María Pagés, ´Sheherezade´, volvió a Sevilla

María Pagés, De Sheherezade

La reflexión cívica de María Pagés aspira a confrontar el mito del Flamenco con la realidad para hacer de la danza un vehículo hospitalario, generoso y comprometido con su entorno.

Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid)

Sevilla, 8/X/2023

Anoche entré en el alma escénica de la bailaora y coreógrafa María Pagés, de quien ya había escrito unas palabras de homenaje personal el año pasado, al haber recibido junto a la cantaora Carmen Linares, el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022. En el acta del jurado se dijo textualmente que “La obra de Carmen Linares y María Pagés es parte de la genealogía del flamenco contemporáneo. Ambas, en sus disciplinas, han ensanchado el cante y el baile desde el respeto por la tradición, apostando por ampliar sus cauces expresivos, impulsando así el carácter universal de un extraordinario patrimonio cultural, popular y sensorial. Con voluntad de permanente exploración, su trabajo dota al flamenco de nuevas herramientas a la vez que amplifica el lenguaje de una manifestación cultural que vive un momento de esplendor y búsqueda de nuevos horizontes. Ambas creadoras despliegan en su trayectoria experiencias que reivindican el flamenco como uno de los géneros musicales más sugerentes de nuestro tiempo y un acontecimiento artístico perenne y único”. También se añade por parte de la Fundación, en la presentación de sus trayectorias artísticas, que “convertidas en dos de las figuras más importantes del flamenco de las últimas décadas, en Carmen Linares y María Pagés converge el espíritu de varias generaciones que, desde el respeto por la tradición y la hondura de las raíces del flamenco, han sabido modernizar y adaptar su esencia al mundo contemporáneo, elevándolo, aún más si cabe, a la categoría de arte universal. Con su labor, ambas han abierto caminos de repercusión no solo artística sino también social y se han convertido en ejemplo de trabajo, talento y dedicación para futuras generaciones”.

Conociendo este contexto artístico y la luz andaluza que llevaba dentro, acudí anoche a su cita con el último espectáculo montado por ella y su compañía, De Sheherezade, que cautivó a los asistentes a juzgar por el reconocimiento que se le hizo a través de los aplausos durante la representación, brillante y espectacular con múltiples mensajes para quienes como auténticos escuchaores (que diría Antonio Mairena) o veedores, quisieran escucharlos y verlos. Las diferentes fases de la luna en el telón de fondo simbolizaban las diferentes representaciones de mujeres que quisieron mostrar al mundo con el espectáculo escénico, porque en muchos casos, diría mejor latitudes, la luna llena de cada mujer, se convierte en menguante con demasiada frecuencia. Al buen entendedor, con pocas palabras o lunas basta.

En la sinopsis oficial de la obra se puede comprender bien el contenido del mensaje que lleva dentro: “De Sheherezade relata en doce coreografías una aventura que sugiere algunos hilos que tejen la poliédrica esencia femenina. El espectáculo es una narración poderosa construida con solos y coreografías corales, perfectamente hiladas. Su personaje aúna la singularidad individual de cada intérprete y la fuerza arrolladora del grupo. Esta mujer, que es todas las mujeres, recorre el relato y comparte con el público sus conocimientos, contradicciones, amores, desamores, fuerzas, fragilidades, inseguridades, insatisfacciones, soledades. Comunica con alma abierta en canal su relación con el cuerpo, el deseo, la maternidad y la igualdad aún no alcanzada, … Las coreografías recogen una diversidad femenina que se apodera de la acción para conquistar el escenario real y simbólicamente. Son 13 mujeres que asaltan el escenario, que es el escenario de la vida. Son todas mujeres que poseen una fuerte singularidad. Mujeres que piensan en clave coréutica y musical la pluralidad del género que representan, más allá de las diferencias, ya sean físicas, étnicas, religiosas, culturales o estéticas. De Sheherezade, explora el reportorio musical popular y clásico, haciendo una especial indagación en la música marroquí. Trabaja con las partituras, reinterpreta y adapta fragmentos clásicos en clave flamenca. Pero fundamentalmente, crea músicas originales que compone Rubén Levaniegos, junto a Sergio Ménem y David Moñiz, dirigidos por María Pagés, a partir del relato dramatúrgico y las letras creadas para la obra. La música, por consiguiente, recorre el diálogo libre y hospitalario entre la música clásica, popular y flamenca, interpretada por un cuarteto de cuerda y percusión, acompañados por una voz árabe y dos voces flamencas”.

Extraordinaria representación por obra y gracia de María Pagés y de cada miembro de su compañía, con una dramaturgia y letras a cargo de El Arbi El Harti, su compañero de vida. Confirma una idea preciosa que figura en el portal del Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid): Si hay algo que pueda definir la singularidad poliédrica de María Pagés es su arraigado sentido ético de la cultura. Debemos ser escuchaores y veedores de María Pagés en su baile mágico, para que con sus significantes y significados a través de la cultura, de sus quejíos, como los de esta obra, sigamos muy pendientes de Andalucía, sobre todo de la exclusión de los más débiles y la pobreza infantil en nuestra tierra que tiene, a través de la cultura, una oportunidad de constituirse siempre en alborada de la democracia en Andalucía, no en su ocaso. También, sé que mi deber como andaluz es convertirme en escuchaor de lo que Andalucía canta a través de su dolor, de su quejío, que también se expresa en el baile elegante que nos brinda siempre María Pagés, como veedores privilegiados de un arte que perdura a lo largo de los siglos.

