En memoria de Sebastião Salgado, que fotografió como nadie la creación del hombre y la mujer en el mundo actual

Sevilla, 23/V/2025 – 19:20 h (CET+2)

Escribo unas palabras con sentimiento y respeto profundo a la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, al conocer su fallecimiento hoy, en su país natal, un experto en mostrar el mundo tal y como es, en blanco y negro, preferentemente en las guerras y la deforestación salvaje en la selva amazónica.

He recordado especialmente que hace veinte años publiqué una carta en la revista dominical de La Vanguardia, MagazineEl Génesis de Salgado, que la premiaron con una estilográfica Montblanc, y que recuerdo con especial cariño:

“Existe un versículo en el Génesis que ha marcado la existencia humana: el 1, 31. El narrador que recogió la tradición oral de la creación agregó un adverbio hebreo no inocente: muy (meod). Mientras que en el relato de la creación, las sucesivas creaciones eran “solo” buenas, los cielos, la tierra, las aguas, los animales, las semillas, cuando se creó al hombre y a la mujer el texto hebreo recoge literalmente: “y vio Dios que muy bueno”. La lectura del “viaje a las raíces del ser humano”, texto de Sebastião Salgado publicado en el Magazín e de 5/VI/2005, me ha recordado este gran matiz, mucho más al fijar el objetivo principal de su proyecto “Génesis”: “volver a conectarnos con cómo era el mundo antes de que la humanidad lo dejase prácticamente irreconocible”. Sebastião Salgado ha iniciado una obra encomiable. Aun así, le pediría que hiciera un esfuerzo a sus 61 años por encontrar y fotografiar algún lugar o momento de la humanidad que siguiera engrandeciendo la lectura del Génesis. Aunque sólo fuera para creer, en el desconcierto actual, que el ser humano es lo mejor que le ha podido ocurrir al mundo en siete días mágicos: algo muy bueno” (1).

En 2014, ocho años después, se inauguró una exposición en Caixaforum de Madrid sobre 245 imágenes de aquella aventura, como resumen excelente de la experiencia, en un reportaje que publicó el diario El País, con un título muy similar a aquella carta citada anteriormente: Sebastião Salgado, libro del Génesis, donde el autor intentaba explicar el para qué de esta inmensa obra: “¿Para qué? Para emular el ojo de Dios pero ser fiel a Darwin, para dar testimonio de los orígenes de la vida intactos, para certificar que corre el agua, que la luz es ese manantial mágico que penetra como un pincel y muta las infinitas sugerencias en blanco y negro que Salgado nos muestra del mundo. Para experimentar pegado a la tierra y los caminos aquello que relatan los textos sagrados pero también seguir la estela de la evolución de las especies; para comprobar que los pingüinos se manifiestan; para comparar la huella con escamas de la iguana y el monumental caparazón de las tortugas en Galápagos; para explicar que los indígenas llevan en la piel tatuado el mapa de su comunión con la de los ríos y los bosques; y que los elefantes y los icebergs emulan fortalezas de hielo y piel; y que la geología diseña monumentos y que todavía quedan santuarios naturales a los que aferrarnos”. 

Lo que más me impresionó de los comentarios de Salgado es que su único interés fuera descubrir cómo podía ser el mundo narrado en el Génesis, donde una cosa estaba clara: no era necesario el dinero para descubrir la grandiosidad del ser humano. Así lo escribí también, el año pasado en un post, Dios no tiene dinero, en el que defendía la tesis de que a Dios no le hacía falta dinero para hacer obras maravillosas, como un guiño sobre una frase desafortunada del tristemente célebre Mr. Adelson: “Las Vegas es más o menos como lo haría Dios si tuviera dinero” (2). En algo sí acierta este poderoso caballero: Dios no tiene dinero” […] Sé que Salgado no se pasó por Las Vegas, y que a Adelson no le interesan estos relatos, sino trabajar en lo irreconocible para Dios, pero creo que muchas personas, a través de las religiones y de diversas culturas, saben a ciencia cierta que ese Dios del desafío no tiene dinero, ni lo tuvo, ni lo tendrá, pero que sigue orgulloso de haber creado al hombre y a la mujer, a pesar de la crisis mundial en la que estamos instalados, pendientes, eso sí, del rescate ético para comprender mejor los asuntos mundanos que tanto gustan a Mr. Adelson”.

Han pasado muchos años y como se puede comprobar a lo largo de los casi veinte años de existencia de este cuaderno digital, algo me queda claro junto a Sebastião Salgado repasando y visualizando de nuevo su proyecto Génesis, la misma sensación anímica que tuve cuando conocí por primera vez aquél texto del libro del Génesis, a través de un adverbio, muy, no inocente por cierto: las personas que ha conocido Salgado saben en su tradición oral que lo mejor que le pudo ocurrir al mundo era la creación del ser humano: “y vio Dios que muy bueno”. Y Sebastião Salgado lo ha fotografiado…, muchos siglos después, siendo muy fiel a Darwin, emulando el ojo de Dios “para dar testimonio de los orígenes de la vida intactos, para certificar que corre el agua, que la luz es ese manantial mágico que penetra como un pincel y muta las infinitas sugerencias en blanco y negro” que él nos mostró del mundo. De ahí mis palabras de admiración hoy. No lo olvido.

