De nombre Juan o Juana

Pedro Pablo Rubens (1610 – 1612), San Juan Evangelista / Museo del Prado

Sevilla, 24/VI/2022

Dedicado de nuevo (ya lo hice el año pasado), a las personas que llevan el nombre de Juan o Juana, en sus diferentes versiones, vinculados al Bautista o al Apóstol, como símbolo de una tradición multisecular que se perdió hace ya muchos años, cuando se decidía en el seno de cada familia el nombre de los hijos e hijas porque era un programa o proyecto de vida, es decir, el nombre encerraba en sus letras y grafía una historia que siempre se debía contar. Llevaban con mucho orgullo su nombre, su Vida. Era un momento apasionante que daba pleno sentido a la vida propia y a la de los demás.

Me imagino a los abuelos y abuelas sentados hace miles de años en las orillas de los ríos Tigris y Éufrates, en la actual Irak, preparando el gran acontecimiento del nacimiento de los nuevos descendientes de sus familias, porque los nombres que debían llevar no eran inocentes sino un programa de vida a través de la genealogía. Me parece una aventura extraordinaria que se debería rescatar como lección de la historia para cada uno, para todos. Hace bastantes años, concretamente el 22 de octubre de 1984, publiqué un artículo, Poner el nombre, en un periódico muy querido, “La Noticia de Huelva”, que rescato hoy en su contenido y contexto plenos, porque refleja lo que sigo pensando después de casi treinta y ocho años, en un día inolvidable: el nacimiento de nuestro hijo, al que pusimos un nombre especial, Marcos.

Hoy, el día del nombre Juan, bastante más extendido de lo que parece y alejado en una corriente laica del “santo” Juan (Bautista o Apóstol), convive con otros miles de nombres a pesar de su significado histórico extraordinario por lo que supuso para quienes lo adoptaron en familia como identidad para toda la vida. Juan era el testimonio vivo de un niño o de una niña que “tenían el corazón cerca de los que menos tienen”, porque Dios era miseri-cordioso con esa familia (así se escribía en hebreo, Yohanan) y siempre “estaría cerca de ellos” porque era su protector. Además, para los que conocieron a Juan el Evangelista, sabían que Jesús de Nazareth lo identificó siempre muy bien y le puso un sobrenombre, Hijo del Trueno, por su ímpetu juvenil. Para los que difundieron la crónica del Bautista, saben que el nombre significó mucho en su vida, porque fue grande ante el Señor, que lo protegió siempre (de ahí su nombre), no bebió vino ni licor, estaba lleno de un espíritu nuevo, con una misión de vida especial: hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos.

Impecables proyectos de vida de unos niños y niñas de nombre Juan o Juana, que todavía hoy siguen siendo necesarios e imprescindibles.

Poner el nombre

Es grandioso el ser humano. Tiene una historia digna de ser recordada en sus «momentos» más transcendentales. Poner nombre a los seres vivientes fue el punto de partida de una historia mal contada en nuestra infancia. Verán. En el relato de la experiencia humana del pueblo de Israel, que buscaba entenderse a sí mismo, haciéndose las preguntas de siempre: ¿de dónde venimos, hacia dónde vamos y quiénes somos?, que luego sería recogida por el cronista de la época, se citaba como responsabilidad única e irrepetible en el hombre [sentido filosófico del ser humano] la de poner nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Y cuando creyó que ya conocía todo sin necesidad de nada y de nadie, tuvo la oportunidad de dar el mejor nombre para la mejor mujer: Eva, porque «era la madre de todos los vivientes».

Casi siempre ha pasado desapercibido este relato bíblico en beneficio de la maléfica manzana o serpiente. Tamaño descuido ha incidido sobremanera en el entendimiento de los nombres, en la despreocupación de sus contenidos, en aras de una simbología de la época. Y hoy día, que todos reclamamos a gritos «llamar a las cosas por su nombre», en expresión popular, tenemos la gran oportunidad de rescatar el sentido primigenio de aquel hombre de la historia. Adán, que gozó de un privilegio que hoy exigimos por derecho propio. Mucho más en los momentos actuales de vanguardismo y progresía mal digerida, donde damos nombre a los niños que vienen en aras de una «moda» o como resultado de la última campaña de la revista para los padres que premia los más originales. Si importante es poner nombre a las cosas, mucho más lo es ponerlo a las personas. Y aquí nos vamos a detener. Hasta hace pocos años, cumplir con el santoral era rito imprescindible que sellaba el ciclo nacimiento, nombre de santo, juzgado, bautizo. María y José han inundado la geografía española en un “alarde” de originalidad. Francisco y Fernando han sido casi siempre de segunda división, necesitaban el guion de la época siempre que daba al nombre compuesto un «orden» preestablecido.

Francisco y José Antonio hay muchos en los años cuarenta. El régimen anterior se cuidaba también de bautizar a los niños de la posguerra. María y José se compraban por veinte duros o «la voluntad» para poner «cristianos» a los niños africanos del «Domund». La preocupación de quedar «moros» era y es una pesadilla para determinadas familias. Muchos padres se han perpetuado a través del nombre de los hijos. Muchos actores, actrices, reyes, futbolistas, toreros, jefes de estado, patronos y patronas se perpetúan a diario en los libros de registro de los Palacios de Justicia. Sin dificultades. Pero una oleada progresista que avanza de forma imparable asalta los juzgados, sobre todo, poniendo nombres que no vienen en el santoral y que se encargan de sugerir el «bautismo» de siempre. No es extraño ver mezclada a Soraya con una «María» que dulcifica el atrevimiento o un Aitor de sobrenombre José. Por no hablar de la «moda» de Iván, Israel, Teseo, Víctor, Antígona, Sonia o la Tamara/Tais de turno, que hacen las delicias del lugar en clave Peñafiel/Hola, Nueva/Ola/«La Revista».