NOTA: la imagen se ha recuperado del Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid)

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

Homo viator o la necesidad de salir de nosotros mismos

Sevilla, 7/X/2023

Cada vez que salgo de mí, descubro nuevas experiencias, como es el caso de un buen libro, Homo viator, escrito por Pepe Pérez-Muelas y publicado hace tan sólo unos días por la editorial Siruela, que tanto aprecio. Su sinopsis oficial nos orienta el camino a seguir a través de su lectura: “El ser humano se hizo viajero para sobrevivir. Lleva impreso en su genética el movimiento, la necesidad de ir más allá de lo que alcanza su vista. Homo viator trata sobre esos hombres y mujeres que lo dejaron todo en pos de lo desconocido, en un tiempo en el que los mapas no representaban la verdad de la geografía; narra la historia de la humanidad a través de sus viajes, desde la cotidianidad de las crónicas hasta las heroicas gestas, un continuado trasvase entre culturas y civilizaciones, un diálogo en presente con las grandes rutas del ayer. De la mano de Urbano Monti —geógrafo del siglo XVI y artífice de un visionario planisferio—, no solo cruzaremos los más salvajes y exóticos territorios, sino que visitaremos también las salas de los principales museos y bibliotecas, guardianes de la memoria literaria y cartográfica de las expediciones que, a lo largo de los siglos, han ido ampliando nuestro horizonte, expandiendo nuestra representación del mundo. Seguiremos los avatares de cientos de exploradores, de Marco Polo a Ibn Battuta, de Colón el navegante al astronauta Gagarin… Nómadas incurables, gloriosos descubridores y malhadados aventureros que se perdieron sin alcanzar jamás su destino, pero cuyas derrotas, sin embargo, condensan el más puro anhelo de conocimiento y superación. Porque somos los lugares en los que hemos estado, porque no hay nada más humano que viajar”.

Viajar es algo humano que también me pertenece, siguiendo al pie de la letra a Terencio, gracias a mis antepasados, porque hace doscientos mil años que la inteligencia humana comenzó su andadura por el mundo. Los últimos estudios científicos nos han aportado datos reveladores y concluyentes sobre el momento histórico en que los primeros humanos modernos decidieron abandonar África y expandirse por lo que hoy conocemos como Europa y Asia. Hoy se sabe que a través del ADN de determinados pueblos distribuidos por los cinco continentes, el rastro de los humanos inteligentes está cada vez más cerca de ser descifrado. Los africanos, que brillaban por ser magníficos cazadores-recolectores, decidieron hace 50.000 años, aproximadamente, salir de su territorio y comenzar la aventura jamás contada. Aprovechando, además, un salto cualitativo, neuronal, que permitía articular palabras y expresar sentimientos y emociones. Había nacido la corteza cerebral de los humanos modernos, de la que cada vez tenemos indicios más objetivos de su salto genético, a la luz de los últimos descubrimientos de genes diferenciadores de los primates, a través de una curiosa proteína denominada “reelin”. Empezó la aventura de una mente maravillosa que sigue siéndolo en nuestros días y que ya alcanza la cima de ocho mil millones de mentes pensantes.

En la carabela virtual de Saramago, me enrolé cuando leí su Cuento de la isla desconocida, hace ya muchos años, del que aprendí algo esencial a través de la mujer limpiadora y zurcidora del palacio real: “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual…”. He seguido esta lección impecable y anoto día a día, en este cuaderno digital o de derrota, en lenguaje marino, los acontecimientos de esta singladura tan especial.

Excelente obra la del profesor Pérez-Muelas, Homo viator, que casualmente ejerce su docencia en Sevilla, ciudad “en la que se puede ser feliz” descubriéndola como destino, que no es poco, tal y como lo expresó Stefan Zweig, un experto homo viator, cuando visitó esta ciudad en 1905 con tan sólo veinticuatro años, buscando rincones que ya conocía por una obra de Mozart, pensando que la barbería de Fígaro iba a devolverle la comprensión de la relación de Don Juan y Carmen: “Hay ciudades en las que nunca se está por primera vez. Deambulas por sus calles desconocidas y sientes como si de todos los rincones te acudieran los recuerdos, te llamaran voces amigas. Su rostro -porque las ciudades puedes ser como las personas: tristes y viejas, risueñas y jóvenes, amenazadoras y gráciles, dulces y afligidas- te suena de una ciudad hermana, o de una imagen, de un libro, de una canción. Y Sevilla es así […] La vida parece tener aquí un ritmo más veloz, y las personas la sangre más viva; en ningún lugar hay más estómagos hambrientos que en Andalucía y, aun así, Sevilla brilla con su portentoso colorido, resplandece de alegría y nos saluda con miles de banderas. Aquí se puede ser feliz (1)”.

Excelente ejemplo como homo viator, haciendo cada día camino al… viajar, porque “es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual…”.

(1) Zweig, Stefan, De viaje II: Francia, España, Argelia e Italia. Madrid: Sequitur, 2015.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

¡Por favor, no disparen al pianista!

