En memoria de Antoni Benaiges Nogués, un maestro imprescindible

El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo: ¡la gente va allí a bañarse! Yo no he visto nunca el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos. Yo digo que no voy a ir porque tengo miedo de que me voy a ahogar.

Lucía Carranza, una alumna de la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba (Burgos), en el cuaderno El Mar, Visión de unos niños que no lo han visto nunca, enero de 1936.

Sevilla, 8/XI/2023

En mi singladura diaria por el mar abierto de mi vida, he llegado a una isla desconocida por mí, la vida y obra de Antoni Benaiges Nogués, un maestro olvidado por la España que, todavía hoy, siempre hiela el corazón, que decía Antonio Machado, una persona de las imprescindibles de Bertolt Brecht, de cuyo nombre quiero acordarme especialmente mediante este pequeño homenaje que deseo tributarle con palabras, que nos quedan, en este cuaderno digital, pero no sólo a él, sino a miles de maestros y maestras que fueron maltratados de mil formas indeseables, incluso con la muerte, durante la guerra civil y años posteriores de dictadura.

Esta localización extraordinaria la he podido llevar a cabo gracias al cine, ¡bendito cine!, a una película, El maestro que prometió el mar, que se presentó en la Semana Internacional del Cine (SEMINCI), de Valladolid, en octubre pasado, dirigida por Patricia Font y cuya sinopsis ya es atractiva, de por sí, para almas inquietas: “Ariadna, descubre que su abuelo busca desde hace tiempo los restos de su padre, desaparecido en la Guerra Civil. Decidida a ayudarlo, viaja a Burgos, donde están exhumando una fosa común en la que podría estar enterrado. Durante su estancia allí, conocerá la historia de Antoni Benaiges, un joven maestro de Tarragona que antes de la guerra fue profesor de su abuelo. Mediante un innovador método pedagógico Antoni inspiró a sus alumnos y les hizo una promesa: llevarlos a ver el mar”, poniendo en valor la lucha de tantas familias que todavía buscan a sus familiares enterrados anónimamente en fosas comunes a lo ancho y largo de este país. He procurado buscar antecedentes históricos de esta historia verdadera, porque en esta ocasión cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, al estar basado el guion en la vida y obra de un maestro, nacido en un pueblo de Tarragona, Mont-roig del Camp, en 1903, que ejerció su preciosa tarea en un destino rural desde 1934, concretamente en la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos, de infeliz memoria por su trágico fusilamiento, llevado a cabo el 25 de julio de 1936, recién iniciada la guerra civil, siendo enterrado en una fosa común que todavía no se ha podido localizar, para mayor escarnio de sus familiares y allegados más directos, así como para la memoria histórica y democrática de este país.

Gracias a la búsqueda citada, he localizado también una obra imprescindible para conocer detalles necesarios para comprender el alcance de la vida y obra de Antonio Benaiges, El maestro que prometió el mar, una publicación coordinada por Francesc Escribano, junto a textos de Francisco Ferrándiz y Queralt Solé, con trabajo de documentación y fotografías de Sergi Bernal, en una coedición llevada a cabo por las editoriales Blume y Ventall, que ha servido de base para el guion de la película, cuya sinopsis amplia la intrahistoria de esta vida ejemplar llevada al cine: “Antoni Benaiges, un maestro de Mont-roig del Camp, Tarragona, fue destinado a la Escuela Nacional Mixta de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, en 1934. Gracias a una metodología de enseñanza pionera y revolucionaria para la época, basada en la participación activa de los niños y el uso de la imprenta, comenzó a transformar la vida de sus alumnos y la del pueblo. A finales de julio de 1936, el maestro desapareció. Durante más de 75 años, su trabajo y personalidad permanecieron en la intimidad del recuerdo de sus antiguos alumnos y su familia, hasta que, en agosto de 2010, a pie de fosa, un vecino de Bañuelos haría emerger la figura del maestro asesinado en 1936 y la conmovedora historia de una promesa que no se pudo cumplir. «El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo. La gente va allí a bañarse. Yo no he visto nunca el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos».

Me ha sobrecogido conocer algo que deseo compartir con quienes me acompañan a menudo en esta singladuras hacia islas desconocidas. Se trata del pequeño homenaje que el 18 de julio de 2021 se celebró en el cementerio de Bañuelos de Bureba, al levantarse un cenotafio, un pequeño monumento funerario dedicado a este maestro inolvidable, imprescindible, sin su cadáver, porque no se sabe dónde está, en un nicho en el que depositaron objetos y recuerdos actuales sobre su vida y obra, el guion de la película citada, por ejemplo y en el que sobre una lápida roja se colocó una inscripción que todavía, al escribirla, me emociona y conturba: “ANTONI BENAIGES NOGUÉS, MAESTRO DE NUESTRA ESCUELA.  Nos dejó ser niños, antes de ser hombres, nos enseñó el valor de la palabra, nos prometió el mar”.

Como una premonición de la censura que viene y que ya está presente en las ciudades y pueblos gobernados por la derecha y su más allá en este país, la ultraderecha intolerante por principio, esta historia real llevada a una producción teatral dirigida por Xavier Bobés y Alberto Conejero, El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, fue vetada durante el verano pasado por el alcalde de Briviesca (Burgos) del Partido Popular, recién formado el nuevo gobierno de la localidad, aludiendo a razones “económicas y técnicas”, cuando con el consistorio anterior todo habían sido facilidades para su representación.

