En España se habla poco de política

Sevilla, 23/IX/2023

Como decía recientemente en este cuaderno digital, en tiempos de mediocracia absoluta, donde la indiferencia se mezcla de forma explosiva con la mediocridad galopante de determinada clase política ultraderechista o de derecha extrema, junto a la ciudadanía que pregona a los cuatro vientos que “no es política”, por tanto, que no hablan de ello, que “no los llamen para nada”, ni siquiera para votar (más de doce millones de electores no votaron en las últimas elecciones generales de julio en nuestro país), conviene conocer bien la posición de Gramsci ante tanta indiferencia política: “Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas”.

En este contexto, la Fundación de Cajas de Ahorro, FUNCAS, acaba de publicar un informe, Focus on Spanish Society, en el que aborda asuntos de especial relevancia para nuestro país en su interrelación con Europa. Yo diría que con el mundo extenso también. En la primera sección, se hace un análisis de la carencia material severa en nuestro país, en el que se informa que “una de cada 12 personas en España (8,1%) sufría en 2022 carencia material severa, más del doble que antes de la crisis financiera (2007: 3,5%) e incluso un punto por encima de la cifra de 2014 (7,1%), la más alta registrada hasta ese momento desde que el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó a realizar la Encuesta de Condiciones de Vida en 2004. Por tanto, […] todas las ganancias de este indicador entre 2014 y 2019, quinquenio en el que la carencia material severa se redujo del 7,1% al 4,7%, se «perdieron» en 2020 (7%). A pesar del crecimiento del PIB y del empleo, la carencia material severa ha seguido aumentando entre 2020 y 2022, situándose por encima de los niveles prepandémicos”. La consulta del informe es obligada para constatar la realidad de la pobreza severa en nuestro país, que tantas veces he analizado en este cuaderno digital y que, una vez más, se demuestra con datos alarmantes. ¿Sigue este país indiferente sobre esta cruda realidad?

Si importante es lo manifestado anteriormente, cuestión de la que seguiré publicando datos para alertar sobre una situación lacerante en nuestro país, me ha llamado poderosamente la atención el apartado 2 de la sección primera del informe, dedicado a una realidad muy preocupante: en España se habla cada vez menos de política y lideramos esta realidad en Europa. Esta situación se detalla en su blog, con un título muy sugerente: Ni hablar de política: “Según el último Eurobarómetro estándar (julio de 2023), más del 40% de españoles adultos reconocen que nunca hablan con familiares o amigos sobre temas de política nacional. Este comportamiento tan extendido puede deberse, bien a que a los interpelados no les interesan esos temas,  bien a que los eluden para evitar discusiones. En todo caso, el dato revela una debilidad del debate público español y sugiere la existencia de una amplia desafección política por indiferencia o por temor a discusiones. De hecho, España es el país de la Unión Europea en el que la proporción de personas que no discuten nunca sobre temas políticos (43%) es mayor, seguido de Francia (35%), Irlanda (33%) y Portugal (32%). En el otro extremo se encuentran Alemania, Países Bajos y Suecia, donde los porcentajes de personas que hablan frecuentemente sobre política nacional con gente cercana superan a los de quienes nunca lo hacen. Por el contrario, en España las personas que nunca hablan de política con familiares y amigos casi triplican a las que lo hacen frecuentemente (gráfico 1)”.

Fuente: FUNCAS – Ni hablar de política

También se hace una incursión en el análisis de esta realidad desde la perspectiva de género: “En general, abstenerse de conversar sobre política es más frecuente entre las mujeres que entre los hombres. En España, aproximadamente una de cada dos mujeres adultas admite no hablar nunca con familiares o amigos sobre temas políticos, una proporción que duplica a la italiana y quintuplica a la alemana (gráfico 2). La educación formal también adquiere particular importancia en esta cuestión: cuanto menor es el nivel educativo, mayor es el porcentaje de personas que permanecen ajenas a las conversaciones sobre política. Seis de cada diez personas con menor nivel educativo reconocen no conversar acerca de asuntos políticos nacionales con personas cercanas. El patrón de desigualdad que evidencia este indicador es muy notable (gráfico 3)”.

