
Acuarela de Antoine de Saint-Exupéry, en El Principito, 1943, capítulo XXVII
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Todos los mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria: A LEON WERTH CUANDO ERA NIÑO
Antoine de Saint-Exupéry, en la dedicatoria de El Principito (1943)
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A mis nietos Adrián y Alejandro, para que siempre conserven la amistad del principito.
Sevilla, 28/XII/2025 – 08:33 h UTC (CET+1)
Hoy es el día de los Santos Inocentes según el calendario católico, apostólico y romano que, desde una perspectiva laica, lo asocio siempre con la muerte de miles de niños y niñas en el mundo, víctimas de hambruna, guerras, exilios involuntarios y tráfico criminal organizado. Gaza, Ucrania, Sudán, Myanmar, son algunos ejemplos del mundo al revés tan poco atendidos por el mal llamado Primer Mundo de los poderosos, tutelado ahora por el emperador Trump, con su traje nuevo…, pero desnudo para las personas dignas, recordando el cuento de Andersen.
Leyendo El Principito, creo que el protagonista puede ser un buen ejemplo de un “niño hombrecito“, inocente, según el aviador-narrador, que Antoine de Saint-Exupéry nos dejó retratado para la posteridad humana, en una novela corta para algunos, un cuento para muchos, con enseñanzas de valores eternos. Uno de ellos, la santa inocencia de la verdad verdadera, de la amistad.
Me enfrento hoy a la lectura del último capítulo, que forma parte de esta serie que anuncié el pasado 14 de diciembre. Lo prometido siempre es deuda y hoy cumplo mi compromiso, recordando por qué lo hago, por dos razones de peso: un pequeño homenaje al autor de este relato precioso, porque este año los derechos de autor de El Principito han pasado a ser de dominio público en este país, algo que me parece maravilloso al obtener la categoría de bien común de la humanidad, pasando de la salvaguarda de los derechos de autor legalmente establecida a unos imaginarios derechos permanentes y universales de lectores y lectoras de la misma, así como de las posibles interpretaciones y publicaciones que se puedan hacer sobre ella. La segunda razón, ha sido que he escrito esta serie sabiendo que Antoine de Saint-Exupéry escribió esta joya literaria atendiendo a una petición de sus editores estadounidenses que habían visto sus dibujos y le pidieron que escribiese un cuento de Navidad partiendo de ellos, desarrollándola ahora a través de 10 artículos, con mi interpretación del relato, actualizado en un contexto histórico especial como es la navidad en este año tan complejo que ya termina.

Acuarela de Antoine de Saint-Exupéry, en El Principito, 1943, capítulo XXVII
El capítulo XXVII culmina esta obra maestra de la literatura infantil y, sobre todo, de adultos que no olvidamos que alguna vez fuimos niños. Han pasado seis años desde que comenzó ese maravilloso encuentro y el aviador recuerda lo sucedido en el desierto: “Ahora me he consolado un poco. Es decir…, no del todo. Pero sé que verdaderamente [el hombrecito príncipe] volvió a su planeta, pues, al nacer el día, no encontré su cuerpo. Y no era un cuerpo tan pesado… Y por la noche me gusta oír las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles…”, tal y como él me lo había anunciado en los últimos momentos de su vida. Pienso qué hará en su pequeño mundo, que existir existe: “Es un gran misterio. Para vosotros, que también amáis al principito, como para mí, nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, sí o no, a una rosa… —Mirad al cielo. Preguntad: ¿el cordero, sí o no, se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia…¡Y ninguna persona grande comprenderá jamás que tenga tanta importancia!”.

Dejo hablar al aviador para que me cuente su visión final de una experiencia personal tan difícil de contar:
“Éste es, para mí, el más bello y más triste paisaje del mundo.Es el mismo paisaje de la página precedente, pero lo he dibujado una vez más para mostrároslo bien. Aquí fue donde el principito apareció en la Tierra, y luego desapareció. Mirad atentamente este paisaje a fin de estar seguros de que habréis de reconocerlo, si viajáis un día por el África, en el desierto. Y si llegáis a pasar por allí, os suplico: no os apresuréis; esperad un momento, exactamente debajo de la estrella. Si entonces un niño llega hacia vosotros, si ríe, si tiene cabellos de oro, si no responde cuando se le interroga, adivinaréis quién es. ¡Sed amables entonces! No me dejéis tan triste. Escribidme en seguida, decidme que el principito ha vuelto…”.
Puedo asegurar que, en mi caso, ha vuelto…

Acuarela de Antoine de Saint-Exupéry, en El Principito, 1943, capítulo II
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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, LÍBANO, SIRIA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
¡Paz y Libertad!

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