María Pagés, ´Sheherezade´, volvió a Sevilla

María Pagés, De Sheherezade

La reflexión cívica de María Pagés aspira a confrontar el mito del Flamenco con la realidad para hacer de la danza un vehículo hospitalario, generoso y comprometido con su entorno.

Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid)

Sevilla, 8/X/2023

Anoche entré en el alma escénica de la bailaora y coreógrafa María Pagés, de quien ya había escrito unas palabras de homenaje personal el año pasado, al haber recibido junto a la cantaora Carmen Linares, el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022. En el acta del jurado se dijo textualmente que “La obra de Carmen Linares y María Pagés es parte de la genealogía del flamenco contemporáneo. Ambas, en sus disciplinas, han ensanchado el cante y el baile desde el respeto por la tradición, apostando por ampliar sus cauces expresivos, impulsando así el carácter universal de un extraordinario patrimonio cultural, popular y sensorial. Con voluntad de permanente exploración, su trabajo dota al flamenco de nuevas herramientas a la vez que amplifica el lenguaje de una manifestación cultural que vive un momento de esplendor y búsqueda de nuevos horizontes. Ambas creadoras despliegan en su trayectoria experiencias que reivindican el flamenco como uno de los géneros musicales más sugerentes de nuestro tiempo y un acontecimiento artístico perenne y único”. También se añade por parte de la Fundación, en la presentación de sus trayectorias artísticas, que “convertidas en dos de las figuras más importantes del flamenco de las últimas décadas, en Carmen Linares y María Pagés converge el espíritu de varias generaciones que, desde el respeto por la tradición y la hondura de las raíces del flamenco, han sabido modernizar y adaptar su esencia al mundo contemporáneo, elevándolo, aún más si cabe, a la categoría de arte universal. Con su labor, ambas han abierto caminos de repercusión no solo artística sino también social y se han convertido en ejemplo de trabajo, talento y dedicación para futuras generaciones”.

Conociendo este contexto artístico y la luz andaluza que llevaba dentro, acudí anoche a su cita con el último espectáculo montado por ella y su compañía, De Sheherezade, que cautivó a los asistentes a juzgar por el reconocimiento que se le hizo a través de los aplausos durante la representación, brillante y espectacular con múltiples mensajes para quienes como auténticos escuchaores (que diría Antonio Mairena) o veedores, quisieran escucharlos y verlos. Las diferentes fases de la luna en el telón de fondo simbolizaban las diferentes representaciones de mujeres que quisieron mostrar al mundo con el espectáculo escénico, porque en muchos casos, diría mejor latitudes, la luna llena de cada mujer, se convierte en menguante con demasiada frecuencia. Al buen entendedor, con pocas palabras o lunas basta.

En la sinopsis oficial de la obra se puede comprender bien el contenido del mensaje que lleva dentro: “De Sheherezade relata en doce coreografías una aventura que sugiere algunos hilos que tejen la poliédrica esencia femenina. El espectáculo es una narración poderosa construida con solos y coreografías corales, perfectamente hiladas. Su personaje aúna la singularidad individual de cada intérprete y la fuerza arrolladora del grupo. Esta mujer, que es todas las mujeres, recorre el relato y comparte con el público sus conocimientos, contradicciones, amores, desamores, fuerzas, fragilidades, inseguridades, insatisfacciones, soledades. Comunica con alma abierta en canal su relación con el cuerpo, el deseo, la maternidad y la igualdad aún no alcanzada, … Las coreografías recogen una diversidad femenina que se apodera de la acción para conquistar el escenario real y simbólicamente. Son 13 mujeres que asaltan el escenario, que es el escenario de la vida. Son todas mujeres que poseen una fuerte singularidad. Mujeres que piensan en clave coréutica y musical la pluralidad del género que representan, más allá de las diferencias, ya sean físicas, étnicas, religiosas, culturales o estéticas. De Sheherezade, explora el reportorio musical popular y clásico, haciendo una especial indagación en la música marroquí. Trabaja con las partituras, reinterpreta y adapta fragmentos clásicos en clave flamenca. Pero fundamentalmente, crea músicas originales que compone Rubén Levaniegos, junto a Sergio Ménem y David Moñiz, dirigidos por María Pagés, a partir del relato dramatúrgico y las letras creadas para la obra. La música, por consiguiente, recorre el diálogo libre y hospitalario entre la música clásica, popular y flamenca, interpretada por un cuarteto de cuerda y percusión, acompañados por una voz árabe y dos voces flamencas”.

Extraordinaria representación por obra y gracia de María Pagés y de cada miembro de su compañía, con una dramaturgia y letras a cargo de El Arbi El Harti, su compañero de vida. Confirma una idea preciosa que figura en el portal del Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid): Si hay algo que pueda definir la singularidad poliédrica de María Pagés es su arraigado sentido ético de la cultura. Debemos ser escuchaores y veedores de María Pagés en su baile mágico, para que con sus significantes y significados a través de la cultura, de sus quejíos, como los de esta obra, sigamos muy pendientes de Andalucía, sobre todo de la exclusión de los más débiles y la pobreza infantil en nuestra tierra que tiene, a través de la cultura, una oportunidad de constituirse siempre en alborada de la democracia en Andalucía, no en su ocaso. También, sé que mi deber como andaluz es convertirme en escuchaor de lo que Andalucía canta a través de su dolor, de su quejío, que también se expresa en el baile elegante que nos brinda siempre María Pagés, como veedores privilegiados de un arte que perdura a lo largo de los siglos.

NOTA: la imagen se ha recuperado del Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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