El director de cine Costa-Gavras ha ido siempre donde le era imposible llegar

Sevilla, 24/IV/2025 – 08:30 h (CET+2)

El fallecimiento del papa Francisco nos ha aproximado estos días al fenómeno de la muerte, el eufemístico descanso eterno y sus interpretaciones a través de creencias diversas, todas legítimas en democracia. Quizá sea por esta razón por la que hoy me fijo especialmente en un director de cine, Costa-Gavras (Konstantinos Gavras), espléndido director de películas inolvidables, «Missing», que fue un gran ejemplo para mí en 1982, así como «Z» o «Estado de sitio», entre otras realizaciones impecables, al que me he referido con elogios sinceros en diversas páginas de este cuaderno digital por su forma hacer cine y transmitirlo a la sociedad. Si lo traigo hoy a estas páginas es por dos hechos relevantes que casi se fusionan en el tiempo, la publicación de sus memorias en 2024, Ve a donde sea imposible llegar. Memorias, así como por el estreno de su última película, El último suspiro, que ya comenté en septiembre de 2024, tampoco inocente en su trayectoria cinematográfica de compromiso social demostrado y demostrable, escrita y dirigida por él y basada en el libro “El Último Suspiro” de Claude Grange y Régis Debray.

En el citado libro su sinopsis nos aproxima al hilo conductor el mismo, porque “Cine, política y vida se enredan en un continuo vaivén por el que asoman los rostros de aquellas personas que han compartido un mismo o parecido viaje, familia y amigos, colaboradores y encuentros decisivos, que han tenido una significación especial en su vida y que han supuesto el despojamiento (teñido de cierto desencanto) de algunos dogmatismos generacionales, pero que fundamentalmente le han llenado de experiencias, arrugas y cicatrices, que han dado madurez y personalidad a un autor profundamente circunspecto. Yves Montand y Simone Signoret, Jorge Semprún o Chris Marker pasan ante nuestros ojos a través de la mirada de Costa-Gavras y a veces uno echa de menos más historias, aunque sabemos que realmente no es fácil condensar una vida, y menos una vida tan intensa, en las reducidas páginas de un libro que busca de alguna manera convertirse en un autorretrato”. Creo que en estos tiempos que corren es de obligada lectura.

Respecto de su película, que se estrena mañana en cines de nuestro país, El último suspiro,basada en la obra de título homónimo, “Le dernier souffle”, coescrita por el filósofo Regis Debray y el médico Claude Grange, vuelvo a retomar hoy el hilo conductor de la citada publicación mía del pasado año, La dignidad debe rodear siempre al último suspiro. A Costa-Gavras, gran exponente del cine comprometido y político, en el sentido primigenio de estos términos, le interesaba a sus 91 años explorar la lógica del envés de la vida, es decir, la muerte, una realidad de la que huimos con frecuencia, cuando no debería ser así, porque los ciclos vitales son irrefutables.

He escrito bastantes reflexiones sobre esta realidad en este cuaderno digital, siempre desde la perspectiva de la dignidad que debe rodearla siempre. Al fin y al cabo, ¡mueren tantas realidades que están cerca de nuestras vidas! Lo que aprendemos día a día, segundo a segundo, es que la vida no es eterna y cada uno, cada una, busca como puede su mejor sentido final, nunca mejor dicho “como cada dios le da a entender”. Siempre doy la razón al filósofo en el exilio, José Ferrater Mora, un gran maestro en mi vida, cuando en su obra dedicada a la encrucijada humana (1), decía que hay cuatro caminos a escoger a lo largo de la vida para caminar con dignidad: las personas, la naturaleza, la sociedad o Dios (dioses), juntos o por separado y en la elección está el sentido final de cada persona.

Recuerdo que en aquellas fechas la elegancia ideológica de Costa-Gavras la mostró en su comparecencia en el Festival de Cine de San Sebastián, celebrado el pasado septiembre de 2024, cuando manifestó que “El cine es un espectáculo que busca generar emociones en el espectador, luego a partir de esas emociones éste puede llevar a cabo una reflexión o no, pero en todo caso el cine no está para impartir doctrina”, a lo que agregó: “Yo nunca podría rodar una película sobre algo que me resultara indiferente. Cuando he intentado hacerlo, he desistido y he abandonado el proyecto. Rodar una película es como vivir una historia de amor, hay que hacerlo hasta el final. A mis 91 años y con la muerte asomando en el horizonte es normal que a menudo me pregunte: ¿cómo acabará todo esto? ¿Cuándo llegue el momento seré presa del terror o podré acabar mis días con dignidad?”.