Aunque tengamos que ser respetuosos con la época, no hay más remedio que reconocer que la acción actual de poner nombre a las personas no tiene que ver absolutamente nada con el mandato para Adán. Esa gran oportunidad de hacer de cada nombre un programa (así lo vive el pueblo de Israel), se perdió en los fuegos fatuos de la historia. Nuestros antepasados ponían los nombres a sus hijos de acuerdo con un programa «dialogado» con el Dios de la época, es decir, en los hijos se quería proyectar un deseo compartido por el amor. Si a un niño hebreo se le pone Rafael (en hebreo Rafá-El), no es por agradecimiento al arcángel de moda, sino porque Dios ha sido como una «medicina» para la pareja. Si una niña se llama Ruth, será como homenaje a la amistad de todos. Cada vez que cojamos en brazos, por ejemplo, a Ruth, «nuestra amiga», recordaremos el programa para ella: nos comprometemos en la amistad, no necesitamos sacralizar el nombre. Esas eran las vivencias del pueblo hebreo. Cada nombre un programa, cada hijo/a un proyecto de vida enmarcado en el símbolo de cómo le llamamos.

Nuestra cultura actual vive muy lejos de esta realidad, pero sería importante recuperar estos valores históricos, para encontrar nuevos significados a la creación en general. A mí siempre me ha gustado sobremanera la historia de una pareja bíblica que se plantea el nombre como respuesta a una experiencia de crisis «matrimonial». Elcaná y Ana son la pareja feliz, son capaces de compartir el amor junto con una mujer más, aprobada por el rito de la época: Peninná. Es más, debido a la esterilidad de Ana, Elcaná se vuelca sobre Peninná «porque le da hijos». Ana se esconde por los rincones llorando su esterilidad y Elcaná la busca en el mejor acto de amor de la historia: «No llores mujer, porque mi amor es mejor que diez hijos…» Se unen, conociéndose, naciendo un niño con nombre de agradecimiento, Samuel, que en hebreo significa: «pedido a Dios». El nombre cobra tanta importancia como cumplir posteriormente con el rito: se había pedido un hijo y nace. Todo lo demás refuerza la importancia del acto: hay que llevar en agradecimiento un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino. Para rematar la fiesta, como hacemos por aquí, porque todo es importante en la viña del Señor. Samuel siempre será un acto de afirmación, de fidelidad progresista de una pareja revolucionaria en su época que, entre otras cosas, supo llamar al niño por su «nombre».

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

2.001 artículos, una odisea personal en el espacio digital

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Constantino Cavafis, Ítaca

Sevilla, 22/V/2022

Al alcanzar hoy el número de 2.001 artículos (post) publicados en este cuaderno digital desde diciembre de 2005, traigo a mi memoria de hipocampo el objetivo que ya pretendió Stanley Kubrick, en 1968, con su película, 2001: una odisea del espacio, cuando manifestaba que era “una experiencia no verbal: de dos horas y 19 minutos de película, en la que sólo hay un poco menos de 40 minutos de diálogo. Traté de crear una experiencia visual que trascendiera las limitaciones del lenguaje y penetrara directamente en el subconsciente con su carga emotiva y filosófica. Quise que la película fuera una experiencia intensamente subjetiva que alcanzara al espectador a un nivel interno de conciencia como lo hace la música”. Salvando lo que haya que salvar, a lo largo de esta maravillosa experiencia he escrito millones de palabras, leídas a través de casi dos millones de visitas a este blog, desde su inicio el 11 de diciembre de 2005, pretendiendo siempre ser consecuente con su subtítulo, que sigue apareciendo desde su nacimiento, es decir, alcanzar con cada publicación un objetivo como resultado pretendido, al estilo Kubrick: buscar islas desconocidas todavía por descubrir en el sentido de “penetrar directamente en el subconsciente de cada persona, lector o lectora, con su carga emotiva y filosófica” en todos y cada uno de sus contenidos, con objeto de que cada artículo o post, fuera una experiencia intensamente subjetiva que alcanzara al lector a un nivel interno de conciencia como lo hace la música, tantas veces citada y reproducida en textos y contextos diferentes. Lo que puedo asegurar hoy al hacer un alto en este camino digital, es que ha sido un viaje largo, una odisea, en el sentido más clásico del término, en su primera acepción aceptada por el Diccionario de la RAE: viaje largo, en el que abundan las aventuras adversas, mis pre-ocupaciones (así, con guion), porque de todo hay en la viña del Señor de mis mayores, como cantaba mi paisano Antonio Machado, al que nunca he olvidado en esta bitácora o cuaderno de derrota, en lenguaje del mar.