(1) Cobeña Fernández. J.A. (2005). El Génesis de Salgado, post publicado en el blog “El mundo sólo tiene interés hacia adelante”, el 17 de diciembre de 2005.

(2) Cobeña Fernández, J.A., (2012). Dios no tiene dinero.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!

El ‘Salvator Mundi’ sigue desaparecido


Leonardo da Vinci [?] – Taller, Salvator Mundi

Sevilla, 23/V/2025 – 12:45 h (CET+2)

El famoso cuadro “Salvator Mundi”, atribuido erróneamente a Leonardo da Vinci, cumple este mes veinte años de su “descubrimiento” en 2005, con una trayectoria de dudas sobre su autoría, ventas y subasta final de película. Es importante recordar hoy, de nuevo, que fue en 2022 cuando se publicaron los resultados de la primera conferencia internacional sobre esta pintura, un original del Salvator Mundi, concretamente la que tanta disputa trajo en el momento de su subasta por la galería Christie´s de New York, el 15 de noviembre de 2017, por 380 millones de euros, adjudicada su venta al príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán (MBS), con un objetivo muy claro por parte del citado encuentro: demostrar que no era un original de Leonardo da Vinci sino de su taller. Según Frank Zöllner (Alemania, 1953), coordinador de esta Conferencia, es cierto que este cuadro es el resultado de una obra colectiva de Leonardo y su taller, aportando datos muy interesantes para afirmarlo de forma rotunda: «el Salvator Mundi saudita tan Leonardo como La Virgen de las Rocas (1491), de la National Gallery de Londres, se hizo con la mayoritaria participación del taller. Su aportación está en el dibujo de las vestiduras de Cristo. Cree que son los únicos elementos de la imagen que podrían relacionarse con la mano de Leonardo. En la Biblioteca real del castillo de Windsor se conservan dos dibujos del maestro en los que aparecen la túnica, los pliegues y la manga que viste Cristo. Son estudios que conservó su albacea y ayudante, Francesco Melzi». Ante cualquier aproximación científica a la autoría real de este cuadro, la realidad es que permanece «desaparecido» desde su compra en 2017 y nunca llegó a exhibirse en el Louvre Abu Dhabi, tal y como se había anunciado tras la compra del mismo por el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán (MBS), que incluso llegó a figurar en un catálogo oficial del museo citado y que sólo se conoció en formato .pdf. Esta situación debería llevar a los museos, galerías de arte y empresas de subastas artísticas a considerar que el arte no es sólo una mercancía, por mucho que se recurra a estas prácticas desde la antigüedad y los Estados deberían proteger determinadas obras artísticas como patrimonio de la humanidad, antes de que el mercado y el capital las conviertan en pura mercancía.

En este contexto de controversia y desaparición controlada de la obra, vuelvo a publicar el artículo que escribí en 2021 sobre la subasta multimillonaria del cuadro atribuido a Leonardo, Si el Salvador del Mundo levantara la cabeza… , al que ahora le agrego una reflexión profunda sobre el valor del dinero en esta relación con el profundo significado del cuadro, sobre el que se manejan cifras mareantes: Dios no tiene dinero, algo así como una metáfora actual sobre lo que manifestó el todopoderoso magnate de Las Vegas, Sheldon G. Adelson, cuando buscaba en 2012 el mejor sitio para reproducir ese sueño americano en España, algo que no es inocente en los tiempos que corren: “Las Vegas es más o menos como lo haría Dios si tuviera dinero” (1). En algo sí acierta este poderoso caballero: Dios no tiene dinero. Adelson lo simbolizó muy bien, a su manera: tener dinero te permite rivalizar con Dios, aunque las crónicas de más de treinta siglos, dicen que Él no lo tiene, que es pobre. Y esa realidad lo deja tranquilo, en su intranquilidad monetaria perpetua. Pero, francamente, utilizar el modelo del imperio del juego y de la diversión, como para semejante desafío, creo que fue el colmo de la desfachatez. Ahora, recordar el pago de 380 millones de euros por un cuadro del Salvador del Mundo, no deja de ser una triste ironía también, entre otras cosas, del mal gusto social en una sociedad tan pobre como la actual. Y Dios, afortunadamente, no está para estas bagatelas. Probablemente, estará ocupado ahora con el rescate ético de la humanidad para salvar el mundo de los que conservan esa creencia. 