Sevilla, 6/X/2023

En tiempos tan convulsos como los que estamos viviendo en la actualidad, de turbación y continuas mudanzas del alma, desoyendo los consejos ignacianos, doy la razón a Óscar Wilde cuando afirmó en su visita a Leadsville (Colorado) en 1882, que allí “la mortalidad de los pianistas era asombrosa”, por la belicosidad que reinaba en aquel medio ambiente. ¿Por qué esta referencia ahora, en un país en el que solemos responsabilizar de todo lo que ocurre al que menos culpa o responsabilidad tiene, “pianistas virtuales”, en cualquier vertiente que analicemos la vida, a modo de pecado capital español que habría que agregar a los siete ya citados en la obra homónima de Fernando Díaz-Plaja? Creo que Óscar Wilde nos ofreció una orientación clave en un testimonio inolvidable de su azaroso viaje por Estados Unidos, reflejado posteriormente en su publicación, Impresiones de América, en un pasaje que se ha hecho famoso para la posteridad: “Desde Salt Lake City puede uno viajar por las grandes llanuras del Colorado y se sube a las Montañas Rocosas, en cuya cima está Leadville, la ciudad más rica del mundo. Tiene también fama de ser la más peligrosa, y todos los habitantes llevan encima un arma. Me habían dicho que si iba a ella me matarían o matarían a mi director de tournée. Escribí allí diciéndoles que nada de lo que pudieran hacer a mi director de tournée me intimidaría. La población está compuesta de mineros y de hombres que trabajan en las fundiciones; por eso les hablé de la ética del Arte. Les leí trozos escogidos de la autobiografía de Benvenuto Cellini y parecieron encantados. Me reprocharon que no lo hubiese llevado allí conmigo. Les expliqué que había muerto hacía algún tiempo, lo cual hizo que me preguntasen: “¿Y quién le pegó el tiro?” Después me llevaron a un salón de baile, donde vi el único sistema coherente de crítica de arte. Encima del piano aparecía impreso el siguiente aviso:

¡POR FAVOR, NO DISPAREN AL PIANISTA. ESTÁ TOCANDO LO MEJOR QUE PUEDE!

La mortalidad entre los pianistas en ese lugar es asombrosa. Luego me invitaron a cenar y, habiendo aceptado, tuve que bajar una mina a un cubículo muy estrecho, en el que era imposible estar a gusto. Habiendo llegado al corazón de la montaña cené, siendo el primer plato whisky, el segundo whisky y el tercero whisky. Fui al teatro a dar una conferencia y me informaron que justo antes de ir allí habían detenido a dos hombres por haber cometido un asesinato, y en ese teatro los habían subido al escenario a las ocho de la tarde, y luego y allí juzgado y ejecutado ante una audiencia abarrotada. Pero encontré a estos mineros muy encantadores y nada rudos. Entre los habitantes más ancianos del Sur encontré una melancólica tendencia a fechar cada acontecimiento de importancia en el final de la guerra. “Qué hermosa es la luna por la noche”, le comenté una vez a un caballero que estaba a mi lado. “Sí”, fue su respuesta, “pero deberías haberlo visto antes de la guerra”. Tan infinitesimal me pareció el conocimiento del arte, al oeste de las Montañas Rocosas, que un mecenas del arte (uno que en su época había sido minero) llegó a demandar a la compañía ferroviaria por daños y perjuicios porque el molde de yeso de la Venus de Milo, que había importado de París, había sido entregado sin los brazos. Y, lo que es aún más sorprendente, ganó el caso y la indemnización por daños y perjuicios. Pensilvania, con sus gargantas rocosas y sus paisajes boscosos, me recordó a Suiza. La pradera me recordó a un trozo de papel secante. Los españoles y los franceses han dejado tras de sí recuerdos en la belleza de sus nombres. Todas las ciudades que tienen bonitos nombres se lo deben a los españoles o franceses. Los ingleses dan nombres intensamente feos a los lugares. […] Recorriendo América, ve uno que la pobreza no va unida necesariamente a la civilización. En todo caso, aquél es un país donde no hay ornato ni ostentación, ni ceremonias pomposas. No vi allí más que dos desfiles: uno, el de los bomberos, precedidos por la Policía, y otro, el de la Policía, precedida por los bomberos. Cualquier ciudadano, cuando llega a la edad de veintiún años, se le permite votar y, por lo tanto, adquiere inmediatamente su educación política. Los estadounidenses son las personas con mejor educación política del mundo. Bien vale la pena ir a un país que pueda enseñarnos la belleza de la palabra LIBERTAD [FREEDOM, en el original] y el valor real de lo que significa [LIBERTY, en el original también]”.

Si he traído a colación esta referencia extensa es para reflexionar que junto a la semblanza anecdótica, no sin un contrapunto de ironía extrema, junto a la realidad de la violencia sin control de un pueblo armado hasta los dientes, en América desde siempre, está también la posibilidad de analizar todo lo que ocurre en cualquier momento en este país, mucho más en estos momentos de investidura presidencial, en los que se debe procurar “no matar a los pianistas que correspondan”, errando el tiro de los juicios precipitados y sin control, cuando también existen otras realidades personales y sociales como las que él quiso retratar en su famoso viaje: cultura diferente, valores diferentes y singulares, todo bajo el prisma de la “educación política” basada en la LIBERTAD y en todo lo que significa esta bella palabra. Al fin y al cabo, lo mismo que pensó Óscar Wilde en su visita a Leadsville, cuando afirmó que el cartel sobre el piano, con una frase para ese presente y para la posteridad, era la mejor y la más coherente «crítica de arte». También, para una crítica del Arte de la Política verdadera en nuestro aquí y ahora. Para que no se olvide.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

El club de los cretinos vivos (II)

Carpe Diem: Vivid el momento. Coged las rosas mientras aún tengan color pues pronto se marchitarán. La medicina, la ingeniería, la arquitectura son trabajos que sirven para dignificar la vida pero es la poesía, los sentimientos, lo que nos mantiene vivos.

