La marcha hacia el interior (Anábasis)

mario-benedetti

Sevilla, 27/XII/2019

Cuando se aproxima la finalización del año en curso, suelo recordar una obra de Jenofonte, Anábasis, que he traducido muchas veces del griego clásico en mi adolescencia y juventud. Una sola palabra necesitaba cuatro en la lengua española para explicarla a fondo: marcha hacia el interior. El motivo de recuperarla hoy es claro: es el momento crucial del año, de hacer balance marchando hacia el interior o lo que San Agustín llamaba lo más intimo de la propia intimidad. La comparación con Jenofonte no es odiosa porque un año simboliza una marcha, a veces casi bélica, por alcanzar resultados pretendidos, que de forma coloquial llamamos objetivos y que conviene evaluarlos ahora para emitir juicios propios bien informados.

Recurro siempre a Mario Benedetti en su poema Balanceos (en A título de inventario), como guía rápida para buscar territorios de interior (otra opción) para personas que navegamos con frecuencia en “La Isla Desconocida”, el velero imaginario de Saramago que nos presentó hace ya bastantes años en un relato precioso que no olvido: “El cuento de la isla desconocida”, que recomiendo como regalo imprescindible para personas aventureras que necesitan encontrar islas desconocidas, siguiendo el cuaderno de bitácora del propio Saramago y escuchando la voz protagonista de una mujer que aplica siempre el principio de realidad en su vida: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual…”.

Tenemos que salirnos de nosotros, viajar hacia el interior o hacia lo más íntimo de nuestra propia intimidad para hacer balance de este año 2019, escuchando a Benedetti:

En el sillón tranquilo de balance
en la recuperada mecedora
qué he de hacer sino balancearme
los racimos las nubes las ideas se mecen
se mecen los desastres cavilosos
hago balance pendular de vida
y el dividendo es una duda fértil
que mece sus motivos y argumento
en el sillón tranquilo de balance

en el sillón tranquilo de balance
en la reminiscente mecedora
qué más puedo emprender que sopesarme
llenar a plenitud los dos platillos
de la vieja balanza sin que sobren
los esplendores ni las cortedades
para evaluar añicos y bosquejos
y sopesar pesar balancearme
en el sillón tranquilo de balance

en el sillón tranquilo de balance
en la perseverante mecedora
qué puedo hacer sino desnivelarme
o nivelarme a costa del espacio
donde posibles y arduos se columpian
o se fugan dejándonos a solas
¿habrá que esperar pues así meciéndonos
a los apoderados de la muerte
en el sillón tranquilo de balance?

Racimos, nubes, ideas, desastres cavilosos, platillos de la balanza individual de cada uno, esplendores, cortedades, soledades, todo cabe en un sillón tranquilo de balance de 2019. Aunque recordando a Jenofonte, se daban tres situaciones en su obra: marcha hacia el interior (anábasis), marcha hacia la costa (catábasis) y marcha bordeando la costa (parábasis). Como en los circos imaginarios, ¡más difícil todavía!: tres situaciones en busca de la conciencia de cada uno balanceándonos en el sillón tranquilo de balance. Con las cadaunadas de cada una, de cada uno.

Aviso para navegantes: es el riesgo que corremos si nos atrevemos a embarcar en «La Isla Desconocida». Ahí lo dejo.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja para ninguna empresa u organización religiosa, política, gubernamental o no gubernamental, que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte de su situación actual de jubilado.

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