Para que no se olvide la maravillosa obra didáctica de Antoni Benaiges Nogués, ni siquiera un momento, hay que decirlo alto, claro y fuerte: estamos avisados. Como ejemplo a secundar, podemos aprender y reforzar la historia democrática de este país, viendo esta película a partir del próximo viernes 10 de noviembre en cines de este país, difundiéndola a los cuatro vientos para reforzar nuestra democracia, en momentos cruciales como los que estamos viviendo en la actualidad ante la próxima investidura progresista y de futuro alentador, cargado también de legítimas esperanzas. Como las que transmitió el maestro Benaiges a tantos niños y niñas de un pueblo burgalés, Bañuelos de Bureba, recordados hoy gracias a la magia del cine y de la memoria democrática.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA – ISRAEL/HAMÁS, ¡Paz y Libertad! 

Se trata de comprender la realidad de España y más allá

¿Qué hacer? Comprender (no tenemos nada mejor que hacer). ¿Comprender qué? Comprender la realidad (no tenemos nada más a mano).

Javier Wagensberg, La interdisciplinariedad en aforismos

Sevilla, 7/XI/2023

Tengo plena conciencia de que sólo soy uno entre los más de 48 millones de habitantes de este país, en el momento que escribo estas palabras, pero los silencios se convierten casi siempre en cómplices ante lo que está pasando, en un sentido o en otro y, una vez más, quiero dejar claros mis principios respecto a la traída y llevada ´amnistía´, porque no tengo otros. Por tanto, expongo a continuación por qué entiendo que la amnistía es un camino para ordenar políticamente este país en estos momentos y con vocación de futuro, tal y como lo planteé hace tan sólo unos días en un artículo, Amnistía significa esfuerzo coral democrático, comprensión y olvido, que antecede a estas palabras. Lo que expongo a continuación, forma parte de una reflexión profunda de pedagogía política sobre la amnistía, que echo de menos por parte de los partidos que la impulsan, en estos días tan convulsos en el país. Sólo lo hago, hoy, trascendiendo yendo más allá de la figura de Carles Puigdemont, sobre quien no tengo simpatía alguna, es más, detesto todavía hoy que en el momento en que tuvo que dar la cara por el denominado proceso catalán, el procés, huyera del país de la forma más vil que podamos pensar, junto a otras personas de cuyo nombre ahora no quiero acordarme, como fugitivos no honorables, por utilizar una palabra muy apreciada por ellos.

En primer lugar, entiendo la amnistía como un paso más en el proceso de reconciliación política con Cataluña, que no judicial, que se inició con los indultos en el 2021, momento en el que publiqué también unas palabras en favor de esta medida política, como la mejor forma de seguir reconstruyendo un país dividido en relación con el independentismo, en una trayectoria personal de compromiso intelectual con el proceso de Cataluña, a lo largo de los años, en este cuaderno digital. Expliqué entonces el auténtico sentido de la palabra “indulto”, en todas sus variables, comprobando que todo lo expuesto anteriormente tiene su valor ético, porque demuestra que brotan estas palabras de un suelo firme que he ido poniendo a lo largo de la vida en mi alma, a modo de solería que justifica todos mis actos humanos. Indultar es perdonar y así se transmitió a lo largo de los siglos en el leal saber y entender de las palabras. Es lo que afirmó Rafael Alberti, hace ya muchos años, cuando nos regaló unas palabras bellísimas sobre el sentimiento humano nacido en el corazón: Sentimiento, pensamiento. / Que se escuche el corazón más fuertemente que el viento. / Libre y solo el corazón más que el viento. / El verso sin él no es nada. / Sólo verso. O lo que es lo mismo, el indulto sin con-cordia [así] con Cataluña, sin corazón compartido, sin perdón y comprensión, no es nada, sólo indulto.

En segundo lugar y sin conocer texto legal alguno que nos permita vislumbrar el alcance de lo que se pretende llevar a cabo con la amnistía, lo que me lleva a ser prudente somo serpiente y sencillo como una paloma, que decía el evangelio de San Mateo, por cierto, creo que la amnistía quiere poner el contador político a cero en el problema de Cataluña, perdonando y sin dejar huella alguna de lo sucedido con valor actual, porque la historia no se olvida ni se borra, con objeto de que se pueda seguir avanzando en reconstruir lo que ahora está hecho añicos, algo que expliqué en este cuaderno digital cuando hice una analogía del procés con el trencadís catalán, parafraseando una frase de Gaudí en relación con ese símbolo cultural muy querido en Cataluña, el trencadís, “A puñados se tienen que poner [las piezas rotas de cerámica], si no, no acabaremos nunca”, es decir, una forma de unir piezas rotas de cerámica de forma aleatoria, es urgente recordar de nuevo esta técnica catalana como metáfora en estos momentos tan difíciles para el país, salvando lo que haya que salvar, para unir de una vez por todas a las partes implicadas en el proceso catalán e intentar buscar la mejor argamasa para unir piezas rotas hoy, pero que en un futuro pueden brillar en todo su esplendor. Trencadís político en estado puro, porque si no, “no acabaremos nunca” con esta situación política de ruptura civil del pueblo catalán y, por extensión, de este pueblo con España, sin necesidad de “embates definitivos para desbordar los límites autonómicos”.

En tercer lugar y último, por hoy, vuelvo a expresar alto y claro que creo firmemente en la reconciliación con Cataluña y en la sana utilización de una palabra de esencia lingüística catalana, seny, que recoge muy bien un sentir que deberíamos adoptar todas las personas que creemos en la comprensión, el perdón, el indulto, la amnistía y en la regeneración de la sociedad. Ha llegado el momento de seguir avanzando en ese difícil proceso de entendimiento con Cataluña, algo que ya he manifestado anteriormente en este cuaderno digital, situando en el centro de todos los próximos encuentros de Estado el diálogo político con espíritu machadiano, con las preguntas necesarias de las partes intervinientes y su correspondiente actitud de escucha, con un objetivo claro: hablar de la nueva y posible configuración territorial y federal de España en la que Cataluña tenga la cabida que busca en alternativas independentistas que hoy día no tienen viabilidad en un Estado Constitucional de Derecho.

