¡Más subida de aranceles, es la guerra comercial, la broma no ha terminado!

Sevilla, 10/IV/2025

Nada mejor que contemplar y escuchar a Groucho en una secuencia inolvidable de la película Los hermanos Marx en el Oeste, donde sus hermanos y los pasajeros del tren lo van destrozando poco a poco al grito de ¡Necesitamos más madera, es la guerra!. Si la traigo a colación hoy es porque creo que simboliza perfectamente lo que está sucediendo en el mundo actual trumpiano, en el que el espectáculo de la firma diaria de sus órdenes ejecutivas, a cual más impactante en daños colaterales mundiales o su grito de más subidas o bajadas de aranceles, según convenga, va desvencijando y destrozando los países más afectados, convirtiéndose Estados Unidos en la locomotora que desaparece en el plano final de la secuencia, ella sola, bajo el mando de Trump, en una composición ferroviaria destrozada que no puede seguir alimentado la caldera económica de la locomotora mundial.

El mundo financiero mundial se ha tambaleado las últimas semanas con las órdenes ejecutivas de Trump en relación con los aranceles que corresponde cobrar a su país y al eufemístico comercio mundial, en su proyecto de hacer cada día más grande América, simbolizado en el acrónimo del eslogan Make America Great Again!, MAGA, que personalmente traduzco como ¡Que América vuelva a ser grande! Esta es la razón de por que he recordado hoy a Groucho Marx, cuando nos avisó también de lo que supuso para él el crack del 29 en su país y en el mundo, tal y como nos lo contó en su obra Groucho y yo, en una reflexión memorable: “Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron 240.000 dólares. (O ciento veinte semanas de trabajo, a 2.000 por semana.) Hubiese perdido más, pero ese era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. En cinco palabras, lanzó una afirmación que, con el tiempo, creo que ha de compararse con las citas más memorables de la historia americana. Me refiero a citas tan imperecederas como “No abandonéis el barco”, “No disparéis hasta que veáis el blanco de sus ojos”, “¡Dadme la libertad o la muerte!”, y “Sólo tengo una vida que dar por la patria”. Estas palabras caen en una insignificancia relativa al ponerlas junto a la frase notable de Max. Pero charlatán por naturaleza, esta vez ignoró incluso el tradicional “hola”. Todo lo que dijo fue: ”¡Marx, la broma ha terminado!”. Antes de que yo pudiese contestar, el teléfono se había quedado mudo. En toda la bazofia escrita por los analistas de mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas cinco palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, refiere la compañía”.

Lo lamentable hoy al recordar estas cinco palabras del amigo de Groucho, ”¡Marx, la broma ha terminado!”, es que la “broma” de los aranceles no ha terminado y todavía seguimos en un desconcierto mundial por el duelo de Estados Unidos con China. Por si acaso, procuraré estar lejos de los trenes de Trump, al frente de una compañía ferroviaria de amplio espectro económico mundial, presidida por las oligarquías digitales multimillonarias, sobre todo para no facilitarle la madera que sigue necesitando para incendiar el mundo a diario, destrozando la paz mundial, así como cualquier Estado de Bienestar viable, democráticamente hablando, haciendo cada día más posible la guerra comercial de incalculables daños colaterales, como siempre, para lo que menos tienen, los nadies de Eduardo Galeano: Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida.
El botón de muestra más representativo y que se ha llevado a cabo en un silencio mundial cómplice, ha sido el cierre definitivo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), llevada a cabo a partir del pasado 3 de febrero, que está suponiendo una tragedia mundial, sobre todo en países en desarrollo y grandes conflictos bélicos, así como a millones de refugiados, atendiendo al dato de la financiación de la misma,  al haberse distribuido fondos en 2023 por un valor de US$ 43.400 millones en todo el mundo. Se ha cumplido la promesa de Elon Musk, la voz de su amo, el presidente Trump, cuando afirmó después del acto oficial de toma de posesión presidencial, en su calidad de Director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), formando parte del actual gobierno americano, que “La USAID es un nido de víboras marxistas”, tachándola incluso de “organización criminal” o con perlas de este calado indigno: “Se hizo evidente que no es una manzana con un gusano dentro. Lo que tenemos es simplemente un balón de gusanos. Hay que deshacerse de todo. No tiene remedio. Vamos a cerrarla”.

Este último ejemplo simboliza bien el grito de Trump al frente de la locomotora económica mundial: ¡Necesitamos más madera, es la guerra! El que quiera entender hoy lo que está pasando, que entienda.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!