Tal como siempre, pues, pedid conmigo: Más fe, mucha más fe. Que en cierto modo, creer con fuerza tal lo que no vimos nos invita a negar lo que miramos.
Ángel González, en Alocución a las veintitrés
Sevilla, 31/XII/2024
Dedicado a todas las personas que siguen viajando conmigo en la amura de babor, no inocente por su posición, de ‘La isla desconocida’, la carabela imaginaria de José Saramago de su ‘Cuento de la isla desconocida’, en singladuras para ‘personas imperfectas’, que soñamos en mundos reales más dignos, aunque no perfectos, para todos, porque creemos que cada día puede ser nuevo, sin tener que esperar a la celebración anual, como la de hoy, auspiciada y financiada por los mercados y sus mercancías.Esa es la razón de por qué debemos creer más en lo que no vimos en el cada día de este año, para así negar lo que miramosy contemplar un futuro diferenteen el cada día próximo de 2025.
Gracias por compartir la lectura de este cuaderno digital, que en 2025 cumplirá veinte años como cuaderno de “derrota” en el lenguaje del mar, el de navegación por la Noosfera, la malla pensante de la humanidad. Gracias sinceras.
Recurro de nuevo, un año más, al poeta Ángel González para buscar luz en este túnel ético en el que nos encontramos, ante el ocaso de la democracia, porque nos ofrece una visión personal de la vida en una alocución de fin de año cargada de historia de problemas recientes en este país y en el mundo que nos rodea, salvando lo que haya que salvar. Lleva por título “Alocución a las veintitrés” (1). Hoy, cuando quedan muy pocas horas para que finalice un año complejo, para olvidarlo quizás, vuelvo a leerla detenidamente porque siempre calma mi ardiente paciencia y conmueve mi alma de secreto.
Alocución es un discurso o razonamiento breve por lo común y dirigido por un superior a sus inferiores, secuaces o súbditos [sic, según la RAE]. Lo que sí tengo claro es que cuando cambie el año, suenen las campanadas y nos enfrentemos a las uvas, esta alocución va a ser un revulsivo a las veinticuatro horas para que aprendamos del valor de la libertad de la palabra de ciudadanos imperfectos que aún nos queda en este año bastante complejo y que, afortunadamente, no está a la venta en Amazon ni en los mercados porque, seamos sinceros, interesa escucharla solo a unos pocos. Porque la libertad de la palabra, que aún nos queda, nos ofrece, entre otras muchas cosas, tener fe en ella, aunque la terca realidad nos complique a veces la vida. Porque ahí está, a pesar de que algunos ciudadanos perfectos, instalados en la mediocridad, sólo ven el mundo del nunca jamás en todo lo que les rodea, sin mezcla de esperanza alguna. Lo que necesitamos esta noche es recordar, al tomar las uvas, junto a Ángel González, que hace falta Más fe, mucha más fe. / Que en cierto modo, / creer con fuerza tal lo que no vimos / nos invita a negar lo que miramos.
Lo he dicho en referencias anteriores a este poema, a estas alturas del calendario: estas palabras de Ángel González son un símbolo de lo que a veces no queremos ver aunque es evidente lo que está pasando, aplicando el principio de realidad de Freud, el más terco de todos los principios, cuando finaliza este año, Las preguntas serias son las que enuncia metafóricamente el poeta: ¿quién se dirige a quién? ¿quién, con poder suficiente, sean reyes, reinas, presidentes, presidentas o ministros y ministras, se dirige así a sus subordinados con un discurso paradigmático de doble moral? ¿lo pronuncian solo algunos políticos (todos no son iguales) o todas las personas que no quieren ver lo que miramos todos, solo por ejercer cierta prepotencia sobre los demás, sin compasión alguna?, ¿afecta sólo a los de arriba o a los de abajo también, a los de izquierdas o a los de derechas en su amplio espectro?, o ¿quizás, a todos los que se consideran ciudadanos perfectos?
