Mañana, debe comenzar la contraescuela de la España al revés

El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos.

Eduardo Galeano, en Patas arriba. La escuela del mundo al revés.

Sevilla, 16/VIII/2023

Estamos en pleno agosto y mañana es un día muy importante para este país porque inician su andadura las Cortes Generales, el Congreso de los Diputados y el Senado. Sé que vivimos en la generación de “a mí que no me llamen” o su derivada más existencial, “yo no soy político o política”, aunque no haya nada más evidente que mañana, por ejemplo, nos jugamos el presente y futuro inmediato de este país, de la España al derecho, que no al revés, con ideologías a aplicar detrás que no son inocentes ni, afortunadamente, iguales.

En este sentido, he escrito en numerosas ocasiones sobre la realidad del mundo al revés y, por extensión, de la España al revés, después de las elecciones del pasado 28 de mayo, que también existe para desesperación de las personas dignas de este país que son millones. Por tanto y una vez más, recurro a mi manual didáctico para comprender este mundo al revés y cómo combatirlo, a través de la nueva lectura pausada de determinados capítulos de una obra esencial, yo diría que canónica, sobre esta realidad inexorable. Me refiero a Patas arriba. La escuela del mundo al revés (1), de Eduardo Galeano, donde hoy me he detenido, con especial atención, en los primeros capítulos de su programa de estudios, el dedicado concretamente a “educar con el ejemplo”, que lo necesitamos más que nunca al inicio del curso político en pleno ferragosto, caso inédito, cuando dice lo siguiente: “Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia. ¿Será esta libertad, la libertad de elegir entre esas desdichas amenazadas, nuestra única libertad posible? El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así practica el crimen, y así lo recomienda. En su escuela, escuela del crimen son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación. Pero está visto que no hay desgracia sin gracia, ni cara que no tenga su contracara, ni desaliento que no busque su aliento. Ni tampoco hay escuela que no encuentre su contraescuela”.

Estoy en esta última reflexión, la búsqueda de la contraescuela, algo que he pretendido vivir en directo para aprender de ella, cuestión que desarrollé en una escuela del mundo al revés imaginaria en los años 2021 y 2022, como se puede comprobar en este cuaderno de apuntes digitales, donde trabajamos también en una clase imaginaria de contraescuela con la cita anterior de Galeano: “Es la que busco hoy habiéndome matriculado en este II Curso, a modo de contraescuela, que espero me ayude a seguir soñando que otro mundo al derecho es posible. Me quedo ahora con una frase preciosa de Galeano en mis primeros apuntes en este cuaderno de inteligencia digital para buscar islas desconocidas, en una singladura diaria para comprender qué significa un posible mundo al derecho: “Lo mejor que el mundo [al derecho] tiene está en los muchos mundos que el mundo [al derecho] contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar, que hemos ido descubriendo a lo largo de miles y miles de años”. Respetarlo todo es nuestra gran tarea de aprendizaje actual para vivir y construir diariamente un mundo al derecho, en el que cabemos todos, sin excepción alguna, por mucho que los diseñadores diarios del mundo al revés se empeñen en evitarlo.

En aquella ocasión abordaba un buen ejemplo para abordar la realidad de la contraescuela al derecho por lo que estaba ocurriendo en nuestro país, situación de hace tan sólo un año,  los resultados definitivos, publicados por el INE, de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV). Año 2021, sobre la que había que destacar que el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social (nueva definición) en España había aumentado el 27,8%, desde el 27,0% de 2020 y que el 8,3% de la población se encontraba en situación de carencia material y social severa, frente al 8,5% del año anterior, pero que podemos abordar hoy con el mismo enfoque: “Ahí están los datos anteriormente expuestos, desnudos, junto a la gran pregunta que nos compromete a todos, qué hacer en una contraescuela del mundo al revés en nuestro país. Personalmente, lo tengo claro: compartir con datos, que sólo con un gobierno pre-ocupado (así, con guion) por la desigualdad actual económica, laboral y social en la población, no cualquier gobierno, porque todos no son iguales, que dicte leyes con urgencia para solucionar esta situación transformando la sociedad española, podremos avanzar en derechos y libertades que mejoren las condiciones de vida […] que afectan a millones de ciudadanos en este país, los más desfavorecidos, los pobres severos, los nadies. Hay que decirlo alto y claro y escribirlo con negrita, como acabo de hacer. Lo decía también hace dos años en este cuaderno digital con motivo de la aprobación del Ingreso Mínimo Vital (IMV): “ […] viene a dar respuesta constitucional a derechos fundamentales en términos de equidad en el acceso a un ingreso económico para determinadas personas y familias que permitirá atender la pobreza estructural del país como itinerario de reconocimiento del conjunto de derechos y deberes constitucionales que ayuden a la población a salir de esta situación con un trabajo digno y bien remunerado: “El Ingreso Mínimo Vital es toda una política social que se engarza alrededor de una prestación, de forma que, más allá de la ayuda monetaria incluye estrategias de inclusión, en coordinación con las comunidades autónomas y los ayuntamientos, que permitan a las personas en vulnerabilidad transitar a una situación mejor. Los beneficiarios contarán con incentivos a la contratación y también se creará un “Sello Social” para las empresas que les ofrezcan formación y empleo”. La palabra “itinerario” me parece excelente porque este reconocimiento es un kilómetro cero para ayudar a salir de la situación de pobreza y no para instalarse en ella en régimen permanente de subsidio. Ese es su gran reto […] porque el ingreso mínimo vital es, fundamentalmente, un ingreso para permitir, a toda la población española, alcanzar la entrada en el itinerario de la dignidad constitucional expresada en sus derechos fundamentales y, concretamente en el recogido en el artículo 35 de la Carta Magna: 1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.

En la contraescuela imaginaria de este país, pero que puede ser real, queda claro que el mundo al revés, es decir, la España al revés, no es inocente y debemos denunciarlo para construir uno nuevo, porque nuestra fuerza es la esperanza ante el inicio de una nueva legislatura desde un Gobierno progresista, de izquierdas, que debe regarse todos los días con rocío, el del conocimiento y la libertad, como respuesta firme a lo que fue en su momento una pregunta inquietante de Neruda: ¿Es verdad que las esperanzas deben regarse con rocío?. De ahí la importancia de la jornada constitucional a celebrarse mañana en el Congreso de los Diputados y en el Senado de este país.

(1) Galeano, Eduardo, Patas arriba. La escuela del mundo al revés, Madrid: Siglo XXI de España Editores, 1998, p. 8.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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