El orgullo de ser singulares, diferentes

Sevilla, 30/VI/2023

En la octava de esta celebración, que comenzó oficialmente el miércoles pasado, el Día Internacional del Orgullo Gay, muy atento como estoy a los ataques frontales de estos días a este tipo de manifestaciones del colectivo LGTBI por parte de la ultraderecha ultramontana de este país, como aviso para navegantes, deseo recuperar hoy lo que concibo personalmente como el imprescindible salto a la palestra del elogio a la singularidad, porque me pregunto muchas veces quienes somos los humanos para juzgar a los demás sin respeto alguno a los que «se separan», dicen algunos, de los patrones sexuales y sociales al uso, por ejemplo.

Estamos habituados a circunscribirnos a los patrones de normalidad, que los definen no se sabe bien quién o quienes, que nos llevan a cumplir con una lista convencional para el mercado de estar en el mundo, más que ser en él: una condición sexual tipo, tener trabajo, casa, pareja, vida social, aficiones, vida familiar y ser feliz. Se trata de ir tachando todos los ítems que engloban el estándar de la normalidad y que cuando se cumplen permite la integración de una persona en la sociedad. Si falla alguno, la sociedad te expulsa con una facilidad clamorosa. Peor aún, no te admite.

Creo que más que normalidad, habría que hablar de singularidad. Cuando pretendemos ajustarnos a patrones, la experiencia suele ser nefasta, porque dejamos a un lado la inteligencia, como primer distintivo humano que nos hace ser personas y de identidad intransferible y porque no existen dos iguales, por mucho que se empeñe la sociedad de mercado en pasarnos a todos por la máquina de conversión en personas-patrón-para-triunfar-en-el-mundo, empaquetándonos como producto expuesto para que lo compre el mejor postor en todos los ámbitos posibles. Pura mercancía.

Además, con una uniformidad insoportable, porque el patrón de la normalidad pasa por ser una persona con una sexualidad tipo, «normal», tener trabajo, casa, pareja, vida social, aficiones, vida de familia y felicidad, según el estándar de la sociedad en la que nace, se crece y se multiplica cada ser humano si puede. Tener, pero no ser. Ahí está la diferencia, en la singularidad que sólo se comprende con la razón del corazón y aquella que nos permite ser felices, la razón de la razón, porque el principal objetivo de la inteligencia es su misión posible de resolver problemas. En la celebración del Día Internacional del Orgullo Gay, debemos defender a ultranza la singularidad del mundo LGTBI y manifestaciones sexuales asociadas que trascienden a unas siglas, pero que son necesarias hoy para dar visibilidad a esta realidad singular, tal como ya definía el lema singularidad el Diccionario de Autoridades en 1739, con la riqueza de nuestra forma de hablar hasta hoy: servir con el talento, no imitar otros, sino beneficiar el que ya dio el Cielo, o lo que recibimos de nuestros padres en la preciosa evolución de nuestra propia vida.

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de https://www.20minutos.es/noticia/5140795/0/cuando-se-celebra-dia-orgullo-gay-2023/

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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