Los sueños se cumplen y hoy lo demuestro publicando un nuevo libro, Origen y futuro de la ética cerebral, mediante este medio tan extraordinario como es Internet, que se puede conseguir pulsando también aquí, una entrega no situada en el mercado del libro, sino en la inteligencia libre, colectiva y conectiva que da valor a la vida, no confundiendo nunca valor y precio.
El libro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons 4.0 Internacional, basada en una obra centrada en el blog www.joseantoniocobena.com, en los términos que figuran al finalizar un adelanto del Prólogo que reproduzco a continuación:
Prólogo
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Siempre hay razones de la razón, mucho más que del corazón, para reflexionar sobre el fundamento de las razones éticas que justifican las decisiones humanas, sobre todo en una época histórica en la que los llamados “valores” están en entredicho o simplemente arrinconados por la sociedad que nos ha tocado vivir. También, porque todas las religiones, sin excepción alguna, están pasando una factura a la historia en plena crisis de sus fundamentalismos, que intentaban e intentan justificar la razón última de todas las cosas, de todos los actos humanos. Y cuando se habla de valores hay que acudir irremediablemente a la razón de esos actos humanos, la que los justifica, en una búsqueda que tenga sentido. No hacemos nada porque nos da la gana o porque hemos nacido así, sino porque siempre hay una causa, consciente o inconsciente, que nos lleva a actuar de una determinada forma o de otra, desde la perspectiva ética de cada uno.
Tradicionalmente, se ha analizado esta situación como un auténtico problema ético y esa es la palabra, ética, la que intento desentrañar en los artículos que bajo el formato de post, se incluyen en este libro, previamente seleccionados de mi blog http://www.joseantoniocobena.com, que a lo largo de ocho años he escrito yendo del timbo al tambo, en una frase preferida y muy querida por Gabriel García Márquez.
No he querido escribir un tratado de ética, pero sí ensayar una reflexión compartida de la razón y del corazón, que siempre coexisten, para abordar una tesis que me acompaña en mi persona de secreto desde hace ya muchos años. Se trata, nada más y nada menos, de intentar descubrir que los actos humanos nacen siempre de la solería que hemos ido instalando a lo largo de la vida en nuestro cerebro, es decir, el suelo firme que hemos construido en la vida diaria, que justifica todos los actos humanos, en frase muy feliz del Profesor López-Aranguren, que aprendí hace también muchos años, pero que nunca logré comprender bien hasta que descubrí qué es el cerebro y qué papel juega en nuestras vidas y en su proyección ética.
Esta es la razón de ser de este libro, entregar a la Noosfera, a la malla pensante de la humanidad, es decir, a aquellas personas que lo quieran leer con pre-ocupación [sic] e interés social, unas reflexiones que demuestran que el cerebro es la base donde residen todos los actos humanos, el lugar donde se forja la historia de cada uno, su intrahistoria, en una estructura cerebral que se llama hipocampo, por ejemplo, y entre muchas otras como podrán comprobar, que trabajan incansablemente con independencia de lo que queramos hacer y entender cada día.
Espero que les sea útil. Cada capítulo engloba una serie de reflexiones, con formato de artículo y con base científica en su mayor parte, para que no se convierta en un libro de autoayuda al uso, sino de conocimiento de lo más preciado que tenemos como seres humanos: la inteligencia que se desarrolla a lo largo de la vida en nuestro cerebro, que es único e irrepetible y que nos juega siempre buenas y malas pasadas, a través de unas estructuras cerebrales que condicionan la amplitud de nuestro suelo firme en la vida, lo que llamaba anteriormente «solería” de nuestra vida, o lamas de parqué en términos más modernos, puestas una a una a lo largo de nuestra existencia, dependiendo de cada experiencia construida en el cerebro individual y conectivo, que es la razón que nos lleva a ser más o menos felices. Además, con proyección específica en el mundo real en el que vivimos, en la inteligencia digital. Al fin y al cabo, es lo que pretende el cerebro siempre: devolver en su trabajo incansable, porque nunca deja de funcionar, ni de noche ni de día, es más, durante la noche sobre todo, la razón lógica del funcionamiento de las neuronas, un trabajo maravilloso y que espero que este libro ayude a conocerlas bien, para justificar nuestro origen y futuro humano, el comportamiento de género, la influencia diaria y constante en la inteligencia y en el compromiso para que el mundo propio y el de los demás merezca la pena vivirlo, compartirlo y habitarlo.
Finalizo con el apartado dedicado a los agradecimientos en la construcción de mi solería ética tan particular, que cuando llueve se moja como todas las demás, cuestión que me lo facilita siempre Violeta Parra en su maravillosa interpretación del agradecimiento a la vida:
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Empiezo por las personas más próximas: María José, esposa, compañera y amiga, porque después de treinta años de convivencia me ha demostrado que Benedetti llevaba razón: hemos cumplido años de perlas que hemos sabido cultivar juntos y guardar en el buzón del tiempo. A Marcos, mi hijo, a quien tanto debo siempre porque tiene una virtud que destaca sobre las demás: sabe esperar en todos los órdenes de la vida, sin buscar nada a cambio, no confundiendo nunca valor y precio. A mi escasa familia, a quien tanto comprendo por la dureza del contexto en que hemos vivido. A mis profesores y maestros, con especial mención a Dª Antonia, aquella maestra en mi colegio del Madrid burgués de los años cincuenta, que me llenaba siempre los bolsillos de caramelos de colores para que fuera feliz en mis tiempos revueltos. A la Iglesia de Roma, porque creí en ella hasta que conocí el pie gastado de San Pedro y de acuerdo con el poeta Alberti, descubrí que había que ser pescador y bajar al río de la vida, porque era lo mío.
A mis amigos y amigas, en la clave de un pájaro perdido de Rabindranath Tagore que aprecio tanto, porque les entrego las cosas pequeñas que van implícitas en este libro. A la Universidad y a la Administración Pública de la Junta de Andalucía, porque me han permitido prestar servicios públicos (casi cuarenta años) persiguiendo exclusivamente el interés general. Y a todos aquellos nombres de los que aprendí tanto, sin dejar a nadie atrás. Por último, a Manuel Rivas, un escritor al que sigo de cerca siempre por su compromiso ético, personal y social tan activo y porque en la frase introductoria y de resumen de este libro, expresa en trece palabras y en voz baja, lo que yo he necesitado decir en más de 171.000. Por eso y por muchas cosas más, gracias maestro Rivas y, sobre todo, gracias a la vida que me ha dado tanto para comprender la ética de mi cerebro, la de todos los días, para poder justificar mis actos y compartirlos con todos.
Sevilla, febrero de 2014
Origen y futuro de la ética cerebral por José Antonio Cobeña Fernández se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional
Basada en una obra de www.joseantoniocobena.com
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