Sevilla, 14/V/2023 (actualizado sobre el publicado en la serie original, Preguntas de Mayo, el 20/V/2021).
Finalizo hoy una serie de artículos dedicados al inmenso mar de las preguntas en un tiempo, como el actual, lleno de dudas para vivir dignamente. He vuelto a leer una obra póstuma de Neruda, Libro de las preguntas(1), muy querida y presente en mi biblioteca del alma, escogiendo a lo largo de esta serie y hasta hoy algunas que resultan inquietantes cuando te aproximas a las cosas de personas mayores, porque ya no vivimos las cosas de niño, recordando aquella hermosas palabras de un viajero incansable, Pablo de Tarso, en su primera alocución a los Corintios (13, 11): «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño».
Acudo hoy de forma diligente a ese conjunto de preguntas de Neruda en su preciado libro, concretamente cinco, deteniéndome especialmente en el capítulo 44 (XLIV), en torno a su niñez:
¿Dónde está el niño que yo fui, sigue adentro de mí o se fue? ¿Sabe que no lo quise nunca y tampoco me quería? ¿Por qué anduvimos tanto tiempo creciendo para separarnos? ¿Por qué no morimos los dos cuando mi infancia se murió? ¿Y si el alma se me cayó por qué me sigue el esqueleto?
Es importante recordar el niño o niña que fuimos, indagando en la memoria de hipocampo si continúa o no junto a nosotros, como hilo conductor de la primera de estas preguntas. Ya digo que desde la perspectiva de la ciencia del cerebro allí está, en el hipocampo, quizás en una espera tocada de ese caballito de mar inquieto por la ardiente impaciencia de ser recuperada a tiempo. La segunda es más desconcertante porque responde a la compleja niñez de Neruda, muchas veces citada en su obra. ¿Puede ser ahora un buen momento para recordarla? Cada uno, cada una sabe cómo fue y lo importante es no despreciarla o pasar por alto al buscarla en la estructura compleja de nuestro cerebro, porque también está allí.
La tercera pregunta es quizá la más desconcertante porque es la declaración del desgarro humano por el crecimiento en dos caminos que siempre se bifurcan, aunque siempre he creído que siguen caminando en paralelo sin que la niñez entre nunca en vía muerta. Los aprendizajes de la niñez rediviva lo demuestran en un sentido o en otro. La intensidad de las preguntas sube en el cuarto interrogante: ¿Por qué no morimos los dos / cuando mi infancia se murió? Aquí suele contar cada uno como le ha ido la vida o la feria (de la vida). ¡Cuántas veces añoramos la niñez por ello!, porque la niñez no muere en nosotros, se abandona.
La quinta y última pregunta es para mí la más profunda porque simboliza la pérdida del alma vestida de inocencia, porque es la verdadera seña de identidad de la infancia, que él explicaba muy bien a través del juego y los juguetes, como fueron siempre sus mascarones de proa y popa en su casa de Isla Negra: “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche”.
He vuelto a Pablo de Tarso para ver si encontraba algo para ilusionar a los que hace tiempo hemos dejado de hacer las cosas de niño y la verdad es que me ha dejado lleno de dudas: «Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido». ¿Se refiere a las creencias expuestas por José Ferrater Mora en su obra El hombre en la encrucijada, como respuestas en diferido al enigma de vivir? (2). Él decía que necesitamos tener creencias, que no podemos vivir sin ellas, y a lo largo de las páginas de su tesis existencial demuestra que el mundo ha evolucionado hacia adelante gracias a que nuestros antepasados y muchas personas contemporáneas han tenido y tienen creencias en cuatro ámbitos, juntas o por separado, de una forma u otra, da igual, pero siempre relacionadas con las Personas, la Naturaleza, Dios/dioses o la Sociedad. Así durante muchos siglos. Nos necesitamos y juntos podemos hacer camino al andar. Puede ser una buena forma de encontrarnos cara a cara con el niño o niña que fuimos y que nunca debimos abandonar para resolver el enigma de vivir dignamente.
Hasta aquí hoy, con esta serie, qué quizás nos ayude a interpretar mejor este mundo al revés, como nos lo recordaba en mis años jóvenes el poeta malagueño Rafael Ballesteros, en una composición, Ni yo tampoco entiendo, que la hizo popular el grupo Aguaviva y que lo sintetizaba en una frase que tengo grabada en mi persona de secreto: De este mundo los dos sabemos poco.Y sin embargo, estamos aquí obligatoriamente obligados a entenderlo.
(2) Ferrater Mora, José (1965). El hombre en la encrucijada. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Sevilla, 13/V/2023 (publicado en la serie original, Preguntas de Mayo, el 22/V/2021).
La vida está sujeta a un calendario inexorable: días, meses y años, uno tras otro, sin parar y sin caminos intermedios. Horas, minutos y segundos, uno tras otro también, perfectamente organizados y sincronizados. El refranero español, tan sabio, lo expresa de una forma especial: mayo y junio hacen un mes que el mejor del año es. Me ha sorprendido en esta ocasión la primera pregunta del capítulo 46 (XLVI) de la obra de Neruda objeto de esta serie, Libro de las preguntas, porque plantea una cuestión íntimamente relacionada con el tiempo y sus circunstancias: ¿Y cómo se llama ese mes / que está entre Diciembre y Enero? Quizás fue un día ya lejano, leyendo a Benedetti, cuando descubrí que él hablaba de cumpledías al referirse al consabido cumpleaños, como siempre, a modo de combate cuerpo a cuerpo con la vida ordinaria, con lo consuetudinario, porque ese cumpledías tiene lugar en un tiempo y en un momento particular de cada uno, “cuando en el instante en que vencen los crueles se entra a averiguar la alegría del mundo y mucho menos todavía se nota cuando volamos gaviotamente sobre las fobias o desarbolamos los nudosos rencores”.
Neruda hace una pregunta inquietante, hilvanada con otras a cual de ellas más interesante, cuando descubrimos que el calendario de nuestra vida es lo más íntimo de nuestra propia intimidad, sin casi nada que ver con el almanaque gregoriano que nos invade a través del Mercado, tan medido, tan tirano, aunque todo se presente a veces como las doce uvas de un racimo para simbolizar un año:
¿Y cómo se llama ese mes que está entre Diciembre y Enero? ¿Con qué derecho numeraron las doce uvas del racimo? ¿Por qué no nos dieron extensos meses que duren todo el año? ¿No te engañó la primavera con besos que no florecieron?
Todo es tiempo y ya lo he analizado en varias ocasiones en este cuaderno digital. Casi siempre he enmarcado mis reflexiones en torno a un tratado existencialista, Qohélet, donde se detallan veintisiete momentos cruciales del ciclo vital de cualquier persona y su entorno desarrollado con un denominador común llamado “tiempo”, en una dialéctica permanente de contrarios: nacer, morir, plantar, arrancar lo plantado, sanar, destruir, edificar, llorar, reír, lamentarse, danzar, lanzar piedras, recogerlas, abrazarse, separarse, buscar, perder, guardar, tirar, rasgar, coser, callar, hablar, amar, odiar, guerra y paz. Es muy importante destacar que en las diferentes formas de vivir expuestas anteriormente, existen muchas realidades positivas, catorce concretamente: nacer, plantar, sanar, edificar, reír, danzar, abrazarse, buscar, guardar, coser, callar, hablar, amar y vivir en paz. Comprobamos de esta forma que la historia de las experiencias vitales humanas obedece a la búsqueda de un sano equilibrio con los tiempos difíciles de las restantes experiencias que podríamos calificar como negativas (con matices).
Quizás ha llegado el momento de interpretar el tiempo fuera de su encorsetado cronograma y primar esta búsqueda de razones positivas para vivir cada segundo de cada día, de cada mes, para que parezca que el tiempo se detiene en un ciclo que sólo tiene un nombre: felicidad, porque hay que sacar tiempo para disfrutar lo que dice Qohélet (una persona que le gusta vivir en comunidad, compartir), porque era la experiencia de sus antepasados a lo largo de los siglos, aunque para que no se nos suban los humos a la cabeza (todos podemos ser histéricos, palabra derivada de la griega “ústéra”, útero, que explica que los humos se nos suben a la cabeza y así nos va…), él nos dice que seamos prudentes a la hora de valorar las 27 experiencias de los tiempos de cada uno, de cada una, en su totalidad y entender qué significado tiene vivir, aunque sea de forma temporal propia, apasionadamente.
Con esta perspectiva, lo de menos es cuantificar el tiempo en horas y días, por ejemplo, cuando parece que se detiene “como si no pasara o se nos fuera casi sin darnos cuenta” en nuestra realidad más próxima. Comprenderemos mejor las preguntas restantes de Neruda, porque cuando somos felices, durante un tiempo, creemos que los meses duran a veces años y que la primavera de besos y abrazos necesarios puede aparecer en cualquier estación del año. O no. De ahí sus inquietantes preguntas para este mes de Mayo y la más sugerente que hago en este aquí y ahora: ¿cómo se llama el mes que está entre mayo y junio? La respuesta no está en el viento, que diría Bob Dylan, sino en la forma que tiene cada persona de interpretar el tiempo que nos pertenece y atrapa casi sin darnos cuenta.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
¿Cuándo lee la mariposa lo que vuela escrito en sus alas? ¿Qué letras conoce la abeja para saber su itinerario? ¿Y con qué cifras va restando la hormiga sus soldados muertos? ¿Cómo se llaman los ciclones cuando no tienen movimiento?
Sevilla, 11/V/2023 (publicado en la serie original, Preguntas de Mayo, el 24/V/2021).
Pablo Neruda, Libro de las preguntas, LXVIII
Hoy quiero compartir algunas reflexiones sobre las preguntas de Neruda en su capítulo 48 (LXVIII), donde se acerca a la naturaleza para sorprendernos sobre la misión didáctica de mariposas, abejas y hormigas. Leyendo sus preguntas he recordado lo que puedo aportar en este aquí y ahora de la extraña nueva normalidad como respuestas, no las únicas por supuesto, a sus interrogantes existenciales, que pueden tener ahora todo su sentido. Comenzando por las mariposas, sé que lo que vuela escrito en sus alasson letras que componen el abecedario actual de la lengua española, curiosamente el español sustentado en sus raíces latinas. Como escribí hace años, “No, no me he confundido, no me refiero a lo más conocido, su lengua o a sus trajes multicolores, sino a las letras del alfabeto que ha descubierto en sus alas el fotógrafo noruego Kjell Sandved, a lo largo de su vida profesional. Resulta que poco a poco fue descubriendo que en las alas de las mariposas que vuelan sobre el globo terráqueo, figuran todas las letras del abecedario latino y los diez números arábigos. Sí, sí, sorprendente pero real como la vida misma.