Me gusta leer aforismos, sobre todo los de un maestro como Jorge Wagensberg, que desgraciadamente falleció en 2018, sabiendo que ya en el siglo XVIII se definía por primera vez el lema “aforismo”, en el Diccionario de Autoridades, como “Sentencia breve y doctrinal, que en pocas palabras explica y comprehende la esencia de las cosas” (RAE A 1726, pág. 338,1). Recuerdo con especial atención uno, entresacado entre otros dedicados a la interdisciplinariedad (1), que lo considero de especial interés para los que necesitamos viajar imaginariamente a islas desconocidas para solucionar problemas de este país y no tener problemas al elegir qué llevarnos para meditar en la persona de secreto que se queda sola ante la comprensión, el perdón, el indulto y la amnistía. Dice exactamente así: ¿Qué hacer? Comprender (no tenemos nada mejor que hacer). ¿Comprender qué? Comprender la realidad (no tenemos nada más a mano). Es verdad. Sobre todo, cuando la comprensión es fruto del perdón por lo que no acabamos de comprender, en una tautología de términos que se confunden casi siempre en estos tiempos tan modernos. Porque perdonar es comprender y a veces comprendemos tanto que no hay nada que perdonar. Vivimos momentos desconcertantes, porque no sabemos lo que nos pasa a los de alma inquieta. Nos rodea una mediocridad política galopante y una desvergüenza de lo corrupto que casi todo lo invade de forma silente, mucho más allá del territorio de la política profesional porque están instaladas en la sociedad. Solo nos queda comprender el comportamiento humano que nos rodea, porque nada nos puede ni debe ser ajeno, tomando conciencia de que no tenemos nada mejor que hacer si queremos comprender lo que nos pasa. Y lo que pasa es que la realidad nos rodea, porque la tenemos a mano en cualquier ámbito en el que nos movemos al despertar cada día. Y hay que comprenderla, caminando por las aceras de la vida que nos llevan al interesante Club de las Personas Dignas.

Un aforismo de Jorge Wagensberg precioso y útil, sobre todo en una sociedad de mercado que en este aquí y ahora de la comprensión no necesita recurrir al poderoso caballero don dinero. Es el deber de vivir con los demás y el derecho a comprenderlo para aprender a perdonar a los que hacen cosas que no nos gustan y seguir luchando por transformar la sociedad (la que no es digna, justa y equitativa), no sólo cambiarla (Feuerbach, dixit). Aunque, repito, estamos advertidos: perdonar es comprender y a veces comprendemos tanto que no hay nada que perdonar. Incluso, a las personas condenadas por el traído y llevado proceso catalán de independentismo.

Necesitamos recordar siempre que durante las veinticuatro horas del día este país necesita rescatar segundos de preguntas, comprensión y perdón si el acontecer diario abre heridas de amor y muerte, que para unas y unos puede ser entregar por cansancio existencial lo más querido y para aquellas y aquellos, alcanzar el sueño más esperado, ir siempre hacia adelante. Así recuperamos, al mismo tiempo, la dignidad, como cualidad de lo más digno, es decir, aquello que nos hace merecedores de algo tan importante como la comprensión de los demás. Además, sin necesitar el perdón, porque todas y todos aprendemos a comprender nuestras propias limitaciones, llevándonos de la mano al necesario tiempo de silencio nacional preconizado por Azaña: si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar. También, comprender la realidad para no tener que perdonar tanto: ¿Qué hacer? Comprender (no tenemos nada mejor que hacer). ¿Comprender qué? Comprender la realidad (no tenemos nada más a mano). Y ¿por qué no?, indultar y amnistiar con espíritu de concordia recordando a Alberti: que se escuche la concordia mucho más fuerte que el viento, porque si el indulto y la amnistía no tienen eso, concordia, comprensión y perdón, no es indulto.

Lo he dicho en este cuaderno digital en varias ocasiones y lo repetiré hasta la saciedad: nada catalán -por humano- me es ajeno y suspiro por una Cataluña integrada en España, cuestión que sigo defendiendo hoy con ardor guerrero y con la ardiente paciencia de Neruda. En ese sentido vuelvo a leer una y otra vez el discurso dedicado a las floristas de La Rambla de Barcelona, que Federico García Lorca leyó en una cena en el hotel Majestic de esa ciudad, el 22 de diciembre de 1935, porque se estaba representando allí su obra “Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores”, junto a la compañía de Margarita Xirgu. Todo es un símbolo, pero se me antoja necesario pensar en Cataluña, incluso cuando llegue la amnistía, como una calle larga, una Rambla rodeada de flores, “que no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante de brisas, hermosa de encuentros y antigua de sangre”. ¡Qué mejor reconocimiento a una extraordinaria Comunidad, con palabras de un andaluz universal que supo cantar la quintaesencia de un pueblo al que tanto amamos!

(1) Wagensberg, Javier (2017, 26 de abril). La interdisciplinariedad en aforismos, en Babelia (El País.com).

NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de Las derechas tocan a rebato general. La amnistía y los derechos (pressenza.com)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA – ISRAEL/HAMÁS, ¡Paz y Libertad! 

