Confieso que me siento decepcionado, consternado y conturbado

Hay un precepto bajo el cual he vivido: prepárate para lo peor, espera lo mejor y acepta lo que venga.

Hannah Arendt

Sevilla, 4/III/2025 – 12:20 h (CET+1)

En el contexto mundial en el que estamos ya instalados, sorprendidos a diario por las últimas órdenes ejecutivas firmadas por Trump con su famoso rotulador negro (no inocente), de alcance mundial, como puede ser la decisión de hace unas horas de suspender la ayuda militar a Ucrania, como reacción inmediata de castigo al presidente Zelenski (creo que también al mundo mundial) por el último encuentro con él en el Despacho Oval, la aplicación de aranceles a Canadá, México y China, así como los efectos devastadores en la ayuda humanitaria mundial a los que menos tienen, los nadies, por el cierre de la USAID, vuelvo a insistir en algo en lo que siento una obstinación especial: lo que está ocurriendo a escala mundial es debido a la ausencia de valores y grandes principios éticos en una carrera desenfrenada que propicia el desmantelamiento del Estado de Bienestar y su corolario lógico, el ocaso de la democracia perfectamente diseñado por las oligarquías digitales y atómicas, la explosión diaria del consumo en una economía alocada de mercado, el síndrome de la última versión que tantos estragos causa en la juventud y en la sociedad en general, porque de todo lo que tengo no tengo lo último de lo último y sin ello no soy, no somos nada, las influencias de los “influencers” que casi siempre es consumo puro y duro individual y, además, del caro, así como los estragos del paro juvenil y la corrupción pública y privada, unido todo ello al hastío y a la desafección política generalizada. Este conjunto de realidades son una mezcla explosiva de tener o intentar tener y no de ser, lo que justifica que «para dos días que vamos a vivir vivamos solo el presente», en un “carpe diem” inverso, porque se entiende al revés de su significado, es decir, vivamos hoy pase lo que pase y “tengo derecho a divertirme” porque el mañana no me importa nada, en una amoralidad que da miedo. Vivir al día, a la intemperie de la vida, sin preocuparse de nadie y de nada, caiga quien caiga. El poeta Horacio lo explicó bien hace ya muchos siglos: «Sé prudente, filtra el vino / y adapta al breve espacio de tu vida / una esperanza larga. / Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso. / Vive el día de hoy [Carpe diem]. Captúralo. / No te fíes del incierto mañana (Oda (Carminum) I, 11, dedicada a Leucónoe).

Tampoco me sirve el socorrido “esto también pasará”, principio basado en el cuento persa de un rey y un anillo, que sigue vivo en muchas personas como bálsamo de Fierabrás ante las consecuencias devastadoras de lo que está pasando y estamos viendo a diario. Lo curioso es que pocas veces se aplica cuando se vive época de vacas gordas y de felicidad plena que pese a todos los esfuerzos que se hagan, también pasarán, reforzando el mito del eterno retorno. Es curioso constatar en torno a esta frase que fue el presidente Benjamín Franklin el que frente a lo locuacidad no contenida ni medida de Trump, expresó en el siglo XIX el mejor significado de ella en el discurso que pronunció en la feria de agricultura en Milwaukee (Wisconsin), el 30 de septiembre de 1859, un año antes de ser elegido presidente de los Estados Unidos, firmando dos años después la ley que establecía por primera vez el Departamento de Agricultura de su país: «Se dice que un monarca oriental encargó una vez a sus sabios que le inventaran una frase que siempre tuviera presente y que fuera verdadera y apropiada en todos los tiempos y situaciones. Le presentaron unas palabras: «Y esto también pasará». ¡Cuánto expresa! ¡Qué castigo en la hora del orgullo! ¡Qué consuelo en las profundidades de la aflicción! «Y esto también pasará». Y, sin embargo, esperemos que no sea del todo cierto. Esperemos, más bien, que mediante el mejor cultivo del mundo físico, debajo y alrededor de nosotros, y del mundo intelectual y moral dentro de nosotros, aseguraremos una prosperidad y felicidad individual, social y política, cuyo curso será hacia adelante y hacia arriba, y que, mientras la tierra perdure, no pasará».