John Keating (Robin Williams), en El club de los poetas muertos

Sevilla, 5/X/2023

Nos faltan poetas vivos que interpreten la vida y nos sobran personas cretinas que la malogran a diario y hacen mucho daño a la sociedad, como mediocres aventajados que nos rodean por tierra, mar y aire. Es un hecho, ya tratado en bastantes ocasiones en este cuaderno digital, que la mediocracia se instala día a día en nuestras vidas. En este contexto, vuelvo a publicar hoy un artículo escrito en 2018, El club de los cretinos vivos, que no necesita más actualización que la de Trump, como representante de la ultraderecha mundial, aunque sigue haciendo de las suyas, salvando lo que haya que salvar si identificamos a sus alumnos aventajados distribuidos por este loco mundo al revés, incluyendo nuestro país, por supuesto. También, porque ya sabemos qué rumbo han tomado las derechas en nuestro «territorio patrio«, que les gusta decir a ellas de forma taimada. Han preferido la opción de un permanente «cretinismo enojado», como advirtió Manuel Rivas en la columna comentada.

Pasen y lean aquellas palabras. Suenan de forma atronadora hoy, por la cretinez que nos invade. Estamos avisados.

El club de los cretinos vivos

Lo cretino, en ti,
No excluye lo ruin.

Lo ruin, en tu sino,
No excluye lo cretino. 

Así que eres en fin, 
Tan cretino como ruin.

Luis Cernuda, en La desolación de la quimera

La primera vez que el lema “cretino” dio el salto mortal del vocabulario médico al social en este país, en el que abunda esta especie irredenta, la he localizado en el Diccionario general y técnico hispanoamericano, elaborado por Manuel Rodríguez Navas y Carrasco (publicado en Madrid en 1918 por la editorial Cultura Hispanoamericana), como adjetivo y con dos significados: que padece cretinismo y como traducción del alemán kraftlos, imbécil. Desde ese año no se vuelve a mencionar esta segunda acepción en la lexicografía española y hay que esperar a la edición 18ª del Diccionario de la RAE, publicado en 1956, cuando se acepta también una segunda acepción como sentido figurado del citado adjetivo: estúpido, necio (que se puede usar también como sustantivo). Es un término independiente ya de su pasado como enfermedad, aunque es en la edición de 1983, del Diccionario manual e ilustrado de la RAE cuando se desarrolla por primera vez una segunda acepción en el lema “cretinismo”, entendiéndose (en sentido figurado y familiar) como estupidez, idiotez y falto de talento.

Sorprende constatar cuánto tiempo ha necesitado este vocablo para imponerse en la cultura española como voz de derecho en el uso del mismo y en su comprensión, cuando creo que tiene una vida muy dilatada en el tiempo, porque desde época inmemorial la existencia de cretinismo y sus correspondientes cretinos y cretinas han abundado por doquier. Es lo que me ha pasado al leer un artículo reciente de Manuel Rivas, La ola de cretinismo, que en su entradilla lo justifica de forma espléndida: “Es la piel del mundo la que está tumefacta, no por el humorismo amoratado, sino por la estupidez circundante”.  Es verdad que estamos rodeados de cretinismo galopante, de personas que pertenecen al Club de estúpidos, idiotas, imbéciles y faltos de talento (respetando las acepciones de la RAE nada más).

Dice Manuel Rivas en su artículo que “Existe un humorismo amoratado, viñetas que son puñetazos de luz, y ahí está El Roto, la mirada indómita, descerrajando lo que no se puede ver, desvelando lo que no está “bien visto”. Está El Roto y los rotos, los que se pelean contra las mordazas, legales o ilegales. Pero el cretinismo, y no hablo de la enfermedad, sino del talante estúpido, va ocupando espacio como pensamiento grosero, vociferante, pelotudo. Es la piel del mundo la que está tumefacta, no por el humorismo amoratado, sino por ese cretinismo circundante”. Da pánico contemplar lo que le pasa al mundo cada vez que Trump se pasea por él haciendo turismo cretino. O los aprendices de ellos que tenemos en nuestro país, que imitaron e intentan imitar a ciertos presidentes americanos (no me refiero a Obama), que poniendo los pies encima de la mesa y remedando su acento yanqui, se han vanagloriado de invadir y seguir invadiendo el mundo a cualquier precio, actitudes de las que el Sur paga siempre un precio muy alto.

Ante las noticias cretinas que recorren el mundo, solemos quedarnos muchas veces con el ojo amoratado y con el alma de color y dolor violeta, en un pantone moral como el que cita Rivas refiriéndose a lo que nos pasa cuando vemos las viñetas de El Roto. Estoy muy de acuerdo con los matices de cretinismo que analiza en su columna: “Ahora mismo no sabemos el rumbo que va a tomar la derecha, la vieja y la nueva, en España. Si va a recaer en un cretinismo enojado o abrirse a una inteligencia democrática y dialogante. En una época histórica muy amoratada, la descrita en La desintoxicación de Europa, Stefan Zweig se quejaba de una atmósfera en la que “tanto los individuos como los Estados parecen más bien dispuestos a odiarse mutuamente; la desconfianza mutua se revela infinitamente más fuerte que la confianza”.

En la confianza de luchar para ser más libres frente a los cretinos (serlo o no serlo, esa es la cuestión…), hay que identificarlos urgentemente para librarnos de ellos a la mayor brevedad posible. Estamos avisados, porque son legión.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

Antonio López continuará pintando a Sevilla, una Ítaca especial

Sevilla, 4/X/2023

El pasado lunes vino el pintor Antonio López a esta ciudad y siempre es acogido con profundo respeto y afecto, reconociendo una deuda con ella, dos pinturas inéditas e inacabadas, en formato panorámico de la ciudad, que comenzó en 2012 desde la Torre Schindler, integrada en el Pabellón de la Navegación durante la EXPO´92, que permanecen inacabadas y no a bien recaudo, como él mismo ha manifestado en su intervención en la jornada inaugural de la XXII Semana de la Arquitectura de Sevilla, en la que se presentó también la exposición ‘Arquitecturas en proceso’, en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla (COAS), donde se muestran los obras citadas, junto a una tercera que representa un paisaje de Madrid, también en proceso, inacabada, en el sentido que el autor da a esta palabra.