Con una palabra basta: Maestras

Fotograma del cuadro de Artemisia Gentileschi, Judith y su criada (ca. 1625-1627), en la exposición MaestrasInforme Semanal – Maestras, femenino plural . RTVE, 4 de noviembre de 2023

Sevilla, 6/XI/2023

El reportaje titulado Maestras, femenino plural, emitido el pasado sábado 4 de noviembre en la televisión pública (Radio Televisión Española, RTVE), en su espacio multipremiado a lo largo de los años de emisión, Informe semanal, me pareció un acontecimiento cultural extraordinario desde varios puntos de vista: técnico, ideológico y pedagógico. Técnico, porque se utilizó un recurso cinematográfico complejo, el plano secuencia, dado que durante la emisión del mismo no hubo cortes, sino que la cámara acompañó al presentador, Carlos del Amor, a quien tanto aprecio, para mostrarnos la exposición temporal Maestras, que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el Museo de Todos, como figura en su eslogan, dedica desde el pasado 31 de octubre de 2023 al 4 de febrero de 2024.

Desde el punto de vista ideológico, porque la exposición no es inocente, tal y como se presenta por el Museo y por la Comisaria de la citada exposición, Rocío de la Villa: “Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassatt, Berthe Morisot, María Blanchard, Natalia Goncharova, Sonia Delaunay o Maruja Mallo fueron artistas célebres en su tiempo que hoy vuelven a ser reconocidas como maestras, en contestación al borrado en la historia del arte que sufrieron junto a otras que rompieron moldes con obras de indudable excelencia. Con casi un centenar de piezas, entre pinturas, esculturas, obras sobre papel y textil, esta exposición, comisariada por Rocío de la Villa desde una perspectiva feminista, presenta un recorrido desde finales del siglo XVI a las primeras décadas del siglo XX, a través de ocho escenas relevantes en el camino de las mujeres hacia su emancipación. Partiendo de la noción actual de sororidad, focaliza grupos de artistas, mecenas y galeristas que compartieron valores y condiciones socioculturales y teóricas favorables, pese al sistema patriarcal. La conjunción de periodos históricos, géneros artísticos y temas es el eje principal sobre el que se vertebra la exposición, evidenciando cómo estas artistas abordaron cuestiones candentes en su época, tomaron posición y aportaron nuevas iconografías y miradas alternativas. La exposición se divide en ocho secciones: Sororidad I. La causa delle donne; Botánicas, conocedoras de maravillas; Ilustradas y académicas; Orientalismo/costumbrismo; Trabajos y cuidados; Nuevas maternidades, Sororidad II; Complicidades y, por último, Emancipadas.

Sin desmerecer a ninguna de estas Maestras escogidas para la exposición temporal, tengo que confesar mi debilidad por una de ellas, Artemisia Gentileschi, de la que se muestran tres obras, Judith y su criada, Yael y Sísara y Susana y los viejos, muy representativas de su maravillosa y fecunda producción artística con mensaje social, artista a la que ha dedicado bastantes páginas en este cuaderno digital, no todas las que merece, porque su vida personal y artística, su Causa de denuncia social, llevada a la magia de sus pinceles y trazos, la considero genial. De hecho, la exposición comienza en la primera sección, la dedicada a mostrando obras de esta pintora: “En el siglo XVII, en Italia, en plena Contrarreforma y en paralelo a los escritos de las autoras de la querella de las mujeres, como Modesta dal Pozzo (Il merito delle donne) y Arcangela Tarabotti (Tiranía paterna), artistas respaldadas por mecenas representan en pinturas de historia figuras mitológicas, heroínas bíblicas y personajes históricos como Judit, Yael, Susana y Porcia. A través de ellas evidencian el silencio impuesto y su exclusión por el discurso patriarcal, que degrada a estas heroínas en historias tergiversadas y pinturas eróticas ofensivas. Lavinia Fontana y Fede Galizia, Artemisia Gentileschi y Elisabetta Sirani conforman tres generaciones de artistas que triunfan con sus versiones castas e inauguran así una tradición alternativa”.

Mi enhorabuena, de nuevo, a la televisión pública de este país, en general y a Carlos del Amor, en particular, por esta esfuerzo de pedagogía cultural, tal y como se muestra en el primer vídeo que acompaña a este artículo, que recomiendo ver sin interrupciones, si es posible, tal y como lo ha pretendido mostrar el presentador utilizando la citada técnica de plano secuencia. Seguir de cerca las palabras de Carlos del Amor y las imágenes que se muestran en una visita cargada de técnica e ideología, muestran también que es posible aprender con pedagogía didáctica, la tercera visión que exponía al principio en relación con esta exposición, las maravillas de las obras artísticas de mujeres que se presentan en esta muestra, auténticas Maestras de Vida, que durante tanto tiempo se han ocultado por problemas de patriarcado y de género, en general, nunca mejor dicho. Se pueden contemplar, al menos por una vez en la vida, en esta exposición, más de cien obras de 70 mujeres artistas, que ha sido difícil localizarlas en manuales de historia de las Artes, a lo largo de muchos siglos, porque estaban secuestradas en los sótanos de Museos y Bibliotecas Públicas, en los Fondos de la Vergüenza Artística y del Olvido, en cualquier país de este mundo al revés, del que el nuestro también tiene forma parte por su culpa y desmemoria histórica, de género y censura multisecular antidemocrática.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA – ISRAEL/HAMÁS, ¡Paz y Libertad! 

