
A todos los que a través de su vida se han emocionado con la copla lejana que viene por el camino, a todos los que la paloma blanca del amor haya picado en su corazón maduro, a todos los amantes de la tradición engarzada con el porvenir, al que estudia en el libro como al que ara la tierra, les suplico respetuosamente que no dejen morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía.
Federico García Lorca, extracto de la presentación oficial en 1922, en Granada, del l Concurso de Cante Jondo.
Sevilla, 15/IX/2024
Una de las señas de identidad de los andaluces y andaluzas es ser escuchaores de la realidad en Andalucía, en el Mundo al Revés también. Lo he expresado en diversas ocasiones en este cuaderno digital: las personas que vivimos en Andalucía, que respetamos su identidad, es decir, su extraordinaria «superficie espiritual», que decía García Lorca, porque llevamos la luz con el tiempo dentro, como Juan Ramón Jiménez definía a Moguer, su pueblo y las personas que vivían en él, hemos aprendido a escuchar la vida de nuestro alrededor y llevarla al cante, al baile, al sentir cotidiano, el de todos los días. Luis Cernuda hizo un retrato precioso del andaluz porque somos un enigma a pesar de la luz interior que el dolor de nuestra historia no olvida, siempre con el tiempo dentro, amor desbordante, pasión en nuestra música que acompaña siempre la alegría y calma el dolor, que compartimos hasta buscar la luz con el tiempo fuera, como escuchaores y escuchaoras de todo lo que se canta con el dolor de esta tierra. Nos tratamos como hermanos, cuando a veces no sabemos si somos amigos o seres lejanos, aunque lo único que sabemos, en tiempos políticos, es que unos de otros -no inocentes- lejos estamos.
Ayer tuve la oportunidad de volver a ser escuchaor de esta tierra, del cante jondo a través del cantor, que no cantante, Miguel Poveda, dedicado a Federico García Lorca y el cante, explicado de forma sucinta en el programa del evento: “Federico García Lorca encontró en el flamenco y en los cantes populares una fuente inagotable de inspiración. Hoy es el flamenco quien encuentra en el poeta un manantial infinito en el que reflejarse y avivarse. Esta pasión de Federico por el flamenco cristalizó en dos hitos claves: la organización junto a su amigo y maestro Manuel de Falla del Concurso de Cante Jondo de Granada en 1922 y la publicación del Poema del Cante Jondo en 1931. De esta devoción correspondida entre el poeta y el flamenco nace Federico y el cante, la propuesta que Miguel Poveda presenta en la Bienal de Sevilla. Un recorrido por la constelación de voces flamencas que dejaron impronta en la vida y obra del poeta desde su infancia en la Vega de Granada hasta sus últimos días. Poveda interpreta gran parte del devocionario flamenco de Lorca. Así los cantes de Manuel Torre, Tomás Pavón, La Niña de los Peines, Antonio Chacón, La Argentinita, Niño Caracol, El Tenazas, entre otros, resonarán en la voz de Miguel Poveda. Además, sigue los rastros de figuras legendarias como Silverio Franconetti o Juan Breva, de los que Lorca dejó vivísimos retratos en sus textos. Para la ocasión, Miguel Poveda ha querido acompañarse de un elenco excepcional. El espectáculo cuenta con la colaboración especial de Las Tatas del Barrio de Santiago (La Majuma, La Yoya, Luisa Garrido y Victoria Prado), Diego del Morao, la bailaora granaína Eva Yerbabuena, la Agrupación Musical Virgen de Los Reyes y la de un jovencísimo Manuel Monje, y toda la dramaturgia de la mano del poeta Alberto Conejero”.
Poveda conoce bien el cante jondo y lo interpreta a su manera, siempre con el sentimiento dentro, la elegancia de sus manos bailando al aire que marca el compás de su cante, sin excesos, comedido, pero con una expresión de voz jonda que lleva su alma dentro. Me llamó la atención el papel de Manuel Monje, un niño jerezano que lleva el cante jondo dentro a sus doce años, que fue el guionista acertado de lo que pasaba en el escenario. La guitarra de Jesús Guerrero brilló durante todo el espectáculo. Las obras elegidas mostraron el respeto de Poveda a la historia legendaria del cante jondo y las preferencias de García Lorca: Cabal de Silverio, Retrato de Silverio Franconetti (Seguiriya), La caña de Diego Bermúdez ‘El Tenazas’, Media granaína de Chacón, Taranto y Fandango de Manuel Torre, Tientos / Tangos de Pastora, Cantiñas Lorqueñas, Petenera Bulería de Jerez, Soleares de Tomás Pavón, Juan Breva (Malagueña y Verdial de Juan Breva), Bamberas, Sevilla (Poema del Cante Jondo) y Gitano de Sevilla (Saeta), como homenaje expreso a la ciudad que le escuchaba con devoción anoche.
Ser escuchaor ayer de Miguel Poveda y de su elenco artístico, me ayudó a comprender las palabras pronunciadas hace tan solo ciento dos años, en el primer Concurso de Cante Jondo, “canto primitivo andaluz”, tal y como rezaba en el cartel promocional del evento, celebrado en Granada en los días 13 y 14 de junio de 1922, porque me emocioné con su cante, porque la paloma blanca del amor me picó otra vez en mi corazón maduro, porque sigo siendo amante de la tradición engarzada con el porvenir, porque estudio los libros como al que ara la tierra. También, porque asistir anoche a este espectáculo de cante jondo, es sólo una muestra de que seguiré luchando para no dejar morir las apreciables joyas vivas de la raza, el inmenso tesoro milenario que cubre la superficie espiritual de Andalucía.
Es verdad que me queda la palabra de Federico García Lorca, interpretada ahora con la dignidad de un cantor, Miguel Poveda, que debe cantarlo jondamente y sabe hacerlo. En Andalucía ha tenido siempre un sentido muy especial la palabra “escuchaor”, vinculada al flamenco, porque una cosa es cantar y tocar la guitarra, cantaores y cantaoras, así como guitarristas y, otra, escuchar, por parte de los escuchaores o escuchaoras, como le gustaba decir a Antonio Mairena: ¨[…] la actitud experimental, la búsqueda, la inquietud y la curiosidad, son cualidades imprescindibles para ser y hacer flamenco. La cantaora y el bailaor, la guitarrista o el fotógrafo que intenta captar el duende inaprensible, así como el oyente o escuchaor -que diría Antonio Mairena- buscan -o deberían buscar- no salir indemnes de la experiencia. Quiero decir con ello que el flamenco no resbala por la piel, sino que la modifica para siempre. Es un elogio de la caricia o, si quieren, una exaltación del impacto” (1).
(1) Ordóñez Eslava, Pedro, Flamenco y vanguardia. En un instante, un quejío y un anhelo, en Andalucía en la historia, 74, 2022, p. 41.
NOTA: En la imagen de cabecera figura, junto a la imagen actual de Miguel Poveda, el cantaor Diego el Tenazas acompañado por el guitarrista Ramón Montoya y a la izquierda, en primer plano, La Niña de los Peines. Entre los caricaturizados: Manuel de Falla, Ignacio de Zuloaga, García Lorca, Santiago Rusiñol, Andrés Segovia, Fernando de los Ríos, Miguel Cerón. Imagen y texto recuperados de El Concurso de Cante Jondo de Granada, de 1922, organizado por Falla y Lorca, en la Biblioteca Nacional – Generación del 27 – Diputación de Málaga (malaga.es)
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
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