Quien me alumbró este descubrimiento fue mi admirado escritor Manuel Rivas, en una columna sorprendente por su fondo y forma: El día de las mariposas, haciéndonos partícipes de sus sentimientos y emociones al leer el libro El alfabeto alado, de Mario Satz (1): “Mirando el microscopio, Kjell Sandved, naturalista y fotógrafo, descubrió la letra F en una de las alas de una mariposa nocturna tropical. Después de visitar muchos países y fotografiar miles de mariposas, consiguió completar el resto del alfabeto. En una Papilio de Nueva Guinea, de colores negro y amarillo, encontró la letra A. También en África, en la que llaman cola de golondrina, le apareció la C. Cómo no, la letra X la descubrió en México, estampada en verde iridiscente, en cada una de las cuatro alas de una mariposa nocturna”.
Todo lo anterior me inspiró unas palabras trenzadas como libertad alada, porque si uno las imágenes, no las alas disecadas, de las mariposas de la especie Metálica, de la Selva peruana y de las Guayanas, la Satúrnida de Ghana, la Noctuida negra de Venezuela, la Tigre nocturna de Boston, la Marrón de Guatemala, la Papilio de Nueva Guinea y la Apolo de Suiza, conformo con ellas la palabra LIBERTAD, porque ordenadas como acrónimo, todas ellas, enumeradas por el orden que he expuesto, nos brindan la oportunidad de leer en sus alas esta palabra mágica, libertad, a la que aspiramos alcanzar cuidando con esmero las quimeras de la dignidad. He unido las dos Metálicas, con la L y la I en sus alas; la Satúrnida, mostrándome una B hermosa; la Noctuida, son la E bien trazada; la Tigre, con una R resplandeciente; la Marrón, dibujando una T de Tierra; la Papilio, mostrando una A de asombro y, finalmente, la Apolo, con una D de decisión para volar siempre en sueños posibles. Me he paseado en ellas por el mundo, volando de norte a sur y de este a oeste, en mi mapamundi imaginario de libertad, mostrándome siempre que es urgente no faltar al respeto de la madre naturaleza, en todas y cada una de sus manifestaciones.
Este planteamiento de la libertad alada, creo que puede ser una interesante respuesta a la pregunta de Neruda: ¿Cuándo lee la mariposa lo que vuela escrito en sus alas?, porque en un acto de generosidad extrema nos ofrece la gran oportunidad de que seamos nosotros los que leemos en sus alas la palabra libertad, una palabra maravillosa que ya sabemos que vuela en sus alas uniendo especies y países en una alianza perfecta. ¡Qué gran lección! Algo así como con tu quiero y me puedo, ¡vamos juntos compañeros!, porque entre todas forman millones de libertades en el mundo alado. Libertad alada, libertad. Naturaleza libre y alada, naturaleza. Alma alada y libre, solo alma.
La pregunta sobre la hormiga también puede tener hoy una respuesta acorde con su auténtica forma de estar en el mundo: ¿Y con qué cifras va restando la hormiga sus soldados muertos? Me ha sorprendido siempre el mundo de las hormigas desde la visión de la neurología y la sociología, por el interés que ha despertado siempre la investigación sobre su forma de ser y estar en el mundo, una especie animal que destaca sobre todo por su vida social y por su longevidad, realidades científicas sobre las que he escrito anteriormente en este cuaderno digital: “Precisamente, la longevidad es el resultado de que siendo tantas se organicen perfectamente, “viven como un grupo, trabajan para el grupo, colaboran, se protegen, se ayudan, hasta pueden fabricar medicamentos para evitar que ciertas bacterias se propaguen en el interior de una colonia. Es lo mismo que ha ocurrido con el ser humano”. Fascinante. Así, siglos y siglos, desde que unos africanos salieron a dar una vuelta por el mundo hace millones de años, al igual que las hormigas, que también viajaron y mucho. Hasta que la división del trabajo llegó a la sociedad humana, extrapolada de lo que ya venían haciendo hace millones de años las hormigas, tan pequeñas y laboriosas ellas. Y este descubrimiento trajo soluciones y problemas sociales, porque la unión hace la fuerza, en palabras de Keller: “Todo ello mejora enormemente la productividad, surgen las ciudades modernas y todo esto, unido a las mejoras en la sanidad y la higiene, dispara en muy poco tiempo la población mundial. En 1930 ya había unos 2.000 millones de personas en el mundo, y eso no es nada: hoy hay más de 7.000 millones, y ciudades con más de diez y veinte millones de personas. Como se suele decir, la unión hace la fuerza”.
La respuesta a la pregunta de Neruda no se hace esperar en esta incursión científica: Y surgen los conflictos, que ya tienen una base genética en las hormigas: “Existen rebeliones internas en las colonias y guerras entre hormigas, cuando combaten por un mismo espacio. Por ejemplo, esto se está dando con las especies invasoras que están llegando a Europa sobre todo de América Latina, y estas especies son muy agresivas y luchan contra las hormigas europeas. Y también hay una base genética para el conflicto”. Están preparadas para morir y saben que es un comportamiento asociado a su especie. Saben restar las bajas de sus soldados muertos.
Les hago una confesión final: tenemos hormigas para rato, porque a pesar de que intentemos imitarlas hasta la saciedad, cosa que no nos iría mal en principio, tenemos que asumir como la cigarra altiva que saben más que nosotros, porque saben hacer las cosas muy bien, porque cunde el ejemplo entre ellas del trabajo bien hecho. Además, parecen inmortales “como especie prácticamente sí que lo son, han sido capaces de sobrevivir a todo y lo seguirán haciendo”, según Lauren Keller, Presidente de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva y el mejor amigo de las hormigas, conocido como monsieur fourmis (señor hormiga). Y sobrevivirán al ser humano, tan altivo él, porque siguiendo a Plauto el ser humano suele desconocer a los demás con frecuencia, cosa que no hacen las hormigas. Debería cundir su ejemplo hasta hacerse real esta nueva experiencia, es decir, poder gritar a los cuatro vientos: homo homini formica o lo que es lo mismo, las personas son como las hormigas para las mismas personas, porque trabajan, viven, se ilusionan y comparten todo con los demás, a diferencia de lo que aprendimos de Tomás Hobbes en su aserto “el hombre es un lobo para el hombre” (homo homini lupus). A pesar de las castas, por mera necesidad política, en el sentido más puro del término.
No me he olvidado tampoco de la pregunta sobre las abejas, las terceras en discordia o concordia, tanto monta monta tanto, ¿Qué letras conoce la abeja para saber su itinerario?, porque su inteligencia nos ha demostrado que conocen cuál es el mejor camino en su laboriosa vida. Lo conocí también a través de un excelente artículo de Manuel Rivas, La guerra de las abejas: “Maurice Maeterlinck oteó el peligro de un destino apocalíptico para el ser humano. Pero hoy tendría que escribir el envés catastrófico de esa civilización autora de una arquitectura natural más que admirable: “Ningún ser vivo, ni siquiera el hombre, ha realizado en su esfera lo que la abeja en la suya; y si una inteligencia ajena a nuestro globo viniese a pedir a la Tierra el objeto más perfecto de la lógica de la vida, habría que presentarle el humilde panal de miel”. Maeterlinck lo dijo en 1901, en su curiosa obra dedicada al mundo de las abejas [La vida de las abejas]. Mientras que digiero esta situación tan alarmante y silente, busco el símbolo del panal de miel para entender la lógica de la vida. Y leo a Machado, que sabía bastante de estos diminutos seres inteligentes, de los que hoy sabemos que saben qué es la nada: Anoche cuando dormía / soñé ¡bendita ilusión! / que una colmena tenía / dentro de mi corazón; / y las doradas abejas / iban fabricando en él, / con las amarguras viejas, / blanca cera y dulce miel. Letras maravillosas para responder la pregunta de Neruda.
NOTA: la imagen de la palabra “LIBERTAD” es un montaje fotográfico de elaboración propia, sobre el alfabeto alado descubierto por el naturalista y fotógrafo noruego Kjell Sandved.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Por si faltara poco para el debate político sano, ha saltado a la palestra política otra palabra, polarización, que conviene descubrir en su justo sentido y sacarla de las interpretaciones erróneas en las que se confunde a la sociedad a sabiendas de lo que se hace. Como lo primero es lo primero, ateniéndonos al correcto significado del vocablo, conviene señalar que “polarización” es la acción de concentrar la atención o el ánimo en algo y de orientar en dos direcciones contrapuestas, como dos acepciones principales de diccionario que se sitúan fuera de los fundamentos físicos que la rodean. En política, ha alcanzado unos niveles muy preocupantes, porque de la simple discrepancia en las creencias e ideologías políticas se ha pasado a la crispación mantenida en el tiempo y casi sin barrera alguna para encauzar los enfrentamientos que provocan, siendo una realidad alarmante que la llamada polarización política ya está en la calle desde hace tiempo, sin mezcla de entendimiento alguno.
En 2019 se publicó un estudio por expertos de la Universidad de Princeton y de Jerusalén, Cómo la ideología, la economía y las instituciones dan lugar a la polarización afectiva en las políticas democráticas, en el que se señalaba que España figuraba en primer lugar en el ranking de polarización afectiva en relación con partidos contrarios, en 20 democracias occidentales entre 1996 y 2015, incluyendo por primera vez en la comparación a los Estados Unidos, dándole un valor medio de 7,34 en la escala de 0 a 10, donde 10 denota máximo disgusto y 5 denota sentimientos neutrales hacia ese contrario, casi siempre relacionado este dato con la realidad del desempleo y a las políticas laborales de cada país en concreto. A España siguen Grecia, Francia y Canadá, por más señas de identidad de este patrón tan curioso pero real en la vida de este país. Una conclusión importante del estudio es que aflora siempre el debate sobre el papel que desempeña la polarización ideológica de las élites políticas de los partidos y su influencia en la conducción de la polarización afectiva a nivel de masas, en una correlación de responsabilidades dignas de un nuevo estudio.