El destino suele jugar… con vidas pasadas

Sevilla, 5/XI/2023

Una breve sinopsis de la película Vidas pasadas, reconocida internacionalmente en los festivales Sundance y Berlinale de este año, intenta explicar algo que a veces se nos escapa del espíritu, sobre todo en nuestro mundo occidental, tan falto de alma, ese soplo de vida tan difícil de asimilar a veces, el implacable destino, pero que puede llegar a sustentar los momentos más difíciles de nuestras vidas: “Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia con una fuerte conexión, se separan cuando la familia de Nora emigra desde Corea del Sur. Dos décadas más tarde, se reencontrarán en Nueva York durante una semana que les enfrentará al amor, el destino y las elecciones que componen una vida. Este desgarrador romance moderno, protagonizado por Greta Lee, en el papel de Nora y Yoo Tae-o, en el de Hae Sung, cuenta con una banda sonora compuesta por Christopher Bear y Daniel Rossen, dos de los miembros fundacionales de la banda Grizzly Bear”. A partir de aquí suceden muchas cosas en esta película, dirigida por la dramaturga coreana-canadiense Celine Song, en una exposición bella de rasgos de su propia vida, que ayer pude ver en el cine tradicional, un lugar que recientemente he ensalzado a través de otra película excepcional, Retratos fantasma, dirigida en este caso por el cineasta brasileño Kleber Mendonça Filho. Probablemente, porque vivo instalado en mi Cinema Paradiso imaginario, que tantas veces he citado en este cuaderno digital, el Cine Ideal de mi infancia aquí en Sevilla, ¡qué denominación tan sugerente!, del que yo oía tan sólo con cuatro años las bandas sonoras de ese cine tan querido en la ciudad, agarrado a los hierros del balcón de mi habitación que daba a la calle Becas. Creo que ahí nació mi amor por el llamado séptimo arte (Ricciotto Canudo, 1911), algo parecido a lo que le ocurrió a Totó el protagonista de la película citada anteriormente, Cinema Paradiso, que preside desde hace bastantes años la cabecera de este blog.

La película te sumerge desde sus primeros planos en la filosofía de vida coreana, tan alejada a veces de la nuestra o tan cercana en bastantes ocasiones, según se mire, porque desde el primer momento comprendí perfectamente los sentimientos de los dos protagonistas de la película. Somos el resultado de una vida, del azar y de la necesidad, que yo intenté aprehender a través de un autor de culto, Mircea Eliade, cuando era muy joven. Lo que sí he vivido ha sido la fuerza del destino, imprevisible casi siempre. Los primeros planos ofrecidos por el tráiler, son un aviso para navegantes, porque si quieres comprender tu vida, debes asumir lo que significa el destino, algo que en Corea tiene todo su sentido: “Hay una palabra en coreano, in-yun, que significa providencia o destino. ¿Y tú crees en eso? [pregunta a Nora la pareja de la protagonista, un escritor americano]. Sólo es algo que dicen los coreanos, para seducir a alguien”. El título de la película refleja el sentido pleno de esa palabra extraída del budismo coreano, in-yun, la providencia, el destino, que une a dos personas por encima de todos los avatares de la existencia, simplemente poque hace muchos años, miles por ejemplo, alguna vez sus almas estuvieron enlazadas. Ahí está el secreto del mensaje de la película, aunque la protagonista lo desacralice al explicarlo como recurso propio ante la pérdida de su identidad, en un conformismo personal y social muy preocupante en almas emigradas. 

Si algo me entusiasmó de la película fueron sus silencios continuos, la ausencia de palabras, sobre todos los de las secuencias finales, porque las miradas lo decían todo… La directora lo ha resumido muy bien: “La película se trata en gran medida de señalar una vida ordinaria y momentos extraordinarios en una vida ordinaria, hablar de eso y dejar espacio para sentirlo. […] El villano de esta película son 24 años y el Océano Pacífico. Para mí era necesario sentir Seúl y Nueva York, sus diferencias y similitudes. Y sentir a los niños coexistiendo con los adultos, que la contradicción existiera al mismo tiempo. Por eso tenía sentido que esta historia se contara en una película. […] Además de las partes que dejas atrás, que se convierten en una vida pasada, la historia conecta conmigo por ser una inmigrante de un continente a otro”, dice. “Pero también eso conecta con cualquiera porque te has cambiado de ciudad o de profesión”.

He leído que la directora ha vivido en directo algo que es terrible para un emigrante: la pérdida de su identidad. Por esta razón, la película se hace aún más bella: se recupera la memoria histórica de un amor, basado en la importancia del simple roce de una persona paseando por la calle, por ejemplo, porque ese puede llegar a ser el destino, aunque recuperarlo en plenitud, cuando pasa el tiempo “perdido”, sea ya algo imposible. En este contexto, he recordado algo que me pasó también cuando vi otra excelente película que, salvando lo que hay que salvar, trata de este asunto a la europea, pero que también puede ser vivido con el sentimiento coreano del amor. Me refiero a Los años más bellos de una vida, dirigida por Claude Lelouch, a la que dediqué unas palabras cargadas de sentimientos y emociones después de verla y sentirla. La película trata de un reencuentro también, en este caso en torno a un amor perdido en las vidas pasadas de dos personas que se quisieron hace ya muchos años. También nos transmite realidades muy duras en la vida de las personas mayores: la enfermedad del olvido selectivo o Alzhéimer, la vida en común obligada cuando se vive en una residencia de mayores, la ausencia de movilidad en el sentido pleno de la palabra, las ausencias, las fiestas organizadas para alegrarnos la vida incluso cuando lo que se requiere es silencio interior, la soledad acompañada y sonora, los horizonte lejanos, la moviola de la vida disponible en los momentos que determinadas neuronas lo permiten, el amor alojado en neuronas que no se borran, los flashback que circundan la memoria de hipocampo, las sorpresas de quienes nos quieren de verdad. Escuché entonces, atentamente, a Claude Lelouch en una entrevista cuando hablaba de la realidad de la mirada, porque los ojos nunca mienten, porque siempre nos queda la mirada de alguien a quien queremos. Ahora, los silencios de las miradas de Jean-Louis y Anouk en su reencuentro. Anoche las de los dos protagonistas cuando eran niños, jóvenes o adultos. En aquella ocasión me pareció excelente ver Los años más bellos de la vida, porque me permitió soñar de nuevo, hacer viajes casi imposibles, utilizar la tecnología para perpetuar los reencuentros a través de un selfi (autofoto), porque da igual casi todo, excepto el amor verdadero: la autoridad, las prohibiciones, la cicatería en el amor. El reencuentro en Nueva York, en Vidas pasadas, me pareció de una belleza hermosa. Aunque sé que viendo de nuevo a Lelouch siempre quedará París, recorrido de punta a punta gracias a su dirección de cámara, en un plano secuencia memorable, utilizando un corto suyo de ocho minutos (Era una cita) para transmitirnos que el mundo solo tiene interés hacia adelante cuando respetamos el amor de cada presente. Incluso en las tinieblas del Alzhéimer, con una banda sonora de fondo gracias a Francis Lai. Incluso con los semáforos en rojo de la vida. Sobre todo, si alguien nos espera al final de un largo camino y en una cita inolvidable.

