La desigualdad es un pilar no inocente en el ocaso de la democracia en España

Sevilla, 29/VII/2024

No hay mejor fórmula de participación en democracia que estar bien informados sobre lo que nos ocupa y pre-ocupa a diario, salvaguardando siempre el interés general, que es la actitud democrática por excelencia frente a individualismos a ultranza, porque la información objetiva y científica es lo que nos permite conocer que es lo que está pasando en las maniobras desestabilizadoras que propician el ocaso de la democracia. Es lo que pretende abordar una publicación reciente, La desigualdad en España, coordinada por tres investigadores, Berna León, Javier Carbonell y Javier Soria, con prólogo de Thomas Piketty. La sinopsis facilitada por la editora, nos ayuda a comprender el alcance de la misma: “«La historia de la humanidad es la historia de la lucha por la igualdad. La convicción de que la brecha entre ricos y pobres se puede y se debe reducir ha sido uno de los principales motores de cambio político en nuestro pasado. El estudio de estos conflictos pone de relieve una realidad que en ocasiones olvidamos: la desigualdad es, en última instancia, una decisión política» [del prólogo de Thomas Piketty]. ¿Funciona el ascensor social en España? ¿Es cierto que la desigualdad es necesaria para el crecimiento económico? ¿Cuánto influyen las herencias en el éxito profesional? Cuando se estudia la desigualdad, suele darse respuesta a estas preguntas exclusivamente desde la economía, la ciencia política o la sociología, pero no, como se propone aquí, desde una perspectiva cruzada. Por ello, los temas tratados abarcan desde las raíces históricas de la acumulación de riqueza hasta la brecha generacional, pasando por la influencia del sistema fiscal, la disparidad ocupacional de género o la relación entre genética y desigualdad. Más de una treintena de firmas expertas —nacionales e internacionales— se dan cita en estas páginas para desentrañar los mitos que sostienen y perpetúan la desigualdad en España. Este libro no solo ofrece una exhaustiva radiografía del tema, sino que también realiza una llamada a la acción para lograr una sociedad más justa e igualitaria”. 

Si de lo que se trata es de encarar la desigualdad, comparto con Piketty una afirmación rotunda: la desigualdad es, en última instancia, una decisión política. Siendo una verdad incontestable, creo que este libro sirve de altavoz de un preocupante aviso para navegantes en el barco de la democracia. Lo analiza muy bien un artículo en el diario El País, Si no combatimos la desigualdad, lo pagaremos con la democracia, escrito de forma didáctica por Javier Munárriz, en el que se exponen cuestiones candentes sobre la desigualdad en nuestro país: “El trabajo presenta la desigualdad en España como un círculo vicioso. Su principal expresión está en el reparto de la riqueza: el 10% que más tiene acumula más del 50% de la riqueza total, mientras la mitad de abajo ostenta en torno al 7%. La riqueza determina a su vez los ingresos, que son en España más desiguales que en el conjunto de la UE. Y uno y otro desnivel —riqueza y renta— minan a su vez la igualdad de oportunidades”.

En todas la publicaciones de índole social y económica que he publicado en el último año en este cuaderno digital, la realidad lacerante de la desigualdad ha estado presente una y otra vez, con especial relevancia en las clases más desfavorecidas, siendo la pobreza infantil la más llamativa sin lugar a dudas. Basta referirme a las tres últimas publicaciones para comprobar que es una realidad incontestable, que sigue siendo un círculo vicioso, con el agravante de la presencia del desequilibrio territorial como elemento discriminador que acentúa la citada desigualdad económica y social, creando territorios de primera, segunda y tercera división para sonrojo democrático de este país: Neveras vacías y comedores escolares cerrados: una realidad a erradicar en las vacaciones de verano,Andalucía ya es la cuarta Comunidad en privatización de la sanidad en España yUNICEF aborda los problemas de vivienda, pobreza y derechos de la infancia en nuestro país.