Fuente: FUNCAS – Ni hablar de política 

Fuente: FUNCAS – Ni hablar de política

Por último, “La estrecha relación entre educación y frecuencia de las conversaciones políticas haría esperar que la proporción de personas que no hablan sobre política tendiera a disminuir a medida que aumenta el nivel educativo de la población. Sin embargo, los datos no respaldan esta expectativa. Los Eurobarómetros publicados desde 2010, además de mostrar que la proporción de personas que no hablan de política en España se ha mantenido invariablemente por encima de la media de la UE durante este periodo, indican desde 2020 una tendencia al alza (gráfico 4)”.

Fuente: FUNCAS – Ni hablar de política

Es muy interesante constatar que desde hace más de doce años, esta realidad ha cambiado en el tiempo, aunque hemos vuelto a las cifras de 2011. Puede parecer innecesario para muchas mentes conformistas, pero sería necesario entrar en profundidades para conocer cuales son las razones de fondo para abordar una respuesta urgente. Este país necesita que hablemos de política todos los días, porque es la quintaesencia de la democracia y porque estamos cayendo en una desafección, conformismo, indiferencia y polarización política alarmantes. Vivimos unos momentos que exigen mucho rigor en la toma de decisiones que facilita la democracia y no todos los programas políticos son iguales, ni los políticos que los ejecutan tampoco. Ser de derechas, centro o izquierda, de sus extremos, también del arriba o abajo actual, en este país, parece que imprime carácter hasta que la muerte te separe y está mal visto socialmente que haya alternancia en la pertenencia a un determinado partido o a otro. Peor todavía, si se habla de ello, porque una gran mayoría de personas dicen a boca llena “no ser políticos o políticas”.

Es verdad que aparentemente parece una gran contradicción estar defendiendo un día los valores de la socialdemocracia más exigente y al otro los del liberalismo más feroz. Normalmente pasa porque las ideologías son un flanco muy débil en nuestro país dado que los partidos no han estado muy finos a la hora de aceptar militantes en sus filas y la formación en la «creencia» en sus idearios brilla muchas veces por su ausencia. Esta es una realidad que hay que aceptar pero lo que no es normal es que haya unos desplazamientos de pertenencia a partidos o de votos, tan agresivos, como a los que estamos asistiendo en la actualidad. El llamado voto de castigo existe, pero deja detrás una gran incógnita: ¿se conocían bien las ideologías y los programas de los partidos a los que se han votado con anterioridad?, ¿se puede cambiar tan fácilmente de chaqueta por los errores de determinados miembros de un partido?, ¿se conocía bien el ideario de un programa, más allá de acciones concretas de algunos representantes eximios del mismo? ¿Por qué no se habla de ello en la familia, en el barrio, en las escuelas, en la Universidad, en el trabajo, en el ocio y negocio de todos los días? Lo que ocurra en este país es asunto de todos y debemos hablar de ello. El escritor Emilio Lledó (1) nos ha recordado muchas veces que la palabra es un medio político inalienable para construir nuestras casas, nuestras ciudades, nuestras amistades, nuestras familias, nuestro trabajo, nuestra ideología, tal y como nos lo recuerda siempre Aristóteles en un texto muy querido para este autor: “Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y eso es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad” (2). En definitiva, la auténtica política, porque al igual que afirma de forma rotunda Emilio Lledó en su obra Sobre la educaciónme preocupa la corrupción mental de determinados representantes políticos, de algunos partidos globalmente o lo que es lo mismo, que un ignorante con poder determine nuestra vida, ante la que hay que vacunarse urgentemente.

Obviamente, en estos tiempos difíciles hay que tomar partido y se debe hablar de ello, como decía Gramsci: “Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la conciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes”.

(1) Lledó, Emilio, Sobre la educación. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, p. 127, 2018.

(2) Aristóteles, Política. Madrid: Biblioteca Básica Gredos, 1253 a., 2000.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!