Lo recordé anoche en la despedida de los dos protagonistas de Vidas pasadas, en la visita de él a su querida Nora en Nueva-York, sin dar más datos para no caer en espoiler. A veces, sólo queda el silencio para interpretar el destino en nuestras vidas. Sabemos que cada uno, cada una, a pesar de todo, sigue sólo con lo suyo, pero la realidad es que nunca se podrá decir ya “con lo nuestro”. En clave europea, solemos decir que el destino estaba escrito, pero tomando conciencia de que, a veces, juega… con nuestras vidas pasadas.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA – ISRAEL/HAMÁS, ¡Paz y Libertad!

Cervantes, como cine, sigue también con nosotros

Sevilla, 3/XI/2023

Un documental premiado en la Semana Internacional del Cine de Valladolid 2023, Retratos fantasma, me ha recordado lo que hemos vivido en esta ciudad en relación con la feliz reapertura del cine Cervantes, la sala cinematográfica más antigua de Sevilla, que data del siglo XIX, al haber cumplido en el pasado mes de octubre 150 años de existencia. No ha sido fácil el proceso de supervivencia sufrido desde su cierre con motivo de la pandemia y gracias al esfuerzo encomiable de una plataforma ciudadana, Cervantes es cine, así como de la empresa que ha decidido continuar con la actividad cinematográfica de esta sala legendaria, podemos disfrutar ya de su misión posible como espacio para los reencuentros ciudadanos a través del cine.

Cine Cervantes – Sevilla

El pasado mes de febrero, la empresa hizo un comunicado oficial del que destaco algunos de sus párrafos: “Nos complace informar que en el último consejo de administración de MENDIVIL SA (UNIÓN CINE CIUDAD) se acordó por unanimidad suspender el desmantelamiento previsto de las instalaciones del CINE CERVANTES, con objeto de conceder un plazo destinado a facilitar una posible reapertura del mismo, adecuando la viabilidad económica del local. Se encomienda al presidente del consejo el realizar las gestiones necesarias que posibiliten la apertura y la continuidad del cine, manteniendo en todo caso la función original y nuclear de exhibición comercial de películas cinematográficas y añadimos también que conservamos la esperanza de celebrar en el próximo mes de octubre sus 150 años de historia, de entretenimiento y de espectáculo para disfrute de la ciudad de Sevilla con el local abierto y en pleno funcionamiento. Agradecemos igualmente la intensa y desinteresada actividad de la plataforma cultural de apoyo “Cervantes es cine” y la de todos y cada uno de los miles de ciudadanos que la han apoyado con su firma, que han conseguido, con su ilusión y con su aliento, insuflarnos los ánimos necesarios para reemprender el duro e ingrato camino que ya habíamos abandonado ante la desidia, el desinterés y la pasividad que hasta ahora habían mantenido las administraciones públicas”.

Asimismo, las palabras finales de este anuncio, que finalmente se han convertido en una realidad con la reapertura llevada a cabo la semana pasada, dan feliz cumplimiento a los compromisos adquiridos con la ciudad, sin dejar atrás el esfuerzo llevado a cabo por la plataforma “Cervantes es cine”: “Agradecemos igualmente la intensa y desinteresada actividad de la plataforma cultural de apoyo “Cervantes es cine” y la de todos y cada uno de los miles de ciudadanos que la han apoyado con su firma, que han conseguido, con su ilusión y con su aliento, insuflarnos los ánimos necesarios para reemprender el duro e ingrato camino que ya habíamos abandonado ante la desidia, el desinterés y la pasividad que hasta ahora habían mantenido las administraciones públicas”.

Creo que lo sucedido con el cine Cervantes en esta ciudad, en pleno auge de la gentrificación, es decir, la okupación del centro de la ciudad por el capital puro y duro, permite comprender bien el mensaje que el cineasta brasileño nos transmite en Retratos fantasma, expresado con hermosa objetividad en el artículo dedicado a este director y a esta película en eldiario.es, Cerraré los cines con mis lágrimas, la emotiva carta de amor a las salas de Kleber Mendonça Filho, del que recomiendo su atenta lectura: “Aunque en Retratos fantasma se muestre ese deterioro del tejido cultural en el centro, también presenta a las salas que resisten pese a todo y todos. Por ello, Mendonça Filho no es pesimista. “Fui a ver la nueva película de Scorsese al cine Max Linder en París, que tiene 600 butacas, era el pase del mediodía y estaba lleno. Salí, y la siguiente sesión también estaba llena. Es verdad que París es una ciudad especial en este aspecto, pero en Recife quedan dos cines espectaculares. También es cierto que hay 90 pantallas de multisalas en las que no puedes distinguir mucho lo que se proyecta en ellas y que tienes la nueva de El exorcistaen 25 salas, y eso es deprimente. Yo no tengo problemas con el streaming, veo películas en plataformas, en Blu-ray… creo que el problema es el mercado, que te dice que no consumas más música en formato físico porque todo lo tienes en tu móvil en streaming. Soy optimista, pero se necesita inversión. Inversión pública para crear una red de cines públicos, bien equipados, que tengan diversidad en la programación”. Una defensa de lo público como forma de defender el urbanismo de los ataques exteriores y para convertir a los cines en centros neurálgicos de las ciudades porque, como se escucha en Retratos fantasma, “los cines son lugares para la bondad”. Excelente definición del cine como medio de encuentro de personas y del gozo legítimo, humano, cuando contemplamos la magia de sus imágenes y actores con mensajes dentro.