La sinopsis oficial de la película es escueta, para no interferir las emociones y sentimientos del espectador: «En una suerte de diálogo filosófico, el doctor Augustin Masset y el célebre escritor Fabrice Toussaint debaten sobre la vida y la muerte… Una vorágine de encuentros en los que el médico es el guía y el escritor, su pasajero, conducido a confrontar sus propios miedos y angustias… Una danza poética en la que cada paciente es un compendio de emociones, risas y lágrimas… Un viaje al corazón palpitante de nuestras vidas». Costa-Gavras se despidió en su comparecencia oficial de presentación de su película, dejando un mensaje aleccionador: “Buena parte de ese vivir de espaldas a la muerte está motivado por nuestra educación religiosa. Las religiones nos invitan a resignarnos ante el sufrimiento, pero sufrir es algo obsceno, no hay nada de bueno en ello. Sufrir es lo peor de la vida y del mismo modo que ya hay métodos para que las mujeres puedan parir sin sufrir, debería implementarse algo parecido en medicina paliativa […] Sea cual sea nuestro estado físico, yo creo que nunca hay que rendirse, merece la pena luchar hasta el final”.

Como los hechos de los que se trata en la película deben ser amores y no sólo buenas razones, es justo y necesario recordar que en este país se han dado pasos importantes para regular la muerte digna de las personas, así como grandes avances en cuidados paliativos. El 25 de junio de 2021 fue un día muy importante para la democracia española porque entró en vigor la Ley Orgánica 3/2021 de regulación de la eutanasia, aprobada por el Congreso en el mes de marzo de ese año, tres meses después de su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El recorrido de esta disposición fue muy largo en este país tan dual y controvertido, pero finalmente es un derecho más para la ciudadanía y un deber que hay que desarrollar todavía a través de las Comunidades Autónomas, con sus famosas “peculiaridades”, donde la política nunca es inocente. Muestra de ello es la batalla que se ha planteado desde hace tiempo por todos los sectores conservadores del país, con el objetivo de presentar recursos de inconstitucionalidad de esta norma sustantiva, que se abre paso lentamente para la consecución de sus objetivos legítimos. Sin olvidar tampoco la objeción de conciencia en el ámbito de los profesionales que rodean a la eutanasia.

El cine es un medio extraordinario para crear conciencia y tejido crítico social sobre muchos asuntos de la vida ordinaria. Costa-Gavras viene cumpliendo desde hace ya muchos años una función cultural y social muy importante, a través de su cine, necesario e imprescindible. Vuelvo a escribir hoy sobre él, a modo de pequeño homenaje y para que se consolide el derecho inalienable de cada persona, de luchar por una muerte digna en la vida y para que no se olvide, ni siquiera un momento. Muchas personas sufren también algo que olvidamos con frecuencia, los reveses en momentos transcendentales de amor y gloria, cuando los llevan paradójicamente «a morir en vida». Fundamentalmente, porque también necesitan rodearse de dignidad humana cuando se pierden las ganas de vivir a pesar de todo. Son también «últimos suspiros», porque lo que pasa es que en esos momentos difíciles les falta la vida digna. Es lo que hoy he leído en una entrevista con el director griego, muy interesante, en elDiario.es, ante la pregunta del periodista Javier Zurro, ¿Y por qué hacer esta película sobre la muerte digna en este momento?, él responde que “Es una preocupación que tengo desde hace algún tiempo. Tengo una edad en la que el final se acerca cada día que pasa. He visto muchos colaboradores y amigos que se han ido. Algunas veces lo han hecho con dignidad, y otras con un drama enorme. Entonces me dije que la mejor manera de terminar es que lo hagamos con dignidad. No es algo fácil de decir, pero creo que es importante que pensemos en ello”. Palabras de Costa-Gavras, que va siempre adonde le es imposible llegar.

(1) Ferrater Mora, José, El hombre en la encrucijada, 1965. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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