En memoria de Antoni Benaiges Nogués, un maestro imprescindible

El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo: ¡la gente va allí a bañarse! Yo no he visto nunca el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos. Yo digo que no voy a ir porque tengo miedo de que me voy a ahogar.

Lucía Carranza, una alumna de la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba (Burgos), en el cuaderno El Mar, Visión de unos niños que no lo han visto nunca, enero de 1936.

Sevilla, 8/XI/2023

En mi singladura diaria por el mar abierto de mi vida, he llegado a una isla desconocida por mí, la vida y obra de Antoni Benaiges Nogués, un maestro olvidado por la España que, todavía hoy, siempre hiela el corazón, que decía Antonio Machado, una persona de las imprescindibles de Bertolt Brecht, de cuyo nombre quiero acordarme especialmente mediante este pequeño homenaje que deseo tributarle con palabras, que nos quedan, en este cuaderno digital, pero no sólo a él, sino a miles de maestros y maestras que fueron maltratados de mil formas indeseables, incluso con la muerte, durante la guerra civil y años posteriores de dictadura.

Esta localización extraordinaria la he podido llevar a cabo gracias al cine, ¡bendito cine!, a una película, El maestro que prometió el mar, que se presentó en la Semana Internacional del Cine (SEMINCI), de Valladolid, en octubre pasado, dirigida por Patricia Font y cuya sinopsis ya es atractiva, de por sí, para almas inquietas: “Ariadna, descubre que su abuelo busca desde hace tiempo los restos de su padre, desaparecido en la Guerra Civil. Decidida a ayudarlo, viaja a Burgos, donde están exhumando una fosa común en la que podría estar enterrado. Durante su estancia allí, conocerá la historia de Antoni Benaiges, un joven maestro de Tarragona que antes de la guerra fue profesor de su abuelo. Mediante un innovador método pedagógico Antoni inspiró a sus alumnos y les hizo una promesa: llevarlos a ver el mar”, poniendo en valor la lucha de tantas familias que todavía buscan a sus familiares enterrados anónimamente en fosas comunes a lo ancho y largo de este país. He procurado buscar antecedentes históricos de esta historia verdadera, porque en esta ocasión cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, al estar basado el guion en la vida y obra de un maestro, nacido en un pueblo de Tarragona, Mont-roig del Camp, en 1903, que ejerció su preciosa tarea en un destino rural desde 1934, concretamente en la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos, de infeliz memoria por su trágico fusilamiento, llevado a cabo el 25 de julio de 1936, recién iniciada la guerra civil, siendo enterrado en una fosa común que todavía no se ha podido localizar, para mayor escarnio de sus familiares y allegados más directos, así como para la memoria histórica y democrática de este país.

Gracias a la búsqueda citada, he localizado también una obra imprescindible para conocer detalles necesarios para comprender el alcance de la vida y obra de Antonio Benaiges, El maestro que prometió el mar, una publicación coordinada por Francesc Escribano, junto a textos de Francisco Ferrándiz y Queralt Solé, con trabajo de documentación y fotografías de Sergi Bernal, en una coedición llevada a cabo por las editoriales Blume y Ventall, que ha servido de base para el guion de la película, cuya sinopsis amplia la intrahistoria de esta vida ejemplar llevada al cine: “Antoni Benaiges, un maestro de Mont-roig del Camp, Tarragona, fue destinado a la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, en 1934. Gracias a una metodología de enseñanza pionera y revolucionaria para la época, basada en la participación activa de los niños y el uso de la imprenta, comenzó a transformar la vida de sus alumnos y la del pueblo. A finales de julio de 1936, el maestro desapareció. Durante más de 75 años, su trabajo y personalidad permanecieron en la intimidad del recuerdo de sus antiguos alumnos y su familia, hasta que, en agosto de 2010, a pie de fosa, un vecino de Bañuelos haría emerger la figura del maestro asesinado en 1936 y la conmovedora historia de una promesa que no se pudo cumplir. «El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo. La gente va allí a bañarse. Yo no he visto nunca el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos».

Me ha sobrecogido conocer algo que deseo compartir con quienes me acompañan a menudo en esta singladuras hacia islas desconocidas. Se trata del pequeño homenaje que el 18 de julio de 2021 se celebró en el cementerio de Bañuelos de Bureba, al levantarse un cenotafio, un pequeño monumento funerario dedicado a este maestro inolvidable, imprescindible, sin su cadáver, porque no se sabe dónde está, en un nicho en el que depositaron objetos y recuerdos actuales sobre su vida y obra, el guion de la película citada, por ejemplo y en el que sobre una lápida roja se colocó una inscripción que todavía, al escribirla, me emociona y conturba: “ANTONI BENAIGES NOGUÉS, MAESTRO DE NUESTRA ESCUELA.  Nos dejó ser niños, antes de ser hombres, nos enseñó el valor de la palabra, nos prometió el mar”.

Como una premonición de la censura que viene y que ya está presente en las ciudades y pueblos gobernados por la derecha y su más allá en este país, la ultraderecha intolerante por principio, esta historia real llevada a una producción teatral dirigida por Xavier Bobés y Alberto Conejero, El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, fue vetada durante el verano pasado por el alcalde de Briviesca (Burgos) del Partido Popular, recién formado el nuevo gobierno de la localidad, aludiendo a razones “económicas y técnicas”, cuando con el consistorio anterior todo habían sido facilidades para su representación.

Para que no se olvide la maravillosa obra didáctica de Antoni Benaiges Nogués, ni siquiera un momento, hay que decirlo alto, claro y fuerte: estamos avisados. Como ejemplo a secundar, podemos aprender y reforzar la historia democrática de este país, viendo esta película a partir del próximo viernes 10 de noviembre en cines de este país, difundiéndola a los cuatro vientos para reforzar nuestra democracia, en momentos cruciales como los que estamos viviendo en la actualidad ante la próxima investidura progresista y de futuro alentador, cargado también de legítimas esperanzas. Como las que transmitió el maestro Benaiges a tantos niños y niñas de un pueblo burgalés, Bañuelos de Bureba, recordados hoy gracias a la magia del cine y de la memoria democrática.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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