajo por delante, por mor de atender tanta petición de dar conferencias.

¿Cómo sobrellevaba que, a nivel mediático, sobre todo con el escándalo de los ERE, se asociara Andalucía a corrupción?

Cuando iba a cualquier foro, dentro y fuera de España, yo daba la cara por la rectitud de la inmensa mayoría de las actuaciones en el seno de la Junta de Andalucía. Lo decía en los coloquios: “Pregúntenme, no se preocupen. Estoy dispuesto a contestar. No me escondo”. No he tenido una actitud vergonzante. Sí una actitud humilde, defendiendo la dignidad pública, y sabiendo que estaba en una Administración que tenía heridas de muerte.

¿Por qué presentó su renuncia?

Renuncié al cargo de director general en 2013, cuando llevaba solo 16 meses en el puesto y me había comprometido a acometer en 48 meses un gran cambio digital en la gestión de toda la Junta. El plan era definir y organizar en los dos primeros años toda la política digital, y comenzar a aplicarla en el tercer año de esa legislatura. Pero yo no estaba en los cargos a cualquier precio. Me dolió mucho cómo funcionó y cómo concluyó sin pena ni gloria la comisión de investigación en el Parlamento andaluz sobre el caso de los ERE. En mi blog está publicado el texto que escribí: ‘Palabras para una renuncia a petición propia’. Se tenía que haber sido mucho más valiente políticamente. En las conclusiones de dicha comisión, solo se hace responsables a Manuel Gómez, interventor general de la Junta de Andalucía, y al señor Guerrero, ex director general de la Consejería de Empleo. Pero tampoco se defendió que la mayor parte de los profesionales, altos cargos y dirigentes políticos de la Administración son personas dignas que a diario se afanan en pro del servicio público. No podía soportar el descrédito generalizado hacia todos, el extendido comentario de que “todos somos iguales”. No, radicalmente no.

¿Notó que es mayor la soledad cuando no se está en el poder?

El día 1 de octubre del 2013 puse fin a mi carrera. Fue a la vez presentar mi cese en el Consejo de Gobierno, entregar todos los equipos de que disponía como alto cargo (teléfono móvil, ordenador portátil, etc.), y, con 66 años, tramitar mi jubilación. Un cambio tremendo. De estar en la cresta de la ola, con un volumen enorme de actividad, a quedar en soledad, rodeado de silencio. Salvo los amigos y amigas del alma, a partir del día siguiente ya no me llamaba nadie.

¿La estrategia digital que articuló para que comenzara a aplicarse de 2014 a 2016, ha tenido continuidad?

No. Se ha mantenido técnicamente la ordenación administrativa de la política digital, pero se han paralizado casi todos los proyectos, en un contexto de crisis económica. Siguió adelante el GIRO (Gestión Integrada de los Recursos Organizativos), pero se ha perdido toda la visión estratégica. Y eso propicia que se consoliden las ‘islas’ digitales dentro de la Administración, y un mayor gasto. Porque la estrategia exige una inversión temporal para iniciar un proceso que, años después, da sus frutos mediante la economía de escala. Evidentemente, era un proyecto muy molesto para muchas personas, lo sé, y para muchas estructuras. Porque era desmontar muchos chiringuitos digitales. Cuando hay una estrategia integral, no puede haber treinta centros de atención a la ciudadanía, tiene que haber solo uno, superespecializado. Y sin automatizar la relación de la Administración con el ciudadano. Eso para mí era un principio crucial: siempre una persona (identificándose con su nombre y apellidos) atendiendo al ciudadano, no hacerlo mediante una máquina. Eso es proactividad, alta disponibilidad, servicio público. Y una diferencia enorme respecto a la gran cantidad de servicios de atención digital al usuario, despersonalizados, que son una continua fuente de quejas.

¿Su formación humanista le ayuda a no convertir la innovación tecnológica en dogma de fe?

No me interesan las revoluciones digitales que están solo en manos de tecnólogos. Negroponte dice en su emblemático libro ‘El mundo digital’, que los bits no son entes morales pero que los bits transforman una sociedad si los ponemos al servicio de la ciudadanía.

¿Cómo enjuicia la situación política actual?

El problema trasciende de Andalucía, es en toda España: Hay un deterioro social y político progresivo. Falta visión de Estado. También en política digital. Y ya no se soluciona con una estrategia local o regional. Tiene que ser una estrategia de Estado, de dimensión nacional. Lo defiendo desde mi blog. Molesta a muchas autonomías que se le diga eso, pero incurriría en una catetez digital si no lo digo. Cuando se persigue el interés general no te puedes quedar en la medianía del chiringuito digital, que es lo que se acostumbra a montar, dando bandazos. Y no solo es caro. Es inútil. Es para morir de éxito a nivel local.

¿No le han llamado para aprovechar sus experiencias y conocimientos?

Poco. En Madrid, en la Escuela Nacional de Sanidad, me invitaron para intervenir en el curso de alta dirección en sistemas de tecnología de la información. En Sevilla, en la Escuela Superior de Ingeniería Informática, me han llamado para impartir una clase de dos horas. Estoy dedicando mi tiempo a escribir en mi blog, y a aprender a tocar piano y violín.

¿Qué propone para frenar en Andalucía la fuga de jóvenes talentos?

Lo que planteé desde la política digital: generar proyectos de servicio público tan innovadores que se convierten también en creación de conocimiento público, y en convocatoria de concursos para desarrollarlo, lo que faculta a cientos de titulados. Por eso firmé desde la Consejería de Hacienda un convenio con la Universidad de Sevilla.

El trabajo libera

LA VIDA ES BELLA1

La vida es bella (1997)

Esta es la leyenda (Arbeit macht frei) que figura todavía hoy en la entrada del campo de concentración en Auschwitz (Polonia), donde murieron en el siglo pasado más de un millón de personas, mayoritariamente judíos. Ayer, los medios de comunicación solo pudieron recoger imágenes del silencio que acompañó al papa Francisco durante su visita al campo de los horrores, sobre todo al entrar bajo el arco en el que figura esta leyenda, que posteriormente le llevó a escribir en español en el libro de visitas una frase transida de dolor: “Señor, perdón por tanta crueldad”, ante el exterminio que se vivió allí, en el contexto de una guerra mundial sin sentido.