La realidad es que me siento también consternado en el sentido profundo de la palabra tal y como se recogió por primera vez en el Diccionario de Autoridades publicado en 1729: “Atemorizado, asombrado, perturbado y espantado”. Cualquiera de las cuatro acepciones refleja bien mi estado de ánimo. Tanto que hemos luchado por la instauración de la democracia a lo largo de los últimos cuarenta y seis años para recoger hoy lo mal sembrado. También conturbado, atendiendo las ricas acepciones de las Autoridades citadas, porque estoy inquieto, conmovido, confundido y desasosegado, provocando todo ello una mudanza cerebral muy importante aunque siga escuchando la recomendación piadosa de San Ignacio en estos tiempos de mudanza mundial de principios y valores. 

Hoy agrego a esta situación anímica el lema decepcionado, que no está recogido en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ni como participio pasivo ni como adjetivo, a diferencia de las dos anteriores. Creo que es debido a que la decepción, que significa “pesar causado por un desengaño”, es decir, porque se ha faltado a la verdad en lo que se dice, hace o piensa una persona, es lo que se convierte sólo en sentimiento de decepción al sentirnos desengañados ante lo que está pasando y estamos viendo, situaciones que siente el alma con la decepción consiguiente, que no cabe en el diccionario de la dignidad humana. Su sentido más profundo y que genera más dolor está en la palabra “engaño”, porque en democracia se debe esperar mucho de los políticos mundiales y los de este país, que actúan en representación de nuestros votos. Estamos desengañados, desilusionados y nos sentimos consternados, conturbadosdecepcionados.

Cada día que pasa estoy más convencido de que es verdad que soy pesimista ante el espectáculo actual en el gran teatro del mundo, en el sentido más profundo del término pesimista que aprendí del haiku 123, precioso, escrito por Mario Benedetti en 1999: Un pesimista / Es sólo un optimista / Bien informado. Reconozco que estamos viviendo una época en la que es difícil mantener una conducta inaccesible al desaliento. Si dejamos que las circunstancias actuales, en política por ejemplo, nos desanimen, es decir, nos quiten el ánimo, perderemos la actitud, la disposición, el temple, el valor, la energía, el esfuerzo, la intención, la voluntad, el carácter, la índole, la condición psíquica de cada uno, de cada persona y lo que es probable es que perdamos la última acepción de este lema en nuestro vocabulario diario, porque al final nos quitan el fundamento principal del ánimo, el alma, el espíritu de cada uno como primer principio de la actividad humana.

Espero, a pesar de todo, que impere el sentido común y una perspectiva de futuro mejor para todos, porque la situación actual pasará, pero ojalá sea en el sentido que proclamó Benjamín Franklin en el discurso citado anteriormente. «Y, sin embargo, esperemos que no sea del todo cierto. Esperemos, más bien, que mediante el mejor cultivo del mundo físico, debajo y alrededor de nosotros, y del mundo intelectual y moral dentro de nosotros, aseguraremos una prosperidad y felicidad individual, social y política, cuyo curso será hacia adelante y hacia arriba, y que, mientras la tierra perdure, no pasará».,

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

“Aún estoy aquí”, Óscar al respeto de la memoria democrática de Brasil

Sevilla, 3/III/2025 – 08:00 h (CET+1) / Actualizado 14:30 h

Como persona que ama el cine social y que sabe que “el cine es ver caminar a Henry Fonda”, que decía el famoso John Ford, porque conocía muy bien al actor y respondiendo a un periodista ante la pregunta clásica de ¿qué es el cine?, he sentido una emoción especial al conocer que la película brasileña Aún estoy aquí recibió anoche el Óscar 2025 a Mejor Película Extranjera. Es un justo reconocimiento a una película excepcional, a la que dediqué el pasado 26 de febrero unas palabras especiales en este cuaderno digital que busca islas desconocidas, en este caso una película con un mensaje esencial de respeto a la memoria histórica y democrática de un país, Brasil, en una época de dictadura militar que se prolongó 21 años.