Los que hemos optado por iniciar estos viajes a islas desconocidas, a lo largo de la vida y utilizando sólo la imaginación, sabemos que la recomendación a Ulises del viaje a Ítaca, según Constantino Cavafis, era una extraordinaria guía de viaje: Ten siempre a Ítaca en tu mente. / Llegar allí es tu destino. / Mas no apresures nunca el viaje. / Mejor que dure muchos años / y atracar, viejo ya, en la isla, / enriquecido de cuanto ganaste en el camino / sin esperar a que Ítaca te enriquezca. Después de estos casi diecisiete años de vida del blog, sólo sé que no sabemos lo que nos pasa y a la vuelta de cualquier viaje de norte a sur y de este a oeste en nuestro hemisferio particular e inquietante en esta etapa tan larga, concreta, viajando en “La isla desconocida”, la carabela metafórica de José Saramago en “El cuento de la isla desconocida”, protagonizado por el protagonista del mismo a modo del Ulises que casi todos llevamos dentro, puede que nos ocurra también como al protagonista de un poema de Ángel González, Los ilusos de Ulises, que tampoco olvido: Siempre, después de un viaje, / una mirada terca se aferra a lo que busca, / y es un hueco sombrío, una luz pavorosa / tan sólo lo que tocan los ojos del que vuelve. // Fidelidad, afán inútil. / ¿Quién tuvo la arrogancia de intentarte? / Nadie ha sido capaz / -ni aun los que han muerto- / de destejer la trama / de los días.

Hoy, al publicar el artículo 2.001, pienso que sigue existiendo el misterio de las trama de cada día, difícil de destejer. Yo he buscado entre las páginas de los poemas de Ángel González alguna solución a este dilema existencial y lo único que he encontrado en sus notas de viajero son unas referencias en su primera página de estas notas que también son inquietantes, referidas contextualmente a una visión de su estancia en Washington: Siempre es igual aquí el verano: / sofocante y violento. / Pero, / hace muy pocos años todavía / este paisaje no era así. Era / más limpio y apacible -me cuentan, / más apacible, más sereno. Cambiando lo que haya que cambiar, el misterio sigue estando en destejer la trama de cada día, de cada viaje hacia alguna parte. Algo que he procurado respetar al enfrentarme a la página en blanco en cada publicación en este blog, pretendiendo siempre ser fiel a Ítalo Calvino, para decir algo esencial. Probablemente, habría que editar urgentemente una nueva guía de viajes, la guía Cavafis, para aprender la clave de todo viaje que, en muchas ocasiones, es una mudanza al interior de nosotros mismos. Así lo aprendí hace ya muchos años en un viaje que inicié en la carabela “La isla desconocida”, como he contado anteriormente, porque Saramago la ofreció al mundo a modo de guía para navegantes inquietos, que recomiendo como cita encontrada en la guía de Cavafis, guía imprescindible para personas aventureras que necesitan encontrar islas desconocidas, siguiendo el cuaderno de bitácora del propio Saramago y escuchando la voz protagonista de una mujer admirable que aplica siempre el principio de realidad en su vida: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual…”. Así empezó la aventura de este blog, el 11 de diciembre de 2005, en una declaración de principios que no he olvidado jamás: “Inicio una etapa nueva en la búsqueda diaria de islas desconocidas. Internet es una oportunidad preciosa para localizar lugares que permitan ser sin necesidad de tener. La metáfora usada por Saramago será una realidad cuando ante el fenómeno de la hoja en blanco, teniendo la oportunidad de decir algo, esto sea diferente y sirva también para los demás. Puerta del Compromiso. Es lo que aprendí hace muchos años de Ítalo Calvino en su obra póstuma «Seis propuestas para el próximo milenio»: «…es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial» (Ítalo Calvino, El arte de empezar y el arte de acabar)”.

La guía Cavafis me ofrece hoy claves importantes en sus versos finales para no equivocarme al continuar este viaje apasionante del blog, preparando siempre los avíos en tierra, antes de iniciar una nueva singladura, que no debo olvidar a pesar de este logro milenario: Ítaca te brindó tan hermoso viaje. / Sin ella no habrías emprendido el camino. / Pero no tiene ya nada que darte. / Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado. / Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, / entenderás ya qué significan las Ítacas. Las de hoy, que también existen, las de siempre, abriendo una página de esta guía imaginaria de Cavafis redivivo, que no olvido: Que muchas sean las mañanas de verano / en que llegues -¡con qué placer y alegría!- / a puertos nunca vistos antes.

NOTA: la imagen de cabecera es un fotomontaje que he realizado sobre la portada de El cuento de la isla desconocida de José Saramago, en la versión en tailandés (เรื่องของเกาะที่ไม่รู้จัก), que pude tener en mis manos y hojear durante la visita a la biblioteca del premio Nobel en Tías (Lanzarote), en el mes de agosto de 2010, casi unos días después de su fallecimiento.

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Milana bonita, dos palabras para recordar a Mario Camus

Mario Camus

Sevilla, 19/IX/2021

Ayer voló a su cielo particular Mario Camus, junto a su inseparable milana bonita, recordándonos que nos entregó un día ya lejano un regalo cinematográfico, Los santos inocentes, en el que él sabía lo que nos daba pero no lo que en verdad recibíamos, un fragmento de nuestra memoria histórica con el tiempo dentro. Aprendí a conocer nuestro triste pasado como país gracias a Miguel Delibes y a su versión llevada al cine de la mano magistral de Mario Camus.