ALOCUCIÓN A LAS VEINTITRÉS
Ciudadanos perfectos a estas horas, honorables cabezas de familia que lleváis a los labios vuestra servilleta antes de pronunciar las palabras rituales en acción de gracias por la abundante cena:
vuestra responsabilidad de sólidos pilares de la civilización y de Occidente, del consumo de bicarbonato sódico y del paternalismo hacia la servidumbre, exige de vuestra parte cierta ignorancia de hechos también ciertos, un esfuerzo final en bien de todos, la tozuda incomprensión de algunas realidades, la fe más meritoria, en resumen, que consiste en no creer en lo evidente.
Yo podría jurar que la tierra está fija –ya lo juré otras veces– y que el sol gira en torno a ella; yo podría negar que la sangre circula –lo seguiré negando, si hace falta– por las venas del hombre; yo podría quemar vivo a quien diga lo contrario –lo estoy quemando ahora–.
No es que sean importantes los asuntos objeto de polémica: lo importante es la rígida firmeza en el error. Pues las mentiras viejas se convierten en materia de fe, y de esa forma quien ose discutirnos debe afrontar la acusación de impío. Con esto, y una buena cosecha de limones, y la ayuda impagable de nuestros coaligados, podemos esperar algunos lustros de paz como ésta de hoy, en una noche semejante a ésta de hoy, tras una cena lo mismo que ésta de hoy.
Tal como siempre, pues, pedid conmigo: Más fe, mucha más fe. Que en cierto modo, creer con fuerza tal lo que no vimos nos invita a negar lo que miramos.
(1) González, Ángel, Palabra sobre palabra, 2018. Barcelona: Austral, p. 176s.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL
La ignorancia de la música es la ignorancia de las propias raíces y sin raíces la planta muere.
Riccardo Muti
Sevilla, 31/XII/2024
Mañana nos sorprenderá el maestro Riccardo Muti, en la Sala Dorada del Musikverein (Casa de la Música) de Viena, con un concierto de Año Nuevo preparado como homenaje a Johann Strauss II (hijo), al celebrarse el 200 aniversario de su nacimiento.
Es la séptima vez que el famoso director italiano, napolitano por más señas, es invitado por la Orquesta Filarmónica de Viena, a dirigir este concierto tan prestigioso. En este cuaderno digital figuran unas palabras de reconocimiento a su trayectoria profesional con motivo de la participación en el concierto del año nuevo, en 2020, con una característica especial, la celebración a puerta cerrada, sin público, a consecuencia de las medidas restrictivas por la COVID-19. En aquella ocasión destaqué de él un aspecto vital que escribió en su autobiografía, Primero la música, después las palabras, cuando afirmó que quizás ese título (no suyo, sino de Giovanni Battista Casti) se podría interpretar como una contradicción, pero a lo largo de su vida la palabra escrita e interpretada por la partitura ha tenido un lugar especial, sobre todo en las representaciones teatrales de las óperas, donde la palabra de los libretos suelen ir siempre más allá a través de la música que las interpreta. También, porque en su autobiografía sólo quería encerrarse y reflexionar sobre su vida, sobre sí mismo y dar la importancia que en sí misma tiene la palabra para un músico como él.
En esta ocasión, el maestro Muti va a ensalzar la figura transgresora de Johann Strauss, hijo (1825-1899), violinista extraordinario, al introducir en los círculos clásicos de Viena una composición musical revolucionaria, el vals, que rompió todos los esquemas de una sociedad burguesa, mediatizada por la separación de géneros incluso en el baile, donde el contacto físico se convirtió en una representación necesaria para que esta forma de interpretar sus partituras adquiriera todo su esplendor.