La sinopsis oficial de la exposición, elaborada por el Comisario de la misma, Daniel Bilbao, ofrece información sustancial sobre este evento en la ciudad: “[…] No es habitual que un artista permita que su obra se muestre públicamente sin que la haya concluido. La exposición Arquitecturas en proceso, de Antonio López, supone un hito, una oportunidad para aproximarnos a los procedimientos y planteamientos del artista, a sus dudas y aciertos, a sus acotaciones precisas y sus arrepentimientos, en definitiva, un acercamiento a sus desafíos y logros sobre el soporte pictórico. En diciembre de 2022, la Facultad de Bellas Artes de Sevilla y la Real Academia Santa Isabel de Hungría invitaron al artista a participar como conferenciante en el I Ciclo de Dibujode la tradición académica a la modernidad contemporánea […] La relación de Antonio López con el entorno urbano es poliédrica, abordando diversos puntos de vista, desde la visión natural del viandante frente a perspectivas elevadas en las que nos muestra una panorámica dominadora de la ciudad. En cada una de sus obras el espectador puede percibir la desnudez del proceso creativo, la profusión de recursos plásticos y la destreza de sus pinceles. Es sobradamente conocida su dimensión del tiempo y sus dilatados procesos de ejecución, quizás más por su propio interés y disfrute del camino, de la búsqueda en sí, que por la necesidad de finalizar cada obra. De alguna forma pareciera que el pintor atendiese los consejos del poeta Kavafis en su poema Ítaca: Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / Pide que el camino sea largo, / Lleno de aventuras, lleno de experiencias… […] La luz de Sevilla le seduce, especialmente la luz del verano, por ello ha trabajado en estas obras en intervalos de mayo a octubre. En palabras del autor «En verano es como más Sevilla, porque el calor potencia lo esencial, lo que yo siento de Sevilla», explica un artista que asegura estar buscando en estas obras «la luz sobre Sevilla, «sobre ese blanco amarillento» que a Antonio López le recuerda a África». Desde que las iniciase en 2012, estas pinturas se han visto afectadas por diferentes circunstancias y factores de conservación que han ido dejando huellas sobre ellas, y que el autor integra como hallazgos, en algunos de los casos. Así, pueden observarse cotas de medición, hilos de referencia manchas rectificadas y rotos casuales que desvelan el estado procesual de estas obras; «Si vamos a mostrar los cueros los mostramos tal cual» (10), estas palabras del autor en relación a esta exposición evidencian su honestidad sin ambages, posicionamiento que nos trae a la mente la frase de Goya «El tiempo también pinta» (11), con la que el maestro aragonés desvelaba su sensibilidad al apreciar la huella que el tiempo deposita sobre las obras de arte. A partir de ahora, Antonio López trabajará las obras en su taller de Madrid, con el apoyo de estudios del natural de menor formato que realizará en Sevilla y que le permitirán seguir el proceso en su atelier madrileño”.

Lo expuesto anteriormente, girando esencialmente sobre el «proceso pictórico» en los cuadros de Antonio López, algunas veces “inacabados”, en un viaje permanente a su Ítaca particular, me recuerda las palabras que le dediqué en otra visita a esta amada ciudad en 2016, en la que abordé esta realidad inacabada en determinadas obras de su extensa producción, una clave singular que él vive sin desasosiego, que me lleva a reflexionar sobre lo inacabado que es todo lo que nos rodea. La realidad es terca cuando la situamos en el marco de la temporalidad, porque es verdad que todo fluye y nada permanece, porque cada cosa tiene su tiempo y cada tiempo su momento. En el caso de Antonio López, como su propio nombre anuncia, todo es sencillo en él, tal y como ya he hablado tantas veces de él en este cuaderno digital: su pintura realista, la escultura viva hasta la muerte, inacabadas, los dibujos en blanco y negro, gracias a su tío maestro de Tomelloso. Su forma de ver la vida a través del color del membrillo, paciente hasta la extenuación para que no se escape nada de lo rutinario, de lo cotidiano que verdaderamente es porque está ahí, pendiente de que alguien lo capte. Un trabajador del arte, que se siente ahora más libre que cuando era joven, que le ha costado mucho llegar a algo parecido a la estima por la vida y por él mismo, que el camino ha sido complicado y que ha sido doloroso hacerse a sí mismo. Una persona de alma grande, en un modo de vivir y ser muy sencillo. Como una pintura inacabada para mí, que inicié en 2005, una copia de sus lirios y hojas verdes en un patio muy particular, que no pretenden decir nada más que sus pinceles pintan la vida con un realismo mágico que no te permiten perder detalle alguno de lo que pasa, de lo que ocurre, de lo que las personas sienten. Sencillez y maestría en estado puro. En mi caso, en los lirios citados, inacabados hasta hoy, esperando que algún día, como Schubert, pueda expresar en trazos de color lo que llevo dentro de mi persona de secreto.