En el día de los santos inocentes de 2018, escribí unas palabras de homenaje a este gran director, El rabel de los santos inocentes, resaltando también un instrumento ancestral cántabro, el rabel, porque ponía música a una historia conmovedora, con la sencillez de un alma inocente y bendita como la de su intérprete, Pedro Madrid, que nunca tuvo tiempo para ver la película porque la vida le exigía estar siempre presente en sus tareas cotidianas. Hoy, vuelvo a publicar aquellas palabras, porque creo que encierran en sí mismas el mejor homenaje póstumo que puedo ofrecer a Mario Camus. No está solo, porque cerca, muy cerca, le espera impaciente Azarías, junto a su querida milana bonita.

Muchas personas recordamos la película Los santos inocentes, dirigida por Mario Camus, basada en una obra homónima de Luis Delibes, a través de una frase icónica, ¡Milana bonita!, pronunciada de forma repetida con la voz profunda e inconfundible de Paco Rabal en su papel de Azarías. Lo que no recordará casi nadie es que la banda sonora de la película está interpretada por Pedro Madrid, un rabelista de Cantabria, un músico inocente de extracción rural, que no vio la película porque estaba dedicado en cuerpo y alma a su tierra, Polaciones, y a su parentela, nada más, muy lejos del bullicio mundano.

El rabel es un instrumento de cuerda frotada, tres cuerdas concretamente, que Pedro tocaba con destreza: “Éste -y muestra el que tiene en esos momentos en sus manos- está hecho de madera de tejo. Es un árbol milenario cargado de leyendas, pero es muy difícil encontrarlo. También los hago de serval, que es un árbol sagrado de los antiguos celtas” (1). Tiene raíces árabes, el rabáb, según el diccionario de la RAE: instrumento musical pastoril, pequeño, de hechura como la del laúd y compuesto de tres cuerdas solas, que se tocan con arco y tienen un sonido muy agudo. Desde 1505 tenemos registrada la existencia de este instrumento en el diccionario de Fray Pedro de Alcalá, matizada posteriormente en el de Autoridades, en 1737: “instrumento músico pastoril, de hechura como la del laúd”.

La aportación de Pedro Madrid a la película es un símbolo del argumento de la misma, porque desprende sabiduría rural a manos llenas, es decir, la exposición desnuda de las relaciones amo-sirviente durante la posguerra en España, donde el desprecio al que menos tiene y, además, te sirve, era una seña de identidad de la burguesía cortijera de la época. Delibes escribió una denuncia social descarnada, continua, en formato de novela, con una trama en la que los santos inocentes son aquellas personas que viven con dignidad el hecho de ser diferentes, singulares, casi sin darse cuenta, casi siempre ignorados por la sociedad.

Hoy, día de los santos inocentes, he recordado la película y un instrumento humilde, el rabel, tocado con destreza por Pedro Madrid, un gran desconocido para la historia de la música en este país. Lo escucho en los títulos de crédito de la película, llevándome en volandas como la grajilla de Azarías. Es solo un homenaje a su colaboración en la historia de la literatura y el cine en este país, en un día del calendario muy especial.

(1) https://elpais.com/diario/1985/09/06/ultima/494805604_850215.html

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

El siglo de la revolución digital /1 – Watson solo sabe que no sabe nada


Darío Gil, El ABC de los entornos cognitivos

Inicio con este post una serie dedicada a la revolución digital, que deja atrás por nanosegundos a la industrial y que está desarrollando unas formas nuevas de ser y estar en el mundo. Nadie puede negar a las alturas de este siglo que la era digital se está viviendo ya en todos los continentes, en todos los ecosistemas humanos, con la única excepción de los que menos tienen, que son millones de personas a los que no llega esta realidad para hacerles la vida más llevadera, porque la tecnología no soluciona estos problemas de lesa humanidad, de acuerdo con una reflexión de Negroponte que me acompaña siempre: “Los bits no se comen; en este sentido no pueden calmar el hambre. Los ordenadores tampoco son entes morales; no pueden resolver temas complejos como el derecho a la vida o a la muerte. Sin embargo, ser digital nos proporciona motivos para ser optimistas. Como ocurre con las fuerzas de la naturaleza, no podemos negar o interrumpir la era digital.”

He confiado siempre en la revolución digital, a través del constructo “inteligencia digital” que todos tenemos la oportunidad de poseer, conocer y practicar, porque se traduce sencillamente en la capacidad humana de resolver problemas con la ayuda de los sistemas y tecnologías de la información y comunicación. De tal forma que ya tenemos a disposición de la sociedad proyectos tan maravillosos como el de creación de sistemas cognitivos, en supercomputadoras del tipo Watson, que aprenden a dar respuestas a interrogantes humanos en campos tan sensibles como el de la salud y la enfermedad, gracias a la interacción humana que les ayuda a descifrar la lógica de los sentimientos, emociones y decisiones cognitivas, que no las conoce por sí misma la supercomputación, pero que gracias a la interacción de los cogs (unidades de software que permitirán construir entornos cognitivos interactivos), ofrece a la inteligencia digital de los seres humanos información estructurada, que no respuestas, que el cerebro por sí mismo no sería nunca capaz de conocer.

