Sevilla, 25/IX/2024
Según la Real Academia Española, “equidistar”, una entrada que contiene la forma «equidistante», es estar a la misma distancia cuando nos referimos a dos personas o cosas con relación a otra, o de una persona o cosa con relación a otras, es decir, estar a la misma distancia, poniendo la Academia un ejemplo: los puntos de una circunferencia equidistan de su centro. También se utiliza este verbo en sentido figurado: un planteamiento que equidista del idealismo y del pragmatismo. Si traigo hoy esta palabra a colación es porque se utiliza cada día más en la actitud política que se califica como equidistante y, personalmente, la considero como un auténtico peligro para la democracia, porque no es inocente.
La persona equidistante suele considerarse a sí misma como árbitro o árbitra de casi todo, inocente e inmaculada también al estar más allá de toda sospecha, sine labe concepta (sin pecado concebida), detentadora de sabiduría infinita; tampoco “es política”, no se polariza porque le causa horror comprometerse con alguien o con algo, aséptica ante casi todo por lamentable que sea, fundamentalmente porque casi todo le resbala; suele frecuentar la mediocracia porque le enseñaron en sus años jóvenes que “en el término medio está la virtud”. Como dijo una vez Xavier Vidal-Folch, “la equidistancia es inane. Es la nada. Porque nada deslinda entre los extremos, nada dirime entre los opuestos, nada aclara de lo confuso, nada concluye en el litigio”. Para el discreto encanto de la política burguesa, ser equidistante es lo que hay que ser, ¡que ya está bien, lo que sufre la gente de bien! Fuera compromisos que vayan más allá del “ande yo caliente, ríase la gente”.
Al equidistante no le preocupan los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados (Galeano, dixit). ¿Cómo se puede ser equidistante, políticamente hablando, ante tanta injusticia social en nuestro país, ante la situación actual en relación con los Presupuestos del año próximo en el Congreso de los Diputados, por hablar de determinado estado de opinión en el país? Las palabras nos juegan a veces malas pasadas y equidistar es uno de los casos de mayor actualidad. La falsa pulcritud que exhiben los equidistantes de nuevo cuño, tan asépticos ellos y ellas, se deja ver en editoriales como el que hoy ha publicado el diario El País, Trabajar por los presupuestos, donde se da una de cal y otra de arena tanto al Gobierno como a la Oposición. No lo entiendo, mejor dicho sí, porque navegar en mares tranquilos de equidistancia es más beneficioso en el largo plazo político y hay que “estar bien con todos” por lo que pueda pasar. Es, en lenguaje paladino de Berceo, nadar y guardar la ropa. El editorial contrasta permanentemente los logros del Gobierno con las asignaturas pendientes da aprobar, por parte de la sociedad en general y el Gobierno correspondiente, en un continuo sí pero no.
Todavía no he digerido una parte del editorial citado: “El Gobierno decidió ayer retirar la tramitación de la senda de estabilidad, indispensable para la confección de los presupuestos, por la falta de apoyos en el Congreso. El Ejecutivo está en su derecho de apurar los plazos para negociar y convencer a Junts, aunque eso le cueste prorrogar temporalmente las actuales cuentas. Del mismo modo, entra dentro de la lógica que el PP rechace respaldar la senda y los presupuestos por mucho que Hacienda advierta de que sus comunidades contarán con menos margen de maniobra”. La entradilla ya presagiaba algo así, a modo de obviedad memorable: “La mejor garantía para las políticas sociales es forjar una mayoría parlamentaria que apruebe las cuentas de 2025, no prorrogar las actuales”.
Un aviso en toda regla para el aguerrido navegante político, de nombre Pedro Sánchez, eso sí, desde la equidistancia en estado puro por parte de El País, actitud periodística que no cumple con su función: informar con verdad objetiva para que el lector o lectora sea el que saque sus propias conclusiones. Sobre todo cuando analizamos situaciones críticas con responsables políticos desiguales o lo que es lo mismo, en relación con la intrahistoria pasada y presente de políticos y sus políticas, del Gobierno y de la Oposición, que no son iguales.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
¡Paz y Libertad!