En este contexto, he leído un artículo extraordinario de Joan Coscubiela, La polarización refuerza la democracia, con una entradilla que no deja lugar a duda alguna, llamando a la polarización por su auténtico nombre: “Eso que se presenta como mayor polarización es a mi entender la vuelta de la ideología a la política. Lo que erosiona la democracia no es la polarización, sino la indistinción política entre los diferentes partidos”. Intenta recuperar en su artículo el autentico sentido de esta palabra, polarización, porque no es inocente: “Algo de eso está pasando con “polarización”. La usamos para referirnos a cosas tan distintas que, para explicarnos, tenemos que acompañar al substantivo con una infinidad de adjetivos –ideológica, partidista, afectiva, emocional, cotidiana–. Además, la polarización nos sirve como el “pharmacos” al que colgarle la culpa de todo lo que no nos gusta o nos produce desazón. Algunos incluso la utilizan para canalizar su melancolía –nostalgia de lo que nunca existió– de tiempos pasados donde supuestamente reinaba la armonía social y política. En su libro Polarizados –cuya lectura recomiendo–, Luis Miller utiliza los datos del CIS para constatar que la sociedad española está hoy más dividida. A partir del seguimiento de preguntas que se han ido repitiendo durante 30 años detecta un aumento significativo de la polarización de opiniones entre los votantes de diferentes partidos”.
Lo que verdaderamente me ha emocionado del artículo citado es cuando afirma sin ambages que “Lo que erosiona la democracia no es la polarización, sino la indistinción política entre los diferentes partidos”: “Eso que se presenta como mayor polarización es a mi entender la vuelta de la ideología a la política. A partir de una obviedad, en nuestras sociedades existen conflictos de intereses entre diferentes sectores sociales y diversas maneras de abordarlos. Los hay sobre el modelo relaciones laborales o el salario mínimo. Sobre la consideración de la vivienda como un derecho humano o un producto financiero. Sobre el papel del Estado y el mercado en la economía y la sociedad. Sobre los derechos civiles de las minorías. Sobre las políticas de acogida de la inmigración. O sobre la igualdad de género. En definitiva, sobre el modelo de sociedad. En mi opinión esta polarización ideológica no solo no debilita la democracia, sino que la refuerza. Lo que erosiona la democracia no es la polarización, sino la indistinción política entre los diferentes partidos”.
Creo, por tanto, que estamos de enhorabuena si sabemos encauzar la polarización ideológica, porque todos no somos iguales, la política y políticos tampoco y así hasta el infinito de ejemplos. Lo que ocurre es que necesitamos identificar bien esa no igualdad, algo que muchas veces he definido en este cuaderno digital como una forma de saber en qué barco viajamos por la vida, en aforismos que vienen al caso, porque todos no vamos en el mismo. Asimismo, es importante destacar algo que explica muy bien Coscubiela: “Por eso no deberíamos identificar la polarización ideológica con las dinámicas de crispación organizada. Confundirlas es una estrategia que alimenta la extrema derecha y sus portavoces mediáticos para diluir sus responsabilidades. Pretenden hacernos creer que todos los partidos o medios de comunicación son igualmente responsables del clima de crispación. Y no es así.
En tiempos de polarización política, pensamiento único, deserciones políticas, corrupción, desencanto con casi todo lo que se mueve, justificaciones imposibles, desafección del compromiso social y mala prensa del sector público, es fácil iniciar conversaciones en las que los que piensan de forma diametralmente opuesta a nuestras convicciones suelen rematar la faena dialógica diciendo con sonrisa sarcástica algo que me enerva: al fin y al cabo, da igual lo que estamos discutiendo porque estamos diciendo lo mismo. Por si había alguna duda sobre este aserto tan vano, agregan un estrambote final más impresentable todavía: es que todos vamos en el mismo barco. No. Hay que huir como de la peste de las personas que opinan de esta forma con maniobras envolventes, querulantes, para agregarnos al Club de los Tibios e Indignos, que todos los días fletan barcos de desencanto y conformismo, porque no soportan verte en la cola del Club que está siempre enfrente: el de las Personas Dignas, siempre abierto, sobre todo para los que navegan en patera, en mares sociales procelosos y no suelen tirarse al mar cuando la sociedad en general va a la deriva.
Estamos viviendo en un mundo con una clamorosa ausencia de valores y, sobre todo, de ética, tal y como lo aprendí de un maestro en el pleno sentido de la palabra, el profesor López Aranguren, cuando la definía como el «suelo firme de la existencia o la razón que justifica todos los actos humanos», que tantas veces he abordado en este cuaderno digital. Estas razones nos obligan a dejar los supuestos puertos seguros y comenzar a navegar para intentar descubrir islas desconocidas que nos permitan nuevas formas de ser y estar en el mundo. Navegamos en mares procelosos de corrupción y desencanto, en los que cunde el mal ejemplo de abandonar el barco metafórico de la dignidad, con la tentación de que el mundo se pare para bajarnos o arrojarnos directamente al otro mar de la presunta tranquilidad y seguridad existencial. Se constata a veces, en esa situación, que falta ya mar para acoger a todos los que se tiran a él, un mar repleto de desertores de la dignidad. Lo he sintetizado alguna vez en un aforismo claro y conciso, para personas “polarizadas”, sobre todo en estos días preelectorales: A veces, falta mar para recoger a todos los que se tiran del barco…A veces, falta barco para recoger a todos los que se tiran a ese mar…
Todos no vamos en el mismo barco de la indignidad, del desencanto, de los silencios cómplices, del conformismo feroz, del capitalismo salvaje, de la desafección social, de la no polarización ideológica por el qué dirán. Eso no es así ni lo admito con carácter general, porque todos no somos iguales: unos van en magníficos yates y otros, la mayoría, en pateras.
Es probable que a estas pateras éticas y llenas de dignidad y esperanza, que tienen suelo firme pero no quilla, como la cáscara de una nuez, no suban nunca quienes no están interesados en que el mundo mejore, porque los poderes fácticos que dirigen y protegen la maquinaria de la guerra en cualquier lugar del mundo, el terrorismo de cualquier cuño, así como a los tristemente famosos hombres vestidos de negro, deciden desde hace ya mucho tiempo el funcionamiento y los altibajos del ecosistema económico, financiero y ético mundial, desde un rascacielos en Manhattan, a través de portátiles y teléfonos inteligentes. Ellos viajan en barcos privados, en cruceros del mal, que no surcan nunca estos mares de patera, para ellos procelosos.
Lo que detesto también es el abandono de la lucha en situaciones difíciles, como las que estamos atravesando ahora, en las que aquellos que estaban a veces con los que deseamos estos cambios urgentes en las políticas mundiales, europeas y nacionales, se arrojan a un mar en el que cada vez hay menos sitio, porque dicen que esto no tiene remedio. Lo paradójico es que cuando se avance en la búsqueda de soluciones surcando mares diferentes que posibiliten otro mundo mejor, falte ya sitio o barco, según se mire, para recoger a los que en tiempos revueltos se tiraron al mar porque nunca quisieron buscar otras alternativas a este mundo que no nos gusta. Es cuando tiene sentido seguir viajando en las pateras éticas que hacen singladuras difíciles y comprometidas con la sociedad que menos tiene, con un cuaderno de derrota (en lenguaje del mar) que lleva a localizar las islas desconocidas que tanto amaba Jose Saramago: si no salimos de nosotros mismos, nunca nos encontraremos. Lo importante es viajar hacia alguna parte, buscándonos a nosotros mismos y, a veces, en compañía de algunas y algunos, los más próximos y cercanos. Al fin y al cabo, tal y como finalizaba su cuento de la isla desconocida, buscando siempre puertas de compromiso más que las de regalos o peticiones sin causa, viajando en pateras de dignidad.
Todo lo anterior es lo que me lleva hoy a unirme a lo que afirma Joan Coscubiela en su excelente artículo: “Quizás la polarización ideológica, que canaliza los conflictos que surgen de los diferentes intereses sociales en juego, no solo no debilita la democracia, sino que la refuerza. Y en cambio, la polarización que se hace acompañar de gregarismo, hooliganismo o crispación la corroe. De momento y a la espera de la publicación del libro de Gonzalo Velasco “Pensar la polarización” continuaré leyendo y escuchando para intentar comprender la complejidad del fenómeno”. Gracias, Joan. Eso haré.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Adagietto de la Sinfonía nº 5 de Gustav Mahler, en la Banda Sonora Original de Muerte en Venecia, 1971
Sevilla, 14/III/2023
Para no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos.
Eduardo Galeano
Hoy se cumplen tres años de la entrada en vigor del confinamiento por la declaración del estado de alarma en el país, debido a la pandemia de la COVID-19. Hemos recorrido tres años muy difíciles y estamos constatando a diario que queda todavía mucho por reconstruir en el Estado y en el mundo en general, como consecuencia de la pandemia, agravado todo por la invasión de Ucrania, un año después, por si nos faltaba algo en este mundo al revés.
