La calidad está en caída libre: nada está hecho para ser querido. Solo para ser comprado.

Antoine de Saint-Exupéry, Lo esencial es invisible para los ojos, en El principito

Sevilla, 14/VII/2025 – 12:34 h (CET+2) / Actualizado a las 13:42 h

Ayer leí un artículo en el diario El País, El asombroso fenómeno de la calidad menguante, sintetizado en el título que he escogido hoy para compartir sentimientos y emociones en un mundo que parece diseñado por el enemigo: nada está hecho para ser querido. Solo para ser comprado.

La verdad es que es demoledor el planteamiento general de su autor, Daniel Soufi, pero lo comparto plenamente. Sobre todo en la siguiente reflexión: “La disonancia entre quienes somos y quienes fuimos se retroalimenta con el contraste —quizá más importante— entre quienes somos y quienes queremos ser. Aunque es un impulso lógico culpar a las multinacionales que maximizan sus márgenes de beneficio a costa de los consumidores, y a los gobiernos cuyos recortes asfixian unos servicios públicos ya de por sí depauperados, la lógica mercantil es irrefutable: las cosas no son peores; en gran medida, son tal como las queremos o como nos las han hecho querer. Dicho de otro modo: quienes somos de peor calidad somos nosotros”.

La última frase es un aldabonazo en mi alma de secreto, porque la conclusión es rotunda y aleccionadora. Somos ya, como generación, de peor calidad, porque no sabemos responder a los fraudes continuos de calidad en el Gran Mercado Mundial y sus Mercancías, en la seguridad de que nada está hecho para ser querido. Solo para ser comprado.

Recuerdo ahora ante esta debacle de la calidad humana y de los millones de cosas y objetos que nos vende el Mercado, como banal mercancía, una frase de El Principito, lo esencial es invisible para los ojos, pronunciada por el zorro que se convierte en amigo del principito, al finalizar su famoso capítulo XXI:

—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.

—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.

—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.

—Es el tiempo que yo he perdido con ella… —repitió el principito para recordarlo.

—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa…

—Yo soy responsable de mi rosa… —repitió el principito a fin de recordarlo.

Es un relato perfectamente válido en el contexto actual, digital por supuesto, donde la calidad superficial es casi siempre relativa o inexistente. En este sentido, la lectura de libro, No-cosas. Quiebras en el mundo de hoy, me sorprendió en su momento por su fondo y forma, sobre el que ya he escrito unas palabras de su texto y contexto, sin adelantarme a interpretaciones críticas de su contenido para respetar la lectura del mismo por parte de quienes leen estas líneas. Me refiero en concreto a un capítulo dedicado a las “cosas queridas”, “apreciadas”, de “calidad”, perdurables en el tiempo, en el que entreteje una reflexión profunda desde la perspectiva de la amistad del principito con el zorro. Este capítulo, en sí mismo, es un tratado de la amistad que va más allá de las meras apariencias y se adentra en el conocimiento del otro, perfectamente detallado en un diálogo en torno a la falta de tiempo que tienen las personas para conocer nada, porque todo se compra en la tiendas:

—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.

—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…

Al buen entendedor de la calidad menguante, pocas mercancías actuales bastan.

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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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