En 2002 visité Berlín en un viaje profesional, que incluía un tour por la ciudad con una parada programada en las ruinas de lo que fue el cuartel general de la Gestapo (1934-1945). Fui incapaz de entrar en lo que quedaba de aquella locura y me senté en un montículo de césped, solo, a reflexionar en el horror del III Reich. Volví al autobús con múltiples preguntas que todavía hoy sigo sin resolver, no olvidando nunca ese retazo de la historia, sobre todo para ayudar, salvando lo que haya que salvar, a que jamás se vuelva a repetir la barbarie humana a través de la violencia y el terrorismo de cada día. La nueva guerra mundial.

También, a través de una película maravillosa, La vida es bella, inspirada en una historia real de un prisionero en Auschwitz, pude constatar que el protagonista, Guido Orefice (Roberto Benigni), quería mostrar a su hijo Josué el lado mágico de la belleza de vivir a pesar del horror del nazismo en estado puro. Cuando él y su familia son capturados y llevados a un campo de concentración, el padre se inventa un juego para proteger a su hijo: tiene que conseguir 1.000 puntos para conseguir un carro blindado. Lo demás, hasta el final, lo recordamos con tristeza, aunque el mensaje de Guido Orefice a lo largo de la película es simple y grandioso, porque nos muestra metafóricamente que podemos ser inteligentes, extremadamente humanos, si soñamos como él en tres proyectos, a pesar del sinsentido a veces de cada día: poniendo (creando) una librería, leyendo a Schopenhauer por su canto a la voluntad como motor de la vida y sabiendo distinguir el norte del sur. También, cuidando de forma impecable la amistad con su amigo Ferruccio, tapicero y poeta. Trabajando en el lado amable de la vida hasta el último momento, como él, compartiéndolo siempre con los demás, sobre todo con los que menos tienen.

ARBEIT MACHT FREI

No quiero alterar el deseo expreso del papa Francisco de vivir en silencio sepulcral su experiencia personal e institucional en la visita a Auschwitz, pero al verlo avanzar solo bajo la leyenda “El trabajo libera”, he recordado un poema precioso de Rafael Alberti, Basílica de San Pedro, que figura en su obra “Roma, peligro para caminantes”, porque creo personalmente que ayer podría haberlo recitado también en su persona de secreto, constatando su soledad en una Iglesia institucional y especialmente romana, no católica ni cristiana, que no le da facilidad alguna para ser solo pescador de personas buenas que creen solo en la fe que libera, que es lo suyo:

Di, Jesucristo, ¿Por qué
me besan tanto los pies?
Soy San Pedro aquí sentado,
en bronce inmovilizado,
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.

Haz un milagro, Señor.
Déjame bajar al río;
volver a ser pescador,
que es lo mío.

Sevilla, 30/VII/2016

Las vacaciones políticas no son para el verano

Estamos viviendo días transcendentales para el país. Somos conscientes de la necesidad de que se forme Gobierno a la mayor brevedad posible, aunque siempre nos quede la posibilidad de terceras elecciones generales, porque no hay dos sin tres o peor todavía si ocurre dado que segundas o terceras partes nunca fueron buenas, atendiendo al saber popular. Las idas y venidas con el Rey desde el pasado martes están marcando pautas de lo que probablemente pueda ocurrir y todo apunta a que es difícil que los representantes políticos comprendan, aunque solo sea por una vez, que los votantes hemos decidido que en España hay que aceptar la pluralidad política y el diálogo constructivo, muy lejos de las famosas mayorías absolutas. Esto lo sabe hasta el famoso niño de cuatro años de Groucho Marx, porque él no entendía casi nada de la vida, dando órdenes que lo buscaran por todas partes para solucionar grandes conflictos como el que nos ocupa, que en su caso era una reunión memorable de la Cámara de Diputados de Freedonia: “¡Hasta un crío de cuatro años sería capaz de entender esto!… Búsqueme un crío de cuatro años, a mí me parece chino“. Es lo que tendríamos que gritar hoy como «gente» los de abajo, en el Congreso de los Diputados, a los que están obligatoriamente obligados a entenderse, cuando les parece chino el diálogo de sordos en el que están instalados en la actualidad y se esconden sin llamar a nadie. Porque la situación política de este país debería llevar a los “elegidos” a comprender que el resultado de las urnas es un mandato explícito para que se busquen acuerdos de gobierno y legislatura que… hasta niños de cuatro años españoles, es decir, catalanes, gallegos, extremeños, vascos, castellanos, valencianos o andaluces, entre otras señas de identidad territorial, son capaces hoy de entenderlo.

En cierta ocasión, el director de orquesta Daniel Barenboim dijo que comprendía perfectamente que si las personas tenían que elegir en verano, en Sevilla, ir a la playa de Matalascañas o al Teatro de la Maestranza a un concierto dirigido por él, la decisión estaba muy clara: Matalascañas. Está claro que según Barenboim, la música clásica no es para el verano, aunque discrepe de él en esta ocasión. Aunque sí lo sean las bicicletas, salvando lo que haya que salvar, según nos explicó magistralmente Fernando Fernán Gómez en una obra de teatro homónima, aunque no podamos a veces tenerlas (cada uno que imagine la suya en el decorado que viva…), porque las guerras, las faltas de acuerdo, no nos permiten comprarlas en el momento deseado y deseante que tanto añoró Luisito, el protagonista.