Por este motivo, vuelvo a compartir el artículo que publiqué el 14 de marzo de 2020, El músico de Venecia y el coronavirus, cuando iniciábamos un camino hacia ninguna parte por el desconcierto mundial en el que nos movíamos a diario. Fue el comienzo de una larga serie de artículos que más adelante recopilé en una publicación transida de esperanza, La ventana discreta, en la que me asomaba a un mundo nuevo, lo que se dio en llamar “la nueva normalidad” y que justificaba así en el Prólogo: “Estamos viviendo momentos difíciles con la expansión del coronavirus y los blogueros también tenemos una responsabilidad social ante esta situación. Es un aviso para navegantes actuales la importancia que tiene estar bien informados, con una responsabilidad transcendental de los poderes públicos en este caso. Necesitamos disponer de un plan de comunicación a nivel de Estado mediante el que se pueda disponer de la información exacta, veraz y objetiva hasta los límites que sea necesario conocer sin mezcla de mentira alguna. ¡Es el interés general!, tan cuidado por nuestra Constitución. Es la mejor vacuna en estos momentos porque la proliferación de noticias, algunas de ellas falsas e interesadas, está creando un tejido crítico de alta preocupación y desasosiego”. Era un auténtico aviso para navegantes en una situación que se avecinaba como muy conflictiva y preocupante”
Leo de nuevo el artículo citado y pienso que la cita de la literatura que figura al principio, sigue siendo una metáfora sobre la realidad de la vida de nuestros antepasados, que intentaron abordar épocas difíciles en las que el mal asolaba la humanidad y en las que se ha dejado para la posteridad un mensaje de la importancia de dar sentido a la vida, que es lo que más importa ante avisos tan importantes para navegantes, a pesar de lo que decía Groucho Marx con su sabiduría mordaz: “¿Por qué debería preocuparme de la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?”. De todas formas, en aquella ocasión tan dura y desconocida, planteé la opción de entrar en la clínica del alma de cada casa, la biblioteca, para refugiarnos en la literatura y en la música. Decía en aquella ocasión que “Hoy ya no se habla de ir a lazaretos sino de permanecer en nuestras casas el tiempo que sea necesario hasta que el coronavirus se dé por controlado y se autorice la vuelta a la vida normal, acompañados en el caso de Sevilla por su calor tradicional de primavera y verano, porque “aquí se puede ser feliz”. Así se expresaba Stefan Zweig en su visita a Sevilla en 1905, cuando comenzaba a despertar el siglo XX. Leo también con atención las páginas dedicadas a esta ciudad en un libro suyo muy interesante, De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia (1), escritas por un joven de veinticuatro años, buscando rincones que ya conocía por la obra de Mozart, pensando que la barbería de Fígaro iba a devolverle la comprensión de la relación de Don Juan y Carmen. Aquello se justificaba porque Zweig escribió en aquella ocasión algo sorprendente para el alma de Andalucía y Sevilla: “¿no es una maravilla el hecho de que los hombres y el destino trabajen juntos durante siglos para construir una ciudad, y al final resulte una sonrisa en el rostro de la vida?”. Me acompañó también la música, en un “momento estelar de la humanidad” que sobrecogió a Zweig, la resurrección de Händel a través de su obra magna “El Mesías”, que sigo escuchando siempre con atención reverencial. Quizá me ayuda todos los días a comprender bien y en toda su extensión esa frase rotunda de Zweig, “aquí [en Sevilla] se puede ser feliz”, tras una experiencia de juventud en esta ciudad. Lo hago extensivo a un sueño que persigo como si fuera una realidad: aquí, en el lugar del mundo en que cada uno vive, se puede ser feliz.
Hoy se cumplen tres años exactos de la entrada en vigor del estado de alarma y, como consecuencia de ello, de los confinamientos más extremos que ha conocido este país desde la guerra civil del siglo pasado. Durante este tiempo me he seguido esforzando en conocer la verdad de lo que ha ocurrido, con el objetivo de emitir juicios bien informados, lejos de músicos celestiales, como el de Venecia, que no han reconocido la gravedad de la epidemia en beneficio propio y lejos del interés general. El que quiera entender que entienda, porque hoy pocas palabras bastan.
(1) Zweig, Stefan (2015). De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia. Madrid: Sequitur.
Una pregunta de Gustav von Aschenbach en Muerte en Venecia, la obra inolvidable de Thomas Mann, a un músico que pasa junto a él pidiendo la voluntad, “¿Por qué desinfectan Venecia?” y la respuesta a la misma, “Está indicado por el calor y el siroco”, me han recordado -en este confinamiento legal y preventivo que estamos viviendo- la necesidad de que conozcamos en cada momento la verdad de lo que está pasando con el coronavirus, tal y como lo vengo expresando los últimos días. La insistencia de Aschenbach, que no se cree lo que le ha dicho el músico, traduce la inquietud legítima que tenemos en la sociedad por saber la realidad de lo que nos rodea por muy cruda que sea.
“¿De manera que no hay ninguna epidemia en Venecia?”, pregunta Aschenbach. “¿Una epidemia?”, contesta el músico de manera desafiante. “¿Qué epidemia va a haber? ¿Es epidemia el siroco? ¿Acaso es una epidemia nuestra Policía? ¡Usted bromea! ¡Una epidemia! ¡No diga usted eso! Sólo se trata de una medida de previsión policial. ¿Entiende usted? Una disposición en vista del tiempo bochornoso”.
Salvando lo que haya que salvar hoy, podemos cambiar la palabra siroco por coronavirus o policía por el estado de alarma y el acto de previsión policial como una medida para evitar mayores contagios y de previsión para contener en lo posible males mayores. El escritor Gustav von Aschenbach, uno de los protagonistas de la obra de Thomas Mann, prefirió abrazar el amor cerca de Tadzio desoyendo todas las recomendaciones para preservar su salud en una ciudad donde el cólera indio hacía estragos.
Esta cita de la literatura que tanto nos ha hecho reflexionar, es una metáfora sobre la realidad de la vida de nuestros antepasados que han intentado abordar épocas difíciles en las que el mal ha asolado la humanidad y en las que se ha intentado dejar para la posteridad un mensaje de la importancia de dar sentido a la vida, que es lo que más importa ante avisos tan importantes para navegantes.
El confinamiento en las casas impuesto por el Estado puede ser una buena oportunidad para acudir a la literatura y encontrar en ella un remanso de paz en el rincón de pensar que cada uno elija libremente en su casa. Hoy ya no se habla de ir a lazaretos sino de permanecer en nuestras casas el tiempo que sea necesario hasta que el coronavirus se dé por controlado y se autorice la vuelta a la vida normal, acompañados en el caso de Sevilla por su calor tradicional de primavera y verano, porque “aquí se puede ser feliz”. Así se expresaba Stefan Zweig en su visita a Sevilla en 1905, cuando comenzaba a despertar el siglo XX. Leo también con atención las páginas dedicadas a esta ciudad en un libro suyo muy interesante, De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia (1), escritas por un joven de veinticuatro años, buscando rincones que ya conocía por la obra de Mozart, pensando que la barbería de Fígaro iba a devolverle la comprensión de la relación de Don Juan y Carmen.
En estos días difíciles sigo leyendo a Stefan Zweig en la obra citada y sus palabras se graban en mi cerebro como el mejor bálsamo para tiempos complejos y de turbación: “¿no es una maravilla el hecho de que los hombres y el destino trabajen juntos durante siglos para construir una ciudad, y al final resulte una sonrisa en el rostro de la vida?”. Me acompaña también un “momento estelar de la humanidad” que sobrecogió a Zweig, la resurrección de Händel a través de su obra magna “El Mesías”, que escucho con atención reverencial. Quizá me ayude a comprender bien y en toda su extensión esa frase rotunda de Zweig, “aquí [en Sevilla] se puede ser feliz”, tras una experiencia de juventud en esta ciudad.
Con ella me quedo hoy a pesar de todo y porque necesito conocer la verdad de lo que está ocurriendo, lejos de músicos celestiales como el de Venecia que no la reconocen.
(1) Zweig, Stefan (2015). De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia. Madrid: Sequitur.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN:José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
“Bueno, pues voy a terminar, señorías. Este —y yo sé que les molesta— Gobierno no va a privatizar nada: ene, a, de, a. No es no. Clarísimo, ¿verdad? Clarísimo. Y voy a terminar, señorías. A mí me gustaría, de verdad, de verdad, que termináramos con algo muy importante y que este Gobierno, el Gobierno de la nación cambiara, de la mano del Partido Popular o de la mano del que quiera, me da igual, pero que lo haga ya, que lo haga ya, tiene que cambiar la «Ley del sí es sí». Sí, sí, sí, esto sí, esto es sí, esto es sí. Más de quinientas sentencias rebajadas, más de cincuenta personas en la calle, violadores de mujeres, de niños. Sí, señorías, sí, sí. [Rumores y aplausos.] Pero es que el Consejo del Poder Judicial dice, el Consejo del Poder Judicial dice que pueden ser 4.000. Señorías, no se espanten, no se espanten, no. No, no me digan nada, no me digan nada, porque yo esta tarde he estado ahí sentada en mi sitio y ha habido comparecencias donde estaban hablando de salud y yo no podía contestar. Así que yo me lo digo, yo me lo guiso y yo me lo como. [Rumores.] Señorías, termino. Este Gobierno no privatiza nada, al contrario, lucha por los profesionales, por la sanidad y por Andalucía. Y, como estamos cerca del Día de Andalucía, viva Andalucía”.
El contenido del debate era de esperar. Por parte del Gobierno de la Comunidad todo es perfecto, hay más gasto en sanidad, que no inversión, en su sentido más profundo, el “modelo” continúa, no se va a privatizar nada, n-a-d-a, como un mantra impertinente, no se escuchan unos a otros al estar todos instalados en el “tú más”, por definición y, mientras, la Orden sigue su camino. Por parte de la oposición, se ha llegado tarde y mal, porque merecía la pena esta ocasión para describir la situación actual del Sistema Sanitario Público de Andalucía, con un problema estructural y de financiación muy grave, con carencia de modelo organizativo y público convincente para todos, con profesionales ninguneados en bastantes ocasiones, olvidados, como si la pandemia no los hubiera encumbrado al sitio que siguen mereciendo tener, con gastos que deberían analizarse con lupa, con listas de espera imposible, con sangría de ciudadanos buscando una alternativa para esta situación en los seguros privados, siendo todos conscientes de que “la joya de la corona” puede llegar a ser sólo bisutería fina. La lista de hechos consumados es larga, estremece a cualquiera y todo ello no figuró en el debate, algo que debería haber liderado la oposición en un acto responsable en nombre de millones de ciudadanos de esta Comunidad. El Estado de Malestar es el que triunfó finalmente, en silencio, porque la célebre Orden era sólo un botón de muestra, la punta de un iceberg sanitario.