(1) Hollis, E. , La vida secreta de los edificios. Del Partenón a Las Vegas en trece historias, 2012. Madrid: Siruela. 

oooooOooooo

Si el Salvador del Mundo levantara la cabeza…

Sevilla, 9/IV/2021

La historia del arte está llena de sorpresas y polémicas. Se ha conocido ahora con más detalle lo que ha ocurrido con el cuadro atribuido a Leonardo da Vinci, Salvator Mundi, pero que para los expertos del Museo del Louvre no es tal la autoría aunque sí reconocen la posible intervención profesional de su taller. La historia es breve pero rocambolesca. El cuadro se subastó en la galería Christie´s de New York, el 15 de noviembre de 2017 por 380 millones de euros, convirtiéndose en ese acto en el cuadro más caro de la historia del arte, siendo la única obra del pintor que se mantenía hasta esa fecha en manos privadas. Se ha sabido posteriormente que fue adquirido por el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán (MBS), que ha mantenido una disputa de Estados, simbolizada entre Riad y París, al haber sido excluido a última hora de la exposición sobre Leonardo que organizó en 2019 el Museo del Louvre con motivo del 500º aniversario de la muerte del gran pintor renacentista. Sorprende también conocer que este cuadro, fechado con aproximación entre 1490-1500, se había redescubierto en 2005 en muy mal estado, siendo adquirido por 1.175 dólares (unos 986 euros) por un marchante de arte de Nueva York que lo restauró en Estados Unidos.

En un interesante artículo publicado por el diario El País, La autoría del “Salvator Mundi”, un secreto de Estado, se analiza con detalle la intrahistoria de esta disputa que tiene matices geopolíticos de gran envergadura. El Salvator Mundi estaba dentro de una macrooperación de lavado histórico de culturas, salvando lo que haya que salvar, que es poco, al intentar Riad aproximar la cultura árabe y la occidental con la inclusión de esta pintura en la exposición anteriormente citada, pero a cambio de dádivas no muy claras: “Al comprar [el príncipe saudí Mohamed Bin Salmán, MBS] ese cuadro, un cuadro europeo, una imagen de Cristo, quería enviar también un mensaje a Occidente demostrando su modernidad y occidentalización”, según Antoine Vitkine [periodista y autor del documental Da Vinci a subasta: la historia del Salvator Mundi]”, documental que se estrenará en Francia el próximo martes 13 de abril. ¿Qué hay detrás de esta operación? Parece ser que sólo el presidente francés Emmanuel Macron y el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salmán, tienen la respuesta que algún día se sabrá, pero que hoy permanece oculta. La principal es la más que dudosa autoría del cuadro que los expertos del Louvre, como se manifiesta anteriormente, no se la atribuyen a Leonardo da Vinci, aunque reconocen que la técnica utilizada procede de su taller.

Vídeo promocional de la Galería Christie´s, de la venta del Salvator Mundi

Este relato de película vuelve a plantearme la amarga historia de las religiones y las culturas que les son propias y agregadas a lo largo de los siglos. El “Salvador del Mundo”, que tiene nombre propio, Jesús de Nazareth, está inmerso de nuevo en una guerra política y económica de fondo, aunque oculta tras la magnificencia del gran pintor renacentista y su grandiosa obra, muy lejos de lo que significa la vida del personaje representado, al que recordamos todos los años en dos acontecimientos cruciales de su vida, el nacimiento y la muerte, para “salvar al mundo”. Es lo que comprendió un día su amigo Pedro, que le conocía bien y que Rafael Alberti lo sintetiza de forma magistral en un poema precioso que no olvido, Basílica de San Pedro (1), palabra a palabra, que nos ayuda a no confundir en momento alguno el valor y precio de Su mensaje:

Di, Jesucristo, ¿Por qué
me besan tanto los pies?

Soy San Pedro aquí sentado,
en bronce inmovilizado,
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.

Haz un milagro, Señor.
Déjame bajar al río;
volver a ser pescador,
que es lo mío.

Leonardo da Vinci [?], Salvator Mundi (detalle), hacia 1500, óleo sobre madera, 65,6 x 45,4 cm ©Wikimedia Commons/Getty Images / Léonard de Vinci

Si el Salvador del Mundo levantara la cabeza, observándonos cara a cara con la mirada que he recortado como precioso detalle del famoso cuadro, con lo que está pasando ahora en el mundo y con su precio de 380 millones de euros por su representación y efectos colaterales de su compraventa al mejor postor, en el Gran Mercado del Mundo, sentiría sin duda alguna lo que le sugería al oído el mismo Alberti en otras palabras inolvidables del libro citado: Confiésalo, Señor, solo tus fieles / hoy son esos anónimos tropeles / que en todo ven una lección de arte. / Miran acá, miran allá, asombrados, / ángeles, puertas, cúpulas, dorados… / y no te encuentran por ninguna parte (de Entro, Señor, en tus iglesias).

(1) Alberti, Rafael (1968). Roma, peligro para caminantes. México: Joaquín Mortiz.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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