WATSON Y COGS
Watson y la sociedad de los cogs

Desde la divulgación científica digital, recomiendo la lectura de un reportaje publicado hoy en El País Semanal, La nueva era de la computación, por su dimensión humana, sabiendo que es un científico español, Darío Gil, el que dirige esta experiencia tan sobrecogedora de la computación cognitiva, con muchas preguntas sin resolver, pero que el mundo necesita desarrollar aún a riesgo de que se utilice este conocimiento con filosofía de doble uso, porque ya lo he manifestado en muchas ocasiones: las tecnologías de la información y comunicación no son inocentes. Estamos, por tanto, ante una auténtica revolución digital: “Si las máquinas y la tecnología lograron que el hombre transformara el mundo más allá de lo que sus músculos le permitían, Watson es el primer paso para llevarle a un estadio que las dimensiones de su cerebro no le permiten alcanzar. Darío Gil, ingeniero español formado en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston que dirige el centro de investigación de sistemas simbiótico-cognitivos de IBM, lo expone así: “La revolución industrial nos dio fuerza donde terminaba el músculo. La revolución cognitiva nos amplía los conocimientos donde termina el cerebro. Expande nuestra capacidad mental. Es una tecnología con un tremendo potencial transformador. Tendremos superpoderes cognitivos”.

Darío Gil lo simplifica de forma muy didáctica y aleccionadora: “… no se trata de sustituir al hombre, sino de complementarlo: “El trabajo con un sistema cognitivo es un diálogo, una relación simbiótica. ¿Qué aportamos los humanos? Los problemas, nuestros conocimientos, nuestro sentido común, nuestra intuición y nuestros valores en la toma de decisiones. El sistema cognitivo aporta su capacidad de análisis y de descubrimiento, su capacidad para encontrar conexiones en todo el conocimiento digital disponible. De esta manera es como Watson trabaja, por ejemplo, con algunos de los principales oncólogos del mundo”.

Dejemos trabajar a Watson, porque está convencido de que solo sabe que no sabe nada. Necesita siempre la colaboración humana y eso no lo va a olvidar nunca. Ha aprendido, por ejemplo, que el ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque él te ve. Y que un día ya lejano, estas palabras nos las regaló Antonio Machado, un poeta sobre el que se lo sabe casi todo, aunque necesita que le expliquemos cómo se sentía al escribirlas. Y Watson no se emociona, pero te devuelve todo lo que sabe de su vida, que a los seres humanos tanto nos importa y a veces escapa a nuestro conocimiento. Es lo que cantaba de forma excelente Enrique Morente, en su soleá de la ciencia, sin que por ello tenga que ruborizarse Watson, tan listo él:

Presumes que eres la ciencia
Yo no lo comprendo así,
Porque si la ciencia fueras
Me hubieras comprendido a mí,
¿por qué siendo tú la ciencia
No me has comprendido a mí?

Sevilla, 5/VII/2015

La tercera singladura ó la maravilla del día a día digital

cuaderno-de-derrota.jpg
Extracto de la derrota y acaecimientos más notables del viaje de la nao Magallanes desde el Puerto de Acapulco a la Bahía de Manila con caudales y frutos del comercio de Filipinas en el año de 1808. AMN. Ms. 577 (recuperado de http://www.museonavalmadrid.com/archivo/expediciones_cientificas.asp, el 9 de diciembre de 2007)

Mañana, 10 de diciembre de 2007, cumplo dos años navegando en Internet con la ayuda de este cuaderno de derrota [sic], guardado en una bitácora (para ser exactos) americana virtual, por paradojas de la vida. Inicio, por tanto, la tercera singladura del día a día. Es verdad que este año ha sido crucial para descubrir islas desconocidas, habiendo entregado a la Noosfera un libro sobre inteligencia digital que preparé a lo largo de 2006 y que ya se lo han bajado algunos navegantes desconocidos, en honor al nombre reiterado de la isla recién descubierta (no me preocupa la cantidad de personas que lo hayan hecho, sino que a determinadas personas les haya parecido interesante para navegar en la inteligencia digital).

Aquí en Sevilla, cuando algo tarda mucho ó se demora más de la cuenta se dice que “está durando más que la obra de la catedral”. Es que se recuerda una fecha trascendental: el 10 de diciembre de 1606 finalizaron las obras de construcción de la misma, después de 203 años de trabajos continuados. El símil es muy interesante, porque no quiero perpetuar la escritura en este cuaderno al igual que lo hizo el celo catedralicio de la ciudadanía de Sevilla, la de toda la vida, pero sí me sobrecoge pensar que su finalización justificó de forma sobrada una simbología de creencia que solo se ha valorado porque la obra solo tuvo interés cuando fue hacia adelante, día a día, como esta aventura a la que hoy te has acercado.

He vuelto a abrir el cuaderno de derrota, sabiendo que el rumbo ó dirección me lleva siempre a alguna parte previamente analizada en cartas náuticas/neuronales desplegadas en la corteza cerebral. O no, porque la isla desconocida guarda en sí misma un secreto a voces: solo se la conoce cuando se sale al exterior de uno mismo: es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual (José Saramago, El cuento de la isla desconocida).

Gracias.

Sevilla, 9/XII/2007

Entre Marcos y Jose Afonso

25 de abril. San Marcos y las santas revoluciones. Mañana celebramos el recuerdo de por qué decidimos en 1984 llamar Marcos a nuestro hijo. Poner nombres. También recuerdo año a año aquella revolución portuguesa de 1974, diez años antes, donde Jose Zeca Afonso jugó un papel trascendental. Me hice con su canción de forma un poco artesanal, pero Grandola, vila morena me ha acompañado siempre en mis revoluciones interiores, donde estuviera o viviese, que ha sido en muchos puntos cardinales del mundo. Marcos y la revolución de Zeca, el cuadro del niño con el fusil y el clavel, las manos anónimas sujetándolo, que compré a un hijo imaginario en Roma, muy cerca de Rafael Alberti, en la Librería Rinascita, edificio emblemático de su casco antiguo, donde hoy vive gente adinerada por la contradicción del comunismo, en la calle de las bodegas oscuras, que tantas veces paseé en busca de la libertad no vigilada por la conciencia insolidaria.