Johann Strauss, hijo (1825-1899)
Una muestra clara del largo camino de aceptación profesional y social de la música excelsa y rompedora de Johann Strauss (hijo) en Viena y, obviamente, por parte de la Filarmónica, lo explican con detalle en la página oficial de la Orquesta: “El primer encuentro entre Johann Strauss, Jr. y los músicos de la Filarmónica de Viena fue un estreno. Strauss había compuesto el vals «Wiener Blut» [Sangre vienesa], op. 354, para el Baile de la Ópera de Viena, que se celebró en la sala principal del Musikverein el 22 de abril de 1873, y dirigió personalmente su primera representación en este evento, como era su costumbre, con violín en mano. Su siguiente encuentro tuvo lugar el 4 de noviembre de 1873, cuando Strauss interpretó obras de su padre y Josef Lanner, así como su propio vals «Danubio Azul» como parte de un concierto de gala presentado por el comité chino de la Exposición Mundial. El 11 de diciembre de 1877 tuvo lugar una «velada» en la Ópera de la Corte, en la que Strauss dirigió la orquesta en el estreno de sus «Reminiscencias de la vieja y la nueva Viena», un popurrí basado en temas de sus propias obras, así como de las de su padre, cuyo manuscrito se ha perdido desde entonces. El 14 de octubre de 1894, la Filarmónica participó en un concierto en el festival para conmemorar el 50 aniversario de Strauss en el negocio de la música, y el maestro expresó su gratitud con la presentación de una medalla conmemorativa y un telegrama en el que decía: «Mientras tanto, envío mi más caluroso agradecimiento a los grandes músicos de la famosa Filarmónica por su magistral interpretación y también por la demostración de su buena voluntad que me ha traído mucho placer: Johann Strauss». El encuentro final tuvo consecuencias trágicas. El 22 de mayo de 1899, Strauss dirigió la obertura de «Die Fledermaus» [El murciélago] por primera y única vez en la Ópera de la Corte. En ese momento, contrajo un resfriado que se convirtió en neumonía, de la que murió el 3 de junio de 1899”.
La trayectoria musical de Riccardo Muti se puede conocer con detalle en su página oficial, donde describe su marcha iniciática a Milán desde su Nápoles natal, donde empezó a consagrarse como un excelente director de orquesta, hasta nuestros días, en los que dirige oficialmente la Orquesta Sinfónica de Chicago. Desde 2015 está volcado en la formación de jóvenes músicos a través del Proyecto Riccardo Muti Italian Opera Academy.
No olvido tampoco lo que Strauss supuso para Federico García Lorca, cuando incluyó en Poeta en Nueva York el poema Pequeño vals vienés, al que Leonard Cohen puso su característica cadencia musical que contribuyó a popularizar con su canción Take this Waltz, tan próxima también a una época en nuestro país través de versiones inolvidables de Ana Belén, Silvia Pérez Cruz o Enrique Morente.
Ay, ay, ay, ay! Toma este vals, este vals del «Te quiero siempre». En Viena bailaré contigo con un disfraz que tenga cabeza de río.
Federico García Lorca, Pequeño vals vienés (1929-1930)
El Concierto, que comenzará a las 11:15 horas (UTC+1), se desarrollará con el espíritu interpretativo de la Filarmónica de Viena, respetando el lema que figura como representación de la misma, Tradición e Historia:
Johann StraussI.
Freiheits-Marsch (Marcha de la libertad), op. 226
Josep Strauss
Dorfschwalben aus Österreich (Golondrinas del pueblo austriaco) – Walzer (Vals), op. 164
Johann Strauss II.
Demolirer-Polka. Polka francaise (Polca francesa de los demoledores), op. 269
Johann Strauss II.
Lagunera-Walzer (Vals de la laguna), op. 411
Eduard Strauss
Luftig und duftig (Aireado y fragante) Polka schnell (Polca rápida), op. 206
Johann Strauss II.
Ouvertüre zur Operette «Der Zigeunerbaron» (Obertura de la opereta “El barón gitano”).
Wein, Weib und Gesang (Vino, mujeres y canciones) Walzer (Vals), op. 333
Una vez más y a través de este Concierto de Año Nuevo, tendremos la oportunidad de experimentar en nuestra vida el gran aserto musical del barroco y del clasicismo: musica laetitiae comes, medicina dolorum, es decir, la música puede ser compañera en la alegría y medicina para el dolor. Ahora, de la mano de Riccardo Muti, interpretando junto a la Filarmónica de Viena, la música transgresora de Johann Strauss. Para que no la olvidemos, en los momentos actuales de turbación y mudanza en los que, a nivel mundial y local, estamos inmersos.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL
Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra.
