Gilgamesh, el que veía lo profundo, no comprendió el secreto del Diluvio Universal

AGENCIA ESTATAL DE METEOROLOGÍA (AEMET) / Imagen de la Península Ibérica cubierta por las nubes de la DANA – Octubre 2024

Sevilla, 2/XI/2024

La historia se repite. Hace cuarenta y dos siglos que la historia humana mostraba ya su preocupación por el agua descontrolada que caía de los cielos, concretamente por el diluvio, destrozando todo lo que encuentra a su paso, intentando interpretarlo a su manera. Esta situación se muestra en la lectura atenta de la tablilla XI del llamado Poema del legendario héroe-rey Gilgamesh, en lenguaje sumero-acádico, que se utilizó como fuente de la narración del Diluvio en el libro del Génesis, porque Gilgamesh era sabio y todopoderoso, que buscaba la inmortalidad, hasta tal punto que su carta de presentación en las tablillas es esplendorosa: el que veía lo profundo. Este documento, en su versión estándar, porque su tradición oral es de bastantes siglos antes, fue hallado junto a las once tablillas restantes en la biblioteca de Asurbanipal (siglo VII a.C.), creada anteriormente por Sargón II en Nínive, la actual Mosul en Irak, en el siglo VIII a.C., aunque se acepta por los científicos actuales que siguen estudiando los textos encontrados, que en la tradición oral pesaba mucho la historia del Poema de Athanasis, la primera vez que se aborda el cansancio de los dioses en su trabajo diario para atender el mundo, transfiriendo a los humanos parte de sus poderes, hasta tal punto que los hombres, creados de arcilla y sangre, quieren ser como dioses, apareciendo separados ya como hombres y mujeres. Pero lo peor, es que no aprenden a convivir y ser mejores.

De ahí vienen las grandes inundaciones narradas por Gilgamesh, el Diluvio Universal, la construcción de un barco salvador para unos elegidos y la posterior redención calamitosa del ser humano. A partir de aquí, se narran en la interpretación citada de la tablilla XI, sucesos que propiciaron un plan secreto de algún dios, se filtra el plan y se produce una traición “divina”, se construye un barco “salvador”, de 120 codos, con seis cubiertas, se acopia toda la comida posible, se cargan “todos los seres vivos que tenía” el sabio Utnapishtim, todos sus familiares y artesanos y, finalmente, «todas las bestias y animales del campo» suben al barco, sellándose la puerta de entrada según lo indicado por el dios Shamash. A partir de aquí se produce una terrible tormenta, durando el diluvio seis días y seis noches, calmándose la tempestad el séptimo día y liberando Utnapishtim una paloma y una golondrina, volviendo ambas, pero no así un cuervo que nunca regresó. Abrieron la puerta del barco y comenzaron a salir los animales. Todos los humanos se habían convertido en barro puro, excepto Utnapishtim y su esposa. Finalmente, al héroe de esta tragedia, los dioses le otorgan la inmortalidad a él, junto a su mujer. Lo que verdaderamente enturbia el poema es que en el camino de vuelta de su búsqueda de la inmortalidad,  descubierta en la narración anterior, encuentra, siguiendo instrucciones de Utnapishtim, una planta que devuelve la juventud a quien la toma, pero una serpiente se la roba y Gilgamesh vuelve a Uruk con las manos vacías, convencido de que la inmortalidad es patrimonio exclusivo de los dioses.

Leído lo anterior en un esfuerzo de síntesis plena para hacer más accesible el conocimiento del poema de Gilgamesh, la historia anteriormente narrada tiene un parecido asombroso a la de Noé en el libro del Génesis, ante el cansancio de Dios al contemplar la corrupción y maldad humana, “el puro mal de continuo”, así como en la parte del relato que corresponde a la creación de Adán y Eva, con su “equivocación” al escuchar a la serpiente y querer ser como el dios que los creó. Visto lo anterior, sólo he pretendido utilizar la metáfora del Diluvio Universal, para intentar comprender que la naturaleza es inviolable y que el ser humano, desde siempre, ha cuidado poco la Naturaleza. Hace tan sólo cuarenta y dos siglos, la tradición oral intentó comprender por qué se producían fenómenos atmosféricos que el hombre nunca podía controlar, achacando a la responsabilidad de los dioses, a su furia desatada, la causa de todos los males de la humanidad. Pero lo cierto es que no era así, porque en el caso del poema de Gilgamesh, un dios traicionero fue el desencadenante de esos males, unido todo a un deseo irrefrenable del ser humano de alcanzar la inmortalidad, una mezcla verdaderamente explosiva.

