Esta España y yo estamos obligatoriamente obligados a entendernos

[…] El tema 83, la democracia,
el ácido sulfúrico, los ceros,
el tacón, las hambres, el casamiento
orgánico.

De este mundo los dos sabemos poco.
Y sin embargo, estamos aquí, obligatoriamente obligados a entenderlo.

Rafael Ballesteros, Ni yo tampoco entiendo

Sevilla, 21/VI/2025 – 15:14 h (CET+2)

Mi generación sabe mucho de desconcierto existencial bajo el yugo de una dictadura, en la que teníamos claro que el país sólo tenía interés personal y social si iba hacia adelante, hacia la democracia. Ya la tenemos, sin lugar a dudas, pero malherida y en pleno ocaso mundial y nacional, lo que nos lleva a un nuevo desconcierto político en este país tan dual y cainita, trufado de corrupción reciente desde la izquierda, que tanto nos duele, aunque Terencio nos recuerde cada segundo vital que “nada humano nos es ajeno”.

Lo he manifestado públicamente en este cuaderno digital a lo largo de sus veinte años de amable existencia: en el álbum musical de mi vida ocupa un sitio privilegiado una canción muy breve interpretada por Aguaviva, Ni yo tampoco entiendo, con letra del poeta malagueño Rafael Ballesteros, que procuro aplicarla todos los días por su mensaje final. Estamos viviendo unos momentos dramáticos para el país, para su supervivencia democrática pura, por el estallido de la corrupción en la cúpula directiva del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que afecta directamente a la credibilidad del Presidente del Gobierno, por razones obvias, por decirlo claramente y sin medias tintas. Por esta situación, vemos inmerso el país en un desconcierto político mayúsculo, de consecuencias todavía desconocidas, pero que intuimos que no es para nada bueno. Por estas razones, creo que los demócratas, sin excepción, estamos obligatoriamente obligados a entendernos: partidos políticos y ciudadanía, casi por igual, tanto monta monta tanto, porque frente a lo que está pasando, en democracia somos dueños de nuestro destino, algunos con más ensoñación democrática de su destino que otros, cada uno con su cadaunada, con su ideología y su búsqueda de puntos de encuentro, constitucionales por supuesto, para romper el bloqueo político actual, que nos lleva al estancamiento insufrible en el que nos encontramos, por la obstrucción permanente de la oposición en su creencia lamentable de que el actual gobierno “no es legítimo”.

Los más antiguos del lugar recordarán una preciosa canción de Aguaviva y sus estrofas finales, sobre nuestro destino: “De este mundo los dos sabemos poco. / Y sin embargo, estamos aquí, obligatoriamente obligados a entenderlo”. En tal sentido, recuerdo lo que dijo el escritor Manuel Rivas en una columna del superdomingo electoral de mayo de 2019, en el diario El País, hablando de lo que hace verdaderamente daño a la política, nacional y europea: “Hay mucha gente desencantada de la política, tal vez porque tenía de ella una visión providencial. Yo no estoy desencantado, ni encantado, porque no espero milagros. Me parece suficiente milagro una política que no haga daño. Aunque imperfecta, que no cause desperfectos. Que no penalice la libertad, que no normalice la injusticia, que frene la guerra contra la naturaleza. Una política que no se nos caiga encima”.

Aquella canción nos dejaba inquietos ante el permanente mundo al revés, tan frecuente en nuestras vidas:

Ni yo tampoco entiendo si se me abre
el grifo y sale una bala tras otra
bala, si abro la puerta y se nos entra
el fusilado y cierro y se me queda
fuera el dedo, si unto amor en el labio entreabierto
y nada, si miro al muro
y todavía distingo los boquetes

Todo lo que viene ocurriendo estos días atrás, que conocemos por los informes elaborados por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, bajo supervisión judicial, sobre las andanzas corruptas e impresentables de dos exsecretarios de organización del PSOE, tan cercanos al presidente, uno de ellos exministro, junto a un asesor que lo grababa todo “para la posteridad”, echa por tierra la ideología que la izquierda, representada en este caso por el PSOE, estaba obligatoriamente a proteger y defender siempre: prestar los mejores servicios públicos a la sociedad, de forma limpia y transparente, teniendo en cuenta -solo y exclusivamente- el interés general de la población a la que el gobierno constituido sirve, teniendo en cuenta sobre todo a los más débiles, a los que menos tienen, a los que no tienen trabajo, a los que necesitan estructuras saludables para vivir y llegar a ser mayores con todas las garantías.

Creer en el interés público, el general, en el que tanto insiste la Constitución actual, por encima del personal o el de partido con siglas concretas, es la única solución para caracterizar la dignidad de un partido político, en este caso el PSOE y por extensión a quien ostenta en nombre de ese partido la presidencia de este país, aunque siga personalmente creyendo en su limpieza ética de gobierno. Merece la pena que la izquierda se entienda urgentemente en este galimatías de corrupción, incluso con la aceptación de una convocatoria de nuevas elecciones para que el pueblo decida ante la situación actual insostenible, aunque nos duelan desde la izquierda los presagios de una llegada en tromba de la derecha ultramontana, porque en la izquierda digna se sabe que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pasen las personas libres para construir una sociedad mejor. Palabra de Allende y ¿por qué no?, nuestra. Para quien la quiera seguir escuchando y practicando a pesar de todo. 

Las estructuras tradicionales de la política en este país a través del bipartidismo han desaparecido, por mucho que a algunos votantes les cueste creerlo. El multipartidismo ha venido para quedarse definitivamente en el Congreso y en el Senado. Tenemos que reconocer que de este mundo de la política de pactos, legítimos por supuesto, frente a sus detractores, sabemos poco, pero estamos aquí obligatoriamente obligados a entenderlo. Por encima de todo, amamos una política que no haga daño, “aunque imperfecta, que no cause desperfectos. Que no penalice la libertad, que no normalice la injusticia, que frene la guerra contra la naturaleza. Una política que no se nos caiga encima”. La izquierda constitucional está obligatoriamente obligada a entenderse por el bien de todos los ciudadanos que vivimos en este país tan heterogéneo por sus territorios, lenguas, creencias y culturas, y que, con el día a día de nuestro voto, aspiramos a vivir en paz en él y sin hacernos daño. 

¿Reflexión buenista de un optimista redomado? No, aplicación del principio de realidad de un pesimista bien informado (Benedetti, dixit) sobre lo que está ocurriendo y estamos viendo, con profundo dolor ideológico desde la izquierda digna.

🕵️‍♀️ Yo apoyo el periodismo que exige transparencia. 🔎 Conoce Civio: https://civio.es/ #TejeTuPropioAlgoritmo

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

IRÁN, UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL

¡Paz y Libertad!