Blas de Otero, En el principio
Sevilla, 30/XII/2024
Por la importancia que tienen las palabras, que afortunadamente aún nos quedan, como nos enseñó Blas de Otero, deseo en los días finales de este año, dedicar de nuevo una reflexión sobre la palabra DANA, que la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, la ha escogido como su palabra del año 2024. Incorporada al Diccionario de la lengua española en su última actualización, que se hizo pública el martes 10 de diciembre, “se ha impuesto a las otras once candidatas seleccionadas: alucinación, fango, gordofobia, inquiokupa, mena, micropiso, narcolancha, pellet,reduflación, turistificación y woke”.
Según la FundéuRAE, “la elección de esta voz responde a dos motivos principales. En primer lugar, a su gran presencia en los medios de comunicación, que se incrementó exponencialmente tras las graves inundaciones causadas por este fenómeno atmosférico en el este y en el sur de la península ibérica a finales de octubre, en las que fallecieron más de 200 personas y muchas otras resultaron afectadas por los múltiples destrozos ocasionados. En segundo lugar, a su interés lingüístico y las dudas que aún genera su escritura en los hablantes”.
Personalmente, la escogí también para incorporarla a este cuaderno digital que busca, mediante la inteligencia digital, islas desconocidas que, en esta ocasión, podríamos considerar como palabras de las que hemos tenido conocimiento, desgraciadamente en tiempo muy reciente, porque era muy desconocida en el lenguaje ordinario.
Por esta razón de la razón y del corazón conturbado por lo sucedido en Valencia, el pasado mes de octubre, vuelvo a publicar el artículo que en torno a esta palabra, DANA, publiqué el pasado 13 de diciembre, Dana en el diccionario, en el alma humana, seis días antes de que se hiciera pública la elección como palabra del año. Fundamentalmente, porque sigo defendiendo el poder de la palabra, al estar convencido de que puede llevar dentro el alma de cada uno, de cada una, como seña de identidad humana. Para mí, tiene este significado ético, que también existe. Doscientas treinta y una vidas perdidas en Valencia y tres desaparecidas hasta hoy, merecen estas palabras.
El pasado martes, la Real Academia Española (RAE), presentó la actualización 23.8 del Diccionario de la lengua española, incorporando 4074 novedades: nuevos términos y expresiones, nuevas acepciones de entradas recogidas con anterioridad, enmiendas a artículos ya existentes y supresiones.
Entre las novedades figura una que ha entrado en tromba, nunca mejor dicho, en el acervo lingüístico de nuestro país. Me refiero a la palabra “dana”, acrónimo de depresión aislada en niveles altos, que define la RAE como “depresión aislada de la circulación general atmosférica, [que] se mueve de forma independiente y puede producir grandes perturbaciones con precipitaciones muy intensas”.
Ni que decir tiene que es una palabra incorporada desgraciadamente tras su última aparición en Valencia de forma aterradora y con incidencias menores en otras Comunidades del país. La dana ha llegado para quedarse entre nosotros, para demostrar que la Naturaleza hay que respetarla con actitudes políticas de gran calado, habiéndose constatado que sus consecuencias se han agravado por decisiones no inocentes en la ordenación territorial e inmobiliaria, de profundas raíces políticas, por supuesto, que han permitido construir viviendas, edificios sociales como colegios e Institutos, centros de salud, negocios privados y polígonos industriales, así como carreteras y trazados ferroviarios en zonas inundables o susceptibles de estar afectadas por estas contingencias atmosféricas. Estábamos avisados desde tiempo inmemorial.