En cada esquina un amigo, en cada rostro igualdad. Maravillosa letra para componer canciones para después de las guerras particulares. Y Marcos creciendo de la mano de soledades sonoras porque la revolución silenciosa seguía adelante en el primer mundo. Sigue el cuadro en su cuarto de sueños y trabajo, como mensaje subliminal de que hay que estar cerca de quienes aportan a la sociedad amistad e igualdad, con letra y música de José Afonso.

Porque el pueblo es quien más ordena, Marcos, a la sombra de una encina de la que yo no sabía su edad, juré tener por compañera a una persona, Marcos, su voluntad. Tu nombre fue un compromiso para el proyecto que mas ordena nuestras vidas, cuando solo tenías segundos de vida real, porque queríamos que fueras un programa de vida compartida en la cultura de Marcos, aquel cronista del siglo I después de Cristo, que nos contó de forma admirable cosas de Jesús de Nazareth, tan humano que a veces le vencía el cansancio y se dormía apoyado en el cabezal del barco, soñando que otro mundo era posible. De un ser que sigue dando que hablar a las multitudes que siguen creyendo en las revoluciones que permiten a cada persona ser feliz con sus proyectos particulares de vida sin estar mediatizados por el consumo de turno. El pueblo es quien más ordena, Marcos. Te lo recuerdo porque yo lo aprendí de Marcos del siglo I y de Jose Afonso en su pequeño rincón de Grándola.

Sevilla, 24/IV/2007

De Profundis

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Desde ayer estoy preparándome para descubrir un tesoro cinematográfico, una película de más de 40.000 pinturas al óleo, animadas, De Profundis, que me entusiasma por segundos. El 19 de enero se estrenó y ya la estoy siguiendo en superficie porque los viajes marinos me agradan y siempre me provocan metáforas mentales que me animan a seguir navegando en diversos mares. Ya lo he expresado en este cuaderno de bitácora muchas veces.

Según la información que he podido recuperar desde el fondo de Internet, el título de la película, De Profundis, que nada tiene que ver con la novela epistolar de Oscar Wilde, alude al lugar donde se sitúa la película: el fondo del mar. El argumento, que apenas sirve de excusa, cuenta que un pintor viaja como marinero en un pesquero. Cuando se desencadena una tormenta, y una ola gigantesca hunde la embarcación, la mujer del pintor, desde la soledad de su casa, intuye y presagia la tragedia. El filme es “un paseo onírico de un personaje a través de una historia de amor alterada por su mundo creativo. Y es un homenaje al mar, nuestra reserva de vida y esperanza, y símbolo de nuestras pesadillas y sueños”. Fascinante.

Espero de forma impaciente poder disfrutar de esta oportunidad de navegar en la corteza cerebral viendo y sintiendo la película, con muchas posibilidades de descubrir islas desconocidas de la nueva forma de ser en el mundo. En estos tiempos de dureza existencial, manifestaciones artísticas como De Profundis vienen a devolver confianza en los cerebros humanos porque se demuestra que son capaces, también, de crear belleza y mensajes de paz y libertad interior.

He estado viendo el making of de la película e imágenes de la misma. Verdaderamente es una obra sinfónica de voluntades creadoras. Desde el gran creador, Miguelanxo Prado, pasando por la música adaptada a la realidad que quiere explicar Nani García, la voz vanguardista de Ainhoa Arteta, la orquesta Sinfónica de Galicia, la Coral Infantil y Juvenil Cantábile, Pancho Casal, como productor, las Instituciones y Organismos que han posibilitado desde el dinero público esta joya gallega para todos, todos merecen nuestro respeto y reconocimiento, en la clave del mensaje a sus paisanos de nuestro poeta Luis Cernuda: “el trabajo, con amor hecho, merece siempre la atención de los otros”. Lo comentaré  más a fondo cuando pueda guardar en el hipocampo (el caballo encorvado), sede de la memoria personal e intransferible, este tesoro rescatado desde el fondo del mar de la poesía integrada. En principio, gracias por esta nueva oportunidad de ser feliz. Invito, además, a quien lea estas páginas, a que disfrute de forma compartida y antecedente de esta maravilla, visitando las páginas dedicadas a sus imágenes y a su video promocional, que permite conocer paso a paso como se concibió la idea principal de la película.

Un aviso para navegantes del propio Miguelanxo: “A quien le aburra contemplar un atardecer durante 10 minutos, le resultará tediosa la película”. Quizás, también lo sea para los que se niegan a navegar en mares que llevan a islas desconocidas para sí mismo, pero que pueden ofrecer la oportunidad de nacer a una nueva vida.

Sevilla, 21/I/2007

Marcado

Desde ayer estoy “tocado” por el imperativo categórico de haber sido “marcado” para que cuente cinco realidades personales, «cosas» que casi nadie conozca. Son las andanzas de Internet, pero me ha picado la curiosidad de hacer una experiencia de conocimiento alternativo y que puede crecer en función de que, en mi caso, alguien se considere marcado. Una variación sobre el mismo tema: la inteligencia conectiva, digital.

