No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores y los lectores.
Oliver Sacks, Mi propia vida
Sevilla, 7/VI/2023
Hoy celebro mi cumpledías, matusalénica edad por cierto, simbolizando con estas palabras, que aún me quedan, la gratitud plena a la posibilidad que me ha ofrecido la vida para recorrer el mundo, un peregrinaje yendo del timbo al tambo, que decía Gabriel García Márquez, porque me acogió el siglo pasado, pocos años después de la finalización de la guerra civil en este país y con sus consecuencias familiares. En este contexto tan especial, recuerdo hoy un comentario que hice en 2016, en este blog, sobre un libro que no olvido, Gratitud (1), una recopilación breve de las últimas publicaciones de Oliver Sacks antes de su fallecimiento en 2015, autor al que he dedicado ya algunas palabras en este cuaderno de inteligencia digital, en la búsqueda incesante de islas desconocidas no ciegas al color.
Gratitud, según la última versión del Diccionario de la lengua española (RAE, edición 23, del Tricentenario, en la actualización de 2022), es un sentimiento que obliga a una persona a estimar el beneficio o favor que otra lo ha hecho lo ha querido hacer, y a corresponderle de alguna manera. Oliver Sacks, a través de cuatro ensayos breves que recoge en Gratitud, desea expresar su agradecimiento a lo que le ha ofrecido su vida apasionante y llena de contrapuntos existenciales, fruto de una ruptura con la tradición judía y la inmersión en la neurología clínica que tanto ha aportado a la humanidad a través de sus libros llenos del encanto didáctico de la locura existencial.
Mercurio, De mi propia vida, Mi tabla periódica y Sabbat, son cuatro reflexiones llenas de sentimientos y emociones, aunque tengo que reconocer que me quedo con la dedicada a su propia vida, en un ejercicio humilde de la memoria que habla, tal y como lo había expresado él mismo en un artículo excelente sobre la dialéctica de la memoria histórica y relativa, cuando seleccionamos, incluso de forma involuntaria, lo que queremos recordar: “Nosotros como seres humanos hemos desarrollado sistemas de memoria que tienen fallos, fragilidades e imperfecciones” […] “La indiferencia sobre las fuentes nos permite asimilar lo que leemos, lo que nos cuentan, lo que dicen otros y pensar, escribir y pintar, de una forma tan rica y tan intensa como si fuesen experiencias primarias. Nos permite ver y escuchar con los ojos y los oídos de otros, entrar en la mente de los demás, asimilar el arte y la ciencia y la religión de toda una cultura”.
Muchas veces, cuando me enfrento a la lectura de la vida ordinaria, en días sin celebración especial, porque hoy es una excepción, estoy tentado de soñar con la acromatopsia (2), la enfermedad maravillosamente descrita por Oliver Sacks en su obra “La isla de los ciegos al color”, aunque tuviera que pasar fragmentos de la película de mi vida en blanco y negro, donde las tonalidades de gris me permitieran soñar que el color es una versión amable de la vida que los seres humanos podemos captar en toda su gama, sin limitaciones. Surge entonces la pregunta del doctor Sacks en su fascinante libro, cuando se refiere a la persona ciega al color: “¿nos consideraría acaso seres singulares, engañados por aspectos irrelevantes o triviales del mundo visual, o insuficientemente sensibles a su verdadera esencia visual?” (3).
Y vuelvo a leer la última frase de su gratitud a la vida, para aprender de él cómo se puede alcanzar la paz con uno mismo cuando se reconoce el auténtico color de la vida en el carpe diem que, a veces, tanto nos abruma: “Me descubro pensando en el Sabbat, el día de descanso, el séptimo día de la semana, y quizá también el séptimo día de la propia vida, cuando tienes la sensación de que tu obra está terminada y de que, con la conciencia tranquila, puedes descansar”.
Hoy, en mi cumpledías, agradezco también a Mario Benedetti que me regalara esa palabra amable, que tampoco olvido, porque a pesar de mi matusalénica edad creo que no se me nota (la edad,,,) “cuando en el instante en que vencen los crueles entro a diario a averiguar la alegría del mundo, volando gaviotamente sobre las fobias, desarbolando los nudosos rencores. He alcanzado una buena edad para cambiar estatutos y horóscopos, dejando que mi manantial mane amor sin miseria”. Gratitud especial en este día, en en el pleno sentido de la palabra gratitud. ¡Qué palabra tan necesaria, tan hermosa! Igualmente, gracias a la vida, en definitiva, que me ha dado tanto, porque me ha dado la memoria que habla, el sonido y el abecedario, con él las palabras que pienso y declaro, madre, amigo, hermano, y luz alumbrando la ruta del alma de lo que estoy amando (Violeta Parra).
Gratitud hoy, especialmente, a las personas que como tú, abrís este cuaderno digital casi a diario, para acompañarme con la lectura de estas palabras, sólo para buscar islas desconocidas de dignidad humana en tiempos difíciles para la democracia. Gracias.
(1) Sacks, Oliver, Gratitud. Barcelona: Anagrama, 2016.
(2) Acromatopsia: ceguera del color, enfermedad que no permite agregar a la óptica de la vida el color. Todo se ve siempre de color gris. Para comprender bien los efectos de esta enfermedad, recomiendo la lectura de un libro de Oliver Sacks, excelente, que tengo entre mis preferidos: La isla de los ciegos al color, editado por Anagrama en 1999. Ante una realidad tan sugerente, recuperaré la lectura que en su momento me sobrecogió tanto y la proyectaré en este cuaderno que registra ya tantas islas desconocidas: “experimentos de la naturaleza, lugares benditos y malditos por su singularidad geográfica, que albergan formas de vida únicas”, en frase del propio Sacks.
(3) Sacks, Oliver, La isla de los ciegos al color. Barcelona: Anagrama, p. 22, 1999.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, ¡Paz y Libertad!
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