Feria del Libro, del Libre, porque la cultura no es adorno, sino ancla

Irene Vallejo

Sevilla, 29/X/2023

Visitando ayer la Feria del Libro de Sevilla, recordé a la excelente escritora Irene Vallejo, por el contenido aleccionador del pregón que pronunció en el acto inaugural de la Feria del Libro de Zaragoza, en 2019, que transcribo en sus frases finales, porque resumen a la perfección el amor a los libros, el hechizo de la lectura y su poder transformador de la sociedad:

“Es maravilloso encontrar los libros en la calle, los lunes y los martes y los viernes al sol. Durante muchos siglos permanecieron guardados en los palacios de los ricos, en los grandes conventos, en las mansiones más suntuosas, en los pisos principales de las casas nobles. Eran emblema de lujo y privilegio. Las bibliotecas solían ser estancias en mansiones con techos pintados y escudos heráldicos. Exigían un conjunto de accesorios básicos: muebles de madera con volutas y puertas acristaladas, escaleras de mano, atriles giratorios, enormes mapamundis, mayordomos con plumero. Hoy hemos quitado los cerrojos a los libros y les hemos calzado zapatos cómodos. Los hemos traído a la plaza, donde nadie tiene negado el acceso. Esto no ha sucedido por arte de magia. Es la cosecha de años de educación y transformaciones sociales. En escuelas. En institutos. En universidades. En bibliotecas ciudadanas y rurales. Desde las Misiones Pedagógicas a los clubs de lectura. Desde las instituciones públicas a los dormitorios donde los niños cierran los ojos acunados por un cuento de buenas noches. Ha sido un gran esfuerzo colectivo.

Tres de mis abuelos fueron maestros rurales. Conocieron una época en la que no todos aprendían a leer, y mucho menos podían tener libros. Ellos, mis dos abuelos y mi abuela, se ganaron la vida humildemente enseñando las letras, las cuatro cuentas y muchos cuentos. Quiero recordar a la gente de esa generación, que vivió los años duros de guerra y posguerra, y tuvo que trasplantar sus esperanzas a la vida de sus hijos y nietos. Nos quisieron más listos, más libres, más sabios, más lectores, más viajeros, con más estudios que ellos. Nos enseñaron que la cultura no es adorno sino ancla. Se vieron obligados a podar sus ilusiones, pero regaron las nuestras. Nos animaron a crecer, a leer y a levantar el vuelo.

Somos su sueño.

Por eso, por ellos, por nosotros, por el futuro, bienvenidos todos, bienllegadas todas, a la feria de las dobles y las triples vidas. A la feria de los libros y de los libres”.

En otra parte del pregón, comprendí bien el significado del lema de este año en esta Feria de Sevilla, El hechizo de la lectura, a través del cartel que contemplé, una y mil veces, a lo largo de mi recorrido por las diferentes casetas, porque Irene Vallejo descubrió, siendo niña, que leer era un hechizo:

Fui una niña a la que contaban cuentos antes de dormir. Mi madre o mi padre me leían todas las noches, sentado el uno o la otra en la orilla de mi cama. El lugar, la hora, los gestos y los silencios eran siempre los mismos: nuestra íntima liturgia. Aquel tiempo de lectura me parecía un paraíso pequeño y provisional –después he aprendido que todos los paraísos son así, humildes y transitorios.

Y yo me preguntaba ¿cómo caben tantas aventuras, tantos países, tantos amores, miedos y misterios en un fajo de páginas claras manchadas con rayas negras, con patas de araña, con hileras de hormigas? Leer era un hechizo, sí, hacer hablar a esos extraños insectos negros de los libros, que entonces me parecían enormes hormigueros de papel. Después aprendí yo misma la magia de leer patas de araña. Qué maravilla entonces acompañar a mis padres a las librerías y elegir mis propios libros: flores de papel, cordilleras plegables, letras minúsculas, mares mayúsculos, planetas portátiles. No había ya vuelta atrás. Desde entonces tengo que zambullirme a diario en el océano de las palabras, vagar por los anchos campos de la mente, escalar las montañas de la imaginación”.

Lo expuesto anteriormente lo sentí ayer, en su fondo y forma en mi persona de secreto, porque es verdad que la Feria del Libro, también lo es para las personas Libres, las que piensan que la cultura no es un sueño imposible, un adorno inocente, a veces inútil, sino un ancla o un noray cuando arrecia la tempestad de la cara menos amable de la vida. Sobre todo y como aprendí en un libro sobre las preguntas de Pablo Neruda, porque en estos tiempos tan revueltos, es verdad también que la esperanza en un presente y futuro mejor, para todos, hay que regarla todos los días con el rocío de la lectura. Y no olvido que este mensaje aleccionador lo descubrí, un día ya lejano, en un libro.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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