Las más ligeras órdenes se pueden convertir en los más severos mandatos aún siendo digitales. Esta es la razón de participar en los “marcajes”, aunque en este caso es muy difícil negarse ante la invitación y los descubrimientos de una persona adorable: mi hijo Marcos.

He comenzado a buscar en mi caja de tesoros ocultos y me he encontrado con los cinco primeros. Se dan pequeños codazos, porque quieren salir al exterior, como personajillos llenos de vida animada por la libertad:

1. Siempre quise ir al conservatorio. Para mis padrinos, con los que vivía, eso era perder el tiempo. En Madrid, a mis seis años soñaba con ser un gran músico. Me dolió la muerte de Ataúlfo Argenta, un director de orquesta extraordinario, padre de Fernando Argenta a quien sigo apasionadamente en sus clásicos populares. Todavía recuerdo aquella portada en color sepia de ABC, anunciando el fallecimiento de un ídolo de niñez, en el periódico –paradojas de la vida- en el que aprendí a conocer la vida, que se leía en casa como la Biblia. Ahora, tengo un piano muy cerca y la banda sonora de la afamada película. Aprenderé a tocarlo bien.
2. A los diez años lanzaba globos desde el balcón de mis amigos, en la calle Padilla, con cestas cargadas de mensajes. Estudiábamos Astronomía y el Sputnik nos llenó de proyectos la cabeza. Lanzábamos cohetes “tripulados”, en fundas de puros habanos, con moscas encapsuladas, en el campo de La Campana, donde hoy está el Pirulí de Televisión Española. Segunda tarea latente. ¡Hay que seguir investigando!.
3. Me ha preocupado siempre estar cerca de las personas menos válidas para la sociedad, las más desprotegidas. Y ha sido un hilo conductor para muchas experiencias: enfermos, personas mayores solas, niñas y niños con problemas, familiares de enfermos que se quedaban solos, estudiantes desconcertados en la dictadura. Con 20 años creé una Asociación para atender estos problemas, junto a amigos extraordinarios. Recuerdo cómo venían a las asambleas generales los inspectores del Gobierno Civil. Otras épocas. El régimen franquista. Lucha por la libertad para todos.
4. Escribí una carta a  Ernesto Cardenal cuando tenía 21 años. Me quise ir con él a Nicaragua, a Solentiname. Me emocionaba su generosidad y entrega. Y Helder Cámara, con su didáctica para contener la espiral de la violencia. Fueron motores para ser una persona comprometida en el mundo. Anónima, por supuesto. Divertirse ó comprometerse, esa era la cuestión (Pascal dixit).
5. Solo concibo la vida ”hacia adelante”. Incluso en los momentos más difíciles. También en la monotonía del placer. Por supuesto, en estos momentos de desconcierto por la conducta ante todas las preposiciones posibles que soporta la tragedia de la existencia de ETA: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, etcétera, etcétera, etcétera…Tras.

Salieron al exterior de la vida. El poeta argentino Porchia lo ha definido muy bien: espero que se reciban estas palabras con la misma calidad que yo las he entregado. Son las cosas “marcadas” por la revolución digital, por supuesto.

Sevilla, 14/I/2007

Reconocimiento mundial a la investigación del cerebro en Andalucía

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El pasado 22 de diciembre saltaba a la Noosfera digital una gran noticia: un trabajo realizado en la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla, bajo la dirección del investigador José María Delgado-García, ha sido seleccionado por la prestigiosa revista Science editada por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (EE UU), en su número de 22 de diciembre de 2006 (vol. 314), junto a otros referidos a la potenciación a largo plazo (LTP), como uno de los diez principales avances de la ciencia en 2006. Otros nueve descubrimientos, enumerados sin un orden específico de prioridad o importancia, completan el cuadro de honor.

En la nota de difusión del Gabinete de Prensa y Comunicación de la UPO, se explica de forma sucinta el contenido del artículo que ha propiciado esta elección, Involvement of the CA3–CA1 Synapse in the Acquisition of Associative Learning in Behaving Mice, publicado el 25 de enero de 2006 en la revista The Journal of Neuroscience (J Neurosci., Jan 2006; 26:1077-1087) y que fue recibido en la misma el 10 de julio de 2005 (para fijar bien la entrega a la comunidad científica). En el resumen del mismo se demuestra la relación entre las sinapsis y los procesos de aprendizaje y memoria que suponen un importante paso en el conocimiento de los mecanismos cerebrales en el hipocampo, como sede de los diferentes tipos de memorias. Los investigadores de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Agnés Gruart y José María Delgado-García y la investigadora del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, María Dolores Muñoz, han demostrado por vez primera en animales vivos -hasta ahora se realizaban mediante estudios histológicos o en preparaciones in vitro-, que las sinapsis (sitios donde hacen contacto unas células nerviosas con otras) potencian la intensidad de sus contactos eléctricos durante el proceso mismo del aprendizaje, es decir, en el momento en que algo se está aprendiendo.

