No es Alcalde o Alcaldesa quien tiene el bastón de mando, sino quien sabe serlo

Sevilla, 17/VI/2023

En mi duelo particular por el fallecimiento reciente de Nuccio Ordine, le manifiesto mi respeto y recuerdo más profundo al recordar hoy la referencia que hace a Tommaso Campanella (1568-1639) en su última obra, Los hombres no son islas. Los clásicos nos ayudan a vivir, en el día en el que los candidatos y candidatas a las Alcaldías finalmente propuestos por diversos formatos democráticos, en los 8.130 municipios de este país, recibirán como complemento protocolario y simbólico como Autoridades, un bastón de mando. La cita de este autor clásico, Campanella, es a través de un soneto, No es rey quien posee un reino, sino quien sabe reinar (XVII), publicado en Selección de algunas poesías filosóficas de Settimontano Squilla (su seudónimo), que merece la pena leer con atención casi reverencial en estos momentos políticos tan convulsos del país:

Quien pinceles tiene y colores, y al azar
pinta, emborronando muros y papeles,
no es pintor; lo es quien domina el arte,
aunque no tenga tintas, plumas ni vaso.

Tampoco la cogulla ni la cabeza rasa hacen al fraile.
Así pues, no es rey el que tiene gran reino y parte,
sino quien es todo Jesús, Palas y Marte,
aunque sea esclavo o hijo de ganapán.

No nace el hombre con la corona en la cabeza,
como el rey de las bestias, que tiene necesidad,
para que lo reconozcan, de tal ornamento.

Por eso afirmo que al hombre le conviene república
o rey que esté adornado con toda virtud
y probado por el sol, no por plumas en sueños.

Como dice Ordine en el comentario a esta cita, “las imágenes exteriores son sólo apariencias, incapaces de reflejar lo verdaderamente esencial. No basta con tener pinceles y colores para llamarse pintor («Quien pinceles tiene y colores, y al azar | pinta, emborronando muros y papeles, | no es pintor […]»), como tampoco basta con llevar un hábito monástico y tonsura para ser fraile («Tampoco la cogulla y la cabeza rasa hacen al fraile»). Podemos llamarnos pintores, monjes o reyes sólo si sabemos mostrar nuestras cualidades pintando, siguiendo la virtud divina y reinando como se debe. Para Campanella, que insiste aquí en un tema también discutido en otras obras, no cuentan los hábitos, los privilegios de sangre o la herencia: sólo nuestra obra debería permitirnos conquistar prestigio y estima. Y no importa que seamos esclavos o hijos de peón («aunque sea esclavo o hijo de ganapán»), porque ningún prejuicio social o económico puede anular nuestras dotes personales y nuestro saber. La misma naturaleza lo confirma. A diferencia de lo que sucede entre algunos animales, el hombre no nace con la corona en la cabeza: No nace el hombre con la corona en la cabeza, / como el rey de las bestias, que tiene necesidad, / para que lo reconozcan de tal ornamento”.

Estas reflexiones, a la luz de lo expuesto por Campanella, las lleva Ordine también al plano político: “Estamos obligados a demostrar nuestra valía a plena luz. Por eso, en el plano político, nos resulta más connatural un régimen republicano o una monarquía electiva. En la «vida en república», quienes holgazanean y sueñan difícilmente podrán demostrar que poseen las virtudes necesarias para gobernar («Por eso, afirmo que al hombre le conviene república | o rey que esté adornado con toda virtud | y probado por el sol, no por plumas en sueños»). Pero Campanella también sabe muy bien que en el teatro del mundo los hombres viven «enmascarados» (soneto 14) y que en la «comedia universal» a menudo los papeles principales son representados precisamente por aquellos que no tienen ningún mérito: Hace reyes, sacerdotes, esclavos, héroes, / de vulgar opinión enmascarados, / con poco juicio, como vemos después / que los impíos muchas veces han sido canonizados, / los santos asesinados, y los peores entre nosotros / príncipes fingidos contra los verdaderos armados [soneto 15].

Por último, Ordine se esfuerza en demostrar la honestidad y principios éticos a la hora de gobernar: “Para derrotar a los «príncipes falsos» que hacen la guerra a los príncipes «verdaderos», para combatir los «grandes males» del mundo («Yo nací para eliminar tres males extremos: | la tiranía, los sofismas, la hipocresía»), nuestro filósofo sabe que el primer enemigo a derrotar es la ignorancia triunfante («Por eso yo vengo a eliminar la ignorancia», soneto 8).

Si he traído a colación estas reflexiones de Campanella y Ordine, tanto monta, monta tanto, es porque, salvando las distancias, son un claro ejemplo de lo que se debe entender hoy, en un día tan especial para la democracia, como Responsable Municipal, Alcalde o Alcaldesa, Presidente o Presidenta de Comunidad Autónoma o de unas Cortes, en la clave enunciada en las palabras anteriores, No es rey quien posee un reino, sino quien sabe reinar, ni tampoco es Alcalde o Alcaldesa quien tiene el bastón de mando, sino quien merece y sabe serlo. Pero lo más importante, tal y como finaliza Ordine su reflexión, es destacar algo que Campanella también recogió en sus poesías filosóficas, confirmado plenamente su posición ante la vida política: “nuestro filósofo sabe que el primer enemigo a derrotar es la ignorancia triunfante («Por eso yo vengo a eliminar la ignorancia», soneto 8)”. Sobre todo, porque a los ciudadanos y ciudadanas de este país les conviene república / o rey que esté adornado con toda virtud / y probado por el sol, no por plumas en sueños. Al buen entendedor con pocas palabras basta ante tanta mediocracia e ignorancia triunfante.

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://www.coarte.net/blog-del-regalo-publicitario/novedades/como-personalizar-baston-de-mando-de-alcalde

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.

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