España debe abrir un Museo de Memoria Democrática

Museo de Memoria y Derechos Humanos de Chile

¿Y qué importancia tengo yo
en el tribunal del olvido?
¿Cuál es la representación
del resultado venidero?

[…]

Pablo Neruda, Libro de las preguntas, LX

Sevilla, 30/IX/2025 – 13:10 h (CET+2)

Ayer se inauguró en Barcelona la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible – MONDIACULT 2025, auspiciada por la UNESCO y acogida por el Gobierno de España, que hasta el 1 de octubre “reúne a miles de participantes para establecer la agenda global de la cultura en los próximos años”. Los debates que se contemplan en su agenda de trabajo “girarán en torno a 6 temas y 2 áreas de interés, representando retos y oportunidades clave para el futuro de la cultura” […] También es “una importante plataforma de promoción. Con la conclusión de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a la vista, la Conferencia de la UNESCO de 2025 es un momento decisivo para construir un consenso y un impulso para establecer la cultura como un objetivo «independiente» dentro de la próxima estrategia de desarrollo de las Naciones Unidas. Los derechos culturales deben estar garantizados para todas y todos – y ser defendidos por todas y todos. Por este motivo, la UNESCO garantizará la presencia en MONDIACULT 2025 de un amplio abanico de participantes, desde responsables políticos a la sociedad civil, artistas y jóvenes”.

Entre sus asistentes figura María Fernanda García, directora del Museo de Memoria y Derechos Humanos de Chile, que me ha interesado mucho conocer de cerca, porque pienso que España necesita abrir un Museo de la Memoria Democrática, de titularidad estatal de acuerdo con la legislación vigente y al amparo de lo dispuesto en la Ley de Memoria Democrática, a la que día a día muestro mi apoyo incondicional como ciudadano político (zoon politikón, recordando a Aristóteles), que cuido la democracia de este país y su memoria, así como la de mi Comunidad Autónoma, mi ciudad y mi barrio, como tantas veces he escrito en este cuaderno digital. Considero imprescindible volver a leer esta Ley, porque son páginas que ordenan en su objeto y finalidad la recuperación, salvaguarda y difusión de la memoria democrática, entendida ésta como conocimiento de la reivindicación y defensa de los valores democráticos y los derechos y libertades fundamentales a lo largo de la historia contemporánea de España, con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones en torno a los principios, valores y libertades constitucionales.

A la luz de lo enunciado en la citada Ley, la enmarco como garante cultural de la creación del citado Museo, para respetar y resaltar valores democráticos inalienables en nuestro país: “Asimismo, es objeto de la ley el reconocimiento de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, de pensamiento u opinión, de conciencia o creencia religiosa, de orientación e identidad sexual, durante el período comprendido entre el golpe de Estado de 18 de julio de 1936, la Guerra de España y la Dictadura franquista hasta la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978, así como promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal, familiar y colectiva, adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir elementos de división entre la ciudadanía y promover lazos de unión en torno a los valores, principios y derechos constitucionales. Se repudia y condena el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la posterior dictadura franquista, en afirmación de los principios y valores democráticos y la dignidad de las víctimas. Se declara ilegal el régimen surgido de la contienda militar iniciada con dicho golpe militar y que, como consecuencia de las luchas de los movimientos sociales antifranquistas y de diferentes actores políticos, fue sustituido con la proclamación de un Estado Social y Democrático de Derecho a la entrada en vigor de la Constitución el 29 de diciembre de 1978, tras la Transición democrática”.

En una entrevista publicada ayer por elDiario.es, la directora del Museo de Memoria y Derechos Humanos de Chile, “anima a que España cuente con su propio Museo de la Memoria. Preguntada por si este podría ayudar a una posible “reconciliación social”, reconoce que esta es “difícil cuando hay un sector que se niega a que tengas a los cuerpos de tu familia contigo”. La directora insiste en que hay que seguir igualmente abogando por ello, “para que al menos haya una verdad histórica con algunos mínimos comunes que se respeten como pensábamos que teníamos ya resueltos”. La gestora cultural incide en que la importancia de los espacios de memoria reside no solo porque aludan a los derechos humanos, sino porque son “lugares de conciencia para unirnos como sociedad en paz. Pero una paz como agentes activos en la construcción de sociedades más inclusivas, más empáticas, más solidarias y en contra de conflictos como las guerras y genocidios”. “Sociedad pacífica no significa inerte, sino todo lo contrario, implica mantenernos todo el tiempo alerta y muchos más comprometidos por lo que queremos construir”, reivindica”. Asimismo, cree que en este tipo de Museos no tienen cabida ni las dictaduras ni los genocidios: “Uno de los interrogantes que se plantean al idear un Museo de la Memoria es dónde debe quedar la ideología. La responsable explica que el límite está en una base consensuada tanto por la ONU o la UNESCO que establecen que “los genocidios y las dictaduras no son la vía por la que solucionar políticamente las sociedades. Por mucho que haya un conflicto político, ninguna de las dos serán la resolución frente a estos”. No obstante, asegura que no quieren la “intervención de otros países, el boicot, y menos aún que los propios conciudadanos persigan, desaparezcan, asesinen y torturen a otras personas que estuvieron en el poder o que piensen distinto a ti”.