Como me queda la palabra para casi todo lo que ocurre en estos tiempos trumpianos tan revueltos, en el mundo en general y en nuestro país en particular, vuelvo a publicar el artículo citado, La memoria democrática en una sola frase: “aún estoy aquí”.

La película está basada en unas memorias escritas por Marcelo Rubens Paiva, en las que narra cómo su madre se vio obligada al activismo político cuando su marido, el diputado izquierdista Rubens Paiva, fue capturado por el gobierno durante la dictadura militar de Brasil, en 1971. La sinopsis oficial del libro ayuda a comprender la quintaesencia de este Óscar: “Verano de 1971. Eunice Paiva, recientemente liberada de un período de prisión e interrogatorio de doce días en DOI-Codi, en Río de Janeiro, pasa una corta temporada con amigos en Búzios. Según Antonio Callado, ella respiraba aliviada; el propio ministro de Justicia le había asegurado que su marido, Rubens Beyrodt Paiva, «ya había sido interrogado, estaba bien y en unos dos días estaría de vuelta a su casa». Rubens Paiva, sin embargo, capturado por hombres de la Fuerza Aérea el 20 de enero de 1971, fue torturado, asesinado y su cuerpo nunca más fue encontrado. «La cara de Eunice», escribe Callado, «continuó mojada y salada durante mucho tiempo, al igual que en esa mañana de Búzios. El agua ya no era del mar». En este libro, Marcelo Rubens Paiva hace un retrato emocionante de Eunice, su madre, y por primera vez traza una historia dramática de lo que ocurrió – y de lo que pudo haber ocurrido – con Rubens Paiva. «Mi padre, uno de los hombres más simpáticos y risueños que Callado conoció, murió por decreto, gracias a la Ley de los Desaparecidos, veinticinco años después de haber muerto por tortura», dice él, en este libro magistral. Eunice “levantó el certificado de defunción para la prensa, como un trofeo. Fue en ese momento en el que descubrí que allí estaba la verdadera heroína de la familia; sobre ella era la que nosotros, los escritores, deberíamos escribir».

oooooOooooo

La memoria democrática en una sola frase: “aún estoy aquí”

Sevilla, 26/II/2025 – 09:25 (CET+1)

El presidente Lula felicitó el pasado 7 de enero a la actriz y escritora brasileña Fernanda Torres, por haber sido premiada con el Globo de Oro a la Mejor Actriz, por su interpretación en la película Aún estoy aquí, dirigida por Walter Salles, expresándole la satisfacción nacional en nombre de su país por el abordaje cinematográfico de un pasaje en la historia del país que siempre se quiso borrar: “Brasil se merecía esto, te lo merecías…».

La sinopsis de la película, multipremiada ya, incluso con el Goya de este año en nuestro país, a la mejor producción iberoamericana y con tres candidaturas a los Óscar 2025, a Mejor Película, Mejor Actriz y Mejor Película Extranjera, nos ofrece el hilo conductor de la misma resaltando la importancia del respeto a la memoria histórica y democrática de cualquier país, en este caso de Brasil: “Está basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, en las que narra cómo su madre se vio obligada al activismo político cuando su marido, el diputado izquierdista Rubens Paiva, fue capturado por el gobierno durante la dictadura militar de Brasil, en 1971”. Conviene recordar que esta dictadura se mantuvo en el país desde 1964 hasta 1985.

He comprendido bien esta sinopsis escuchando atentamente a su director en una entrevista: “Son recuerdos de mi adolescencia. Mi novia era amiga de una de las hijas de Paiva, pasé mucho tiempo con ellos. Esa casa era otro país, donde la discusión política era libre, se hablaba de libros y discos censurados. Pero allí también descubrí una violencia que desconocía. La desaparición de Rubens marcó un antes y después para todos los que participamos en ese microcosmos. Si teníamos algo de inocencia, la perdimos ese día”.