Si volvemos al terco principio de la realidad vivida estos días con la DANA (acrónimo, Depresión Aislada en Niveles Altos) en la Comunidad valenciana, vamos conociendo este fenómeno atmosférico, en el que una masa de aire polar muy frío queda aislada y empieza a circular a altitudes muy elevadas (entre 5.000 y 9.000 metros), lejos de la influencia de la circulación de la atmósfera. Luego, al chocar con el aire más cálido y húmedo que suele haber en el mar Mediterráneo, en este caso, genera fuertes tormentas, sobre todo a finales del verano boreal y principios del otoño, cuando las temperaturas marítimas son más elevadas (1). Esta fuente informativa afirma sobre la correlación de estas DANAs frecuentes con el cambio climático que “La creciente frecuencia de las DANAs y la intensificación de las lluvias asociadas a ellas están estrechamente ligadas al cambio climático, según los expertos. El progresivo aumento de la temperatura del mar Mediterráneo facilita que se den las condiciones para que haya más energía y humedad necesarias para que se dé una DANA más potente. «Estamos viendo más fenómenos de este tipo a medida que nuestro clima se calienta», explicó el meteorólogo de la BBC Matt Taylor. «Aunque tales eventos han sucedido en el pasado, se están volviendo más habituales», señaló Taylor. El año pasado, un estudio de la Sociedad Meteorológica Estadounidense detectó un incremento de las DANAs desde la década de 1960 a escala global”.

Ante lo anterior llega ya la hora de despejar muchas preguntas: “Si las DANAs van a ser cada vez más frecuentes, ¿por qué no se preparan planes específicos de gestión de riesgos sobre este fenómeno atmosférico?, ¿por qué no se revisan los planes urbanísticos que permitieron construir viviendas y polígonos industriales sobre zonas inundables, en los años del boom del ladrillo?, ¿por qué se avisó tan tarde a la población por parte de las Autoridades de las Comunidades afectadas, aunque sí lo hizo con tiempo suficiente la Agencia Estatal de Meteorología, lo que originó que no pudieran protegerse ante tanta agua destructiva? y ¿por qué no se ha declarado ya un Plan de Emergencia Nacional ante lo sucedido? Miles de personas claman, no ante los dioses, sino ante la Autoridades que correspondan, que las atiendan inmediatamente porque hay mucho dolor acumulado ante esta tragedia, desgraciadamente con precedentes, donde ha hecho estragos, por supuesto,  el poderoso caballero “don dinero”. Sabemos ahora que ya los dioses no se enfadan ni enredan en relación con diluvios más o menos universales, pero la prepotencia del ser humano es la misma, creer en la sabiduría infinita del que todo lo sabe, todo lo puede, todo lo niega, para contemplar después horrorizados las imágenes de lo sucedido estos días en Valencia, Albacete y otras localidades del País.

Hace cuarenta y dos siglos también, se sentaron las bases de otro relato unido al del Diluvio, antecedente histórico por más señas, el de la creación, con sesgos también sumero-acádicos, que he citado en bastantes ocasiones en este cuaderno digital. Si lo recupero hoy es para expresar mi confianza en el ser humano, en momentos de zozobra ética como en los de esta DANA, por la solidaridad humana demostrada ante una tragedia terrible en coste de vidas humanas y sufrimiento agregado en las personas que lo han vivido, porque nuestros antepasados creyeron siempre que la creación del ser humano fue lo mejor que le pasó a la humanidad. Lo digo desde una perspectiva evolucionista, pura y dura, pero que hoy, al citarla, no quiero quitar importancia a lo que nuestros antepasados, abuelos por más señas, contaban a sus nietos y nietas sentados en sus rodillas y así durante siglos, en las orillas de los ríos Tigris y Éufrates, en la actual Irak.  La interpretación de esa tradición oral de la creación, de la vida, introdujo por primera vez un adverbio, “muy” (meod, en hebreo) –no inocente- que marcó la diferencia con los demás seres vivos: y vio Dios que muy bueno (Genesis, 1, 31). Mientras que en el citado relato, las sucesivas “creaciones” eran “solo” buenas, los cielos, la tierra, las aguas, los animales, las semillas, cuando se creó al hombre y a la mujer el texto hebreo recoge literalmente: “y vio Dios que muy bueno”, dejando a las aguas algo atrás. Por algo sería. Si escribo lo anterior es para creer, en el desconcierto actual, que el ser humano es lo mejor que le ha podido ocurrir al mundo en siete días mágicos: algo muy bueno. Basta ver los miles de personas que han corrido a prestar su ayuda a los damnificados de esta DANA.

(1) Valencia: qué es una DANA, el fenómeno meteorológico que provocó las lluvias torrenciales que han dejado decenas de muertos en el sureste de España – BBC News Mundo

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.


UCRANIA, GAZA, LÍBANO, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!