
Sevilla, 29/I/2025 – 08:30 h (CET+1)
Dedico hoy estas palabras a una persona que me acompaña en la vida desde hace ya cuarenta y dos años, María José, en su cumpleaños y cumpledías anual, con la calidad en este recuerdo que manifestó Mario Benedetti en su poema Como siempre, en su fondo y forma, sintiendo al mismo tiempo la influencia de Luz López, su compañera de vida, recordándome también que María José ha recorrido ya un camino vital de setecientos sesenta y ocho meses en su cumpledías vital, aplicándole hoy las palabras de su poema en primera persona, porque así lo he leído una y otra vez en lo más íntimo de mi propia intimidad agustiniana, adaptándolo a sus circunstancias, que diría Ortega y Gasset.
Como siempre
Aunque hoy cumplas
trescientos treinta y seis meses
la matusalénica edad no se te nota cuando
en el instante en que vencen los crueles
entrás a averiguar la alegría del mundo
y mucho menos todavía se te nota
cuando volás gaviotamente sobre las fobias
o desarbolás los nudosos rencores
buena edad para cambiar estatutos y horóscopos
para que tu manantial mane amor sin miseria
para que te enfrentes al espejo que exige
y pienses que estás linda y estés linda
casi no vale la pena desearte júbilos y lealtades
ya que te van a rodear como ángeles o veleros
es obvio y comprensible
que las manzanas y los jazmines
y los cuidadores de autos y los ciclistas
y las hijas de los villeros
y los cachorros extraviados
y los bichitos de san antonio
y las cajas de fósforo
te consideren una de los suyos
de modo que desearte un feliz cumpleaños
podría ser tan injusto con tus felices
cumpledías
acordate de esta ley de tu vida
si hace algún tiempo fuiste desgraciada
eso también ayuda a que hoy se afirme
tu bienaventuranza
de todos modos para vos no es novedad
que el mundo
y yo
te queremos de veras
pero yo siempre un poquito más que el mundo.
Es verdad, cambiando lo que hay que cambiar en el poema para adaptarlo a la realidad de ella, porque esta edad que alcanza hoy “no se le nota cuando en el instante en que vencen los crueles entra a diario a averiguar la alegría del mundo, volando gaviotamente sobre las fobias, desarbolando los nudosos rencores. Ha alcanzado una buena edad para cambiar estatutos y horóscopos, dejando que su manantial mane amor sin miseria”. También vuelvo a tener presente a Juan Ramón Jiménez, tan próximo, el poeta con el que compartí su casa de juventud en Moguer durante algún tiempo, junto a ella y nuestro hijo Marcos, que escribió unas palabras hace más de cien años que rescato hoy en la celebración de este cumplevidas, concretamente en una bella introducción a su querido diario (1), recogidas del sánscrito -¡ay, la influencia de Zenobia Camprubí!-, porque resumen perfectamente la atención que debemos prestar a cada día, espacio y tiempo en el que se desarrolla la vida personal e intransferible de cada uno y las compañeras de vida, por ejemplo Luz, Zenobia y María José:
¡Cuida bien de este día! Este día es la vida, la esencia misma de la vida. En su leve transcurso se encierran todas las realidades y todas las variedades de tu existencia: el goce de crecer, la gloria de la acción y el esplendor de la hermosura.
El día de ayer no es sino sueño y el de mañana es sólo una visión. Pero un hoy bien empleado hace de cada ayer un sueño de felicidad y de cada mañana una visión de esperanza. ¡Cuida bien, pues, este día!
En este cumpleaños, cumpledías y cumplevidas, sólo sé que los dos hemos perseguido sueños que hoy no quiero olvidarlos, ni siquiera un momento, porque no quiero dejarme apesadumbrar por la desmemoria, ni dejar de soñar despierto como tantas veces he escrito en este cuaderno digital. Hoy, sólo quiero cantar la canción de los soñadores (Waldo Leyva, poeta cubano), entrando a diario a averiguar la alegría del mundo, volando;gaviotamente sobre las fobias, desarbolando los nudosos rencores (Benedetti), porque sé que el día de ayer no es sino sueño y el de mañana es sólo una visión. Pero un hoy bien empleado hace de cada ayer un sueño de felicidad y de cada mañana una visión de esperanza. Por esas razones, sueños en definitiva, sé que lo que aprendí un día ya lejano de Juan Ramón Jiménez, ¡Cuida bien, pues, este día!, es lo que nos permite seguir viviendo, porque un hoy bien empleado hace de cada ayer un sueño de felicidad y de cada mañana una visión de esperanza. Sé que el fin no es tocarlos, como a las rosas, sino perseguir los sueños de felicidad y esperanza. Sólo eso. ¡Ah!, junto a Benedetti, no olvido tampoco un mensaje para María José que, como siempre, mantengo vivo:
[…] de todos modos para ti no es novedad / que el mundo / y yo / te queremos de veras / pero yo siempre un poquito más que el mundo.
(1) Jiménez, Juan Ramón, Diario de un poeta recién casado (1916), 2005. Madrid: Alianza Editorial.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
¡Paz y Libertad!

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