NOTA: la imagen del Cine Cervantes ha sido recuperada de https://www.sevillaactualidad.com/cultura/531600-el-cine-cervantes-anuncia-su-reapertura-y-volvera-el-27-de-octubre/

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA – ISRAEL/HAMÁS, ¡Paz y Libertad!

Las guerras transmiten un miedo global a denunciar

UNRWA ESPAÑA – Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo. 

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.

Eduardo Galeano, El miedo global

Sevilla, 2/XI/2023

No tengo miedo de decir y denunciar una gran vergüenza mundial por los silencios cómplices internacionales ante el exterminio gradual de la población civil palestina en Gaza, en una aplicación inapropiada de la Ley del Talión en Gaza, como respuesta a los asaltos de Hamás, también injustificables, que propició la respuesta desproporcionada de Israel. En este contexto, Eduardo Galeano está muy presente en mi vida ordinaria y recurro a él casi a diario para intentar comprender este mundo al revés y patas arriba. Precisamente en su afamada escuela de ese loco mundo, escribió unas palabras en un libro de texto que llevo siempre en mi mochila de viaje interior, Patas arriba. La escuela del mundo al revés, con un título muy cercano a la realidad mundial actual, El miedo global (1), no sólo en Ucrania, Israel y Hamás en Gaza, sino también en otras guerras casi olvidadas, pero que existen, fundamentalmente porque en él se dice algo verdaderamente sobrecogedor, reconociendo en estos momentos que lo que está pasando y estamos viendo en Israel y Gaza da miedo, sintetizado en uno de sus mensajes manifiestos: Las armas tienen miedo a la falta de guerra y un corolario anterior: Los militares tienen miedo a la falta de armas, porque la realidad es que estamos viviendo en un mundo en el que la democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir:

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Y los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones y miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura.
Al tiempo sin relojes.
Al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y a la mañana sin pastillas para despertar.
Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Miedo a lo que fue.
Miedo a lo que será.
Miedo de morir.
Miedo de vivir.

En 2009 escribí unas palabras en relación con la sempiterna ocupación de territorios palestinos, concretamente Gaza, por parte de Israel, Puentes para la franja de Gaza, en una guerra larvada durante muchos años, que llega a nuestros días: “Desde que comenzó la invasión de la franja de Gaza estoy intranquilo por coherencia con la perspectiva ética digital que propugno, en el sentido de que la Noosfera, de la que formo parte activa mediante este cuaderno, no debe quedarse tranquila en este caso con la mera visualización de imágenes dantescas, en aquel escenario, transmitidas de forma puntual por las agencias de información. Y he recordado la simbología del puente, desde sus orígenes arquitectónicos, como forma de establecer elementos de comprensión y diálogo entre las partes implicadas, las latentes y manifiestas, para que este duro proceso atisbe su fin inmediato. Desde nuestras posiciones a distancia el conflicto no pasa a veces de ser una mera noticia, luctuosa por supuesto, pero como algo lejano sobre lo que como ciudadanos nuestra implicación parece algo imposible. Pero no es así. Todo es desproporcionado, simbolizado en la lucha permanente entre David y Goliat. Y el mundo calla. Callamos casi todas, casi todos. Lo verdaderamente curioso es que tenemos ejemplos extraordinarios de activismo pro-diálogo de Palestina e Israel, tales como el esfuerzo del director Barenboim, a través de la Fundación Barenboim-Said, para aunar esfuerzos en diseñar puentes entre jóvenes músicos judíos y palestinos, con la orquesta “West-Eastern Diván”. Los esfuerzos diplomáticos, múltiples, que desde hace años se llevan a cabo para desterrar el principio bíblico acerca de que los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz. La perspectiva de bloqueo y descalificación mundial en relación con cualquier atisbo terrorista, lleve la marca que lleve. Pero, de nuevo vuelve la guerra abierta, con resultados de muerte física, psicológica y social, de un millón y medio de personas que malviven en la franja de Gaza”. Por eso pensé en aquella ocasión en los puentes, con una idea que aprendí un día de un ingeniero romano excelente, Cayo Julio Lácer, el autor material del puente de Alcántara, en Cáceres, al expresar de forma rotunda que “la grandeza misma del arte es superada por la grandeza de la obra (ars ubi materia vincitur ipsa sua). Sería una gran lección en estos días, que el mundo cercano y lejano al Oriente en guerra demostrara que la grandeza misma del diálogo, que también es arte, es superada por la grandeza del diálogo sincero y comprometido con la justicia y el derecho internacional en el escenario palestino-israelí. Por esa gran obra: “Puentes, puentes, puentes. Sería una buena forma de completar una nueva inscripción mundial para los derechos humanos compartidos que recogiera también las palabras que seguían al primer aserto comentado: “El ilustre Lácer, con divino arte, hizo el puente para que durase por los siglos en la perpetuidad del mundo”. O lo que sería lo mismo: los ilustres mandatarios israelíes y palestinos, una vez demostrado que el diálogo supera el arte de hablar y callar, construyen la paz entre los dos pueblos para que dure por los siglos en la perpetuidad de su pequeño mundo”.

