
Si se calla el cantor calla la vida
Porque la vida, la vida misma es todo un canto.
Si se calla el cantor, muere de espanto
La esperanza, la luz y la alegría.
Horacio Guaraní, Si se calla el cantor, 1972
Sevilla, 9/VI/2025 – 09:42 h (CET+2)
El título se lo debo hoy al biólogo armenio y premio Nobel de Medicina de 2021, Ardem Patapoutian, al responder a un periodista a una pregunta, en una entrevista de rabiosa actualidad, en la que se aborda entre otras cuestiones la cruzada de Trump contra las Universidades e Institutos de Investigación “discrepantes” con su actuación gubernamental: “Usted fue uno de los dos millares de científicos que denunciaron “el peligro real” de Trump en una carta abierta, en la que mencionaban el clima de miedo. Muchos investigadores de prestigio rechazan hacer críticas en público, pero usted no”, a lo que él responde: “Como ganador del Nobel, siento que puedo permitirme correr el riesgo. Si pierdo la financiación gubernamental, sería terrible, pero sobreviviré. Como inmigrante y ganador del Nobel, siento el deber de alzar la voz. Si ninguno de nosotros habla, no habrá esperanza”.
Esta respuesta me ha iluminado el día a la hora de escribir en este cuaderno digital, en tiempos en los que cada vez es más difícil alzar la voz contra Trump, el imperialismo mundial o el auge del liberalismo extremo y de las ultraderechas, en pleno ocaso de la democracia. Estoy convencido de que si se callan…, el cantor, el compositor, el escritor, el soñador, el premio Nobel, el bloguero, el político digno, el artista o el ciudadano anónimo, no conformes con las injusticias que pasan en nuestro mundo cotidiano, se calla la vida y la palabra.
Los silencios cómplices son una de las mayores amenazas para la democracia. Me refiero, concretamente, a los que siempre derivan en olvidos, respaldados además por tribunales especializados en apoyar el silencio injusto, países todopoderosos, para entendernos, del Este y del Oeste, del Norte y del Sur, de todas las latitudes, Señores y Señoras de Negro, Bancos Mundiales injustos por definición, Mercados Benefactores de las Guerras, gracias a sus mercancías preferidas, las armas mortíferas y cada vez más sofisticadas, todos ellos como pilares fundamentales que propician el ocaso de la democracia.
Decía el abad Joseph Antoine Toussaint Dinouart (1716-1786), que “sólo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio” (Principio 1º, necesario para callar, en El arte de callar), aunque es una situación que me pre-ocupa [así, con guion] mucho, quizás porque si callamos en determinados momentos tan complejos como los que estamos viviendo ahora, bordeamos los silencios cómplices que tanto daño hacen a todos los que desde abajo necesitan luz, esperanza y alegría (entre los que me incluyo). También, Facundo Cabral afirmaba que cantante es el que puede cantar, mientras que cantor es el que debe cantar, dilema que aprendí como misión en la vida a través de un grupo inolvidable, Quilapayún, junto a uno de sus fundadores, Víctor Jara. Entre silencios cómplices o no y deudas cantoras anda a veces el dilema de la denuncia en nuestras vidas, en su preciosa responsabilidad de enseñarnos el arte de soñar despiertos, basado en el principio de la esperanza fundada.
En este tiempo tan difícil e inhóspito de ocaso planificado de la democracia, hay que ejercer la denuncia contra los que la atacan a diario, porque la democracia es vida ordenada y organizada que nos permite vivirla y sentirla a diario, que nos da fuerza imprescindible y necesaria para defenderla siempre, dándonos mucho a cambio del deber de entenderla, sabiendo que de este mundo casi todos sabemos poco, aunque “estamos aquí, obligatoriamente obligados a entenderlo” (así lo cantaban los cantores de Aguaviva, con letra del poeta malagueño Rafael Ballesteros, a los que no olvido). Basta ahora un ejemplo muy enriquecedor: la letra de “Si se calla el cantor”, de Horacio Guarany (1972) e inmortalizada por Mercedes Sosa en mi banda sonora personal, resuena en estos días de nuevo a modo de denuncia sobre la situación actual de demolición del Estado de Bienestar.
Conviene repasar una y mil veces la letra de esta canción de Horacio Guarany, presentada en 1972 como banda sonora de la película del mismo nombre estrenada en 1973, porque sigue más presente que nunca en nuestras vidas cantoras:
Si se calla el cantor calla la vida
Porque la vida, la vida misma es todo un canto.
Si se calla el cantor, muere de espanto
La esperanza, la luz y la alegría.
Si se calla el cantor se quedan solos
Los humildes gorriones de los diarios.
Los obreros del puerto se persignan
Quién habrá de luchar por su salario.
Que ha de ser de la vida si el que canta
No levanta su voz en las tribunas
Por el que sufre, por el que no hay
Ninguna razón que lo condene a andar sin manta.
Si se calla el cantor muere la rosa
De qué sirve la rosa sin el canto.
Debe el canto ser luz sobre los campos
Iluminando siempre a los de abajo.
Que no calle el cantor porque el silencio
Cobarde apaña la maldad que oprime.
No saben los cantores de agachadas
No callarán jamás de frente al crimen.
Que se levanten todas las banderas
Cuando el cantor se plante con su grito
Que mil guitarras desangren en la noche
Una inmortal canción al infinito.
Si se calla el cantor calla la vida.
En el afán de hoy, me basta. Personalmente, creo que hoy tenía que decir algo más valioso que el silencio… Si ninguno de nosotros habla contra las injusticias en general o contra los ataques a la democracia, no habrá esperanza. Palabras de un Nobel, Ardem Patapoutian.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
¡Paz y Libertad!

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