Si rescato hoy esta película y su mensaje es porque su estreno en Brasil ha sido un revulsivo ante la extrema derecha y el bolsonarismo, fenómeno mundial de un neofascismo que da miedo. De ahí mi interés por rescatar hoy también en nuestro país el respeto a la memoria histórica y democrática tan necesaria para no volver a cometer los mismos errores ante el ocaso de la democracia. Aprovecho, por tanto, esta oportunidad que me ofrece aproximarme a esta excelente película, para manifestar mi incondicional apoyo a la vigente Ley de Memoria Democrática en España, como ciudadano político, que cuido la democracia de este país y su memoria, así como la de mi Comunidad Autónoma, mi ciudad y mi barrio, como tantas veces he escrito en este cuaderno digital. Es una ley que ordena en su objeto y finalidad la recuperación, salvaguarda y difusión de la memoria democrática, entendida ésta como conocimiento de la reivindicación y defensa de los valores democráticos y los derechos y libertades fundamentales a lo largo de la historia contemporánea de España, con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones en torno a los principios, valores y libertades constitucionales: “Asimismo, es objeto de la ley el reconocimiento de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, de pensamiento u opinión, de conciencia o creencia religiosa, de orientación e identidad sexual, durante el período comprendido entre el golpe de Estado de 18 de julio de 1936, la Guerra de España y la Dictadura franquista hasta la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978, así como promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal, familiar y colectiva, adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir elementos de división entre la ciudadanía y promover lazos de unión en torno a los valores, principios y derechos constitucionales. Se repudia y condena el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la posterior dictadura franquista, en afirmación de los principios y valores democráticos y la dignidad de las víctimas. Se declara ilegal el régimen surgido de la contienda militar iniciada con dicho golpe militar y que, como consecuencia de las luchas de los movimientos sociales antifranquistas y de diferentes actores políticos, fue sustituido con la proclamación de un Estado Social y Democrático de Derecho a la entrada en vigor de la Constitución el 29 de diciembre de 1978, tras la Transición democrática”.

Estamos avisados ante los nuevos vientos de la derecha, ultraderecha y su más allá en nuestro país y en el nuevo orden mundial que diseña de forma violenta Trump y su oligarquía tecnológica, aunque nos queda algo grandioso en democracia, la palabra, para poder denunciar lo que está pasando por todos los medios posibles, tal y como aprendí en un día ya lejano de Blas de Otero: Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria, / si abrí los labios hasta desgarrármelos, / me queda la palabra.Para mí, lo importante es que la democraciatodavía está aquí. Así lo escribí recientemente en este cuaderno digital, El dinosaurio sí, la democracia también, recordando a Augusto Monterroso en su famoso cuento breve, que aplicado ahora a la democracia nunca he olvidado: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Dudas éticas del turismo espacial

Sevilla, 2/III/2025 – 18:13 h (CET+1)

No es la primera vez que abordo en este cuaderno digital el controvertido fenómeno social del turismo espacial y sus bases éticas. A modo de declaración de principios, afirmo que no estoy en contra, ni mucho menos, de la investigación aeroespacial de carácter público y al servicio del interés general, por su aportación a la investigación mundial en las más diversas ramas científicas, pero la de los vuelos “turísticos” orientados al mercado y sus mercancías, en estos momentos tan delicados para la economía mundial, me parecen insultantes, como un auténtico ejemplo del mundo al revés. Basta recordar a Ron Garan, astronauta de la NASA, cuando publicó en su libro «The Orbital Perspective” (2015), que no podía evitar pensar, al contemplar este «paraíso» [del espacio], en «los casi 1.000 millones de personas que no tienen agua potable para beber, el incontable número de personas que se acuestan con hambre cada noche, la injusticia social, los conflictos y la pobreza que siguen siendo omnipresentes en todo el planeta».