En este contexto, recuerdo también una anécdota preciosa que contaba con asiduidad Miguel Delibes sobre estas experiencias vitales inacabadas, en este caso sobre su busto en bronce que realizó Antonio López y le entregó en octubre de 2011, que él contó con el gracejo que siempre le acompañaba en recuerdos íntimos. Como también tardaba, estaba ávido de la última noticia sobre su busto. Encontrándose con un amigo común de Valladolid, Antonio Piedra, le sonsacó información, para que le informara de alguna forma cómo estaba en las manos de Antonio López, cuándo podría ver “su cabeza”, si se parecía, si era un trabajo importante para Antonio López, etc. y cuándo la podría ver finalizada. Ante tanta insistencia y después de varios rodeos, “Antonio Piedra, que mantenía una actitud reverencial, de respeto hacia el pintor-escultor, emitió un levísimo cloqueo y se diría, por sus ademanes y la exageración de su rostro, por la manera de abrir la boca, un poco exagerada, que iba a pronunciar un largo discurso, pero dijo simplemente:

– Estás hablando, la verdad”.

Antonio López – Facultad de Bellas Artes, Sevilla, octubre 2016 / JA COBEÑA

Si contemplan con detenimiento la fotografía anterior, que hice a Antonio López desde el balcón de la primera planta de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla en octubre de 2016, porque no quise interrumpirle en el encuentro con sus alumnos (encuentro inacabado…), se puede apreciar su persona de todos, atento, sencillo, escuchando en el peripatos aristotélico, sentado en la vida (sitz in leben) que dicen los alemanes. Seguro que fue una clase magistral, aunque conociéndole bien, estoy seguro de que la dejó inacabada para que cada uno la finalizara con su mejor forma de entender la vida. Es verdad, allí estaba Antonio López en estado puro, como hizo el pasado lunes aquí en Sevilla, en el COAS, con una sinfonía de palabras inacabadas:

– Estaba enseñando, la verdad.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

Ramón Masats retrató con su mirada la memoria democrática de este país

Ramón Masats, Mercado de San Antonio (detalle). Barcelona 1955

Hay hombres y [mujeres] que luchan un día y son buenos, otros [y otras] luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los [hombres y mujeres] que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles

Adaptado de un texto de Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes.

Sevilla, 3/X/2023

El pasado 1 de octubre, la televisión pública de este país (RTVE) arrancó la nueva temporada de un programa excelente, Imprescindibles, haciendo un homenaje merecido al fotógrafo Ramón Masats, en vida, que es como se deben hacer este tipo de reconocimientos, con un documental imprescindible para conocer una parte importante de la memoria democrática de este país y con un título sugerente: El ojo irónico. Ramón Masats: “Impactante, socarrón, disfrutón, misericordioso, rotundo, obcecado y siempre genial. Así describen a Ramón Masats en el documental El ojo irónico, que traza un recorrido cronológico por la vida y la trayectoria profesional del fotógrafo, uno de los grandes, maestro de maestros, un imprescindible. El documental empieza con sonidos que ya apenas escuchamos, los que hacen las cámaras analógicas que, por suerte, viven un nuevo momento de gloria. También con lugares que se resisten a desaparecer, como las habitaciones de revelado, espacios oscuros de donde salen las imágenes que los fotógrafos han visto a través de su objetivo. Masats nació en 1931 y su vida es la historia de la fotografía en España, pero también la historia de un país”.

Conocí la vida y obra de Ramón Masats, a través de un informativo público de la noche del 3 de julio de 2020, en plena pandemia, al igual que supe de nuevo de este excelente profesional a través de la televisión pública el pasado 1 de octubre, instalados ya en la llamada “nueva normalidad” que, sinceramente, no sé lo que es. En aquella ocasión, el presentador comentó que se había inaugurado una exposición retrospectiva en Madrid sobre el fotógrafo Ramón Masats. Pasaron rápidamente fotografías icónicas de este profesional que tanto nos ha contado sobre la historia de España en la posguerra. Fui rápidamente al ordenador, recuperé la emisión del citado informativo y capturé una instantánea de la fotografía mágica en los minutos finales, en los que pude captar la imagen de esta niña, que se me antojaba desde que la vi como perteneciente a una de las dos Españas de Machado. Esta imagen estaba incluida en la exposición Ramón Masats Visit Spain, que pudo verse dentro de la programación de PHotoESPAÑA en el espacio Tabacalera de Madrid hasta el 12 de octubre de ese año. Este descubrimiento de una isla desconocida en este país, me llevó a escribir unas palabras sobre este excelente fotógrafo con un título programático: La otra mirada.

La colección llevaba un título que tampoco era inocente: «Entre 1955 y 1965 Ramón Masats recorre la geografía de España con su cámara y una obsesión en su cabeza: retratar los tópicos con los que la cultura oficial, bendecía los valores patrios. Iniciaba entonces su carrera como colaborador de varias publicaciones, y este viaje le permitió el desarrollo de un trabajo innovador que revolucionó el triste panorama de la fotografía oficial, todavía enredada en su dependencia de los cánones estéticos que el orden clásico imponía a la nueva disciplina. En el tiempo, el trabajo de Masats coincide con el fin de la autarquía del Régimen de Franco y con la apertura diseñada por el gobierno con la creación del Ministerio de Información y Turismo (1951), y el Plan Nacional de Turismo (1953). Visit Spain fue ese primer mensaje que utilizó la propaganda oficial». De ahí el título de la exposición.