He visitado virtualmente el Museo chileno y he soñado en que llegará el día en el que este país pueda abrir el suyo, el nuestro, el de todos. Salvando lo que haya que salvar, suscribo la presentación del Museo que podría servir de guía para el nuestro: “El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos es un espacio destinado a dar visibilidad a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado de Chile entre 1973 y 1990; a dignificar a las víctimas y a sus familias; y a estimular la reflexión y el debate sobre la importancia del respeto y la tolerancia, para que estos hechos nunca más se repitan.Impulsando la educación y la cultura. Es un proyecto Bicentenario, inaugurado en enero del 2010 por la entonces Presidenta Michelle Bachelet. Con su creación se busca impulsar iniciativas educativas, que inviten al conocimiento y la reflexión.[…] A través de objetos, documentos y archivos en diferentes soportes y formatos, y una innovadora propuesta visual y sonora, es posible conocer parte de esta historia: el golpe de Estado, la represión de los años posteriores, la resistencia, el exilio, la solidaridad internacional y la defensa de los derechos humanos. El patrimonio de sus archivos contempla testimonios orales y escritos, documentos jurídicos, cartas, relatos, producción literaria, material de prensa escrita, audiovisual y radial, largometrajes, material histórico, fotografías documentales. Para el acceso público a su colección, el museo cuenta con un Centro de Documentación, CEDOC, y un Centro de Documentación Audiovisual, CEDAV. Los investigadores, estudiantes y público en general pueden acceder a toda la documentación a través de distintas plataformas digitales: Centro de Documentación  y su Archivo en línea. La exposición permanente ocupa dos tercios del edificio de 5.000 metros cuadrados. Cuenta con diferentes espacios para exposiciones temporales como la Sala del tercer piso y la Galería de la Memoria, una explanada de 8.000 metros cuadrados, un Auditorio y obras de arte abiertas al público, que forman parte de su arquitectura. El museo es una institución cultural de memoria y derechos humanos de primera importancia en la ciudad de Santiago. El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos es un espacio dinámico e interactivo que rescata la historia reciente de Chile y se reencuentra con la verdad, que crece y se proyecta en la promoción de una cultura de respeto de la dignidad de las personas”.

Hoy, al enfrentarme a la página en blanco, ensalzando la memoria democrática de este país y su proyección en un necesario Museo, he recordado una pregunta de Pablo Neruda, dedicada al olvido, ¿Y qué importancia tengo yo en el tribunal del olvido?, sobre todo porque vivo en un país muy dado a propagar con silencios cómplices el delicado pasado que ha llenado páginas tristes de su historia; que no reconoce en vida a los grandes protagonistas del progreso de este país y que no tolera en muchas ocasiones los éxitos de los demás, sea quien sea, condenando al ostracismo a todos los que hablan de cambio y transformación de nuestra sociedad caduca. Siendo esto así, no digamos el triste papel que para estos silenciadores juegan los anónimos en este país, cuando miles de ellos son los que sacan a diario a flote a esta sociedad maltrecha.

Los tribunales del olvido en este país abundan por doquier y creo que habría que organizar una operación para descubrirlos y desenmascararlos con urgencia porque hacen mucho daño a todo y a todos. Es una ocasión para reivindicarnos como personas dignas ante esos tribunales del olvido. Un Museo de Memoria Democrática acogería muy bien, como hilo conductor de sus actividades museísticas, el respeto continuo a los derechos humanos al mirar a su pasado sin odio, para que no lo olvidemos ni siquiera un momento. Olvidar el olvido, esa es la cuestión.

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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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