
Sevilla, 3/VII/2025 – 12:39 h (CET+2)
Desde el pasado 30 de junio se viene celebrando en Sevilla la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, auspiciada por las Naciones Unidas, que se clausura hoy, como “una oportunidad única para reformar la financiación a todos los niveles y que representa un espacio en el que los líderes de gobiernos, organizaciones internacionales, instituciones financieras, empresas, sociedad civil y el Sistema de las Naciones Unidas se unen al más alto nivel, fomentando una cooperación internacional más sólida”, según señala la organización oficial del evento desde la Moncloa, sede del Gobierno español como país anfitrión de la Cumbre. Es la aceptación de la multilateralidad como realidad imprescindible para abordar los Estados, de forma conjunta y proporcional a su realidad social y financiera, los múltiples problemas del infradesarrollo mundial en sus múltiples manifestaciones.
He analizado los datos fundamentales ofrecidos por la citada organización, que se pueden verificar consultando el documento elaborado a tal efecto, agrupados en los siguientes epígrafes: oportunidades de esta Cumbre, el déficit actual de financiación, cuál es la realidad actual de cómo funciona el sistema financiero internacional, la dura realidad de la sostenibilidad de la deuda, cuáles son las fuentes de financiación, cómo ha llegado el momento de dar un impulso global a la inversión en los Objetivos del Desarrollo (ODS) y el abordaje de la reforma de la arquitectura financiera mundial.

Compromiso de Sevilla
Después de dar por cumplida la compleja agenda de trabajo fijada para esta Cumbre, hay que resaltar el proyecto de resolución presentado de forma oficial y antecedente por la Presidencia de la Conferencia, denominado “Compromiso de Sevilla”, de 47 páginas, aprobado el pasado 18 de junio, como documento final, para su aprobación también en esta IV Cumbre, que figuraba como anexo de la misma, en el que recomendaba también que la Asamblea General, en su septuagésimo noveno período de sesiones, “haga suyo el Compromiso de Sevilla aprobado por la Conferencia”. El citado documento se aprobó finalmente por consenso en la jornada de inauguración de esta Cumbre.
Según Naciones Unidas, “este documento refleja el esfuerzo de los cofacilitadores por alcanzar consenso y constituye un documento equilibrado, ambicioso y con carácter operativo. Consideran que su implementación permitirá reformar la arquitectura financiera internacional, afrontar el coste del endeudamiento y aumentar la inversión para cerrar la brecha de financiación para el desarrollo sostenible”.
Hay que resaltar también el hecho de que se haya lanzado en estas sesiones la llamada Plataforma para la Acción de Sevilla, auspiciada por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez y por el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en la que gobiernos, organizaciones privadas y sector privado han presentado y acordado finalmente 130 iniciativas concretas para avanzar en la financiación al desarrollo. Los documentos están bien y más si se aprueban por consenso pero el rey Felipe VI, pidió en el acto inaugural de la Cumbre algo muy importante: que de la reunión salga “una nueva hoja de ruta basada en lo concreto, en lo tangible y en lo realizable”.
Un último dato simboliza la apuesta de nuestro país en esta Cumbre, al ratificar el Gobierno español su compromiso de destinar el 0,7% del PIB a cooperación, como acordó Naciones Unidas en 1970, algo que hoy solo cumplen cuatro países: Dinamarca, Luxemburgo, Noruega y Suecia. En medio de las dificultades que atraviesa el Gobierno y el país, sería necesaria la aprobación de los nuevos presupuestos generales del Estado para 2026 que, en estos momentos, se considera de difícil aprobación, para que este compromiso adquiera firmeza. De ahí la necesaria y urgente multilateralidad para resolver la necesaria cooperación internacional para alcanzar los objetivos de desarrollo en 2030.
A modo de DAFO ultrarrápido en el ámbito de las “oportunidades” de esta Cumbre, señalo a continuación las aportadas previamente por la organización de la misma, porque “el mundo puede enfrentar la pobreza, la desigualdad, el hambre, la educación, la crisis climática y alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con un esfuerzo conjunto para movilizar recursos financieros destinados al desarrollo sostenible y construir una arquitectura financiera internacional que responda a las necesidades de todos los países. Invertir en el desarrollo sostenible no es un esfuerzo que afecte solo a un sector. La inversión en un área crea un efecto dominó en toda la economía, lo que supone un impacto positivo a todos los niveles:
• Cada dólar gastado en la educación para las niñas puede generar un retorno de 2,80 dólares, lo que equivale a miles de millones de dólares en PIB adicional.
• Cada dólar invertido en agua y saneamiento ahorra 4,30 dólares en costos de atención médica.
• Con 1 dólar por persona y año en la lucha contra las enfermedades no transmisibles, se pueden evitar cerca de 7 millones de muertes para 2030.
• Cada dólar invertido en la reducción del riesgo de desastres ahorra hasta 15 dólares en recuperación después de un desastre”.
En definitiva y como corolario final de esta Cumbre, “invertir en el desarrollo sostenible reduce los conflictos, estabiliza las economías y evita costosas crisis humanitarias”.
“Una cosa más”, como decía Steve Jobs al finalizar sus intervenciones. Es vergonzosa y clamorosa la ausencia de Estados Unidos en esta Cumbre, único país miembro de la ONU que no ha asistido a este importante encuentro. Ahora es cuando se toma conciencia de lo que está pasando con el gobierno de Trump en referencia a la cooperación internacional de los EEUU, cuando el pasado 3 de febrero y mediante una orden ejecutiva se cerró definitivamente la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que está ocasionando una tragedia mundial, sobretodo en países en desarrollo y grandes conflictos bélicos, así como a millones de refugiados. Los datos de este desastre son elocuentes porque la USAID “distribuyó fondos en 2023 por un valor de US$ 43.400 millones en todo el mundo”. Tal y como informa la CNN a través de este Organismo estatal, “Gobernanza es el sector que más fondos recibió: US$ 16.800 millones. Le siguen la ayuda humanitaria, que recibió US$ 10.500 millones; salud, que obtuvo US$ 7.000 millones; administración, que recibió US$ 3.500 millones. Agricultura, Educación e infraestructura recibieron US$ 1.300 millones, US$ 1.100 millones y US$ 700 millones, respectivamente. De mayor a menor, los países que más fondos recibieron en 2023 fueron Ucrania, Etiopía, Jordania, República Democrática del Congo, Somalia, Yemen, Afganistán, Nigeria, Sudán del Sur y Siria. La ayuda para Ucrania, el principal beneficiario con US$ 16.000 millones (casi el 40% del total), se centró en “apoyo macroeconómico”, según el portal de asistencia externa del Gobierno de Estados Unidos. Otro impacto del cierre de la USAID se ha publicado recientemente en la revista The Lancet, calculando que esta acción puede costar la vida a más de 14 millones de personas en los países del Sur mundial más desfavorecidos, hasta 2030, de las que 4,5 millones serán niños y niñas menores de cinco años, suponiendo asimismo un impacto potencial del recorte del 83% en los programas globales de salud de Estados Unidos respecto de su cooperación internacional. Además, al menos 60 países del Sur Global están pagando más en servicio de la deuda adquirida que en salud y educación, lo que afecta finalmente a una población alrededor de 3.400 millones de personas.
Para que se tome conciencia de lo que está ocurriendo en relación con la cooperación internacional en este mundo al revés, a pesar de los loables esfuerzos de esta Cumbre en Sevilla.
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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
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