Antonio López continuará pintando a Sevilla, una Ítaca especial

Sevilla, 4/X/2023

El pasado lunes vino el pintor Antonio López a esta ciudad y siempre es acogido con profundo respeto y afecto, reconociendo una deuda con ella, dos pinturas inéditas e inacabadas, en formato panorámico de la ciudad, que comenzó en 2012 desde la Torre Schindler, integrada en el Pabellón de la Navegación durante la EXPO´92, que permanecen inacabadas y no a bien recaudo, como él mismo ha manifestado en su intervención en la jornada inaugural de la XXII Semana de la Arquitectura de Sevilla, en la que se presentó también la exposición ‘Arquitecturas en proceso’, en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla (COAS), donde se muestran los obras citadas, junto a una tercera que representa un paisaje de Madrid, también en proceso, inacabada, en el sentido que el autor da a esta palabra.

La sinopsis oficial de la exposición, elaborada por el Comisario de la misma, Daniel Bilbao, ofrece información sustancial sobre este evento en la ciudad: “[…] No es habitual que un artista permita que su obra se muestre públicamente sin que la haya concluido. La exposición Arquitecturas en proceso, de Antonio López, supone un hito, una oportunidad para aproximarnos a los procedimientos y planteamientos del artista, a sus dudas y aciertos, a sus acotaciones precisas y sus arrepentimientos, en definitiva, un acercamiento a sus desafíos y logros sobre el soporte pictórico. En diciembre de 2022, la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y la Real Academia Santa Isabel de Hungría invitaron al artista a participar como conferenciante en el I Ciclo de Dibujode la tradición académica a la modernidad contemporánea […] La relación de Antonio López con el entorno urbano es poliédrica, abordando diversos puntos de vista, desde la visión natural del viandante frente a perspectivas elevadas en las que nos muestra una panorámica dominadora de la ciudad. En cada una de sus obras el espectador puede percibir la desnudez del proceso creativo, la profusión de recursos plásticos y la destreza de sus pinceles. Es sobradamente conocida su dimensión del tiempo y sus dilatados procesos de ejecución, quizás más por su propio interés y disfrute del camino, de la búsqueda en sí, que por la necesidad de finalizar cada obra. De alguna forma pareciera que el pintor atendiese los consejos del poeta Kavafis en su poema Ítaca: Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / Pide que el camino sea largo, / Lleno de aventuras, lleno de experiencias… […] La luz de Sevilla le seduce, especialmente la luz del verano, por ello ha trabajado en estas obras en intervalos de mayo a octubre. En palabras del autor «En verano es como más Sevilla, porque el calor potencia lo esencial, lo que yo siento de Sevilla», explica un artista que asegura estar buscando en estas obras «la luz sobre Sevilla, «sobre ese blanco amarillento» que a Antonio López le recuerda a África». Desde que las iniciase en 2012, estas pinturas se han visto afectadas por diferentes circunstancias y factores de conservación que han ido dejando huellas sobre ellas, y que el autor integra como hallazgos, en algunos de los casos. Así, pueden observarse cotas de medición, hilos de referencia manchas rectificadas y rotos casuales que desvelan el estado procesual de estas obras; «Si vamos a mostrar los cueros los mostramos tal cual» (10), estas palabras del autor en relación a esta exposición evidencian su honestidad sin ambages, posicionamiento que nos trae a la mente la frase de Goya «El tiempo también pinta» (11), con la que el maestro aragonés desvelaba su sensibilidad al apreciar la huella que el tiempo deposita sobre las obras de arte. A partir de ahora, Antonio López trabajará las obras en su taller de Madrid, con el apoyo de estudios del natural de menor formato que realizará en Sevilla y que le permitirán seguir el proceso en su atelier madrileño”.

Lo expuesto anteriormente, girando esencialmente sobre el «proceso pictórico» en los cuadros de Antonio López, algunas veces “inacabados”, en un viaje permanente a su Ítaca particular, me recuerda las palabras que le dediqué en otra visita a esta amada ciudad en 2016, en la que abordé esta realidad inacabada en determinadas obras de su extensa producción, una clave singular que él vive sin desasosiego, que me lleva a reflexionar sobre lo inacabado que es todo lo que nos rodea. La realidad es terca cuando la situamos en el marco de la temporalidad, porque es verdad que todo fluye y nada permanece, porque cada cosa tiene su tiempo y cada tiempo su momento. En el caso de Antonio López, como su propio nombre anuncia, todo es sencillo en él, tal y como ya he hablado tantas veces de él en este cuaderno digital: su pintura realista, la escultura viva hasta la muerte, inacabadas, los dibujos en blanco y negro, gracias a su tío maestro de Tomelloso. Su forma de ver la vida a través del color del membrillo, paciente hasta la extenuación para que no se escape nada de lo rutinario, de lo cotidiano que verdaderamente es porque está ahí, pendiente de que alguien lo capte. Un trabajador del arte, que se siente ahora más libre que cuando era joven, que le ha costado mucho llegar a algo parecido a la estima por la vida y por él mismo, que el camino ha sido complicado y que ha sido doloroso hacerse a sí mismo. Una persona de alma grande, en un modo de vivir y ser muy sencillo. Como una pintura inacabada para mí, que inicié en 2005, una copia de sus lirios y hojas verdes en un patio muy particular, que no pretenden decir nada más que sus pinceles pintan la vida con un realismo mágico que no te permiten perder detalle alguno de lo que pasa, de lo que ocurre, de lo que las personas sienten. Sencillez y maestría en estado puro. En mi caso, en los lirios citados, inacabados hasta hoy, esperando que algún día, como Schubert, pueda expresar en trazos de color lo que llevo dentro de mi persona de secreto.

En este contexto, recuerdo también una anécdota preciosa que contaba con asiduidad Miguel Delibes sobre estas experiencias vitales inacabadas, en este caso sobre su busto en bronce que realizó Antonio López y le entregó en octubre de 2011, que él contó con el gracejo que siempre le acompañaba en recuerdos íntimos. Como también tardaba, estaba ávido de la última noticia sobre su busto. Encontrándose con un amigo común de Valladolid, Antonio Piedra, le sonsacó información, para que le informara de alguna forma cómo estaba en las manos de Antonio López, cuándo podría ver “su cabeza”, si se parecía, si era un trabajo importante para Antonio López, etc. y cuándo la podría ver finalizada. Ante tanta insistencia y después de varios rodeos, “Antonio Piedra, que mantenía una actitud reverencial, de respeto hacia el pintor-escultor, emitió un levísimo cloqueo y se diría, por sus ademanes y la exageración de su rostro, por la manera de abrir la boca, un poco exagerada, que iba a pronunciar un largo discurso, pero dijo simplemente:

– Estás hablando, la verdad”.

Antonio López – Facultad de Bellas Artes, Sevilla, octubre 2016 / JA COBEÑA

Si contemplan con detenimiento la fotografía anterior, que hice a Antonio López desde el balcón de la primera planta de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla en octubre de 2016, porque no quise interrumpirle en el encuentro con sus alumnos (encuentro inacabado…), se puede apreciar su persona de todos, atento, sencillo, escuchando en el peripatos aristotélico, sentado en la vida (sitz in leben) que dicen los alemanes. Seguro que fue una clase magistral, aunque conociéndole bien, estoy seguro de que la dejó inacabada para que cada uno la finalizara con su mejor forma de entender la vida. Es verdad, allí estaba Antonio López en estado puro, como hizo el pasado lunes aquí en Sevilla, en el COAS, con una sinfonía de palabras inacabadas:

– Estaba enseñando, la verdad.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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