Implicaciones digitales en la economía circular

Vulgar lengua. Este es el título de un libro publicado recientemente sobre la última intervención pública de Pier Paolo Pasolini en 1975, quince días antes de morir asesinado en la playa de Ostia (Roma). En este sentido, decía Antonio Muñoz Molina, en un artículo escrito recientemente sobre esta obra, La verdad a cualquier precio, que “[…] Lo que él [Pasolini] vio venir y contra lo que clamó en solitario fue la Edad de la Basura: la basura material de las mercancías superfluas que ahora convierte en vertederos de plástico los fondos marinos y las playas de las islas perdidas; la basura de la televisión que iba a trastornar Italia desde los tiempos de Berlusconi y luego nos contagió a nosotros, y ahí sigue, segregando su grosería como un vertido tóxico incesante, sin que nadie clame en serio contra ella, no vaya a parecer retrógrado, o anticuado, o nostálgico”.

Mientras que el paradigma de la economía lineal está basado en el proceso producir, consumir y tirar, el de la economía circular establece un círculo virtuoso basado en producir, consumir y reutilizar-reparar-reciclar, para devolver a la sociedad productos que se pueden volver a consumir y reutilizar, con una intervención masiva de corte digital a través de los nuevos procesos industriales con tecnologías robotizadas. Una muestra muy interesante de este ciclo virtuoso es la que se lleva a cabo en la actualidad en Viena a través de una sociedad de transformación de residuos mediante incineración, Spittelau, incluida en rutas turísticas como si de una obra de arte más se tratara. Presumen, con razón, de que el estudio Mercer 2017 ha elegido a Viena por octava vez consecutiva como número uno mundial en el ranking de las ciudades con mejor calidad de vida, gracias a proyectos como el citado, entre otros.

SPITTELAU
Spittelau. Planta incineradora de residuos

La Edad de la Basura que atacó duramente Pasolini en aquel acto llevado a cabo en un Instituto italiano de Lecce, hace cuarenta años, junto a profesores y alumnos que debían tomar conciencia de cómo había que cuidar el mundo, su mundo, nos permite hoy pensar que gracias a la Edad Digital podemos aportar nuevos valores a lo que tan alegremente desechamos, tomando una severa lección de que es imprescindible construir y legislar rápidamente en torno a la economía circular con la ayuda de la revolución digital que tanto le aporta. La Administración Pública debería liderar este proceso revolucionario incorporando también la economía circular en sus políticas digitales sustentadas por las TIC, rescatando del olvido una palabra: reutilización de la inteligencia pública digital que ha desarrollado sistemas de información de una importancia extrema para la ciudadanía en ámbitos cruciales como educación y salud, para no seguir gastando, que no invirtiendo, dinero público en desarrollos innecesarios e infraestructuras múltiples costosísimas y sin sentido alguno en el mundo actual de la consolidación digital. Se podría crear un Public Store, transparente y respetando el principio de economía circular de carácter público y el de publicidad intensiva como derecho digital, desde donde se pudieran descargar en alta disponibilidad y desde las diferentes Administraciones, aplicaciones y apps que ya son un éxito en su implantación local, trascendiendo las fronteras de las Comunidades Autónomas y traduciendo un alto sentido de Estado Digital, sin dejar atrás en este acceso a la ciudadanía, en el más amplio sentido de la palabra, para que pudieran acceder/reutilizar aquellos desarrollos y apps que fueran necesarios en la vida ordinaria privada y colectiva. Hay que tener en cuenta que se desarrollan y adquieren con dinero público, en tiempo público y en espacios públicos. Perdón por la expresión, pero creo que otro gallo digital cantaría.

Quizá ayude a comprender bien este planteamiento si se repasa el vocabulario digital que planteé en 2016, abordándolo ahora en el contexto de economía circular expuesto anteriormente, en una de sus palabras mágicas, reutilización, entendida como la capacidad del Gobierno Digital para utilizar e intercambiar sistemas y tecnologías de la información y comunicación ya existentes, con calidad certificada y que se ponen a disposición del país y de su ciudadanía, a través del Gobierno/Almacén Digital correspondiente, evitando gasto público digital innecesario, que supondrá obtener economías de escala muy considerables y la interoperabilidad necesaria e imprescindible para compartir productos y servicios digitales ya experimentados satisfactoriamente o a implantar, respetando siempre el gran principio de equidad en la accesibilidad digital.

