Las chicas del coro ArteSí

También de dolor se canta llorona, cuando llorar ya no se puede…

Sevilla, 29/XI/2025 – 09:47 h (CET+1)

En medio del fango político en el que nos movemos últimamente, saltan a los medios de comunicación noticias que calientan el alma humana. También, como decía Berthold Auerbach, porque una vez más la música lava el alma del polvo de la vida cotidiana (Music washes away from the soul the dust of everyday life). Me refiero en esta ocasión a un hecho asombroso que ha ocurrido en Madrid, que resumo a continuación.

Una Asociación, Olvidados, creó un proyecto socioeducativo, en julio de 2017, ArteSÍ, “dirigido a 36 niños  y adolescentes en riesgo de exclusión, que “hace uso del arte como herramienta de transformación social y personal, lo que ayuda a su integración”, según lo presentan en su página web oficial. Además, “tiene como objetivo principal potenciar el desarrollo y capacidades de cada niño a través de la experiencia artística, centrándonos principalmente en el trabajo con la música, el movimiento y el teatro desde la perspectiva de la intervención psicosocial”.

Ha sido en este proyecto en el que ha ocurrido algo prodigioso, como lo contaba ayer la noticia del diario El País, Alicia nunca pudo hablar en sus seis años de vida hasta que entró en un coro: “No voy a callar nunca”: “Nadie la había escuchado pronunciar una palabra en los seis años que tiene de vida. Llamémosla Alicia. Solo se comunicaba con su familia a través de tímidos ruidos porque sufre un trastorno del lenguaje. Durante varios meses había trabajado con los servicios de atención psicológica de la asociación Olvidados, pero la terapia no logró que superase la barrera a la que se enfrentaba. La habían incorporado desde enero de 2025 a un coro musical, ArteSí se llama, en el que trabajó junto a niños y niñas de cinco a 15 años, donde gesticulaba aunque no saliera de su boca una sílaba. Simulaba cantar, parecía vocalizar, pero nadie escuchaba su voz. Esa voz”.

Y ocurrió la sorpresa maravillosa cuando llegó un día especial: “Fue en mayo. El coro había organizado un concierto abierto al público en el que las nueve alumnas que entonces componían la agrupación podían demostrar todo lo que habían aprendido durante el curso. La encargada del coro, la violinista y profesora de Primaria Melissa Castillo, dio una frase a cada niña para que hiciera un solo y le preguntó también a Alicia si quería hacerlo, y ella asintió con la cabeza. “Al decirme que sí, yo confié ciegamente en ella”. La maestra nunca la había escuchado cantar en los ensayos, pero no perdió la esperanza. Le dio su frase. Llegado el momento, tal y como habían acordado, una compañera le pasó el micrófono a Alicia. Y todos escucharon su voz. Cantó “también de dolor se canta llorona, cuando llorar ya no se puede”.

Lean el artículo completo y entren en la página web oficial de la Asociación, para conocer la gran obra que desarrollan en la actualidad: “sabemos que el trabajo artístico contribuye a crear comunidad y a mejorar la cohesión social, además de ser un catalizador y desarrollador de la creatividad. Es una vía excepcional para que los niños que afrontan una situación de vulnerabilidad y exclusión puedan superar las barreras y dificultades a las que se enfrentan, posibilitando también que puedan continuar su desarrollo, transformar su situación e incidir en su entorno y en la sociedad. Todos los alumnos asisten dos días por semana a sesiones de unas 3 horas en las que se incluye un tiempo de apoyo escolar (deberes y estudio), además de las actividades artísticas y psicosociales. Todas estas actividades se distribuyen por franjas de edad para adecuarse mejor a sus periodos de desarrollo. Se mantiene estrecho contacto con las familias y el personal docente de los centros donde se encuentran escolarizados los niños. El proyecto lo llevan a cabo profesionales de la música, el teatro y la enseñanza”.

Espero que la lectura de esta experiencia le haya calentado y “lavado del polvo cotidiano” su alma humana. Es un privilegio, en este tiempo tan convulso, que nos reconforta para seguir luchando por un mundo mejor, porque experiencias como las de la pequeña Alicia demuestran que otro mundo es posible.

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy del diario El País

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