Ante la política de hechos políticos consumados y publicados en el periódico oficial de la Comunidad, sigo defendiendo el pronunciamiento ciudadano contra estas manifestaciones de rodillo de poder, legítimo sin lugar a dudas, pero manifiestamente lesivo para los intereses generales en relación con la sanidad pública. Este medio que utilizo para expresar mi pensamiento y sentimiento sobre lo que está ocurriendo con la Sanidad Pública en Andalucía, para ser más concretos, no me permite entrar en un comentario de texto sobre lo que se dijo ese día en sede parlamentaria, un lugar cuasi sagrado para la democracia, sobre la Orden publicada definitivamente hoy. Me encantaría hacerlo, pero lo breve, si bueno, dos veces bueno, que decía Baltasar Gracián. Por ello voy a sintetizar de nuevo mi punto de vista sobre todo lo que concierne a la Orden citada y ya publicada:
1. Me reafirmo en lo dicho anteriormente en los dos artículos citados. La ordenación y organización administrativa de las políticas de sanidad pública deben responder a un Modelo, a un Paradigma concreto, claro y que se conozca bien, en aplicación de la legislación sustantiva del país, como es por ejemplo la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad, respetando obviamente las peculiaridades de la Comunidad Autónoma correspondiente, en este caso en la Ley 2/1998, de 15 de junio, de Salud de Andalucía, así como toda la legislación complementaria que existe en esta Comunidad y en este ámbito de competencia. Por este orden, no al revés, es decir, primero lo sustantivo, que salvaguarda siempre el interés general y después la “peculiaridad”, porque si no se respeta este orden jurídico se abren, por ejemplo, vías de agua en el Sistema Sanitario Público de Andalucía, como las que abre esta Orden publicada hoy, en dos aspectos concretos: la puerta abierta, de par en par, para que los servicios sanitarios se lleven a cabo en espacios públicos por parte de empresas o entidades privadas, así como la apertura a la contratación de “consultas médicas de atención primaria” [sic], aunque se declara la “rebaja” de las tarifas fijadas, dado que “Estas tarifas máximas se corresponde con consultas realizadas en las instalaciones de las empresas adjudicatarias, caso de no realizarse la prestación del servicio en dichas instalaciones la tarifa máxima se verá reducida al 35%” [dicho así exactamente].
2. Por si lo dicho anteriormente fuera poco, a este Gobierno de Andalucía creo que le consta la existencia del Proyecto de Ley por la que se modifican diversas normas para consolidar la equidad, universalidad y cohesión del Sistema Nacional de Salud, actualmente en tramitación en el Congreso de los Diputados, en cuya exposición de motivos II se dice textualmente lo siguiente: “El artículo primero modifica la Ley 14/1986, de 25 de abril, para blindar el sistema público de salud de nuestro país, identificando como modelo de gestión del SNS la gestión directa, entendida como tal aquella que se presta a través de las administraciones públicas o de entidades de entre las que conforman el sector público institucional estatal, autonómico y local o mediante la creación de consorcios creados por varias administraciones públicas o entidades integrantes del sector público institucional, es decir, a partir de centros cuya titularidad es cien por cien pública. Adicionalmente, se establecen las excepciones que habilitan la gestión indirecta de las estructuras y servicios públicos que integran el SNS y el régimen jurídico de los consorcios sanitarios. De forma excepcional y justificada se habilita la gestión indirecta bajo una visión complementaria y de apoyo y nunca sustitutoria. En consecuencia, para poder gestionar de forma indirecta la prestación y gestión de servicios sanitarios y sociosanitarios, las administraciones públicas deberán motivar el cumplimiento de los siguientes criterios: a) la utilización óptima de sus recursos sanitarios propios, b) la insuficiencia de medios propios para dar respuesta a los servicios y prestaciones y, c) la necesidad de recurrir a fórmulas diferentes a la de gestión pública directa”.
Si lo traigo a colación es para resaltar que este Gobierno de Andalucía “conoce” este texto, que es sustantivo aunque esté en fase de aprobación parlamentaria, pero quedan claros en el mismo aspectos que la Orden publicada contraviene, si atendemos a la literalidad del proyecto en el detalle de la exposición de motivos citada anteriormente, donde resalto lo siguiente: “[…] para poder gestionar de forma indirecta la prestación y gestión de servicios sanitarios y sociosanitarios, las administraciones públicas deberán motivar el cumplimiento de los siguientes criterios: a) la utilización óptima de sus recursos sanitarios propios, b) la insuficiencia de medios propios para dar respuesta a los servicios y prestaciones y, c) la necesidad de recurrir a fórmulas diferentes a la de gestión pública directa”. Si no ha cambiado el documento de Memoria que acompañaba en su momento a la Orden publicada hoy, creo que deja bastante que desear, tal y como lo dije en el artículo : “Los documentos expuestos y, sobre todo, la Memoria justificativa, son un ejemplo de simplificación del fondo y forma del texto legal hasta unos límites insufribles, porque la declaración de motivos del texto de la Memoria no desarrolla las dos actividades “novedosas” expuestas anteriormente, que son de un calado excepcional. Se despacha en un folio y medio, y creo que es un ejemplo de lenguaje críptico, que esconde la auténtica intencionalidad de la norma: dar unos pasos de gigante en la privatización de la sanidad denominada hasta ahora “pública”, “okupándola” de verdad de una vez por todas”.
3. En relación con el respeto al principio de transparencia y participación ciudadana, creo que no ha sido el mejor, porque en la fase “oficial” de tramitación pasó sin pena ni gloria, en pleno verano de 2022, sin que se haya tenido conciencia de su redacción hasta fechas cercanas, a pesar de lo que se manifiesta en la exposición de motivos de la Orden: “Por último, en relación con el principio de transparencia, la orden ha sido objeto del trámite de consulta previa y sometida, durante el procedimiento de elaboración, a los trámites de audiencia e información pública posibilitando la participación tanto de las organizaciones y entidades implicadas como de la ciudadanía, permitiéndose por lo demás el acceso a los documentos del proceso de elaboración de esta orden, en los términos establecidos en el artículo 13.1.c) de la Ley 1/2014, de 24 de junio, de Transparencia Pública de Andalucía, mediante su publicación en la sección de transparencia del Portal de la Junta de Andalucía”. No creo que haya habido una voluntad clara y firme de que la tramitación se conociera por la ciudadanía y por los representantes legítimos de ella.
4. En definitiva, el objeto de la Orden, “la tarifación de los convenios y conciertos que suscriba el Servicio Andaluz de Salud con entidades, tanto públicas como privadas, para la prestación de la asistencia sanitaria en centros sanitarios”, va más allá de la simple tarifación, cuyo coste es difícil a veces de conocer con exactitud plena, porque una cosa es el Presupuesto y otra la Cuenta General definitiva que consolida el gasto que se ha producido, que casi nunca se conoce y, menos, se divulga, donde se suelen dar “desviaciones” cuantiosas y muy significativas, por ejemplo, en los conceptos de gasto final en conciertos y convenios con entidades privadas, a pesar del fárrago de números que se dieron por todas partes en el debate parlamentario del pasado 22 de febrero.
Por último, como lo que nos queda es hacer también oposición desde la calle, en democracia, sugiero algo de nuevo que decía también en el artículo publicado el pasado 14 de febrero, con un título explícito, Es una realidad la venta controlada del Sistema Sanitario Público de Andalucía, la joya de la corona, a la hora de responder a la pregunta crucial: ¿Qué hacer ahora?: “para emitir juicios bien informados, compartir esta información y demostrar con datos que la situación es muy preocupante. Si nos preocupa de verdad y no sólo de boquilla la sanidad pública, hay que actuar ya, empezando por desenmascarar estas actuaciones encubiertas del Gobierno andaluz que, poco a poco, van demoliendo el Estado del bienestar. En segundo lugar, aunar esfuerzos y voluntades para divulgar lo que está pasando, cada uno a nivel celular, boca a boca, para compartir acciones que se puedan programar para contener esta avalancha de derribos del sector público con voladuras controladas. Después, actuar con el arma más poderosa, el voto en las elecciones, porque todos los partidos no son iguales ni sus políticas tampoco. Lo expresé con datos el pasado mes de diciembre en este cuaderno digital, en un artículo que he vuelto a consultar hoy para reforzar mi compromiso intelectual actual con esta situación tan preocupante, La Atención Primaria en España, necesita Atención Pública Urgente, sobre todo en Andalucía, porque contra hechos no valen argumentos, mucho más después de haber estudiado a fondo el trabajo científico que ha desarrollado la Fundación CIVIO, a la que tanto admiro, en relación con la presión de trabajo que sufre en la actualidad la Atención Primaria en nuestro país y, en concreto, en mi Comunidad Autónoma, Andalucía, considerando que era un deber ético como ciudadano de base divulgar estos datos en la medida que puedo hacerlo con todas las garantías de trasladar la información tal y como la ha elaborado la Fundación”.
Una cosa más, para terminar y que ya he manifestado en artículos anteriores como hilo conductor. Sigo muy pre-ocupado (con guion), es decir, muy ocupado de forma prioritaria, en tratar de averiguar qué está pasando en la sociedad actual con la crisis de la sanidad pública en este país y, por aproximación, con la de Andalucía. Es cierto que el estrés que ha sufrido la Sanidad Pública durante la pandemia por la COVID-19, ha sido algo excepcional y mantenido en esta travesía tan difícil, que ha supuesto poner al límite al Sistema y que ha dado muestras de sus fisuras a pesar del trabajo excepcional de sus profesionales, sin dejar a ninguno atrás y que nunca les reconoceremos de forma suficiente, digna y justa. Pero a través de esas fisuras hemos visualizado también problemas estructurales que han llevado a esta Sanidad Pública, enferma de financiación y de falta de profesionales, junto a graves problemas organizativos, a una situación límite que exigiría en estos momentos un Pacto de Estado, en el que se debería partir del reconocimiento de la salud como pilar básico del llamado Estado de Bienestar, ¿podríamos hablar también de Comunidad de Bienestar?, como derecho fundamental que es en este país, donde se deberían abordar los problemas sustantivos de presente y futuro, así como las peculiaridades del Estado de Autonomías y de los Sistemas de Salud descentralizados, para finalizar en una legislación de rango sustantivo para todo el país, como debería ser la publicación urgente de una Ley por la que se modifican diversas normas para consolidar la equidad, universalidad y cohesión del Sistema Nacional de Salud. Este Pacto de Estado debería evitar discriminaciones de todo tipo y salvaguardar exclusivamente el interés sanitario general, basado en el principio de equidad, como precepto constitucional que no se debería olvidar nunca, teniendo siempre en mente la realidad flagrante de la pobreza severa en el país, donde cualquier enfermedad hace siempre especial mella.