Junto a esta realidad social de trágicas consecuencias, las danas nos han tocado el alma humana, porque se asocian ya al dolor que causan por el caso omiso a sus advertencias climatológicas a través de cuatro letras, de una sola palabra. Decimos con frecuencia que la Naturaleza es sabia y el agua que cae del cielo busca su camino de siempre, el que desde hace siglos ha seguido de forma natural y el que la inteligencia humana no sabe respetar por razones incomprensibles y desafortunadas, que responden a intereses exclusivos de la economía de mercado. Estas razones son las que demuestran que la Dana, como depresión aislada en niveles altos de la atmósfera, que se mueve de forma independiente y puede producir grandes perturbaciones, con precipitaciones muy intensas, ha llegado al alma humana.
La palabra “dana”, a pesar de los esfuerzos encomiables de la Real Academia Española de la Lengua, al limpiarla, fijarla y darle esplendor, atraviesa momentos complicados, porque está sobrepasada por las imágenes que hemos visto sobre sus efectos en Valencia y los símbolos que se han atrincherado en las redes sociales y en los teléfonos móviles, reforzando a diario la expresión que conocemos bien: “una imagen (o un emoticono) vale más que mil palabras”. Además, está muy contaminada en el contexto político actual en nuestro país, ante tanta mentira y fango que la envuelve, lanzado por máquinas perfectamente identificadas y financiadas por el poder de siempre, no democrático por cierto.
En este contexto, sigo defendiendo el poder de la palabra, al estar convencido de que lleva dentro el alma de cada uno, de cada una, como seña de identidad humana. No lo digo como una ocurrencia a título de salvavidas del momento, sino que sé que “en lengua guaraní ñe’e significa «palabra» y también «alma». Creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, son traidores del alma”, tal y como lo conocí a través de Eduardo Galeano en una obra sugerente, Las palabras andantes, que recomiendo como manual de supervivencia en estos tiempos tan modernos, en los que se falta tanto a la palabra con alma, verdadera, en los que tanto se miente. Es un mal endémico, “un mundo sin alma, desalmado, que practica la superstición de las máquinas y la idolatría de las armas: un mundo al revés, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies”, en palabras suyas también.
NOTA: la imagen de cabecera se ha recuperado de ValenciaExtra.
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UCRANIA, GAZA, LÍBANO, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
La memoria democrática de este país se puede explicar de muchas formas. Algunas personas recordamos la película Los santos inocentes, dirigida por Mario Camus, basada en una obra homónima de Miguel Delibes (1920-2010), a través de una frase icónica, ¡Milana bonita!, pronunciada de forma repetida con la voz profunda e inconfundible de Paco Rabal en su papel de Azarías. Camus, fallecido en 2021, nos entregó un día ya lejano este regalo cinematográfico, en el que él sabía lo que nos daba pero no lo que en verdad recibíamos, un fragmento de nuestra memoria histórica y democrática, con el tiempo dentro. Aprendí también a conocer nuestro triste pasado como país, gracias a la novela homónima de Miguel Delibes y a su versión llevada al cine de la mano magistral de Mario Camus.
Lo que no recordará casi nadie es que en la banda sonora de la película está presente una persona anónima para la cinematografía de este país, Pedro Madrid, un rabelista de Cantabria, un músico inocente de extracción rural, que nunca vio la película porque estaba dedicado en cuerpo y alma a su tierra, Polaciones (Cantabria) y a su parentela, nada más, muy lejos del bullicio mundano.
El rabel es un instrumento de cuerda frotada, tres cuerdas concretamente, que Pedro tocaba con destreza: “Éste -y muestra el que tiene en esos momentos en sus manos- está hecho de madera de tejo. Es un árbol milenario cargado de leyendas, pero es muy difícil encontrarlo. También los hago de serval, que es un árbol sagrado de los antiguos celtas” (1). Tiene raíces árabes, el rabáb, según el diccionario de la RAE: instrumento musical pastoril, pequeño, de hechura como la del laúd y compuesto de tres cuerdas solas, que se tocan con arco y tienen un sonido muy agudo. Desde 1505 tenemos registrada la existencia de este instrumento en el diccionario de Fray Pedro de Alcalá, matizada posteriormente en el de Autoridades, en 1737: “instrumento músico pastoril, de hechura como la del laúd”.