Asimismo, de acuerdo con la citada Nota oficial, estos autores han demostrado que si se induce esta potenciación a largo plazo de manera experimental se perturba de tal manera la potenciación natural o fisiológica que es imposible aprender. Por último, sostienen que si se bloquea mediante productos químicos selectivos el receptor se impide el aprendizaje en los ratones y también la potenciación de los contactos sinápticos de las neuronas. Desde la época de Ramón y Cajal se suponía que los sitios donde hacen contacto unas células nerviosas con otras (denominados sinapsis) es donde ocurren los cambios estructurales del cerebro que acompañan a los procesos de aprendizaje y memoria. Por otra parte, desde los años 70 del pasado siglo se sabía que esos contactos sinápticos son susceptibles de aumentar la potencia o intensidad de sus conexiones, mediante el proceso denominado potenciación a largo plazo.

Se suponía, asimismo, que si se altera dicho mecanismo de potenciación no es posible aprender. Dicho proceso de potenciación a largo plazo ocurre mediante la activación de un receptor para el aminoácido glutamato, el cual se localiza en la membrana de muchos tipos neuronales. Es el denominado receptor NMDA. La importancia de este estudio reside, en gran parte, en las ingeniosas técnicas de microestimulación y de registro eléctrico desarrolladas por este grupo de investigadores. El diseño y puesta a punto de dichas técnicas ha sido realizado en los laboratorios de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Con esta referencia deseo hacer un reconocimiento expreso a los autores citados por Science, sabiendo que gracias al dinero público (Estado y Junta de Andalucía) se ha podido llevar a cabo esta investigación en una operación retorno que ha alcanzado los resultados pretendidos y de los que se beneficia ya el  conocimiento compartido y científicamente entregado a la investigación mundial en neurociencias. Así figura en las referencias públicas en el artículo merecedor de este reconocimiento: This work was supported by Spanish Ministerio de Ciencia y Tecnología Grant BFI2002-00936 and Junta de Andalucía Grant CVI-122. Al mismo tiempo, me parecía una injusticia dejar pasar sin pena ni gloria esta excelente aportación personal e intransferible de magníficos profesionales que trabajan en una Universidad andaluza, al conocimiento científico de la inteligencia basada en el aprendizaje y en la forma de recordarlo o evitarlo cada persona.

Sevilla, 5/I/2007

La esperanza todavía estaba allí

El día 23 de marzo de este año, a las nueve de la noche, escribí unas líneas sobre el alto el fuego de ETA y lo entregué a la red de inteligencias digitales, sabiendo que entraba en vigor tres horas después. Terminaba mi pequeña contribución digital al principio de la esperanza con un símil en relación con el cuento más breve y más famoso de Augusto Monterroso: cuando despertamos, después de entrar en vigor el alto el fuego de ETA, la esperanza todavía estaba allí… Hoy, cuando he conocido la realidad del nuevo atentado de ETA, a las nueve de la mañana, no tuve duda alguna sobre su autoría y de que el final del cuento, colorin, colorado, para muchos se ha acabado…

Personalmente, no comparto estos finales de amargura. Sigo creyendo que la esperanza merece ser trabajada sin descanso, en alta disponibilidad para construirla segundo a segundo. Desde esta situación comunicativa, conectiva, deseo contribuir con palabras de concordia, de paz y de esperanza renovada, afirmando con mi conducta que la paz es posible, que otro mundo puede ser una realidad, pero que hay que empezar por los movimientos celulares, otra vez. Cuando en épocas pretéritas luchábamos por cambiar el país, contra la dictadura, teníamos que trabajar en el silencio a gritos de la lucha boca a boca y puerta a puerta. Conozco bien este tipo de trabajo y no hablo de memoria.

En relación con el final de ETA, creemos siempre que todo radica en un territorio, lejano a veces, “en los vascos”, despreciando el hecho de que la violencia solo se puede erradicar cuando crecemos todos en códigos de paz. Si no, nos engañamos todos, porque hoy es ETA pero mañana puede ser otra forma de terrorismo, el machista, por ejemplo, o el de los mensajes de programas llamados de realidad, donde se permite que un protagonista “gran hermano” proclame a los cuatro vientos que los homosexuales son enfermos y que los gitanos, los negros y los moros son seres inferiores y que a las mujeres ó se les paga el sexo de una vez ó se les prorratea el precio. Todo rodeado de risas, gestos, recriminaciones, máquinas de no se sabe qué verdad, anuncios por doquier, donde a una dirección de cadena televisiva parece que no le importa nada este terrorismo televisivo, que deja tantas víctimas en el camino, en el silencio cómplice, porque al final, ganar dinero es lo único que funciona. Por eso creo que debemos luchar en el cuerpo a cuerpo de la paz, la que muchos entendemos y queremos. Porque el estallido de una furgoneta bomba es para muchos una mera noticia, para otros, los que viajan hoy en Madrid y tienen que estar en la Terminal T-4 de Barajas, un fastidio, para la oposición un consabido “ya lo veníamos diciendo: a ETA ni agua». Y a los que nos llaman “idealistas redomados”, les pediría, por favor, que nos permitan seguir creyendo en personas que aún equivocándose pretenden devolvernos a todos segundos de paz. Hablar de días o de nuevos tiempos, francamente, es mucho.

Nos conformamos con menos. Porque sabemos lo que cuesta crecer en paz y armonía en el día a día.  Y porque a pesar de lo ocurrido hoy en Barajas, bien vale seguir luchando por la paz duradera, en la de las pequeñas vidas, en la de las pequeñas cosas.

Sevilla, 30/XII/2006

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