
Vivir siempre así. Que nada, ni el alba, ni la playa, ni la soledad fuesen tránsito para otra hora, otro sitio, otro ser. ¿La muerte? No. La vida todavía, con un más acá y un más allá, pero sin remordimientos ni afanes. Y entre antes y luego, como entre sus dos valvas la perla, este momento irisado y perfecto. Ahora.
Luis Cernuda, en Alborada en el Golfo
Sevilla, 5/V/2022
Estoy conturbado y consternado ante el ocaso de la democracia que percibo en nuestro país. No hay que ser Einstein para darnos cuenta de que algo está pasando en relación con la democracia en este país al revés, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies, que diría Eduardo Galeano. Por esta imperiosa razón categórica busco palabras que, respecto de otra, expresen una idea opuesta o contraria, antónimos de la palabra “ocaso”, para construir a partir de hoy y hasta el día de la elecciones en Andalucía, el domingo 19 de junio, palabras que contrarresten la palabra “ocaso”, que desde el Diccionario de Autoridades, que tanto aprecio, se conoce bien con una acepción alejada de la astronómica, al ocultarse o ponerse el sol: “se toma muchas veces por la muerte”.
Quiero comenzar esta serie con un antónimo, la palabra “alborada”, porque es preciosa en su origen y llevada al terreno de la democracia todavía más. En vez de decir “el ocaso de la democracia”, prefiero decir hoy “la alborada de la democracia”, entendida esta palabra en su significante actual como “período que transcurre desde que empieza a aparecer en el horizonte la luz del día hasta que sale el Sol, composición poética o musical que expresa sentimientos relacionados con la llegada del día y el repique de campanas o música que se toca al amanecer”. El Diccionario de Autoridades lo resumió en 1726 en una frase preciosa: “Aquel tiempo en el que empieza a amanecer o a descubrirse la primera luz del día”. Todas ellas son acepciones llenas de júbilo y esperanza hacia algo nuevo que acontece a diario, frente al ocaso que la naturaleza nos enseña también día a día.
Ante el ocaso de la democracia que he descrito recientemente en este cuaderno digital, deseo rescatar hoy este antónimo, alborada, que dignifica la democracia, siempre que respetemos su sentido primigenio, es decir, una realidad social que se construye cada día al igual que “empieza a amanecer o a descubrirse la primera luz de cada día”. En este sentido, estoy convencido de que la democracia hay que cuidarla cada día y con tres pilares de cuidados básicos que he reiterado en muchas ocasiones en este cuaderno digital: el primero, participar en procesos electorales y ser consecuentes con lo que cada uno vota, sabiendo que las ideologías no son inocentes y que todos los partidos no son lo mismo. De ahí la necesidad de recurrir a una información veraz y objetiva de los programas y del conocimiento de los líderes que los representan, con objeto de que cada persona pueda emitir juicios bien informados, no sólo en el momento de introducir el voto en la urna, sino también en la convivencia diaria, huyendo de silencios cómplices, en una permanente alborada democrática. El segundo pilar se centra en ejercer la responsabilidad activa de ciudadanía, porque ser responsable es la conjunción de conocimiento y libertad. Conocimiento, porque la inteligencia es el bien más preciado para vivir dignamente, entendida como la capacidad de resolver problemas en libertad de conciencia y acto del día a día, considerando siempre que es lo más bello que tiene el ser humano. Libertad, porque es lo más preciado de lo que dispone el ser humano cada día en la tarea diaria de entrar en ella. Finalmente, el tercer pilar nos obliga a pensar en el día después de las elecciones, porque detrás del voto debe haber siempre un compromiso activo con el voto fiado a terceros que probablemente ni conozco, a través de un papel alargado como la sombra ética y decente que lo protege. Es decir, tengo que mantener activo el compromiso diario de mi opción a través de la participación activa, como ciudadano o ciudadana que vive en un ámbito local concreto, en la consecución de aquellos objetivos que me han llevado a elegir una determinada opción política volcada en un programa, que nunca se debe entender como flor de un día. El éxito político de la democracia, como el campo, es para quien la trabaja y no hay que olvidar que cuando la política se entiende así podemos ser protagonistas de la misma en mi casa, mi barrio, mi trabajo, mi ciudad, mi país o, simplemente, entre mis amigos o familia del alma. En definitiva, lo que planteo es una alborada democrática, vigilante y continua.
El ocaso de la democracia que estamos viviendo cada día que pasa en nuestro país, no resbala por mi piel, sino que está modificando mi vida actual para animarme a luchar por compartir la alborada que la democracia lleva dentro. Para mí es una acaricia que recibo todos los días, lo que me lleva a hacer hoy una exaltación de su impacto en beneficio del interés general, el de todos sin dejar a nadie atrás. De acuerdo con Cernuda, la alborada hay que entenderla como “la vida todavía, con un más acá y un más allá, pero sin remordimientos ni afanes”. Una alborada democrática, vigilante y continua. Ahora.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de persona jubilada.
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