El periódico EL PAÍS vuelve a las andadas

Sevilla, 12/VI/2023

Desde hace tiempo vivo con bastante desasosiego mi relación con el periódico “El País”, al que siempre lo consideré un buen periódico desde su nacimiento en 1976, pero que hoy se ha acrecentado al leer un artículo de opinión, Cumplir la penitencia, firmado por Juan Luis Cebrián, en el que fue el periódico de su primera dirección, que no deja títere con cabeza en la persona de Pedro Sánchez, con una entradilla que refleja perfectamente el contenido del libelo de repudio publicado por el excelso periodista: “El paso del PSOE a la oposición podría facilitar su retorno a la centralidad, a ser indispensable en las políticas de consenso, a su abandono del clientelismo y el alejamiento de la cultura narcisista de su jefe”. Hace un año, pensándomelo mil veces, volví a suscribirme a la edición digital de este periódico, porque aprecio mucho el trabajo serio de muchos periodistas de su Redacción, pero esta situación me lleva a no reproducir ni comentar nada de lo que expone hoy Cebrián en su lamentable artículo, porque no lo merece. Además, tengo muy claro que no debo seguir participando como suscriptor en esta ceremonia de confusión de un periódico al que debo tanto en relación con la información contrastada, pero que hoy, lamentablemente, vuelvo a constatar que ya no es lo que era. La anterior baja la llevé a cabo en 2016, hecho que lo comenté con detalle en un artículo que escribí en tal sentido en este cuaderno digital, en octubre de aquel año, Todos no somos iguales, donde recogía el texto completo de la carta que me envió el director del periódico justificando su actitud y pidiéndome disculpas: «No descarto que nosotros, como medio que pretende estar lo más cerca posible del ánimo de esa sociedad [aludiendo a un párrafo anterior dedicado a la explicación de la turbulencia política en la que estamos inmersos], hayamos sido presa, en el editorial que aludo o en alguna otra oportunidad, de la misma efervescencia que denunciamos y combatimos. Si así ha sido, lo lamento profundamente”.

Recuerdo ahora unas palabras de aquel artículo porque resumen muy bien hoy mi estado de ánimo, sobre la búsqueda de lectura de un buen periódico y la justificación como justicia de por qué lo hago, reforzado tras leer la tribuna de Cebrián: “Para las personas que no han podido seguir el hilo conductor de mi posición al respecto en la semana de autos, creo que hay un post en este cuaderno digital que sintetiza bien la citada toma de posición. Me refiero concretamente al que escribí el pasado 1 de octubre [de 2016], Se cerrarán las grandes alamedas…, así como alguno posterior, en el que expresaba mi desencanto con los poderes fácticos de este país entre los que incluí de forma expresa al diario EL PAÍS: “Un ejemplo lamentable es el que viene dando desde días atrás el diario El País, que me duele especialmente, porque desde su nacimiento en 1976 soy un lector asiduo hasta estos momentos en los que estoy pensando darme de baja en la suscripción anual que mantengo. Siempre he apreciado su cordura en los editoriales que leo de forma casi obligada día a día, pero lo que he leído esta semana en sus editoriales con ataques continuos a la persona de Pedro Sánchez, sin contemplaciones, sobrepasa todos los límites que se puedan pensar en democracia periodística. Su implicación no es inocente, como casi nunca en lo que afirma, pero lo de esta semana alcanza cotas muy preocupantes para la fijación de los límites éticos del periodismo”. Hoy, EL PAÍS, vuelve a las andadas sin cortarse un pelo.

Desde entonces estoy desconcertado con la búsqueda de buenos periódicos, porque no solo es uno. Y porque haberlos, haylos, por ejemplo y entre otros elDiario.es, al que también estoy suscrito, porque creo que responde en la actualidad a lo que espero de un periódico y porque busco la verdad de lo que ocurre en el mundo próximo y lejano, con objetividad plena y con independencia de los poderes fácticos, que son muchos. Algo tengo claro a estas alturas de la película: ya no basta con leer un solo periódico, porque al igual que detesto el pensamiento único considero necesario leer varios y, probablemente, de la diversidad que nos ofrece el mundo digital, que no solo atómico, puede salir la luz de lo que verdaderamente ocurrió, contrastando (comprobando la exactitud o autenticidad de algo, según la RAE) varias fuentes, varios ríos atravesados por quienes pretenden contarnos como lo hicieron por diferentes sitios. Porque la verdad no pertenece a nadie, sino a lo que verdaderamente pasó y ya nos advirtió Heráclito de Éfeso que nadie se baña dos veces en el mismo río. Lo que allí ocurrió solo lo conoceré porque me lo cuentan profesionales con palabras e imágenes, que también están contaminadas en muchas ocasiones, aunque valgan más que mil palabras. Es lo que tiene ser humanos y es verdad que cuando crecemos en la ética de la justificación como justicia, comprendemos mejor que nunca que todo lo humano no nos es ajeno. Ni siquiera el periodismo, ni un buen periódico hecho por profesionales que, en el menor o mayor descuido, se ajustan como ajustamiento de los poderes fácticos, ocultos, manifiestos y sin escrúpulo alguno para tratar la verdad a medias, a cualquier precio y desprecio. Aunque, afortunadamente, todos los periodistas no son iguales. Ni los (buenos) periódicos…, tampoco. En definitiva, es una cuestión de ética periodística y lectora que, por cierto, nunca son inocentes.

Una cosa más, para terminar. En la llamada aclaratoria sobre lo que significa una “tribuna”, junto al título del artículo de opinión objeto de estas palabras, se dice textualmente lo siguiente: “Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS, llevarán, tras la última línea, un pie de autor –por conocido que este sea– donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado”. Verificado por mí estos extremos, es verdad que no sorprende su estilo “porque es muy propio de Cebrián”, subiendo y bajando por la escalera ética de la vida; no ofrece datos verificados, sí bastantes opiniones de parte, falta al respeto no sólo debido a Pedro Sánchez, sino también a ministras y personas cercanas a él, utilizando bastantes calificativos despectivos y, por último, no aparece nada tras la “ultima línea” a modo de pie de autor, que hubiera sido muy interesante para conocer “el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado” de quien ha escrito este libelo de repudio para el presente más reaccionario. Lamentable.

NOTA: la imagen se recuperó el 17/XI/2017 de http://a53.idata.over-blog.com/460×600/1/21/63/43/2011-Catorce/medios-de-comunicacion1.jpg

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!