Como estamos en el ecuador del verano, bastaría hoy recordar estos signos evidentes de la desigualdad social en virtud de la terrible suerte de vivir en una Comunidad Autónoma u otra, evidenciando la realidad que hay que combatir con urgencia porque constituye una serie advertencia para la salvaguarda del Estado de Bienestar y para la democracia, por extensión. Un botón de muestra basta para comprender la desigualdad esencial cuando llega el verano, situación que propicia un tiempo libre de niños y niñas de este país, complejo y no tutelado en muchas familias. Así lo atestigua el reciente informe publicado por la ONG Educo, Los derechos de la infancia no se van de vacaciones. Infancia en riesgo y alimentación saludable en verano, que deberíamos leer con atención casi reverencial, como uno de los documentos de obligado conocimiento para un verano ético ante la desigualdad, que también existe. El fenómeno con el que nos encontramos cada verano, el olvido vacacional de miles de niños y niñas de este país, es decir, desigualdad en estado puro y constatable, se demuestra con datos objetivos en el citado informe: “Es lógico pensar que, para los niños y niñas, las vacaciones de verano son uno de los mejores momentos del año. Casi tres meses por delante para disfrutar con la familia, en la playa o en la montaña, en el pueblo o en la ciudad, yendo a pasear, a comer helados y a jugar con los amigos y amigas. Sin embargo, esta idílica imagen se aleja, y mucho, de la realidad de miles de niños y niñas en España. En 2014, Educo denunció que los más de 500.000 niños y niñas perceptores de las becas comedor se quedaban sin este tipo de ayuda al terminar las clases. Hoy, 10 años después, son más de 850.000 quienes reciben este apoyo durante el curso escolar. Es decir, en una década casi se han duplicado las becas públicas para acceder al comedor. Este aumento es debido a una mayor preocupación a nivel social y por parte de las administraciones de asegurar la alimentación de niños, niñas y adolescentes en el espacio educativo. Sin embargo, cuando llega el verano y cierra la escuela, dejan de recibir esta ayuda, poniendo en riesgo su derecho a la alimentación. Y solo son la punta del iceberg. Estos niños y niñas forman parte de los 2,7 millones que viven en riesgo de pobreza y exclusión».

Ante lo expuesto anteriormente, vuelvo a recordar algo que me conmueve a diario y que resalté este año cuando también abordé en el mes de febrero, en este cuaderno digital, los resultados definitivos de la Encuesta de condiciones de vida (ECV) de 2023, elaborados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), aplicados a Andalucía, donde finalizaba mi exposición diciendo que es imprescindible conocer con datos científicos que 3.185.308 ciudadanos y ciudadanas en Andalucía (INE, padrón continuo a 1 de enero de 2022), es decir, un 37,5% del total de población en esta Comunidad, están viviendo la pobreza en sus vidas y, de forma más aguda, la pobreza severa, en un porcentaje del 11,9% del total, más de un millón de personas en Andalucía, arrojando cifras lo suficientemente elocuentes para confirmar que algo no estamos haciendo bien en esta Comunidad, porque contra datos no valen argumentos. Lo digo una vez más: ahí están los datos anteriormente expuestos, desnudos, junto a la gran pregunta que nos compromete a todos, qué hacer en una contraescuela del mundo al revés en nuestro país, un mundo magistralmente descrito por Eduardo Galeano, en mi Comunidad Autónoma.

Personalmente, lo tengo claro: debemos compartir reflexiones científicas y datos, como los que se facilitan en la publicación citada, La desigualdad en España, para poder emitir juicios bien informados, porque sólo ante un gobierno de Estado o Comunidad Autónoma, pre-ocupado (así, con guion) por la desigualdad actual económica, laboral y social en la población, no cualquier gobierno, porque todos no son iguales, se deben denunciar estas cifras que afectan a tantas personas, a tantos niños, a tantas niñas, a tantos jóvenes, con un objetivo claro: que se aprueben leyes y disposiciones con urgencia para solucionar esta situación de extrema desigualdad. Es la única vía para que se transforme la sociedad española, permitiendo que la igualdad, solidaridad y justicia social permita a todos avanzar en derechos y libertades que mejoren las condiciones de vida para salir de la pobreza en cualquiera de sus estadios, que afectan a millones de ciudadanos en este país, de andaluces y andaluzas también, niños y niñas sobre todo, los más desfavorecidos, los pobres severos, los nadies de Eduardo Galeano, tantas veces citados en este cuaderno digital, que procuro no olvidarlos aunque a veces yo sea un pájaro herido por el principio de realidad de la desigualdad que sustenta la pobreza severa y exclusión social que nos asola, con cifras -desde mi punto de vista- insoportables para atender como merece la dignidad humana de millones de personas en este país.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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