Estamos en pleno verano y tengo la percepción de que nada fluye y todo permanece, en una situación diametralmente opuesta a la que aprendí hace ya muchos años de Heráclito de Éfeso y sobre la que he escrito recientemente. Estoy muy pre-ocupado [sic], porque detecto prisa vacacional, pase lo que pase, en el intento de resolución del grave conflicto que asola nuestro país, con un río revuelto que facilita las cosas a pescadores como parte del Parlamento de Cataluña y otros muchos que intentan seguir haciendo su agosto político sin muchos escrúpulos, por no hablar de la funcionalidad permanente de un Gobierno que no sabe y no contesta a casi nada de lo que nos está pasando. Sé que no es fácil el abordaje de soluciones cuasi milagrosas, pero el mandato del pueblo es muy claro: ¡siéntense para alcanzar un acuerdo de gobierno de izquierdas o de derechas y no se levanten hasta que llegue ese momento tan deseado, aunque estemos en pleno verano y más de uno piense que les fastidian las vacaciones!

En este caso, para la política, para los políticos, es verdad que las vacaciones no son para este verano, ni quizá lo deberían ser nunca porque la cosa pública afecta a todos y principalmente a los que no pueden tomarlas nunca, a los que menos tienen, a los que la clase política se debe hoy todavía más por su contumacia en silencios cómplices. Y no solo porque no podamos comprar las bicicletas que todos, merecidamente, soñamos, sino porque hay que saber distinguir entre valor y precio político. Si no, corramos a preguntárselo a los niños y las niñas de cuatro años, los de Groucho, que suelen saberlo todo.

Sevilla, 28/VII/2016

Yassine Chouati…, es el pueblo

YASSINE

YASSINE CHOUATI / JA Cobeña

He asistido hoy al acto oficial de inauguración de una exposición del artista plástico marroquí Yassine Chouati (Tánger, 1988), bajo el título sugerente “Yo soy el pueblo”, distinta y singular, que recomiendo visitar en la Casa de la Provincia, en Sevilla (Plaza del Triunfo, 1). Hasta el 28 de agosto se puede contemplar y admirar en el sentido aristotélico más puro del término, porque admirarse es una de las características que pertenece al ser humano como elemento diferenciador para mirar muchas veces de frente el arte que se convierte en actitud de compromiso social activo y que pasa a ser ejemplo para todos.

He acompañado a Yassine en la presentación de los tres espacios que recogen su obra preparada para esta muestra de arte y compromiso social. Tal y como aparece en el programa de la exposición, el autor propone al espectador una reflexión sobre el otro y la distancia, algo que él conoce desde las orillas de Tánger, donde siendo un niño preguntaba a su padre por qué había allí tantos zapatos, sandalias y objetos abandonados, de la misma forma que los representa en el primer espacio de su obra dedicado a un saludo libertario “Welcome”. En una pared blanca de ese espacio, desnuda, se encuentra un pequeño cuadro de la composición que de forma aislada, como lo que intenta representar, encierra la imagen de un pasaporte que un día perteneció a alguien que buscaba un mundo diferente donde poder realizarse como persona digna, cruzando a la otra orilla del mal llamado primer mundo.

Este espacio sitúa al espectador en el estrecho de Gibraltar, donde las imágenes que se contemplan en los cuadros recogen el sentimiento de pérdida de identidad del fenómeno migratorio, porque en esa dura travesía en busca de la dignidad, se pierde casi todo, incluso lo más preciado del ser humano, la vida. Pretende que nos demos de bruces con esa realidad, tan cerca de Andalucía, como aviso para navegantes de la dignidad, para que interpretemos qué significa partir a pesar de todo, dejando atrás lo que nos pertenece, casa, tierra y parentela en un éxodo redivivo. La gran pregunta que flota en el ambiente de la primera sala es si es posible adentrarnos en el significado de lo que vemos, es decir, dejarnos intranquilos en la búsqueda de identidad de objetos perdidos por la indignidad que sufren personas que están mucho más cerca de nosotros de lo que creemos.

El segundo espacio de Yassine, titulado “Crónica”, nos sitúa en la realidad revolucionaria del necesario cambio social a favor del pueblo, a través de nueve dibujos litográficos del político activista marroquí Ben Barka, secuestrado y fallecido bajo extrañas circunstancias en París, en 1965, donde se pretenden representar nueve formas diferentes de cómo se puede llegar a manipular la auténtica razón de ser, vivir y morir del que asume el rol de libertador de la gente, del pueblo, a pesar del mundo acomodado en el confort humano que no le importa participar todos los días en silencios cómplices: “La manipulación del rostro del político es, en este sentido, una metáfora del bombardeo de imágenes e informaciones sesgadas a que estamos sometidos”, tal y como ocurrió en el denominado “asunto Ben Barka”. Nuevo aviso para navegantes de la libertad, de la revolución, por parte del autor.

Con estos antecedentes pictóricos, finaliza la exposición en un espacio amplio con una performance titulada “Revolutio”, en la que sobre su querido “suelo” figuran trece litografías con las banderas de trece países árabes que se completarán hasta llegar a las 22 de los que conforman en la actualidad la Liga de Estados Árabes, tal y como lo explicaba in situ Yassine como hilo conductor de su obra: “El proyecto parte de un juego semiótico basado en el origen del término “revolución”, que expresa la idea de dar la vuelta a las cosas, de poner arriba lo que está abajo y abajo lo que está arriba. Der esta forma, las banderas, que supuestamente debieran ondear, se disponen consecutivamente sobre el suelo, creando una línea que recuerda a las alfombras rojas con las que se honra el paso de los jefes de estado en sus visitas oficiales”. Esta “alfombra” está flanqueada por dos montajes audiovisuales compuestos a partir de retazos de imágenes y vídeos de manifestaciones estudiantiles, protestas revolucionarias contra ciertos regímenes árabes, así como cortes de grabaciones de manifestantes realizadas de manera clandestina. En esta sala, he ido caminando de forma imaginaria un país a otro, siempre con un mensaje en todas y cada una de ellas, Yo soy el pueblo, en su idioma de origen y de colonización sufrida, donde no falta el español en Marruecos como pregunta para los caminantes que estábamos allí presentes en alma y espíritu.

