
Velintonia es de todos, de todos y de todos
Vicente Aleixandre
Sevilla, 24/IX/2024
No olvido una reflexión de Antonio Machado, al expresar con unas palabras ejemplares la confusión ciega a la que muchas veces nos lleva Don Dinero: todo necio confunde valor y precio (Proverbios y cantares, LXVIII). Las he recordado al leer ayer una noticia que saltó a los medios de comunicación y que recojo ahora de forma literal en la versión del diario El País: «Amaya Aleixandre, la heredera mayoritaria, con un 60%, de la casa de su tío, el poeta y premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre, ha echado este lunes un jarro de agua fría al anuncio realizado por la Comunidad de Madrid este verano, cuando el consejero de Cultura, Mariano de Paco, aseguró que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso iba a comprar la vivienda del poeta, Velintonia. “La Comunidad de Madrid ha actuado a mis espaldas, en connivencia con los otros dueños del inmueble, que carecen de escrúpulos, y sin que yo aceptase previamente ni la venta, ni el precio de la compra”, ha señalado este lunes en un comunicado de prensa que contrasta con la versión del gobierno regional, donde una fuente de alto rango asegura que la oferta de adquirir el inmueble por 3,2 millones de euros había sido aceptada por todos los herederos». De nuevo, Velintonia está en el huracán de la confusión de valor y precio.
Vicente Aleixandre ocupa un lugar importante en mi persona de secreto. Por esta razón sigo sin comprender cómo la Administración no ha resuelto ya la compra de Velintonia respetando la historia democrática que encierran sus paredes, para salvar su interés general y público, gran principio constitucional.
Explico mi apego a este excelente poeta. Cuando contemplo cualquier mano, algo que me ocurre con frecuencia con las de mis nietos, recuerdo siempre un poema de Vicente Aleixandre, Mano entregada, que he utilizado en varias ocasiones, hace ya bastante tiempo, como mensaje en las felicitaciones de Navidad que mandaba imprimir de forma personalizada y artesanal, en una librería preciosa que había aquí en Sevilla, ya desaparecida desgraciadamente, con un nombre programático, Fernán Caballero:
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.
Cuando paseo por Sevilla, procuro acercarme también a Aleixandre, sentándome cerca de él en su paseo, un homenaje de Sevilla a su obra, a un poeta sevillano como yo, pero con un paso fugaz por la ciudad que lo vio nacer al trasladarse la familia a Málaga cuando solo tenía dos años y por razones laborales, ciudad a la que siempre homenajeó en su obra, en la que descubrió el sabor del mar durante sus nueve años de estancia familiar hasta el traslado a Madrid. Me detengo siempre a leer el poema que figura en un azulejo que hermosea la ciudad, un fragmento de En la plaza, porque es verdad todo lo que allí dice formando parte de su Historia del corazón:
Era una gran plaza abierta, y había allí olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Cuando supe en 2022 que Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre en Madrid durante toda su vida adulta, desde 1927 y hasta su fallecimiento en 1984, salió a subasta pública por la cantidad exacta de 4.561.750 euros, sentí un profundo dolor y la desazón por haber llegado hasta aquí esta ceremonia de confusión cultural, ante el cúmulo de despropósitos, públicos y privados, de las diferentes Administraciones y el poder omnipresente del poderoso caballero Don Dinero por parte de su reducida familia, así como la oscura “pertenencia” (por decirlo de alguna manera) de toda su obra escrita y determinados objetos personales, por parte de la familia del poeta Carlos Bousoño, ya fallecido. Todo lo contrario de lo que la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre viene haciendo desde hace muchos años, veintisiete en concreto, por su ingente labor para salvar el legado del poeta y el valor histórico de su casa.
Cuando he sabido que después de su fallecimiento hubo un proyecto, entre otros, de que la casa fuera adquirida con dinero público para que se destinara a un fin obviamente “poético”, como “La Casa de la Poesía” y que la Administración competente estimó que Madrid ya no necesitaba ese destino, porque ya había una en Getafe, vuelve la desazón a mi vida. Sin comentarios. Con el problema familiar actual, se confunde una vez más el valor y precio de la vida y obra de Vicente Aleixandre. Escribir hoy estas líneas es para ofrecerle de nuevo un modesto homenaje desde su tierra de nacimiento fugaz, pero con un sentimiento de agradecimiento permanente a su vida y obra escrita a duras penas en Velintonia, en cuadernos muy cuidados, casi siempre de noche y acostado, por su delicada “salud de hierro”, como él mismo afirmaba en momentos de confidencias a medianoche. Su misión en la vida la reafirmó de forma muy clara cuando conoció que le habían otorgado el premio Nobel de Literatura en 1977: “El poeta está siempre formulando una pregunta y el lector siempre va a su vez manifestando una muda respuesta que percibe en su espíritu el escritor. Pues bien, el Premio Nobel, con su grandeza, ha significado para mí la respuesta simbólica de un mundo completo de lectores”.
RTVE Play Radio – Por tres razones- «Velintonia es de todos, de todos y de todos» 29/06/2021
Cuando finalizo hoy la lectura de la noticia de las nuevas incidencias con la compraventa de Velintonia, escucho con atención reverencial el reportaje, en el que su voz resuena más fuerte que el viento, como decía Alberti y que me embarga de nuevo. Velintonia fue siempre el refugio de su exilio interior, que acogió también a sus amigos del alma de la generación del 27 y los Novísimos, como maestro indiscutible. Ese es su valor, que no su precio. Estas palabras son mi “muda respuesta” a su obra, como él quería. Para mí queda muy claro que Velintonia, es de todos, de todos y de todos. Palabras inolvidables de Aleixandre, mi paisano, al que tanto debe este país.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
¡Paz y Libertad!

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