Las personas que defendemos el llamado Estado de bienestar, también la Comunidad Autónoma de Andalucía de bienestar, desde la perspectiva socialdemócrata, no liberal ni conservadora a ultranza, por reducir a tres la actual lucha de modelos sociales de hacer política, aunque hay más modelos posibles, tenemos la ob-ligación (seguimos con los guiones, que marcan prioridades), de unirnos en el análisis didáctico de lo que está pasando, porque si no lo hacemos es probable que solo sepamos que lo que pasa es que no sabemos lo que nos pasa. Sigo partiendo de la base de que es imprescindible seguir defendiendo los principios del Estado de bienestar, con el determinante económico que lo sostiene, sin lugar a dudas, porque no se alimenta del aire ni del espíritu en sentido más literal, sí del ideológico, nunca inocente, porque no debe serlo dado que todos no somos iguales ni los Gobiernos tampoco, sobre todo del que piensa en todos los seres humanos sin excepción alguna y dando prioridad absoluta, proporcional y progresiva, a los que menos tienen. Pero al tener que optar por un modelo, no pienso en el Estado conservador, ni en el Estado liberal, que existen y campan a sus anchas, con horizontes anclados en el vencimiento del mal llamado “comunismo” en su retorcida interpretación actual, sabiendo que el capitalismo es su benefactor máximo, el que está detrás de todo lo que se mueve. Lo vemos de forma muy clara en la Orden publicada, sin paliativo alguno. No hay duda alguna: se debería haber esperado a la aprobación por las Cortes generales de la nueva Ley por la que se modifican diversas normas para consolidar la equidad, universalidad y cohesión del Sistema Nacional de Salud. Todo lo demás es ir deprisa, deprisa, hacia el desmantelamiento progresivo, silencioso, del Sistema Sanitario Público de Andalucía, confundiendo permanentemente el valor de lo público con el precio público que hay que pagar por ello. Y no es lo mismo.
José Antonio Cobeña Fernández
Ex secretario general del Servicio Andaluz de Salud (2000-2004)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Ustedes que nunca hicieron nada / excepto construir para destruir, / ustedes juegan con mi mundo / como si fuera juguetito de ustedes, / ponen un arma en mi mano / y se esconden de mis ojos / y se dan la vuelta y corren alejándose / cuando vuelan rápidas las balas
Bob Dylan, Masters of War
Sevilla, 19/Ii/2023
El próximo viernes se cumple un año de la guerra invasora de Ucrania. Dos días después de haber comenzado este despropósito humano, escribí el año pasado un artículo que simboliza algo que el mundo oculta en actitud vergonzante, el miedo global, a pesar de seguir viviendo todos como si nada pasara. La verdad es que ha afectado ya a miles de millones de personas y lo sigue haciendo, sin que veamos una solución en el horizonte.
Vuelvo a publicarlo, sin cambiar nada, porque como decía mi admirado Eduardo Galeano en un poema que no olvido, las armas tienen miedo a la falta de guerra. Es el tiempo del miedo. Tengo que confesar que yo también lo tengo y sigo soñando en la paz y libertad que merece el pueblo ucraniano y, por extensión, la Humanidad.
Ucrania representa hoy el miedo global
Sevilla, 26/II/2022
Lo que está ocurriendo en Ucrania es un aviso para navegantes. Es tan grande el despropósito de Putin, porque tiene nombre y apellidos, que en este contexto he acudido de nuevo a un consultor de cabecera, Eduardo Galeano, a través de un poema dirigido a almas inquietas, El miedo global (1), fundamentalmente porque en él se dice algo verdaderamente sobrecogedor y porque reconozco que lo que está pasando y estamos viendo en Ucrania da miedo, sintetizado en uno de sus versos: Las armas tienen miedo a la falta de guerra, porque la realidad es que estamos viviendo en un mundo al revés:
Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Y los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo a caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados. La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir. Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas. Las armas tienen miedo a la falta de guerra. Es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones y miedo a la policía. Miedo a la puerta sin cerradura. Al tiempo sin relojes. Al niño sin televisión. Miedo a la noche sin pastillas para dormir y a la mañana sin pastillas para despertar. Miedo a la soledad y miedo a la multitud. Miedo a lo que fue. Miedo a lo que será. Miedo de morir. Miedo de vivir.
El año pasado escribí en una serie dedicada al futuro imperfecto sobre lo que vendría después de la pandemia, que necesitamos ahora más que nunca: seríamos capaces de superar el miedo. Cuando estamos saliendo poco a poco y con mucho sufrimiento de esta cruzada pandémica, decía algo también que hoy rescato en su fondo y forma, cambiando lo que hay que cambiar en referencia a la guerra en Ucrania, porque en este tiempo de miedo existencial, a lo que fue, a lo que será, a lo que ahora mismo está pasando y estamos viendo, creo que Galeano lo resume todo en un futuro imperfecto que supone tomar conciencia del miedo a la libertad de asumir o no lo que será después de esta guerra y a lo que será de y en nuestras vidas, si el espíritu imperialista de Rusia sigue por estos derroteros. En el fondo, es el miedo legítimo a la libertad del día después de un acontecimiento de la magnitud que nos está tocando vivir. He vuelto a buscar razones de la razón humana en la clínica del alma cercana a mí y he leído palabras que tengo grabadas en mi persona de secreto, que también rescato ahora junto a las de Galeano, en un esfuerzo por encontrar sentido a la vida. Cuando leí por primera vez El miedo a la libertad, de Erich Fromm, recuerdo que lo que más me impactó fue su página de presentación anterior al prefacio, que me ha acompañado a lo largo de mi vida, siendo uno de los libros que llevo siempre en mi búsqueda permanente de islas desconocidas viajando en patera, en mar abierto, como tantas veces he descrito en este cuaderno de derrota, en el lenguaje del mar:
“No te di, Adán, ni un puesto determinado ni un aspecto propio ni función alguna que te fuera peculiar, con el fin de que aquel puesto, aquel aspecto, aquella función por los que te decidieras, los obtengas y conserves según tu deseo y designio. La naturaleza limitada de los otros se halla determinada por las leyes que yo he dictado. La tuya, tú mismo la determinarás sin estar limitado por barrera ninguna, por tu propia voluntad, en cuyas manos te he confiado. Te puse en el centro del mundo con el fin de que pudieras observar desde allí todo lo que existe en el mundo. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que —casi libre y soberano artífice de ti mismo— te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido. Podrás degenerar hacia las cosas inferiores que son los brutos; podrás —de acuerdo con la decisión de tu voluntad— regenerarte hacia las cosas superiores que son divinas”.
Este texto, presentado bajo el epígrafe de “El discurso de Dios al hombre”, corresponde a la Oratio de hominis dignitate, un texto introductorio de Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) a las 900 Tesis (Conclusiones Filosóficas Cabalistas y Teológicas) que presentó a la Iglesia de Roma en 1486, en las que buscaba una confluencia sincrética entre diversas creencias y postulados religiosos de la época, con una trazabilidad importante de filósofos y teólogos latinos y árabes. Es importante conocer este contexto histórico, que le costó finalmente la excomunión al poner al hombre (como ser humano primigenio) en un puesto muy importante en la vida humana gracias a su libertad. Tras este breve análisis, comprendo mucho mejor por qué Fromm lo eligió como texto introductorio de su libro, de su miedo personal a la libertad y por qué ha pasado a la posteridad como el Manifiesto del Renacimiento.
Repasar palabra a palabra el texto expuesto nos puede dar una idea de lo que se llegó a pensar de la libertad humana en tiempos en los que lo más importante que había que hacer, visto cómo estaba la sociedad en general, era reforzar al ser humano por encima de todas las cosas: Te puse en el centro del mundo con el fin de que pudieras observar desde allí todo lo que existe en el mundo. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que —casi libre y soberano artífice de ti mismo— te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido. Se comprende perfectamente que el miedo a la libertad estriba en la decisión de abordar el futuro imperfecto actual como brutos (no hacen falta muchas explicaciones) o hacer “cosas superiores” que nos devuelvan la alegría de vivir despiertos y libres en el nuevo Renacimiento del Mundo, que algunos llaman ahora “Reconstrucción Mundial”, que nadie entiende ahora con guerras como la de Ucrania. Ese es el gran reto para saber qué significa tener miedo a la libertad de querer vivir con dignidad en un mundo que las guerras ponen otra vez al revés, como si no supiéramos lo que son.
(1) Eduardo Galeano (1998). Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Madrid: Siglo XXI Editores de España.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Detalle del acto final de la manifestación de Sevilla, en la Plaza de la Encarnación (Las Setas), en defensa de la Sanidad Pública – 26/XI/2022 / JA COBEÑA
Si a esta realidad, se le une lo expuesto en su Disposición adicional segunda, referida a la aplicación de lo dispuesto en el artículo 312 f) de la Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del Sector Público, es decir, la “ocupación” posible de los hospitales Públicos, por parte de profesionales del ámbito privado, la acción de dinamitar el SSPA estaría declarada ya oficialmente y sin complejo alguno: “Excepcionalmente, conforme a lo dispuesto en el artículo 312 f) de la Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del Sector Público, que dispone que con carácter general, la prestación de los servicios que conlleven prestaciones directas a favor de la ciudadanía se efectuará en dependencias o instalaciones diferenciadas de las de la propia Administración contratante y, si ello no fuera posible, se harán constar las razones objetivas que lo motivan. A tal efecto, la Consejería con competencias en materia de salud podrá determinar las tarifas para la realización de procedimientos quirúrgicos y diagnósticos en instalaciones propias de la Administración, haciendo constar las razones objetivas que lo motivan”. Es lo mismo que lo que se dice en el Anexo I sobre las consultas médicas de atención primaria, que figuran a continuación a título de ejemplo preocupante, “Estas tarifas máximas se corresponde con consultas realizadas en las instalaciones de las empresas adjudicatarias, caso de no realizarse la prestación del servicio en dichas instalaciones la tarifa máxima se verá reducida al 35%”, porque dicho en román paladino, estas tarifas serán más baratas si se utilizan centros públicos del Sistema, donde se trasladen los profesionales de los centros privados concertados para desarrollar estas prestaciones.
Para ser lo más objetivo posible, porque tengo que reconocer que me ha conmovido y conturbado esta situación, he consultado los datos oficiales al respecto, que se pueden leer detenidamente en la web oficial de la Consejería de Salud y Consumo, actualmente, aunque considero imprescindible hacer las siguientes puntualizaciones a tenor de lo expuesto:
Los documentos expuestos y, sobre todo, la Memoria justificativa, son un ejemplo de simplificación del fondo y forma del texto legal hasta unos límites insufribles, porque la declaración de motivos del texto de la Memoria no desarrolla las dos actividades “novedosas” expuestas anteriormente, que son de un calado excepcional. Se despacha en un folio y medio y creo que es un ejemplo de lenguaje críptico, que esconde la auténtica intencionalidad de la norma: dar unos pasos de gigante en la privatización de la sanidad denominada hasta ahora “pública”, “okupándola” de verdad de una vez por todas.
