Cuando se implanta un microchip en la mano

32M

Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso
.

Vicente Aleixandre, Mano entregada

Cuando se implanta un microchip en la mano, deberíamos saber que nuestras manos tienen una historia de más de tres millones de años, tal y como lo describió la revista Science en 2015 (1). Es una de las maravillas de la naturaleza humana que junto al habla supone una evolución transcendental para las personas de hoy. Es una experiencia gratificante mirar con delicada atención nuestras manos y reparar en lo que nos aportan día a día, tanto en la vida diaria que las necesitan para atender múltiples necesidades, como para expresar de forma maravillosa los sentimientos y emociones en momentos vitales siguiendo instrucciones de determinadas estructuras del cerebro.

Esta reflexión la traigo a colación con motivo de la publicación de una noticia que saltó la semana pasada a todos los medios de comunicación social por su novedad en el mundo laboral. Se trata de la implantación de un microchip entre los dedos pulgar e índice de la mano, del tamaño de un grano de arroz, por decisión propia (por ahora…) de directivos y trabajadores de una empresa de máquinas expendedoras, Three Square Market, en Wisconsin (EEUU), sin que todavía sea obligatorio para todas las personas que trabajan en ella. ¿Qué aporta este microchip? Fundamentalmente, experimentar el camino que se abre en el mundo laboral para interactuar directamente con el internet de las cosas, ahora en el trabajo y, en un futuro próximo, en casa o en los centros comerciales en los que se reciben servicios o se efectúan compras de todo tipo.

En esta experiencia, el chip RFID utiliza tecnología NFC para acceder a dispositivos del puesto de trabajo que corresponda, que pueden interactuar para acceder a múltiples funciones, centradas en esta experiencia a servicios propios de la empresa tales como acceso al puesto de trabajo, equipos informáticos diversos, fotocopiadoras y máquinas expendedoras, entre otros servicios. La zona de la mano donde se implanta el chip se acerca a una distancia mínima de 6 cm. del dispositivo lector, que reconoce inmediatamente el número de serie del chip y la función que tiene asignada a un servicio concreto.

Los microchips los facilita la empresa sueca BioHax International, formando parte de un acuerdo comercial para experimentar este dispositivo y plantear nuevas aplicaciones que todavía están por descubrir y desarrollar. La asociación con esta empresa sueca por parte de 32 Market nace con visión de implantar esta experiencia en el mercado europeo, más abierto que el americano a la utilización de la tecnología RFID+NFC, sobradamente conocida por la utilización de la misma en los smartphones.

El modo de operar en la implantación del microchip se puede conocer a través de la publicación de un artículo muy interesante de la prestigiosa revista digital Wired, I became a cyborg at IFA, fechado en 2015, que ya avanzaba la tecnología expuesta anteriormente y presentada en la IFA de 2015, convertida hoy en realidad en la compañía 32 Market, que ha celebrado su primer encuentro oficial el pasado 1 de agosto, centrado en compartir la experiencia de los primeros usuarios directos de esta tecnología en el seno de la empresa.

Estaremos atentos a la evolución de la experiencia de Wisconsin. Ya sabemos que lo que nace en EE. UU. como una experiencia local, acaba extendiéndose al mundo entero como modelo a seguir con las peculiaridades que pueda incorporar el mercado europeo. Creo que la legislación digital debe estar atenta a estos avances para no ir después a rastras, como suele suceder casi siempre en las rupturas éticas que provoca el mundo digital. En este caso, por la protección de la identidad personal en el acceso a todo tipo de servicios, junto con el necesario estudio científico del impacto en el terreno de la salud por la propia implantación del microchip en la mano humana. El pulgar y el índice tienen ya un rival que se acerca a su funcionalidad, aunque siempre defenderé, contando un día con el microchip de 32M, el elogio que merece siempre la mano, que siempre tuvo un papel especial en la evolución del ser humano, tantas veces descritos en mi blog El mundo sólo tiene interés hacia adelante, porque el cerebro confía en las manos de la mujer y del hombre sabias instrucciones: “Y sobre todo el cerebro, el gran rey de la selva por descubrir, cada vez más voluminoso y sinuoso, del tamaño de una servilleta mediana, extendida, en su córtex pensante. Y si la razón de ser de la existencia es “anímica”, el gran antecedente de la biogénesis no podía ser otro para Teilhard de Chardin que la psicogénesis, porque lo anímico era el gran proyecto ya que la gran explosión de la evolución, para conocerse a sí misma, fue el cerebro. Teilhard lo simplificaba en un ejemplo muy gráfico: el tigre no es fiero porque tiene las garras, sino al revés: tiene garras porque en su evolución natural se desarrolló en él el instinto de fiereza. Por decirlo de alguna forma, las garras vinieron después. La evolución entera es la consecuencia de la ramificación de lo psíquico. El eje de avance es una línea delgada roja anímica, no material” (2). Primero vino la mano, después el microchip.

Sabemos ya, por la aportación de la ciencia, que dos huesos, el hioides y la trabécula del pulgar, han sido determinantes a lo largo de la historia para hacernos más humanos, personas más libres a través de la palabra y del apretón de manos, del saludo y de la ternura de nuestros dedos. Maravilloso, porque nos permiten, de alguna forma, agarrarnos a la vida. Las personas tenemos manos porque en la evolución natural se desarrollaron por los mensajes que a tal efecto les mandaba el cerebro. Es verdad, porque las manos más humanas vinieron después, aunque como lo narraba el periodista de Wired en su artículo, todo hace pensar que el mundo ciborg avanza de forma inexorable sin que casi nada lo pueda parar. Al fin y al cabo, todo es maravillosamente digital y humano, como la mano entregada de Aleixandre, que nunca olvido.

Sevilla, 9/VIII/2017

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://32market.com/public/32chip.html

(1) Skinner, M.M., Stephens, N.B., Tsegai, Z.J., Foote, A.C., Nguyen, N.H., Gross, T., Pahr, D.H., Hublin, J.J. y Kivell, T.L. (2015). Human-like hand use in Australopithecus africanus. Science, 23, Vol. 347 no. 6220, pp. 395-399.

(2) Cobeña Fernández, J.A. (2006). El punto omega (V)