Vulgar lengua o nuevo lenguaje digital, ahí está la cuestión de un progreso bien entendido. Hice mi primera aproximación sobre las nuevas palabras responsables en el ámbito digital a modo de vocabulario urgente y sería bueno cuidarlas. Dije en aquella ocasión que solo destacaba catorce palabras o constructos, digitales por supuesto, que se pueden considerar jerga digital de casi obligado conocimiento, con ánimo descriptivo, representativo y no exhaustivo. Es más, me atrevería a decir que estamos obligatoriamente obligados a conocerlas y comprenderlas en su justo significado, máxime cuando se deberían considerar como objetivos y funciones integrados en una futura Ley de Política Digital, en la que se reconocieran derechos y deberes digitales de amplio espectro.

Instalado en la Edad Digital que convive con la de la Basura, comencé este artículo con motivo de un encuentro casual con Pasolini, que creó una escuela digna de ser explicada. Partiendo de su modo y manera de ser, luchó por rescatar el lenguaje cercano al cine del proletariado. Vulgar lengua. Nadie se puede imaginar, sin cierta sorpresa, a Pasolini cerca de Vittorio de Sica. Quizá esta didáctica del costumbrismo italiano llevó a nuestro autor-director de escena a revolverse y comprometerse con la sociedad a través del cine, medio de expresión desconcertante en nuestra sociedad contemporánea y que ha alcanzado una calidad técnica insospechada hace pocos años a través de la digitalización sofisticada de las imágenes.

La dialéctica pasoliniana estaba precisamente en esa denuncia de la corrupción personal y social de la moral establecida, farisaica en la mayor parte de las ocasiones. El canto al hombre total a lo largo de su obra, belleza cósmica, verdad acrisolada por el amor a los cuatro vientos, la denuncia de todos los totalitarismos, por ejemplo el que nos ocupa hoy a través del consumismo feroz de usar y tirar preconizado por la economía lineal frente a la circular, incluyendo también el del amor establecido en normas legales y religiosas más o menos vigentes, es un magnífico título de crédito para una obra jamás filmada: la de la vida de cada uno en el compromiso sencillo/difícil de existir, siendo copartícipe y compañero de los más pobres de la tierra, los pobres del Señor, que él gustaba llamar, imbuido de un marcado carácter sacral en su fotocomposición diaria de la vida, real como ella misma. Eso sí, teniendo hoy muy presente la vulgar lengua de los nativos digitales, por supuesto.

IMMONDEZZE

Durante mi larga estancia en Roma, en aquellos años de vivencias de la obra de Pasolini, me sorprendía ver en los muros desconchados de la ciudad “eterna” unos carteles grabados en mármol travertino con cincel y martillo, en los que se recordaba a la ciudadanía ordenanzas del siglo XVIII muy precisas, prohibiéndose tirar “inmundicias de cualquier clase” a la calle (1), que luego retrató Rafael Alberti de forma excelente en “Roma, peligro para caminantes” en un soneto muy descriptivo y metafórico “Si proibisce di buttare inmondezze”: “Cáscaras, trapos, tronchos, cascarones, / latas, alambres, vidrios, bacinetas, / restos de autos y motocicletas, / botes, botas, papeles y cartones. […] Fuentes que cantan, gritos que pregonan, / arcos, columnas, puertas que blasonan / nombres ilustres, seculares brillos. / Y entre tanta grandeza y tanto andrajo, / una mano que pinta noche abajo / por las paredes hoces y martillos”. La Edad de la Basura, que decía su contemporáneo Pier Paolo Pasolini, que todavía perdura en el mundo “eterno”, con su vulgar lenguaje.

Sevilla, 3/VII/2017

(1) http://fiumewang.blogspot.com.es/2014/12/la-eterna-citta.html NOTA: el vídeo que encabeza este artículo lo he elegido por ser un ejemplo claro de las implicaciones digitales de ECOEMBES en la economía circular y como símbolo de agradecimiento por la oportunidad que ofreció a este país, en la Navidad de 2015, para conocer una experiencia extraordinaria de reciclaje en el vertedero Cateura, en Asunción (Paraguay), donde se recicla para la dignidad. La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, dirigida por Favio Chávez, formada por niños, niñas, adolescentes y jóvenes de escasos recursos que viven en la comunidad del Bañado Sur, ubicada alrededor del vertedero Cateura en Asunción (Paraguay), tiene como seña de identidad la interpretación de obras musicales con instrumentos reciclados elaborados a partir de basura rescatada del vertedero. Una experiencia aleccionadora que recomiendo conocer con el detalle que merece.