El vuelo de diez minutos del aventurero Jesús Calleja, realizado el pasado martes a bordo de la nave New Shepard (MISSION NS-30), como proyecto emblemático de la empresa Blue Origin, perteneciente al presidente de Amazon, Jeff Bezos, tan próximo a Trump, con un coste aproximado de 1.250.000 dólares, vuelve a plantear su trasfondo ético, salvando lo que haya que salvar, humana y profesionalmente hablando, de la trayectoria personal y profesional de Jesús Calleja, al que respeto y admiro en sus arriesgadas aventuras. Lo que es indudable es que este vuelo auspiciado por Mediaset España en tiempos de su consejero delegado Paolo Vasile y los representantes de Amazon Prime, con fines comerciales y mercantilistas no inocentes, creo que no justifica por sí mismo esta inversión espacial, al alcance exclusivo de multimillonarios. Basta recordar también el primer vuelo tripulado por personas, en la misma nave de Calleja, New Shepard, que realizó Bezos junto a su hermano y dos pasajeros más el 20 de julio de 2021, habiendo puesto a la venta un asiento de los cuatro que tenía en esa fecha la nave, que se adjudicó mediante subasta a un precio de 28 millones de dólares. Se escogió esta fecha, 20 de julio, porque se cumplía ese día del lanzamiento 52 años desde que el ser humano pisó por primera vez la luna. Un matiz también interesante en el caso de Bezos es que uno de esos cuatro asientos de su nave, que traspasó los cien kilómetros de la llamada línea Kármán, de separación de la tierra del espacio, lo ocupó la astronauta Wally Funk, que por razones estrictas de género, ser mujer, no pudo participar en el programa espacial americano en los años sesenta.

Es muy difícil conocer con exactitud el gasto real de estos proyectos al estar enmarcados en una actividad estrictamente privada, respetable pero creo que cuestionable en estos delicados momentos que atraviesa la Humanidad. Incluso es para mí de una dudosa ética pública que programas de la Administración espacial americana, la NASA, tengan un presupuesto para este año de más de 25 mil millones de dólares.

La perspectiva orbital del astronauta Garan, citado anteriormente, es fiel reflejo de la contradicción en la ética espacial expuesta anteriormente, que también existe, siendo la sinopsis de su publicación un bello planteamiento para el momento actual de deslumbramiento fácil ante el éxito de multimillonarios o aventureros de pro: “Para el astronauta Ron Garan, vivir en la Estación Espacial Internacional fue una experiencia poderosa y transformadora, que él cree que es la clave para resolver nuestros problemas aquí en la Tierra. En paseos espaciales y a través de ventanas, Garan quedó impresionado por la asombrosa belleza de la Tierra desde el espacio, pero le preocupó saber cuánto se necesitaba hacer para ayudar a este atribulado planeta. Y, sin embargo, en la Estación Espacial Internacional, Garan, un ex piloto de combate, trabajaba codo con codo con los rusos, que solo unos años antes eran «el enemigo». Si quince nacionalidades pudieran colaborar en una de las empresas más ambiciosas y tecnológicamente complicadas de la historia, seguramente podremos aplicar ese tipo de cooperación e innovación para crear un mundo mejor. Ese espíritu es lo que Garan llama la «perspectiva orbital». Garan transmite vívidamente lo que fue aprender a trabajar con un grupo diverso de personas en un entorno que solo un puñado de seres humanos ha conocido. Pero lo que es más importante, describe cómo él y otros están trabajando para aplicar la perspectiva orbital aquí en casa, adoptando nuevas asociaciones y procesos para promover la paz y combatir el hambre, la sed, la pobreza y la destrucción del medio ambiente. Este libro es una llamada de atención y de acción para que cada uno de nosotros cuide de la estación espacial más importante de todas: el planeta Tierra. No es necesario ser astronauta para tener la perspectiva orbital. El mensaje de gran empatía de Garan es una inspiración para todos los que buscan un mundo mejor”.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

Zelenski demostró ayer qué significa la dignidad en política

La lucha que se pierde es la que se abandona

José Mujica, expresidente de Uruguay

Sevilla, 1/III/2025 – 08:13 (CET+1)

Todavía no me he recuperado de lo visto y escuchado ayer en el encuentro de Trump con Zelenski en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en una sesión abierta a los medios de comunicación social e introductoria al acto formal de la firma de un acuerdo para entregar Ucrania a Estados Unidos la explotación comercial de parte de las tierras raras del país, pero sin garantizar el alto al fuego permanente en la guerra actual.