Me llama poderosamente la atención que los Informes de no impacto de menores y familias, sobre este proyecto de Orden, se despachen también como que estos colectivos no están afectados por la misma, ya que la disposición sólo “pretende regular y actualizar el sistema de tarificación de la actividad realizada por las empresas contratadas por el Servicio Andaluz de Salud”, cuando la realidad es bien distinta en los dos ámbitos tratados anteriormente. No sólo es el dinero que cueste atender a los posibles afectados, sino lo que supone desviar la atención a recibir por profesionales privados en centros públicos o, en el caso de la atención primaria, el desplazamiento de esta tipología de atención en centros privados, deshilvanados de la estrategia global y pública de atención primaria en Andalucía, que ha sido siempre extraordinaria hasta que llegaron las etapas de recortes de contratación de profesionales y dotaciones económicas, necesarias para esta importantísima prestación sanitaria, como puerta de entrada al Sistema y garante de un atención primordial para las personas, planificada y organizada con medios públicos.
Tampoco me agrada ver en las tablas de tarifas, recogidas en el texto de la Orden citada, la prestación a la salud mental de enfermos agudos o crónicos, la pariente pobre del SSPA, que también se deriva a medios privados, sin que se acabe de tratar definitivamente en una estrategia pública de carácter urgente y sin más dilación por parte del SSPA.
Como conclusión, creo que lo que se deduce de una lectura pormenorizada del texto de la Orden citada, es que se confunde el valor de la sanidad pública con el precio público que hay que pagar por ella. Es verdad que desde hace muchos años el poder de la concertación con empresa privadas por parte del SSPA ha sido una realidad, lacerante en muchos casos, pero ahora se van a dar unos pasos más que son muy preocupantes: el asalto al interior de los centros por parte de la economía de mercado, donde todo se va a convertir en pura mercancía, aunque se hable de “rebajas” al utilizarse edificios públicos y lo que aparece como el gran golpe al Sistema Sanitario Público de Andalucía, al abrirse una grieta con la prestación de Atención Primaria con medios privados y concertados. Creo sinceramente que se ha puesto precio ya al derribo del estado de bienestar en su manifestación más gráfica, la atención universal de la salud de la ciudadanía, en sus primeros pasos, los que permiten que el sistema sanitario de carácter público pueda funcionar mejor cuando la atención primaria está garantizada con profesionales estrictamente públicos, con dinero público, en tiempos públicos y en edificios también públicos.
¿Qué podemos hacer? Como ciudadanos, informarnos bien, a fondo, de lo que está pasando, para emitir juicios bien informados, compartir esta información y demostrar con datos que la situación es muy preocupante. Si nos preocupa de verdad y no sólo de boquilla la sanidad pública, hay que actuar ya, empezando por desenmascarar estas actuaciones encubiertas del Gobierno andaluz que, poco a poco, van demoliendo el estado del bienestar. En segundo lugar, aunar esfuerzos y voluntades para divulgar lo que está pasando, cada uno a nivel celular, boca a boca, para compartir acciones que se puedan programar para contener esta avalancha de derribos del sector público con voladuras controladas. Después, actuar con el arma más poderosa, el voto en las elecciones, porque todos los partidos no son iguales ni sus políticas tampoco. Lo expresé con datos el pasado mes de diciembre en este cuaderno digital, en un artículo que he vuelto a consultar hoy para reforzar mi compromiso intelectual actual con esta situación tan preocupante, La Atención Primaria en España, necesita Atención Pública Urgente, sobre todo en Andalucía, porque contra hechos no valen argumentos, mucho más después de haber estudiado a fondo el trabajo científico que ha desarrollado la Fundación CIVIO, a la que tanto admiro, en relación con la presión de trabajo que sufre en la actualidad la Atención Primaria en nuestro país y, en concreto, en mi Comunidad Autónoma, Andalucía, considerando que era un deber ético como ciudadano de base divulgar estos datos en la medida que puedo hacerlo con todas las garantías de trasladar la información tal y como la ha elaborado la Fundación: “En 2022, la carga de trabajo en medicina de familia se ha mantenido o incluso ha empeorado en todas las comunidades que han proporcionado datos a Civio, salvo en Castilla-La Mancha. Entre las diez áreas sanitarias más saturadas se encuentran dos de la Comunidad Valenciana, cinco de Andalucía y tres de la Región de Murcia, que rondan una media de 40 consultas atendidas al día. Aunque la Comunidad de Madrid no ha ofrecido sus datos desagregados al nivel que solicitamos, dieciséis centros de salud, la mayoría en el sur de la región, han superado los 40 pacientes diarios de media. Cataluña, Galicia, Asturias y Cantabria no han querido dar sus cifras actuales de presión asistencial”.
Hace un año escribí en este blog un artículo, El Sistema Nacional de Salud ingresa en la Unidad de Cuidados Intensivos, en el que dije algo que ratifico de nuevo en la situación expuesta hoy en torno al proyecto de Orden tratado: “Desde este blog escribo estas líneas de denuncia por el silencio cómplice, clamoroso, que se detecta en casi todos los niveles de responsabilidades públicas y privadas, porque hay cauces para establecer un clima de opinión que llegue ante las autoridades pertinentes para que se aborde el citado Pacto de Estado para reforzar el Sistema Nacional de Salud, aunque los silencios son más que evidentes. ¿A qué más hay que esperar? Las Mareas Blancas, por ejemplo, hacen lo que pueden, así como muchos colectivos de personas pre-ocupadas (con guion) por la situación actual tan alarmante, pero hay que crear un estado de opinión que sea favorable a este abordaje inmediato de soluciones para atender a una sanidad pública enferma, que necesita inmediatamente cuidados intensivos si no queremos que desaparezca a lo largo de los años, porque el deterioro va a más hasta alcanzar situaciones insostenibles, en las que la Sanidad Privada hará su agosto una vez más como gran solucionador, teórico, de todos los problemas actuales denunciados.
Antonio Machado tenía razón cuando decía en su proverbio LXVIII (Proverbios y cantares), que todo necio confunde valor y precio, o lo que es lo mismo a tenor de lo que está sucediendo hoy en nuestro Sistema Sanitario Público de Andalucía y en otros Sistemas del país, porque se confunde continuamente, de forma no inocente, el valor de la sanidad pública con el precio público que hay que pagar por ella. Y no es lo mismo.
José Antonio Cobeña Fernández
Ex secretario general del Servicio Andaluz de Salud, 2000-2004
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Detalle de los ojos de Ana Torrent en Cría cuervos
Santa Eulalia del Río (Ibiza), 10/II/2023
Acabo de recibir una noticia que me sobrecoge en mi persona de secreto: ha fallecido Carlos Saura, uno de mis directores de cine preferidos, con el que crecí en democracia. Le debo algo importante en mis años jóvenes, recordando también a Cliff Richard, al abrirme los ojos ante una realidad de España que me helaba el corazón. Sus primeras películas me permitieron comprender que otra España era posible si se avanzaba en democracia. Tengo claro hoy, más que nunca, que su mirada cinematográfica escondía una ideología, no inocente, que me aportó razones de la razón y del corazón para luchar por las libertades, en un país que las necesitaba para que las personas pudiéramos ser y estar de otra forma en la vida de cada uno y de todos.
Tampoco olvido mi etapa de profesor, en la que me preocupaba de mostrar el cine de Saura a mis alumnos, cuidando el ciclo completo de amor a su cine de compromiso social cuando, por ejemplo, alquilaba La caza, en 16 milímetros, una obra emblemática suya, para actuar como proyeccionista, cuando era necesario, y moderador del casi siempre encendido debate posterior.
Vuelvo a publicar una reflexión que figura ya en este cuaderno digital, sobre las ideologías, que Saura reflejó muy bien en una película de culto, Cría cuervos, que no olvido. Es una forma muy sencilla de agradecerle todo lo que aprendí de su cine en tiempos revueltos de este país. Sólo eso.
La mirada de Ana Torrent escondía una ideología
Ayer crucé mi mirada de nuevo con la de Ana Torrent (Madrid, 1966) en la película Cría cuervos, leyendo una entrevista a la actriz por parte de un periodista excelente, Manuel Jabois, en el diario El País. Aquel primer trimestre de 1976, año de su estreno, fue muy especial en mi vida de secreto y la película de Carlos Saura removió la moviola de mi pasado y presente en ese momento, sobre todo porque iniciaba un futuro desconcertante. No la olvido, ni tampoco la mirada inquietante de Ana, con unos ojos negros inmensos y el enigma de sus silencios, incluso en el baile con los compases de la canción de José Luis Perales e interpretada por Jeanette, ¿Por qué te vas?, que también forma parte de la banda sonora de mi vida. La pregunta siempre es inquietante, como la mirada de Ana Torrent, ante lo que queremos, creemos y se marcha de nuestras vidas. De ahí mi agradecimiento hoy, Ana, al cruzar mis ojos con tu mirada de entonces.
Cuarenta y cinco años después, hago un repaso de la intrahistoria de este país y vuelven a resonar aquellos compases, arropados por una letra que tampoco he olvidado: Bajo la penumbra de un farol / se dormirán / todas las cosas que quedaron por decir / se dormirán. Lo hago de nuevo porque la pregunta la tengo asociada a las ideologías, que están desaparecidas del escenario mundial y, obviamente, de nuestro país, situación que ya he tratado en este cuaderno digital en varios momentos de su existencia y que rescato hoy por su pertinencia en los tiempos que corren. Es curioso constatar que sólo unos días antes de que entráramos de lleno el año pasado en el confinamiento de la pandemia, concretamente el 29 de febrero de 2020, escribí una reflexión sobre estas cuestiones, que considero de Estado, bajo el título Ideología para transformar la sociedad: ¿por qué te vas?, que conserva plenamente su actualidad sin cambiar apenas una coma. Juzgue usted, lector o lectora de estas líneas:
Estamos atravesando una crisis importante de ideologías. No son inocentes y cualquiera no sirve para transformar el mundo y hacerlo más habitable, más amable y más confortable para todos. Sé que cuando se habla de esta realidad interior, personal o colectiva, rápidamente se nos tacha de utópicos equivocados de siglo. No lo percibo así, más aún cuando defiendo una ideología de marcado carácter social que ayuda a cambiar ese mundo que no nos gusta, a veces tan próximo que incluso nos asusta.
