Orobroy, el pensamiento profundo de Dorantes

Sevilla, 20/IV/2024

Orobroy, en lenguaje caló, la obra maestra del pianista David Peña Dorantes  (Lebrija, Sevilla 1969), publicada en 1998, con un significado profundo en castellano, pensamiento, forma parte de mi memoria histórica por la relación que hace ya muchos años mantuve con la familia Peña, en Lebrija (Sevilla), una saga familiar gitana vinculada con los Perrate de Utrera, también en la provincia de Sevilla. La llevo en mi persona de secreto, fundamentalmente a Juan “El Lebrijano” y a su hermano Pedro, de los que estuve muy cerca por el fallecimiento repentino de su padre en el Hospital Universitario San Pablo, consolándolos y transmitiéndoles mi afecto. Ahora, Dorantes, hijo de Pedro, me recuerda a diario con ”Orobroy”, su maestría de composición e interpretación con el piano flamenco, en un fragmento incorporado como tono de llamada en un móvil familiar.

Hoy, he recordado también una entrevista en la que Dorantes contaba cómo nació Orobroy: “Pues el recuerdo que tengo es una fiesta que se formó en el salón de la casa de mi tío Juan El Lebrijano. No recuerdo qué se estaba celebrando, sólo que estaba toda la familia. Estaba mi abuela, todos mis tíos por parte de Lebrija, Fernanda y Bernarda que también vinieron de Utrera, y hasta La Turronera. Yo me quedé allí a dormir y recuerdo que me levanté por la mañana y, como mi tío Juan tenía un piano en la casa, me senté y di los primeros acordes de Orobroy esa misma mañana, intentando expresar lo que había sentido. Y ahí empezó. Cuando llegué a Sevilla, terminé de desarrollarla con aquella idea”.

Lo importante de esta composición es su extraordinaria partitura integral, que refuerza con su letra, cuyos autores son Pedro Peña Fernández y su hijo, David Peña Dorantes, para comprender mejor qué quiso transmitirnos Dorantes con esta bella obra, cantada por un coro de niños y niñas, reivindicando una historia dolorosa del pueblo gitano y su forma de devolver al mundo una muestra de su dignidad humana y asunción liberadora del castigo multisecular que ha sufrido y sufre esta etnia:

Bus junelo a purí golí e men arate

Cuando escucho la vieja voz de mi sangre

Sos guillabela duquelando palal gres e berrochí

Que canta y llora recordando pasados siglos de horror

Prejenelo a Undebé sos bué men orchí callí

Siento a Dios que perfuma mi alma

Ta andiar diñelo andoba suetí tujis pre alangarí

Y en el mundo voy sembrando rosas en vez de dolor

En este mundo al revés, sumido en guerras imposibles, me emociona hoy pensar que podemos sembrarlo de rosas en vez de tanto dolor. Y escucho como en bucle permanente el mensaje de las notas de esta preciosa composición, porque Dorantes, cuando la toca, nos arranca lágrimas, algo parecido a lo que Gabriel García Márquez dijo en una ocasión refiriéndose a su tío Juan: cuando Lebrijano canta, se moja el agua

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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