En 2020, año central de la pandemia, escribí en una serie dedicada al futuro imperfecto sobre lo que vendría después de la pandemia, que necesitamos ahora más que nunca: seríamos capaces de superar el miedo. Decía también algo que era necesario rescatar en su fondo y forma, cambiando lo que hay que cambiar en referencia a la guerra en Ucrania e Israel con Hamás, porque en este tiempo de miedo existencial, a lo que fue, a lo que será, a lo que ahora mismo está pasando y estamos viendo, creo que Galeano lo resume todo en un futuro imperfecto que supone tomar conciencia del miedo a la libertad de asumir o no lo que será después de esta guerra y a lo que será de y en nuestras vidas, si el espíritu imperialista de Rusia o de ocupación de territorios de la Palestina histórica, por parte de Israel, siguen por estos derroteros, después de años de guerra asfixiante parta Ucrania y casi un mes en Gaza, para el mundo global. En el fondo, es el miedo legítimo a la libertad del día después de unos acontecimientos de la magnitud que nos está tocando vivir.

Por estas razones bélicas, he vuelto a buscar razones de la razón humana en la clínica del alma cercana a mí, mi biblioteca, leyendo palabras que tengo grabadas en mi persona de secreto, que también rescato ahora junto a las de Galeano, en un esfuerzo por encontrar sentido a la vida. Cuando leí por primera vez El miedo a la libertad, de Erich Fromm, recuerdo que lo que más me impactó fue su página de presentación anterior al prefacio, que me ha acompañado a lo largo de mi vida, siendo uno de los libros que llevo siempre en mi búsqueda permanente de islas desconocidas viajando en patera, en mar abierto, como tantas veces he descrito en este cuaderno de derrota, en el lenguaje del mar:

No te di, Adán, ni un puesto determinado ni un aspecto propio ni función alguna que te fuera peculiar, con el fin de que aquel puesto, aquel aspecto, aquella función por los que te decidieras, los obtengas y conserves según tu deseo y designio. La naturaleza limitada de los otros se halla determinada por las leyes que yo he dictado. La tuya, tú mismo la determinarás sin estar limitado por barrera ninguna, por tu propia voluntad, en cuyas manos te he confiado. Te puse en el centro del mundo con el fin de que pudieras observar desde allí todo lo que existe en el mundo. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que —casi libre y soberano artífice de ti mismo— te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido. Podrás degenerar hacia las cosas inferiores que son los brutos; podrás —de acuerdo con la decisión de tu voluntad— regenerarte hacia las cosas superiores que son divinas”.

Este texto, presentado bajo el epígrafe de “El discurso de Dios al hombre”, corresponde a la Oratio de hominis dignitate, un texto introductorio de Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) a las 900 Tesis (Conclusiones Filosóficas Cabalistas y Teológicas) que presentó a la Iglesia de Roma en 1486, en las que buscaba una confluencia sincrética entre diversas creencias y postulados religiosos de la época, con una trazabilidad importante de filósofos y teólogos latinos y árabes. Es importante conocer este contexto histórico, que le costó finalmente la excomunión al poner al hombre (como ser humano primigenio) en un puesto muy importante en la vida humana gracias a su libertad. Tras este breve análisis, comprendo mucho mejor por qué Fromm lo eligió como texto introductorio de su libro, de su miedo personal a la libertad y por qué ha pasado a la posteridad como el Manifiesto del Renacimiento.

Vuelvo a repasar hoy, palabra a palabra, el texto expuesto en el libro de Fromm, porque nos puede ayudar a comprender lo que se llegó a pensar de la libertad humana en tiempos en los que lo más importante que había que hacer, visto cómo estaba la sociedad en general, una época también de guerras mundiales, era reforzar al ser humano por encima de todas las cosasTe puse en el centro del mundo con el fin de que pudieras observar desde allí todo lo que existe en el mundo. No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el fin de que —casi libre y soberano artífice de ti mismo— te plasmaras y te esculpieras en la forma que te hubieras elegido. Se comprende perfectamente que el miedo a la libertad estriba en la decisión de abordar el futuro imperfecto actual como brutos (no hacen falta muchas explicaciones) o hacer “cosas superiores” que nos devuelvan la alegría de vivir despiertos y libres en el necesario Renacimiento del Mundo, que algunos llaman ahora “Resiliencia Mundial”, que nadie entiende ahora con guerras como la de Ucrania o Gaza. Ese es el gran reto para saber qué significa tener miedo a la libertad de querer vivir con dignidad en un mundo que las guerras ponen otra vez al revés, como si no supiéramos lo que son.

Hoy quiero compartir con quienes hojean las páginas de este cuaderno digital, personas que están pre-ocupadas (con guion) como yo, lo que está pasando en el mundo, en Ucrania, en Israel y Gaza, en nuestro país, en nuestra Comunidad Autónoma, porque las guerras y sus daños colaterales nos afectan a todos, aunque de forma desmesuradamente desigual. Nada nos es ajeno, las guerras actuales tampoco, porque es humano lo que analizamos a diario, con noticias de actualidad que nos conmueven y nos conturban, que nos dan miedo. Eduardo Galeano hace el resto, para enseñarnos a convivir con el mundo al revés, para entenderlo sobre todo, porque sé que estamos obligatoriamente obligados a hacerlo. Fundamentalmente, porque sabemos que la democracia tiene miedo de recordar / el lenguaje tiene miedo de decir. / los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas. Y que… las armas tienen miedo a la falta de guerra.

(1) Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés, 1998. Madrid: Siglo XXI Editores de España.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA – ISRAEL/HAMÁS, ¡Paz y Libertad!