Navegando en esta patera frágil de la vida, en la que suelo embarcar a diario, suelo recurrir a un recurso barato (no está en el mercado), que es soñar despierto, creando historias imaginables e incluso reales como la vida misma. Vivo rodeado de personas que sueñan con un mundo diferente, porque no les gusta el actual, porque hay que cambiarlo. A mí me gusta ir más allá, es decir, el mundo hay que transformarlo. Pero surge siempre la pregunta incómoda, ¿cómo?, si las eminencias del lugar, cualquier lugar, dicen que eso es imposible, una utopía, un desiderátum, como si ser singular fuera un principio extraterrestre, un ente de razón que no tiene futuro alguno. No me resigno a aceptarlo y por esta razón sigo yendo con frecuencia de mi corazón y sueños a mis asuntos, del timbo al tambo, como decía García Márquez en sus cuentos peregrinos, buscando como Diógenes personas con las que compartir formas diferentes de ser y estar en el mundo, que sean capaces de ilusionarse con alguien o por algo. De soñar creando, porque los ojos, cuando están cerrados, preguntan.
Estas razones anteriores me han recordado una pregunta que hice en un post que escribí en este cuaderno digital en 2015, Ideología, ¿por qué te vas?, que vuelvo a publicar a continuación. Creo que mantiene su vigencia en su fondo y forma. Tenemos derecho a soñar despiertos y las ideologías de izquierda siguen siendo imprescindibles para transformar este mundo que a muchos no nos gusta.
Geraldine Chaplin y Ana Torrent en Cría Cuervos, dirigida por Carlos Saura
Ideología, ¿por qué te vas?
Tengo asociada esta pregunta a la escena de Cría cuervos, excelente película de Carlos Saura, que se estrenó dos meses después de la muerte de Franco, en la que Ana (Ana Torrent) la bailaba con sus hermanas. Es probable que los censores no comprendieran el trasfondo de la película que jugaba con el retrato político de España en esos momentos. La he recordado hoy al conocer la investigación científica que se ha desarrollado por la Universidad de Washington en la que se ha descubierto que los cuervos aprenden cuando a un miembro de su especie no le van bien las cosas: “La presencia del cuervo muerto podía decir a los otros pájaros que un lugar es peligroso y debería visitarse con precaución. Los graznidos ruidosos que emiten los pájaros podrían ser una forma de compartir información con el resto del grupo”.
Me ha parecido una metáfora que se puede aplicar a las personas y sus creencias políticas que se ausentan de nuestras vidas y de nuestros proyectos vitales e ideológicos, donde nadie es imprescindible, aunque a veces sí necesarios, porque los seres humanos pertenecemos a ese club selecto de atención a lo que ocurre alrededor de la muerte y sólo nosotros sabemos qué ocurre cuando desaparecen las ideologías. Deberíamos aprender de esta situación y de sus circunstancias, por qué no están, por qué se fueron o los echaron, por qué les corrompió la política y murieron para la decencia y la dignidad y por qué no dejan pasar a personas más jóvenes, más dignas, que saben cambiar las cosas en este momento en el que hay muchas cosas que cambiar. Así podríamos compartir la información veraz con los miembros de nuestros grupos humanos más queridos, para no volver a pisar caminos que no se deben andar.
Cualquier parecido de esta reflexión política con la realidad actual, no es como en el cine pura coincidencia. Aunque recuerde ahora a Carlos Saura escuchando esta canción de Jeanette como telón de fondo de una situación de España que como a él, en 1975, me agrada cada vez menos. Es la ideología, pero ¿por qué se va?
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
Tarjeta de papel kalamkari, elaborado por mujeres artesanas en Anantapur, estado de Andhra Pradesh (India), en un proyecto de comercio justo de la Fundación Vicente Ferrer.
A mis amados les dejo las cosas pequeñas; las cosas grandes son para todos
Rabindranath Tagore, Pájaros perdidos, 178.
Sevilla, 27/I/2023
Dedicado a María José, como siempre…
Hoy he vivido una experiencia especial al escribir a mano sobre un papel kalamkari, elaborado artesanalmente en la India, de donde he recibido una muestra fehaciente de este arte milenario, concretamente del Estado de Andhra Pradesh. Es una tarjeta de papel reciclado, estampado con la técnica Kalamkari, realizada con sellos de madera o con cálamos, que se usa indistintamente sobre tejidos y papel: “En los tiempos remotos, grupos de cantantes, músicos y pintores, los chitrakattis, iban de pueblo en pueblo relatando las grandes epopeyas de la mitología hinduista. A medida que desarrollaban la historia, ilustraban su cuento con la ayuda de grandes piezas de telas pintadas en el mismo lugar con medios rudimentarios y tinturas vegetales. Este es el origen de los primeros kalamkari. También encontramos en los templos hinduistas grandes tableros de Kalamkari que representaban episodios de la mitología india quizá con la misma función que los capiteles en las catedrales cristianas” (1). Las artesanas que elaboran en la actualidad estas tarjetas como la mía, trabajan en el taller de Bukaraya Samudram, una localidad de la India, en el distrito de Anantapur, estado de Andhra Pradesh, en un proyecto solidario de comercio justo patrocinado y cuidado con esmero por la Fundación Vicente Ferrer, a la que tanto admiro y aprecio.
El término Kalamkari tiene su etimología en la palabra turca y griega “Kalam”, Cálamo (en griego, κάλαμος), aunque unidas en hindi, Kalam (pluma) y Kari (arte), expresan el utensilio principal que se utilizaba hace más de 3.000 años en la pintura con tintes vegetales, la caña hueca que da forma final a su trabajo tras los 23 pasos que necesita la elaboración del producto artesano. Al abrir el sobre que contiene la tarjeta, he sentido algo especial, porque estaba ante el papel en blanco, decorado en su anverso como mensaje principal de respeto a la naturaleza, a la vida, aunque lo importante es escribir hoy sobre ese papel tejido, tan especial y simbólico, teniendo presente lo que expresó admirablemente Platón en su obra Fedro, en la que narra una historia preciosa sobre la dialéctica de la palabra escrita, contada por Sócrates, entre un dios antiguo Teut, que se dice que inventó la escritura y el rey de Tebas, Tamus. Un día “Teut se presentó al rey y le mostró las artes que había inventado, y le dijo lo conveniente que era difundirlas entre los egipcios. El rey le preguntó de qué utilidad sería cada una de ellas, y Teut le fue explicando en detalle los usos de cada una; y según que las explicaciones le parecían más o menos satisfactorias, Tamus aprobaba o desaprobaba. Dícese que el rey alegó al inventor, en cada uno de los inventos, muchas razones en pro y en contra, que sería largo enumerar. Cuando llegaron a la escritura dijo Teut:
– “¡Oh rey! Esta invención hará a los egipcios más sabios y servirá a su memoria; he descubierto un remedio contra la dificultad de aprender y retener.
– Ingenioso Teut –respondió el rey–, el genio que inventa las artes no está en el mismo caso que el sabio que aprecia las ventajas y las desventajas que deben resultar de su aplicación. Padre de la escritura y entusiasmado con tu invención, le atribuyes todo lo contrario de sus efectos verdaderos. Ella sólo producirá el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; confiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias; y das a tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma. Porque, cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida (Platón, Fedro, 274c-277a)».
Leyendo de nuevo estas palabras de Platón y observando mi escritura manual en la tarjeta kalamkari, he recordado inmediatamente la importancia que daba a la caligrafía mi maestra de la infancia rediviva, Doña Antonia, entendida de acuerdo con la definición de la RAE (del gr. καλλιγραφία), como el “arte de escribir con letra bella y correctamente formada, según diferentes estilos” y en su segunda acepción, como el “conjunto de rasgos que caracterizan la escritura de una persona, de un documento, etc.”. Las letras que se utilizan hoy en el mundo digital distan mucho de aquellas que se escribían con letra bella y correctamente formada, aunque en el fondo traducen la misma problemática que exponía magistralmente Platón, en boca de Sócrates: por sí mismas, no dicen nada, porque necesitan, sobre todo, conocer bien a quien las escribe, cuestión ésta no inocente en el mundo digital donde el anonimato es el rey. Continuaba diciendo Sócrates: “Lo que una vez está escrito rueda de mano en mano, pasando de los que entienden la materia a aquellos para quienes no ha sido escrita la obra, sin saber, por consiguiente, ni con quién debe hablar, ni con quién debe callarse. Si un escrito se ve insultado o despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre, porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y de defenderse”.
Al escribir hoy, a mano, unas palabras sobre la tarjeta kalamkari, que han elaborado unas mujeres artesanas en la India, gracias a la Fundación Vicente Ferrer, entregándome un soporte especial, he recuperado en mi persona de secreto algo que aprendí también hace ya bastante tiempo: “El manuscrito tiene una característica evidente, comparado con la máquina de escribir o la pantalla: la individualidad. La letra de una persona es algo exclusivo, como sabe bien el amante que reconoce ya desde el sobre una carta de su amada…” (2). Es lo que probablemente intentó explicarnos Gabriel García Márquez, hace ya muchos años, sobre el realismo mágico de sus palabras manuscritas, aunque él las escribiera con una máquina de escribir clásica que quizás superaba con creces la letra creada por la bola de tungsteno de su bolígrafo BIC de turno. Pero éste probablemente estaba allí, muy pendiente de su mano creadora, al igual que estaba en mi infancia más próxima. Como para él lo estaba de la carta comunicando la pensión al coronel Buendía, que tanto esperó, mucho menos importante que lo que nos sucede en el día a día, cuando vamos como él del timbo al tambo de nuestras vidas.
Si hoy les contado esta historia es porque el significado profundo de kalamkari es ese, el arte de contar historias, como hacían los antepasados en India, artistas en artes varias que, al finalizar sus actuaciones, desenrollaban lienzos de tela para pintar las historias que contaban por los caminos, ante quienes los querían escuchar. En un mundo tan superficial y vacío como en el que vivimos a diario, estas pequeñas cosas son las que, como bien recomendaba Tagore como “pájaro perdido”, debemos entregarlas a las personas que apreciamos, “a nuestros amados” decía él, tal y como lo tradujo con gran sensibilidad Zenobia Camprubí, siempre tan cerca de Juan Ramón Jiménez. A los demás…, sé que sólo les bastan las grandes.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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