Sevilla, 11/IX/2024
Cuido la memoria democrática, porque es el ancla del futuro democrático que demandan nuestros pueblos, cumpliendo un compromiso como español, ciudadano del mundo, que admira al pueblo chileno, utilizando los términos que figuraban en el compromiso final de la carta «Compromiso: Por la democracia, siempre», firmada el año pasado, en el 50 aniversario del fatídico golpe de Estado, por el presidente actual Gabriel Boric, junto a cuatro expresidentes chilenos, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos Escobar, Michelle Bachelet Jeria y Sebastián Piñera Echenique, en la que hicieron una reflexión profunda y breve sobre los 50 años del golpe de Estado que puso fin al Gobierno de Salvador Allende y que dio inicio a la triste, injusta y malévola dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Hoy, en el 51 aniversario de aquel hecho luctuoso, recuerdo cómo viví en mis años jóvenes de dictadura franquista la muerte de Salvador Allende, excelente presidente democrático en ese país, que sigue muy presente en este cuaderno digital a través de su vida y obra política, así como sus inolvidables palabras de despedida del pueblo chileno, pronunciadas en la sede del Palacio de la Moneda y transmitidas al pueblo chileno por la Radio Magallanes, a las 9:10 a.m., aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, que no olvido, algo que se puede constatar hasta en veintisiete artículos, en los que lo cito con respeto reverencial, porque ha significado mucho en mi vida y a pesar de mi matusalénica edad, que diría Benedetti: “¡Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.
Cuido la memoria histórica y democrática de Chile, también la de mi país. Por esta razón, hoy es un día especial en mi vida personal como ciudadano del mundo. Me consta que cincuenta y un años después de aquellos tristes acontecimientos que sumieron a Chile en un derrotero de falta de libertades y venganzas sin límite por parte de los golpistas, esas grandes alamedas, alojadas en mi memoria de secreto, siguen sorteando inmensas dificultades en el devenir político del país.
En este sueño de pasear un día, de verdad, por las grandes alamedas de libertad en cualquier lugar del mundo, también en nuestro país, las palabras de Salvador Allende cobran una importancia especial cuando asistimos a un ocaso de la democracia en nuestro país, en un clima de polarización enferma, donde expresarse en libertad cuesta cada día más. Cada día es más difícil dialogar sin insultos y descalificaciones en cualquier ámbito, con un ambiente crispado vaya donde vayas, estés donde estés.
Como Chile cuida su memoria, el Presidente Boric inauguró ayer el Camino de la Memoria junto a otras autoridades del Gobierno y a la alcaldesa de Ñuñoa, Emilia Ríos, horas antes de que se cumpla el 51 aniversario del golpe de estado. «El Camino de la Memoria es un recorrido peatonal de 450 metros de extensión que conecta el anillo del Coliseo con la Caracola Sur del velódromo en el Parque Estadio Nacional que simula el recorrido de prisioneras y prisioneros políticos en dictadura. A partir del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, prisioneras y prisioneros políticos eran trasladados desde los camarines del Coliseo hacia el sector de tortura en los baños públicos del velódromo, conocidos como “caracolas”. Todos los días los militares hacían caminar a grupos de entre 30 a 100 personas detenidas, quienes llevaban sus cabezas cubiertas por sus frazadas y veían solo el camino de tierra». El “Camino de la Memoria” ha sido diseñado por el arquitecto y Premio Nacional Teodoro Fernández y «considera seis estaciones de descanso como espacios de contemplación, cada una con una pérgola sombreada, asientos y una obra de arte, parte del proyecto “Grieta”, que consiste en una línea negra serpenteante que recorre el camino, simbolizando una cicatriz en la memoria de Chile, incorporando «en letras de acero un texto poético elaborado por Raúl Zurita junto a los sobrevivientes del Estadio Nacional». El Presidente dijo en el acto de inauguración que «Desde el Gobierno, tenemos la convicción de seguir impulsando con mucha firmeza la memoria. A partir de la memoria podemos trazar el futuro que queremos para nuestro pueblo y por eso estos días son significativos. Mañana se cumplen 51 años del infame 11 de septiembre de 1973 y no vamos a dejar de recordar a quienes no están porque nosotros estamos gracias a ellos. Los invito a todos y todas a visitar este espacio, caminarlo lento, hacer de él un punto de encuentro, compartir aquí nuestra historia, contárselas a sus niños y crear de un futuro compartido de un Chile libre, democrático y justo en el que siempre prevalezcan los derechos humanos, la democracia y el compromiso por el Nunca Más”.
Por todo lo expuesto anteriormente, recuerdo hoy a Chile y cuido la democracia dondequiera que esté presente. Las grandes alamedas resaltadas con fuerza democrática por Salvador Allende en sus últimas palabras al pueblo chileno, donde podrían pasear personas libres, mucho más temprano que tarde, resuenan hoy de forma especial en las palabras del vídeo que encabeza estas palabras, sentidas por el pueblo chileno democrático desde los balcones que sirven hoy para mirarse entre ellos, desde donde les saluda su historia, aunque hoy recordamos a escala mundial que un balcón del Palacio de la Moneda fue bombardeado el 11 de septiembre de 1973, que miles de compatriotas chilenos fueron víctimas de detención, tortura, exilio, asesinato y desaparición. Ha costado muchos años reconstruir Chile, reconstruir sus balcones, su democracia. No la olvidemos, cuidando sobre todo la memoria democrática, algo que nuestro país debe hacerlo día a día, en democracia, siempre.
Una cosa más, que nos obliga a cuidar la memoria democrática de este mundo al revés. Lo sucedido también hace veintitrés años en la Torres Gemelas, un 11 de septiembre como hoy, marcó un antes y un después en la democracia mundial y el terrorismo pasó a ocupar todas las cabeceras de los medios de comunicación del globo terráqueo. A partir de ese día, ya nada sería igual y veintitrés años después seguimos viviendo con dolor y espanto aquellas imágenes irrepetibles del derrumbamiento de las famosas torres y creo que de una forma de ser y estar en el mundo por parte de sus pobladores. Para que tampoco se olvide en los cuidados especiales, urgentes y necesarios de la democracia.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
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