Fue vergonzosa la encerrona que sufrió el presidente ucranio ante el acoso insultante de Trump y su vicepresidente Vance, que se puede resumir con la acusación de Trump a Zelenski: “Con nosotros empiezas a tener cartas. Pero no tienes cartas ahora mismo. Estás jugando a las cartas. ¡Estás jugando con las vidas de millones de personas! ¡Estás jugando con la tercera guerra mundial! Estás jugando con la tercera guerra mundial. Y lo que haces es muy irrespetuoso para el país…”.

La verdad terca es que «dignidad» es una palabra y una cualidad humana muy maltratadas, sobre todo en estos tiempos revueltos en la política mundial y nacional. De forma inmediata me ha venido a la memoria un archivo sobre dignidad política, que contiene en mi cerebro las palabras que dediqué en 2015, en este cuaderno digital, a Jose Mujica, expresidente de Uruguay, cuando dijo que La política es la lucha por la felicidad de todos, frase pronunciada en su discurso de despedida de la presidencia del gobierno uruguayo el 27 de febrero de 2015. Lo tengo grabado en mi alma política porque hablar de Jose (Pepe) Mujica es hablar de dignidad política integral. También, cuando dijo con estremecimiento de su alma que “la lucha que se pierde es la que se abandona” o cuando vi el documental sobre su vida y obra política, El Pepe, una vida suprema, para aprender su forma de hacer política, tan necesaria en este tiempo.

A estas alturas del desencanto político en el mundo global y con responsables políticos que maltratan la dignidad como cualidad humana extraordinaria, con el ejemplo de ayer como último exponente de la indignidad política, solo queda agradecerle que con su edad haya continuado con la ilusión de ser feliz contando a los demás su propia historia política y su forma de ser y estar de forma digna en el mundo. No confunde, como todo necio, valor, dignidad y precio, demostrando con sus hechos, que son amores, que necesitamos su garantía ética de la dignidad política y no sólo buenas razones.

Visto lo visto ayer, necesito reafirmarme en la creencia de que otra política es posible y que la dignidad, en todas sus manifestaciones posibles, debe ser el denominador común de la misma. También, porque el expresidente ama a su chacra, una humilde casa en el campo y porque no le ha importado nunca atender allí a personas, políticos y periodistas de diferentes posiciones sociales y creencias. Lo decía Mujica en el documental citado: “Los mejores dirigentes son aquellos que cuando se van dejan a un conjunto de gente que lo superan ampliamente”, creándose una atmósfera de complicidad silenciosa, pero elocuente, entre Mujica y el director, Emir Kusturica, que presagiaba que a partir de esta frase todo el documental iba a pasar páginas virtuales de un breviario para una política digna, plagado de ideas, reflexiones, imágenes, silencios, narraciones, discursos breves que simbolizan la altura de miras de este político uruguayo, tupamaro de origen ideológico y con unas raíces de revolución interior en la etapa colonialista de España en aquellas tierras y muchos siglos atrás.

Después de más de dos siglos de andadura en el lenguaje compartido y registrado de nuestro país, según la RAE, podemos limpiar, fijar bien y dar esplendor a la palabra dignidad, sin adulterarla ni contaminarla, respetando su propia historia social, aceptando que es una palabra muy apreciada en el habla de todos, compartiendo su raíz histórica y de arraigo popular. Una persona digna, que hace política, como en el caso que nos ocupa, debe ser siempre un ejemplo de seriedad, gravedad y decoro en la manera de comportarse, es decir, debe manifestar pureza, honestidad y recato porque se aprecia y defiende su honra, estimación, modestia, mesura y circunspección, entendida ésta como atención, cordura y prudencia ante las circunstancias para comportarse comedidamente. Cualquier parecido de estas acepciones con el comportamiento ayer de Trump y Vance con Zelenski, es pura coincidencia. Fue un espectáculo lamentable y de incalculables daños colaterales para la humanidad, que constataremos en estos días de ardiente impaciencia mundial.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!