Finalmente, he podido hablar con Yassine sobre asuntos de su persona de todos y la de secreto, junto a Dámaris, mi profesora de violín, a quien tanto aprecio. De su infancia en Tánger, de cómo siendo niño proletario ofrecía a turistas lo que el mercado aconsejaba como mercancía de turno y que me conmovía como fenómeno social cada vez que viajaba a esa ciudad en años importantes para las encrucijadas de mi vida. Un niño marroquí que dejó un día ya lejano sus zapatos en la orilla y quiso navegar hacia la libertad sin olvidar nunca su pasado, su tierra y su parentela, con un mensaje claro de revolución activa, dándole una vuelta a la forma de ser y estar muchas personas en el mundo propio y de los demás. Para que él y su pueblo puedan estar arriba en un tiempo próximo después de años de estar abajo, dejando de ser alfombra roja de los poderosos. Y me ha emocionado saber que gracias a personas como él podemos confiar tal día como hoy en que otro mundo aún es posible. Todo un ejemplo.

Vayan a ver la exposición desde esta orilla. Les conmoverá, porque como ocurre con las ideologías, no es inocente.

Sevilla, 26/VII/2016

Heridas, no vencidas

Vamos del timbo al tambo digital, en expresión feliz de García Márquez, pero nos encontramos siempre con situaciones atómicas que entristecen el alma buena de las personas, convirtiéndose en un realismo trágico de difícil explicación. He leído hoy un reportaje estremecedor en el diario El País sobre la reparación de vidas rotas en mujeres maltratadas. Es escalofriante darse de bruces con una realidad que asola el país. El año pasado, 123.275 mujeres acudieron a la justicia por el maltrato de sus compañeros o ex-compañeros, por llamarlos de alguna forma. Se dictaron 24.679 órdenes de protección que equivalen a un 59,1% de las solicitadas. Todavía más sangrante es el dato revelador del estado de agresividad de género actual al constatarse que una de cada ocho mujeres en España ha sufrido violencia física, sexual o ambas causada por sus parejas o ex parejas, según los datos recogidos en la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2015 (Ministerio de Sanidad, en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas).

Charo Noguera ha estado una semana en un centro de víctimas de violencia de género y narra una experiencia de claroscuros muy inquietante. Es incomprensible que este país haya abandonado la asignatura de educación para la ciudadanía, por ejemplo, como un remedio eficaz a corto, medio, largo plazo para enseñar a los niños y a las niñas que existen modelos de convivencia muy amplios en nuestra sociedad para vivir en común y sin hacernos daño. Aquel Real Decreto de 2006, desgraciadamente derogado, decía cosas tan interesantes como éstas: “El comienzo de la adolescencia es una etapa de transición en la que se modifican las relaciones afectivas. Los preadolescentes se inician en una socialización más amplia, de participación autónoma en grupos de iguales, asociaciones diversas, etc. Conviene preparar la transición a la enseñanza secundaria y al nuevo sistema de relaciones interpersonales e institucionales que suponen una participación basada en la representación o delegación y que requiere un entrenamiento, y esta área es un ámbito privilegiado para ello”.

Se enseñaba a ser responsables integrando conocimiento y libertad. Nada más y nada menos. Para ser educadas y educados en valores ciudadanos y en el respeto a los derechos de las personas en diversidad, que no son a veces cómo nosotros esperamos que sean. Fundamentalmente, porque me gusta vivir mi vida, guardándome mi miedo y mi ira, en libertad y con los demás. Sin más mentira, en paz, partiendo de lo personal y del entorno más próximo: la identidad, las emociones, el bienestar y la autonomía personal, los derechos y responsabilidades individuales, la igualdad de derechos y las diferencias. Es decir, de la identidad y las relaciones personales se pasa a la convivencia, la participación, la vida en común en los grupos próximos, en la vida de pareja.

MACROENCUESTA VIOLENCIA GENERO 2015

Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2015

Volvemos a la realidad actual añorando la citada asignatura de educación para vivir en común. Sigo leyendo el reportaje constatando que el anonimato es norma fundamental en este tipo de centros de acogida. Pero escuchar a la residente 311, “una mujer menuda y vivaracha” decir de forma rotunda y a los cuatro vientos “estoy herida, pero no vencida”, abre una puerta a la creencia de que otro mundo debe ser posible para las mujeres que sufren este mal endémico y merecen ser felices. Una gran lección.

Sevilla, 25/VII/2016

Nada fluye, todo permanece

CUSTER Y LIBBY

En la antesala de una semana próxima en la que se deberían tomar decisiones de Estado en este país, con el objetivo claro de conformar un Gobierno con una imprescindible altura de miras, por mucho que nos parezca imposible dado el estado del arte político actual, siento contradecir por un tiempo a Heráclito en su famoso frase, Panta rei o todo fluye, nada permanece, dando la razón al famoso aserto de Milton Friedman “Nada es tan permanente como el programa de un gobierno provisional”, visto lo visto desde el traído y llevado 20 de diciembre pasado, un día de elecciones generales para no recordar ahora vistos sus resultados con la perspectiva del tiempo pasado desde entonces que, como en este caso, nunca fue peor por lo ocurrido en la última y fugaz legislatura, por el mal ejemplo dado por la clase política en general, salvo honrosas excepciones.

Creo que Friedman tenía razón con esta afirmación hasta cierto punto cabalística. Estamos ante retos de una urgencia vital para garantizar la gobernabilidad del país, en asuntos y acuerdos de Estado tan sensibles y dramáticos como desempleo flagrante y descarado, educación desestructurada, salud recortada, servicios sociales en la posición del malabarismo circense de los platos chinos que se caen uno detrás de otro si no se agita la varilla que los sostienen, dependencia desfondada de forma especial con retrasos imposibles de entender, pensiones pendientes de que no se agote la hucha estatal que ya se rompió hace muy poco de un martillazo político, deuda externa, interna y mediopensionista que es un clamor popular, nacional e internacional, estado confuso de autonomías o autonosuyas (¡perdón por el neologismo porque todo depende del cristal político como se miren), que no soportan más el estancamiento de una revisión profunda de la Constitución para que sepamos de una vez qué significa vivir en un territorio que se llama España.

