Palomar, la última obra de Ítalo Calvino

Sevilla, 24/XI/2023

Dedicado de nuevo a Ítalo Calvino, en el centenario de su nacimiento, el 15 de octubre de 1903, en Santiago de las Vegas (Cuba), como recuerdo agradecido por haber aprendido de él, en su conferencia póstuma ´El arte de empezar y el arte acabar´, lo que expresaba como algo esencial cuando escribimos, ante el momento mágico de enfrentarnos a la página en blanco, porque “… es un instante crucial, como cuando se empieza a escribir una novela… Es el instante de la elección: se nos ofrece la oportunidad de decirlo todo, de todos los modos posibles; y tenemos que llegar a decir algo, de una manera especial” (1).

Estoy muy cerca de Ítalo Calvino, como saben bien los que hojean este cuaderno digital donde, siguiéndole de cerca, procuro siempre “decir algo especial”, pero ahora, todavía más, con motivo de la celebración de su nacimiento en Cuba, hace exactamente cien años, concretamente el 15 de octubre de 1903. Ante este acontecimiento, estoy interesado en conocer dos obras suyas a fondo, Ermitaño en París (2) y Palomar (3), por una razón muy clara. Ambas suponen aproximarme a su vida y obra, contadas por él en su esencia vital, para conocerlo como merece, siendo la primera una ´autobiografía´ publicada de forma póstuma, aunque ya contemplada por él en una carpeta guardada durante muchos años en su casa, con el detalle que figura en la sinopsis oficial de la misma: “La publicación de estas páginas autobiográficas inéditas aclara y precisa muchos de los aspectos más importantes de la vida y la personalidad de Italo Calvino: su infancia, su lucha partisana durante la Segunda Guerra Mundial, su militancia política en el comunismo, luego su alejamiento y decepción, las relaciones con los escritores de su época y el camino que le llevó a la literatura. La primera parte del libro pertenece a una carpeta guardada hasta ahora y que, con el título Páginas autobiográficas, llega hasta 1980. Lo completan dos textos entrañables y reveladores: Ermitaño en París y Diario norteamericano (1959-1960). El primero es una delicada dedicatoria llena de amor a París, ciudad de la que no se apartaría a lo largo de toda su vida, y de la que se iría apropiando a través de la lectura de muchos libros inolvidables: Los tres mosqueteros, Los miserables, Baudelaire, Balzac, Proust… Aparentemente el Diario norteamericano es una serie de cartas enviadas a un amigo sobre las impresiones y experiencias de su viaje. Pero no es sólo eso: la curiosidad, la sensibilidad, la ironía, el análisis ilustrado, benévolo y severo a la vez, se vuelcan en la mirada lúcida de Calvino sobre aquella sociedad de hace más de treinta años, ofreciendo al lector un fresco divertido, crítico y, en muchos aspectos, muy actual de una sociedad tan variada y contradictoria como era –y es– la norteamericana”.

La segunda, Palomar, la traigo a colación porque fue la última obra publicada por él, en 1983, dos años antes de su repentino fallecimiento en 1985, que interpreto como una lectura ´descriptiva´ del mundo que le rodeaba, en primera persona, a través del señor Palomar, tal y como se adelanta en la sinopsis oficial de esta obra: “Del mismo modo que el observatorio que lleva su nombre, el señor Palomar mira y analiza el mundo. El señor Palomar observa y piensa mientras parece no hacer nada, pero una actividad incesante, que se traduce en una evolución de su pensamiento acerca del mundo, bulle en su interior. Las experiencias de Palomar consisten en concentrarse en pequeños objetos y fenómenos a través de cuyo minucioso análisis encontrará una relación entre el objeto y el universo, o entre el yo y el universo, porque este se refleja, se verifica y se multiplica en todo lo que nos rodea. Todo es lo mismo y todo forma parte de lo mismo. El mar, el cielo, las estrellas, un prado, un pequeño queso en la estantería de un supermercado, el mármol ensangrentado de una carnicería, encierran las preguntas sobre la existencia. El itinerario de Palomar hacia la sabiduría recrea una historia en la que la anónima vida del protagonista se eleva como ejemplo del vertiginoso viaje interior que muy pocos osan realizar”. Calvino lo resume perfectamente en la Nota Preliminar de la edición en Cátedra (2023), en la que afirma como frase final de la misma que “la historia de Palomar puede resumirse en dos frases: Un hombre se pone en marcha para alcanzar, paso a paso, la sabiduría. Todavía no la ha alcanzado”.

Es lo que me ocurre en la actualidad con ese alcance de la sabiduría esencial, a esta altura de mi matusalénica edad, de la que soy consciente, en la soledad existencial de un ermitaño en Sevilla, que sólo sé que no sé nada. Hoy, he tenido especial cuidado de decir algo especial sobre este maestro de la literatura universal, al que tanto debo. La lectura de nuevo de estas dos obras, me entregan una perspectiva diferente de la vida, describiéndola, como él tan sabiamente hizo. También…,  admirándola.

(1) Calvino, Italo, Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Siruela, 1989, págs. 45-67.

(2) Calvino, Italo, Ermitaño en París, Madrid: Siruela, 1994.

(3) Calvino, Italo, Palomar, Madrid: Cátedra, 2023.

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