Me vuelve a sorprender la imagen citada, titulada Mercado de San Antonio, Barcelona 1955, porque aparecen hombres en torno a unas mesas con libros, probablemente dentro de la lonja, en la que aparecen hombres, solo hombres, hojeando libros apilados sobre las mesas de tijera, humildes, sencillas, con libros de títulos desconocidos. Deducimos que era domingo, porque se aprecia que iban vestidos «de ese día» y porque se sabe que en este mercado los domingos lo dedicaban a la compraventa de libros, cromos y cuentos: «También se incorporarían libreros y coleccionistas los domingos dando origen al Mercado Dominical de Sant Antoni. Hoy es un mercado especializado en libros nuevos y antiguos y coleccionismo tradicional de postales, sellos o revistas y donde también encontrarás todo tipo de oferta vinculada a nuevas aficiones y colecciones como los cromos, los videojuegos o las películas» (1). Una imagen que captó con su magia tan particular Masats, fotógrafo de la verticalidad, en la que entraba en plano la niña sentada en un banquillo, con un cuento en las manos, pulcramente vestida (de domingo) y con la mirada fija en la cámara, posando para la posteridad del país.

Era otra mirada, inocente mirada, con el mensaje directo de Machado aunque ella no lo supiera: “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve”. Al verla ayer, sentí que me miraba aquella España de mi niñez madrileña, como si quisiera interrogarme sobre qué estamos haciendo en la actualidad, alejándonos cada vez más de la educación y la cultura, como si fuéramos en este aquí y ahora los mayores que estaban a su espalda, hojeando libros, ajenos a lo que estaba sintiendo ella, distraídos de la vida. Como ocurre con las ideologías, las fotografías nunca son inocentes porque siempre hay un ojo humano detrás que ordena. Me pasó cuando supe del fallecimiento del fotógrafo francés Marc Riboud en 2016, que muchas personas recordarán por su famosa fotografía de la chica con la flor, por cierto, no inocente. He conocido el hilo conductor de su profesión, por una frase de un especialista en los cuidados del ojo, del siglo XIII, Pietro Spanno, que llegó a ser Papa bajo el nombre de Juan XXI: “El ojo es un miembro noble, redondo y radiante. Ver es el paraíso del alma”. Ese es el secreto y la magia del ojo humano cuando ordena el clic que fija momentos especiales de la vida para la posteridad. Igual que cuando se fotografía el dolor o la muerte, muchas veces con alto riesgo personal de profesionales excelentes, comprometidos, facilitando imágenes recientes que desgraciadamente ya son habituales para el procesamiento de nuestra retina y que tanto nos hacen pensar, cumpliendo su función.

Dije algo en aquella ocasión que recupero ahora en mi rincón de ver la fotografía de Masats: hay fotógrafos y fotógrafas que retratan almas especiales, en blanco y negro, como Marc Riboud,  Robert Capa, Kati Horna, Sebastião Salgado o Ramón Masats, ¿por qué no?, que valoramos hoy de forma especial porque muchas veces estamos ciegos ante el color que dio al mundo la creación transcendental del hombre y la mujer, que tuvieron la oportunidad de ver durante un tiempo el paraíso de sus almas. Gracias, hoy, a ellos y a tantos profesionales anónimos que aun jugándose a diario la vida nos han aportado y entregan tanta verdad a través de sus ojos, como aprendimos un día de Machado, ya que no son ojos porque los veamos, sino que son ojos porque a través de sus fotografías nos ayudan a contemplar y amar mejor la vida. Ya lo dijo en una ocasión Marc Riboud: «Sólo miran bien los niños: son inocentes y miran excitados, con atención, no son intelectuales».

El programa Imprescindibles, con este homenaje en vida a Masats, ha cumplido las premisas para utilizar esta palabra, imprescindibles, cuando se refiere a personas, tal y como lo aprendí de Bertolt Brecht hace ya muchos años y que sigue siendo un hilo conductor en mi vida: Hay hombres y [mujeres] que luchan un día y son buenos, otros [y otras] luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los [hombres y mujeres] que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles (adaptado de un texto de Bertolt Brecht en Elogio a los combatientes, salvando la perspectiva de género).

NOTA: la imagen de Marc Riboud se recuperó el 31 de agosto de 2016: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/08/31/actualidad/1472636848_761527.html

(1) https://www.mercatdesantantoni.com/es/quien-somos.htmlhttps://www.mercatdesantantoni.com/es/quien-somos.html

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!

Víctor Erice y su amor al cine, para sentirlo en las salas de siempre

Sevilla, 2/X/2023

Vuelvo a recordar especialmente a un director emblemático de este país, Víctor Erice, escasamente reconocido a veces, que el pasado 29 de septiembre recibió el Premio Donostia, enmarcado en el 71º Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2023, “una ventana abierta al mundo”, en palabras de Erice. Adjunto a estas palabras el vídeo de la gala de entrega de este merecido premio y recomiendo escuchar atentamente sus palabras rememorando su larga vida de amor al cine, desde que llegó a San Sebastián en el siglo pasado y ya sentía como niño profunda emoción desde las butacas del Cine Reina Victoria, precisamente en el que se celebraba la ceremonia de entrega de su premio, hoy Teatro Reina Victoria, cuando ya joven vio su primera película, Las noches de Cabiria, con Federico Fellini sentado en un palco. Es una delicia escucharle narrar sus sentimientos y emociones que envuelven su profundo amor al cine y, sobre todo, a las salas de cine de toda la vida, hoy en peligro de extinción por la acción implacable del poderoso caballero don dinero, con el disfraz de industria del cine, que también existe.

En sus hermosas palabras, hizo un canto a la trayectoria del Festival vivida por él, el esfuerzo denodado de comerciantes de la ciudad que lo hicieron posible, la importancia del Cine Club de la ciudad a finales de los años cincuenta, la vigilancia de la censura de la época en que nació y comenzó sus primeros pasos, junto a un grupo de personas con nombres y apellidos, Aguirre, Eceiza, Elías Querejeta, Antonio Mercero, Alonso Ibarrola, entre otros, que conocemos afortunadamente por su extraordinaria aportación al cine de este país que se tradujo,  posteriormente, en la presentación de obras maestras en la conjunción de producción, y dirección de los que un día dejaron Donosti para comenzar a explorar el plató, unas veces imaginario y otras real, que ofrecía Madrid en aquellos años sesenta y setenta, convencidos de que “el cine era el arte del siglo” y por eso “lo hacían”, arte popular, “hoy, por desgracia, desaparecido”.