En este escenario tan dantesco desde la perspectiva política y económica (sin llegar al insulto del asesor de Clinton, ¡Es la economía, estúpido!, porque estamos hablando de dignidad política a palo seco), por mucho que se quiera edulcorar todos los días, argumento cansino para muchos y reiterativo para los listos de determinada clase política que todo lo sabe y nada ignora, el Gobierno en funciones cabalga con la frase de Friedman grabada en la frente popular, que no en el frente (por alusiones y que no se sabe dónde está), como si no pasara nada. Su programa es lo más permanente que hemos visto jamás. Sí, sí, cabalga con un general al frente como Errol Flynn hacía en mis años mozos, por el desfiladero lleno de indios sioux escondidos y sin dar muchas veces la cara como debían hacer todos los días, sabiendo que al final del mismo, Custer Rajoy será recibido por la Libby (Olivia de Havilland) de turno sin mancharse el traje azul con botonadura cruzada de oro, sin una sola mota de polvo y con el tupé en perfecto estado de revista después de haber participado en batallas políticas imposibles. Fundiéndose también en abrazos inesperados, más allá de Libby. Aunque debería ser consciente de que, si no mide bien las fuerzas, puede que algún día los nuevos líderes políticos con denominación de origen, cual Toro Sentado o Caballo Loco del panel político actual, acaben con su carrera política definitivamente.

Es lo que tiene seguir creyendo que en esta película política cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. ¡Perdón, pura permanencia!, para desgracia de todos los que amamos a Heráclito de Éfeso por su famoso aserto y que tanto echamos hoy de menos antes de llegar a las escenas finales de esta historia siempre contada de la misma forma. Porque recordemos…, lo lógico es que todo fluya y nada permanezca en la situación política actual.

Sevilla, 22/VII/2016

Un nuevo mapa de nuestro cerebro

MAPA MODULAR DEL CEREBRO

El mapa de 180 módulos, incluidas las áreas visuales (azul), auditivas (rojo), y táctiles/motoras (verde). /MATTHEW GLASSER/DAVID VAN ESSEN (1)

Vuelvo de mi corazón a mis asuntos sobre el cerebro, del que este blog se hace eco desde los primeros días de una larga singladura en busca de islas desconocidas. Lo he repetido de forma insistente en varias publicaciones recientes: este siglo va a ser conocido como “el siglo del cerebro”, al igual que el veinte ha pasado a la historia como el siglo del corazón.

La razón principal para esta vuelta a mis principios declarados en este blog ha sido la publicación en la revista Nature de un artículo, A multi-modal parcellation of human cerebral cortex, por parte de los neurocientíficos Matthew Glasser, David Van Essen y sus colegas de la Universidad de Washington en Saint Louis, Missouri, en colaboración con investigadores de Oxford, Londres, Minneapolis y Nijmegen, Holanda, que marcará un antes y después en la investigación del cerebro. En síntesis, trata de explicar a la comunidad científica y a toda persona interesada en el conocimiento progresivo del funcionamiento del cerebro, que la corteza cerebral humana es asombrosamente compleja y que requiere elaborar un mapa o parcelación de sus subdivisiones principales, conocidas como áreas corticales. Hacer un mapa exacto de estas áreas ha sido siempre un objetivo de la neurociencia en el siglo pasado y en éste. Usando imágenes de resonancia magnética multimodal el proyecto conectoma humano (HCP) y un enfoque neuroanatómico semiautomático, se han localizado 180 zonas por hemisferio, detectándose cambios bruscos en la topografía de la corteza cerebral en un grupo escogido de 210 adultos jóvenes sanos, para interpretar su arquitectura cortical, conectividad y/o funciones. Se han delimitado 97 áreas nuevas, hasta ahora desconocidas, de las cuales 83 se han delimitado usando microscopia post mortem u otros métodos de estudio específicos especializados. Para habilitar la delineación automática y la identificación de estas áreas en estudios y en futuros temas a estudiar en el HCP, se ha entrenado a una máquina clasificadora para reconocer la «huella digital» multimodal de cada área cortical. Este clasificador detectó la presencia del 96,6% de las áreas corticales en nuevos ítems, que replican la parcelación del grupo y correctamente podría localizar áreas en individuos con parcelas cerebrales atípicas. Todo ello permitirá una sustancial mejora en los estudios de la organización estructural y funcional de la corteza cerebral humana y sus variantes a través de personas y en su desarrollo, envejecimiento, así como en la enfermedad mental.

La corteza cerebral es una estructura muy importante del cerebro humano, aunque es asombroso constatar esta realidad objetiva cuando se sabe que sólo supone un 2% del peso del cuerpo, pero su actividad metabólica es tan elevada que consume el 20% del oxígeno. El cerebro se divide en dos partes llamadas hemisferios cerebrales, separadas por una ranura, hallándose, no obstante, unidas en el fondo de la ranura por una masa de fibras blancas de unos 10 cm. llamada cuerpo calloso. Los hemisferios suponen cerca del 85% del peso cerebral y su gran superficie y su complejo desarrollo justifican el nivel superior de inteligencia del ser humano si se compara con el de otros animales. En cada hemisferio se distingue, entre otras estructuras que hoy no abordo, la corteza cerebral o sustancia (materia) gris, con un espesor que oscila entre 1.5 y 4.5 mm., con un volumen aproximado de 600 cm3. Debido a los numerosos pliegues que presenta, la superficie cerebral es unas 30 veces mayor que la superficie del cráneo, siendo más acentuados en el ser humano que en cualquier animal. Estos pliegues forman las circunvoluciones cerebrales, surcos y fisuras y delimitan áreas con funciones determinadas, divididas en cinco lóbulos. Cuatro de los lóbulos se denominan frontal, parietal, temporal y occipital. El quinto lóbulo, la ínsula, no es visible desde fuera del cerebro y está localizado en el fondo de la cisura de Silvio. Los lóbulos frontal y parietal están situados delante y detrás, respectivamente, de la cisura de Rolando. La cisura parieto-occipital separa el lóbulo parietal del occipital y el lóbulo temporal se encuentra por debajo de la cisura de Silvio.

