El rabel de los santos inocentes

Sevilla, 28/XII/2019

Muchas personas recordamos la película Los santos inocentes, dirigida por Mario Camus, basada en una obra homónima de Luis Delibes, a través de una frase icónica, ¡Milana bonita!, pronunciada de forma repetida con la voz profunda e inconfundible de Paco Rabal en su papel de Azarías. Lo que no recordará casi nadie es que la banda sonora de la película está interpretada por Pedro Madrid, un rabelista de Cantabria, un músico inocente de extracción rural, que no vio la película porque estaba dedicado en cuerpo y alma a su tierra, Polaciones, y a su parentela, nada más, muy lejos del bullicio mundano.

El rabel es un instrumento de cuerda frotada, tres cuerdas concretamente, que Pedro tocaba con destreza: “Éste -y muestra el que tiene en esos momentos en sus manos- está hecho de madera de tejo. Es un árbol milenario cargado de leyendas, pero es muy difícil encontrarlo. También los hago de serval, que es un árbol sagrado de los antiguos celtas” (1). Tiene raíces árabes, el rabáb, según el diccionario de la RAE: instrumento musical pastoril, pequeño, de hechura como la del laúd y compuesto de tres cuerdas solas, que se tocan con arco y tienen un sonido muy agudo. Desde 1505 tenemos registrada la existencia de este instrumento en el diccionario de Fray Pedro de Alcalá, matizada posteriormente en el de Autoridades, en 1737: “instrumento músico pastoril, de hechura como la del laúd”.

La aportación de Pedro Madrid a la película es un símbolo del argumento de la misma, porque desprende sabiduría rural a manos llenas, es decir, la exposición desnuda de las relaciones amo-sirviente durante la posguerra en España, donde el desprecio al que menos tiene y, además, te sirve, era una seña de identidad de la burguesía cortijera de la época. Delibes escribió una denuncia social descarnada, continua, en formato de novela, con una trama en la que los santos inocentes son aquellas personas que viven con dignidad el hecho de ser diferentes, singulares, casi sin darse cuenta, casi siempre ignorados por la sociedad.

Hoy, día de los santos inocentes, he recordado la película y un instrumento humilde, el rabel, tocado con destreza por Pedro Madrid, un gran desconocido para la historia de la música en este país. Lo escucho en los títulos de crédito de la película, llevándome en volandas como la grajilla de Azarías. Es solo un homenaje a su colaboración en la historia de la literatura y el cine en este país, en un día del calendario muy especial.

(1) https://elpais.com/diario/1985/09/06/ultima/494805604_850215.html

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