Erice siempre ha entendido el cine “como un medio de conocimiento”, por lo que el aprendizaje sobre él “no se acaba nunca”, recordando que la obra de un cineasta y próximo a Albert Camus, quizás no sea otra cosa que “ese largo caminar por los dominios del arte de hacer películas, para recuperar las imágenes extraordinarias contempladas en una pantalla, a las que abrió su corazón por vez primera”.

He escrito varias veces sobre Víctor Erice en este cuaderno digital y hoy, con estas palabras, me sumo a este merecido homenaje. La última vez lo hice con motivo de la preselección de su película Cerrar los ojos para los Óscar de 2024, que finalmente no fue elegida, pero que para mí sigue teniendo un valor extraordinario, que se ha presentado finalmente en este Festival, a continuación de la entrega del premio Donostia 2023, acto en el que nos entregó bellas palabras de amor al cine, como él quería y lo ha manifestado siempre, en una sala de cine. Vuelvo a publicarlas hoy, con la ardiente impaciencia de contemplar su nueva película en una sala de cine, a las que él ama, con la cara de asombro de cuando él era un niño, la misma por cierto que Totó en Cinema Paradiso y que preside desde hace años la cabecera de este cuaderno digital.

Víctor Erice, treinta años después, que no son nada para su cine

Hombre con barba y bigote

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El regreso de Víctor Erice con ‘Cerrar los ojos’ (rtve.es)

Sevilla, 9/XII/2022

Casi sin darme cuenta voy formando poco a poco una coalición de determinadas personas mayores y me detengo a leer sus obras, contemplar sus cuadros o ver sus películas. Sobre todo, los escucho. Me pasó anoche al volver a reencontrarme con el director de cine Víctor Erice, cos sus 82 años, transmitiéndonos con sus palabras parte de su vida, que ahora se va a ver reflejada posiblemente con su nueva película, Cerrar los ojos, una historia sobre la memoria y la identidad, actualmente en rodaje, trabajando de forma incansable en lo que él llama “el arte popular del siglo XX”, el cine y su proyección en salas dedicadas exclusivamente a ello, tan vacías hoy por la competencia de las plataformas digitales. Aquellos antiguos espacios servían para contemplar “museos de la vida”, de muchas vidas sobre personas que sobre el escenario de su acontecer diario sólo hacen algo importante: sobrevivir. Nunca nos sentíamos solos.

Carlos del Amor nos deleitó en el Telediario2 (RTVE) con una semblanza muy cuidada, llena de afecto a Erice, porque en un minuto y cincuenta y siete segundos logró transmitirnos algo importante: su mirada, “una mirada inquieta, la mirada de alguien tímido que disfruta poco con las entrevistas”, sabiendo que “para Erice el cine bebe más de la pintura que de cualquier otro arte”. En el tiempo veloz de la entrevista televisiva citada, Víctor Erice tenía prisa para continuar con el rodaje. Carlos del Amor la finaliza con unas palabras bellísimas: “no se puede llegar tarde al lugar en el que durante tanto tiempo se le ha estado esperando”.

Treinta años después de su maravillosa película “El sol del membrillo”, he vuelto a reencontrarme con él, leyendo las palabras de homenaje que le dediqué en 2016 en este cuaderno digital, El color de la vida, bajo la sombra de un gran pintor, Antonio López, a quien tanto aprecio. Les dejo con ellos.

El color de la vida

Todo depende del color del cristal con el que se mire cada momento de la vida. Recuerdo siempre la puerta de acceso al patio interior de la Casa-Museo de Juan Ramón Jiménez, en Moguer (Huelva), que inspiró un libro precioso y bastante desconocido en nuestro país, Por el cristal amarillo y que tanto me ayudaba en la preparación de mis clases en Huelva. O la insignificancia de ese cristal en la isla de los ciegos al color, que magistralmente describió Oliver Sacks en un libro que leo con frecuencia y que lleva ese nombre descriptivo.

Comento estas vivencias porque anoche contemplé, como aprendí de mi maestro Antonio López, la película que dirigió Víctor Erice, El sol del membrillo, sobre el desarrollo contemplativo e inacabado siempre de una obra del pintor manchego, respetuosa con el devenir real del color del membrillo. Es una película de culto y respeto al devenir de la vida, sobre todo hoy cuando estamos inmersos en la dialéctica vida atómica-vida digital.

La cámara de Javier Aguirresarobe, excepcional, nos ayuda a contemplar segundo a segundo el devenir de la vida que necesita su tiempo, tal y como nos lo describió hace ya muchos años el Eclesiastés. Tiempo atómico y tiempo digital. Es verdad, vanidad de vanidades, todo vanidad…

En homenaje a Antonio López, al que vuelvo siempre cuando voy de mi corazón a mis asuntos o del timbo al tambo, en expresión excelente de García Márquez, adjunto a continuación uno de los artículos que escribí en 2014, con ocasión de la obra permanentemente inacabada de este pintor de la realidad y el deseo, porque nunca nos podemos bañar dos veces en el mismo río, ni contemplar la vida con un cristal de color perpetuo.

Sevilla, 21/V/2016

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, ¡Paz y Libertad!