También, hay que reforzar cada día más la tesis de la importancia y supremacía de la inteligencia de los seres humanos, alojada en un silencio activo que no descansa nunca en la corteza prefrontal de los seres humanos, que deberíamos introducir como asignatura en el currículum educativo de niños y adolescentes, cuando acudimos al estudio serio de nuestros antepasados, porque lo más apasionante, mirando hacia atrás, es que hace doscientos mil años que la inteligencia humana, expresada en la corteza cerebral, comenzó su andadura por el mundo. Los últimos estudios científicos nos aportan datos reveladores y concluyentes sobre el momento histórico en que los primeros humanos modernos decidieron abandonar África y expandirse por lo que hoy conocemos como Europa y Asia. Hoy comienza a saberse que a través del ADN de determinados pueblos distribuidos por los cinco continentes, el rastro de los humanos inteligentes está cada vez más cerca de ser descifrado (1). Los africanos, que brillaban por ser magníficos cazadores-recolectores, decidieron hace 50.000 años, aproximadamente, salir de su territorio y comenzar la aventura jamás contada. Hablar, aprovechando además un salto cualitativo, neuronal, que permitía articular palabras y expresar sentimientos y emociones. Había nacido la corteza cerebral de los humanos modernos, de la que cada vez tenemos indicios más objetivos de su salto genético, a la luz de los últimos descubrimientos de genes diferenciadores de los primates, a través de una curiosa proteína denominada “reelin” (2) de la que cada día se sabe más.

He vuelto a leer una reflexión que escribí en 2007 sobre la corteza cerebral, La sede de la inteligencia: dos metros de curvas maravillosas, porque ya aventuraba un camino científico apasionante sobre esta estructura cerebral: “Me ha sorprendido siempre la morfología de la estructura básica que interconecta en millones de ocasiones la corteza cerebral. Ya la he abordado desde múltiples perspectivas en este blog, pero nunca me había detenido en profundizar su anatomía real. Y me produce una sensación especial saber que si desplegáramos sobre una mesa los pliegues sinuosos que la conforman, podríamos encontrarnos con una superficie, un mantel, de dos metros cuadrados, aproximadamente. Por eso, he decidido investigar las razones científicas que “aconsejan” esta forma de presentarse en sociedad, aunque al final la representación más feliz de su estructura visible solo alcanza el tamaño de una servilleta de 50×50 cm. Mantel y servilleta, un conjunto armónico para conocer mejor la sede de la inteligencia. Y con un volumen, jarra, de 600 cm3”.

Como decía en aquella ocasión, revalidada ahora por el descubrimiento que he explicado en las primeras líneas de este post, “Al final, se trata de “poner bien la mesa”, con mantel, servilleta y jarra apropiada para tal evento, ordenarla y servirla de forma adecuada a las necesidades de cada una, de cada uno, sabiendo en este caso y a partir de ahora que la arruga [de la corteza cerebral], en el cerebro, es bella, con permiso actualizado de Adolfo Domínguez. Es más, imprescindible y necesaria”.

Sevilla, 21/VII/2016

(1) La imagen ha sido recuperada hoy del diario El País: http://elpais.com/elpais/2016/07/20/ciencia/1469015826_731136.html
(2) Pollard, K.S., Salama, S.L. (2006). An RNA gene expressed during cortical development evolved rapidly in humans. Nature 443, 167-172 (14 September 2006).

Las pequeñas cosas…, digitales

Son aquellas pequeñas cosas,
Que nos dejó un tiempo de rosas
En un rincón,
En un papel
O en un cajón.

Juan Manuel Serrat, Aquellas pequeñas cosas

Decía Groucho, con su ironía característica y en el contexto de la crisis mundial de 1929,  en su fondo y forma muy parecida a la actual, “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”. También Serrat, me enseñó en momentos transcendentales de este país, que era conveniente valorarlas en su justo sentido: Uno se cree / Que las mató / El tiempo y la ausencia. / Pero su tren / Vendió boleto / De ida y vuelta. Esta mañana, cuando regresaba a casa con la radio sintonizada, he escuchado una obra compuesta en 1778 por Mozart, sobrecogedora, dedicada a su madre, fallecida durante su estancia con ella en París. Era la Sonata para violín número 21 en mi menor (K. 304/300c), una obra llena de ausencia, sentimiento y pensamiento.

Cuando he llegado a casa he consultado la disponibilidad de la partitura en Internet y al haberla localizado en la magnífica Biblioteca Musical Petrucci, me la he bajado al ser ya de dominio público. Al estar escrita para piano y violín me permitirá ejecutarla en ambos instrumentos, dedicándole tiempo y perseverancia de la que hizo gala siempre  el autor austriaco, a quien tanto admiro.

La Biblioteca Musical Petrucci maneja ya un fondo asombroso: partituras de 108.000 obras, alcanzando las 355.000 partituras y más de 40.000 grabaciones, de libre disposición si se cumplen unos requisitos amparados por la licencia Creative Commons.

SONATA 304 MOZART

http://imslp.org/wiki/Violin_Sonata_in_E_minor,_K.304/300c_(Mozart,_Wolfgang_Amadeus)

Esta reflexión viene a concluir que la disponibilidad digital de la que gozamos hoy día, nos permite disfrutar de pequeñas cosas con recursos de siempre, de toda la vida, es decir, la radio, siempre compañera y amiga, completándola en este momento con los digitales, tales como Petrucci o Youtube, como en este caso. Esta es la maravillosa realidad de Internet, una tecnología de doble uso, lo sé, pero que cuando se recurre a ella de forma racional y equitativa es extraordinariamente útil y buena, en el buen sentido de la palabra “buena”.

Por ello, comprendo hoy mejor que nunca a Serrat, porque las partituras o la reproducción de esta Sonata en Youtube, Son aquellas pequeñas cosas, / Que nos dejó un tiempo de rosas / En un rincón, / En un papel [en una partitura] / O en un cajón. No un yate, una mansión o una fortuna, los de la metáfora de Groucho, por pequeños que fueran o fuesen. Es lo que tiene no confundir hoy, como todo necio, valor y precio.

Sevilla, 18/VII/2016

Vivimos en un país enfermo

HACIA ADELANTE

Siempre hacia adelante

DAR YASIN (AP) | 25-11-2011
El ciclista, en medio de una espesa niebla, mira a cámara mientras no detiene su avance por una de las calles de Srinagar (India)

Estas palabras las escribo en un día en el que también podríamos concluir que el mundo está enfermo, después de lo sucedido anoche en Niza. Mi pensamiento y sentimiento está con las víctimas de este desatino, con sus familias y con todas aquellas personas que luchan todos los días por desterrar la violencia de sus vidas. De cualquier tipo y que no deberíamos permitir que la soportaran; en ocasiones, debido a nuestros silencios cómplices y mucho más cerca de lo que creemos.

No me gusta escribir mirando hacia atrás o guardando silencio ante el presente desnudo, como el rey de Andersen, y menos con ira, pero estamos viviendo acontecimientos que necesitan un diagnóstico y tratamiento posterior, urgentes, para atender una enfermedad social que se extiende en este país como una plaga desde hace bastantes años. Me refiero a las tragaderas y comportamientos sociales que se aprecian en fenómenos tales como la oleada de solidaridad con el jugador Messi, que ha tenido una conducta de fraude fiscal impresentable, la tolerancia con los defraudadores de impuestos en general por más que estemos presuntamente convencidos de que “Hacienda somos todos” (casi siempre cuando hacemos reivindicaciones sociales que me afectan a mí y a mi familia, aunque no sea solidario a la hora de practicar ética ciudadana en el terco y próximo día a día), la utilización perversa de las redes sociales para hacer el máximo daño posible a los demás, la corrupción a nivel de partidos y entidades públicas de amplio espectro, las presuntas negociaciones políticas para clarificar la formación del Gobierno, la profusión de “Sálvame”, con perdón, que arrasa en determinado público objetivo de sofá y copa; la violencia diaria, a flor de piel, contra la mujer, contra los niños mediante el acoso escolar, contra los que son diferentes por razón de sexo, color o creencia.

No digamos nada sobre la abstención en las pasadas elecciones, más de diez millones de personas, que se ha convertido en el “partido político” con mayor número de votos, utilizando una metáfora bastante dura. Por último y como otro botón de muestra de nuestra enfermedad social, la incapacidad de diálogo constructivo por parte de los representantes políticos, permitiendo que el país continúe una deriva hacia ninguna parte.

Estamos viviendo unos tiempos modernos con sentimiento de desconcierto permanente ante las noticias políticas y económicas de diálogos casi imposibles, que llevan a un abatimiento colectivo entre los perdedores de las elecciones generales y en gran parte de las personas que me rodean, algunas con residencia política cercana a los partidos que han perdido limpiamente en democracia, porque no se sabe dónde va a parar la traída y llevada crisis. Por otra parte, tengo una sensación que me preocupa constantemente y radica en la apreciación contrastada de que no va a haber mar suficiente para acoger a todas las personas que se tiran por la borda de los diferentes barcos que surcan los mares de la vida política y económica, porque dicen que no pueden más y que hay que buscarse otra vida. Es más, los que piensan que la política no sirve para nada.

La situación es muy crítica, no cabe duda alguna, pero creo que debemos parar un momento la moviola de la tristeza y abatimiento para reconsiderar actitudes personales, familiares, laborales y políticas, para enfrentarnos a una realidad incontestable, la necesidad de hacer un pacto de Estado por la regeneración de la educación y de valores humanos, a todos los niveles imaginables. Es la mejor receta, por no decir la única, para estos momentos tan especiales que estamos atravesando, pero que debe contar con la aportación que cada una, cada uno, puede poner en su realidad propia y asociada, mirando siempre hacia adelante, como he querido simbolizar a lo largo de los diez años en este cuaderno de bitácora, como símbolo y actitud activa que aprendí hace muchos años del mensaje y del autor que da título a este blog, es decir, España solo tiene interés hacia adelante.

Escribí en 2011 unas palabras que necesito rescatar hoy en momentos de zozobra: “¿Dónde está la receta, para comprarla o el bálsamo de Fierabrás para beberlo y curar todas las heridas actuales en el cuerpo y en la mente? Sencillamente, no existen puntos de venta de estos productos mágicos, porque la revolución de la indignación activa está en el cerebro de las personas que deciden no arredrarse ante la situación adversa y seguir mirando hacia adelante, como el ciclista de la foto, avanzando en medio de la niebla espesa, con unas luces tenues que ayudan a seguir pedaleando, viviendo, trabajando, queriendo, enfrentándose de cara a la adversidad en cualquiera de sus manifestaciones. Porque la tentación de tirar la toalla y arrojarse al mar es una situación transitoria, dejando atrás compromisos y personas que necesitan manos amigas y cerebros inteligentes que luchen día a día por vencer el miedo escénico de seguir viviendo, saliendo a cubierta para dirigir la nave del alma que todos llevamos dentro, abandonando temporalmente la contramina mental y de trabajo duro, gris, que muchas veces desarrollamos, para gritar en cubierta, a cielo abierto, que no debemos abandonar los barcos en los que cada uno está enrolado, porque las creencias merecen la pena aferrarse a ellas, en cualquiera de las cuatro vertientes que un día, también muy lejano, aprendí de un gran hombre, José Ferrater Mora, en su precioso libro, El hombre en la encrucijada.

Decía el autor que necesitamos tener creencias, que no podemos vivir sin ellas, y a lo largo de las páginas de su tesis existencial demuestra que el mundo ha evolucionado hacia adelante gracias a que nuestros antepasados y muchas personas contemporáneas han tenido y tienen creencias en cuatro ámbitos, juntas o por separado da igual, de una forma u otra, da igual, pero siempre relacionadas con las Personas, la Naturaleza, Dios/dioses o la Sociedad. Así durante muchos siglos”.

La inteligencia humana, educada en libertad, que nos une a todos y no está en el mercado libre, vence siempre al miedo y al dinero (una de las causas enmascaradas de la enfermedad que sufre el país), por muy poderoso caballero que sea. Es una maravillosa lección de la historia que han escrito las personas que hasta hoy nos han acompañado en un largo viaje iniciado desde África, hace ya doscientos mil años, en la búsqueda incesante del alfa y omega de la vida, mirando siempre hacia adelante, que es la única forma de que el mundo tenga interés para todos formando parte, ahora, del Club de las Personas Dignas.

Sevilla, 15/VII/2016

Cuando Lebrijano muere, llora el agua

GABO Y LEBRIJANO

Dedicado a Juan Peña, El Lebrijano, a su familia, de los que aprendí el arte de cantar a la vida aunque te persiga el dolor de una historia en la persona de todos y en la de secreto.

García Márquez dijo en una ocasión que cuando Lebrijano canta se moja el agua. Esta frase se me quedó grabada en el alma cuando la conocí, sabiendo que autor y destinatario no me eran indiferentes. Hoy, al conocer su ausencia, he pensado que quizá llore el agua, porque Juan, tal y como le como le conocí hace ya muchos años, era una persona buena, en el buen sentido de la palabra bueno, ejemplar para muchos que le querían y seguían, miembro de una familia muy unida que también pude estar cerca de ella en momentos importantes de mi vida. Sabían llorar y cantar los pasajes tristes de su etnia, en persecución multisecular.

Por esta razón, quiero traer a mi memoria de hipocampo unas palabras que le dediqué en 2008, Melismas de Juan Peña y Gabriel García Márquez, como homenaje a un viaje compartido, aunque en la distancia mutua, porque lo importante para mí fue lo que me enseñó cuando comenzábamos a caminar por la vida, nunca exenta de persecución. Y en el alma no muere Juan, como tampoco en el agua que cantó Gabo.

Sevilla, 13/VII/2016
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Melismas de Juan Peña y Gabriel García Márquez

LEBRIJANO

Acudiendo a las memorias de mi hipocampo, recuerdo que conocí a Juan Peña, El Lebrijano, en junio de 1965. A toda la familia Peña, unidos como una piña, viajando desde Lebrija para ofrecernos en Umbrete (Sevilla) un recital familiar. Todo se debía a la colaboración que prestaba Pedro Peña, un compañero mío en aquél Colegio Menor, primo hermano de Juan, donde nos preparábamos a los diecisiete años para cantar a Dios, sus pompas y sus obras. Aquella noche, que luego serían dos, dos años seguidos, Juan, sus padres, sus tíos, sus sobrinos, primos y toda su parentela, nos obsequiaban con su modo de ser y estar, gitano, con una lección que aprendí en relación con el destino. Primero, el día concertado, nos hablaban a todos en el salón de actos. Después cenábamos juntos y en el “Merendero”, en el patio exterior, comenzaba la fiesta dirigida por la familia Peña. Me encantaba la dulzura de María “La Perrata”, la madre de Juan, sus palmas, su “jaleo”, su encantamiento colectivo, hasta el punto de que salí a bailar delante de ellos, para dar unos pasos, torpes pasos, simulando un taconeo que les llenaba de gozo. Lo que no lográbamos arrancar del tímido Pedro. A mí, lo que me asombraba era el encanto sugestivo que expresaban en todas sus manifestaciones. Y algunos churumbeles cruzaban el escenario sin contemplaciones, como desafiando la vida. Y los despedíamos en la puerta del Colegio cantando todos juntos un estribillo que nunca he olvidado:

«Ya se van los gitanos / por los caminos, por los caminos. / Van en caravana/ que es su sino, ese es su sino.»

Y volví a coincidir con toda la familia Peña, quizá fuera en 1973, con motivo de la operación del padre de Juan, sencilla en origen, pero de la que no pudo recuperarse ni en la sala de despertar. Y tuve que decírselo, con la autorización del cirujano, con el dolor que me suponía comunicarles de forma contradictoria lo que presagiaba, unos minutos antes, que todo iba a ir muy bien. Y compartí el dolor con ellos. En su silencio, en sus expresiones de ausencia incomprensible. Lo que es muy difícil explicar.

Posteriormente, Pedro Peña, hermano de Juan, colaboró conmigo en Huelva, en una actividad de sensibilización social gitana, en la época en que practicaba la docencia vinculada al trabajo social. Siempre amable, siempre cercano, maestro de maestros en docencia y guitarra. La familia Peña era siempre un referente. A Juan lo he seguido por sus discos, por las referencias de sus múltiples actuaciones. En una grabación muy querida por mí, donde procuraba aprender a conocer todos los “palos” de la A a la Z, me sobrecogió siempre una alboreá flamenca cantada a dúo por María “La Perrata” y Juan Peña, madre e hijo, hijo y madre, un romance morisco, de Gerineldo, que estremece a cualquiera, donde la melodía melismática (a cada sílaba le corresponde más de una nota) acerca la alboreá, la alborada, el cante por excelencia en las mañanas de las bodas gitanas, a los cantes por soleá:

«Dónde está la novia
novia tan bonita
estaba cortando rosas
por la mañanita»

Y Juan, que cuando canta se moja el agua, en metáfora acertada de Gabriel García Márquez, comienza a poner pensamiento y sentimiento albertianos, en su nueva obra, a las letras de Gabo, a párrafos cruzados de La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada, de Ojos de perro azul, algunos cuentos peregrinos, y de El coronel no tiene quien le escriba.

Cuando el sábado 21 de junio de 2008, lo escuchaba a cinco metros de su voz, en la plaza de San Francisco, en Sevilla, con ecos de aquella maravillosa familia Peña que conocí en Umbrete, en una actuación pública, que él sabe apreciar, sin taquillas discriminadoras, comprendí mejor que nunca unas palabras suyas que “aparecen” al retirar el disco de su estuche, cuidado hasta el último detalle:

«Cuando estamos creando y por las flores que nos envían,
nos damos cuenta que Dios existe»

Es que en El Lebrijano, pensamiento y sentimiento se convierten en agua que se moja, hasta desaparecer en su voz, al escucharse el corazón de todas y de todos mucho más fuerte que el viento, por las melismas de refreso [sic] que él solo canta, que él solo conoce…

Sevilla, 30 de junio de 2008

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