La aportación de Pedro Madrid a la película es un símbolo del argumento de la misma, porque desprende sabiduría rural a manos llenas, es decir, la exposición desnuda de las relaciones amo-sirviente durante la posguerra en España, donde el desprecio al que menos tiene y, además, te sirve, era una seña de identidad de la burguesía cortijera de la época. Delibes escribió una denuncia social descarnada, continua, en formato de novela, con una trama en la que los santos inocentes son aquellas personas que viven con dignidad el hecho de ser diferentes, singulares, casi sin darse cuenta, casi siempre ignorados por la sociedad.
Ayer, día de los santos inocentes, volví a recordar la película y un instrumento humilde, el rabel, tocado con destreza por Pedro Madrid, un gran desconocido para la historia de la música en este país. Lo escucho en los títulos de crédito de la película, llevándome en volandas como la grajilla de Azarías. Es solo un homenaje a su colaboración en la historia de la literatura y el cine en este país, en un día del calendario navideño muy especial.
¿Quién está traficando con todo este dolor humano? ¿A quién da de ganar esta tragedia? “La cara del verdugo está siempre bien escondida”, cantó, alguna vez, Bob Dylan.
Eduardo Galeano, en Patas arriba. La escuela del mundo al revés.
Sevilla, 28/XII/2024
Jesús, el niño de Nazaret, supo hace más de dos mil años lo que era buscar refugio como niño inocente que era, junto a su familia querida, iniciando un viaje sin retorno que le costó la vida, tal y como nos lo han contado como un relato mantenido en el tiempo y como creencia para quienes la han querido profesar y extender. Lo más incomprensible es que santos inocentes existen todavía a diario por la migración mundial, en guerras de todo tipo, aunque también se refleja, por ejemplo, en la pobreza infantil severa de este país, de mi Comunidad, sin ir más lejos.
Hoy, festividad de los santos inocentes, según el calendario católico y ocho años después de haber hecho una reflexión sobre la tragedia de Siria en este cuaderno digital, vuelvo a escribir palabras cargadas de dolor por la guerra en Gaza. ¿Por qué? Sólo cambio el lugar de la reflexión que hice aquel año sobre aquel lugar, Alepo, ahora Gaza, y compruebo una vez más que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, por decirlo en roman paladino, dado que cuido mucho la sentencia de Terencio que tantas veces he citado en este cuaderno digital: nada humano me es ajeno. Mejor dicho, nada humano nos debería serajeno.
Quince meses después del execrable ataque de Hamás a Israel, que marcó el principio de una guerra en la Tierra Prometida, seguimos viendo imágenes que hieren cualquier sensibilidad de los espectadores de la vida digna. Anoche abrían los informativos con la noticia facilitada por la UNRWA de cómo mueren de frío los bebés en Gaza, en los campos de refugiados que sobreviven en condiciones precarias, insufribles, por el frío extremo y la falta de refugio adecuado.
Seguirán engrosando la lista dolorosa y vergonzante para la humanidad de los más de 14.500 niños y niñas gazatíes que han muerto por el sinsentido de esta guerra.
Hemos llegado a este día con la toma de conciencia de que algo grave pasa en el mundo porque muchas cosas funcionan al revés. Quizá sea la situación de Gaza la que más nos conmociona por su crueldad innecesaria. También lo ocurrido en Líbano o los niños y niñas que mueren durante travesías imposibles como migrantes africanos en dirección a Canarias. En el día que celebra la Iglesia Católica la festividad de los santos inocentes, he recordado el post que dediqué en noviembre de 2016 a la tragedia de Siria, No puedo aguantarlo más, donde una niña gritaba de forma desesperada que “Mataron a todo el mundo. Mataron a todo el mundo. ¿No basta con lo que han matado hasta ahora?”. El cambio de escenario bélico en Siria sigue siendo un interrogante, con Alepo como exponente de lo que ha significado aquella guerra sin sentido, con decenas de miles de santos inocentes.
Vuelvo a leer hoy, ocho años después, aquellas palabras que resuenan con fuerza en una celebración, el día de los santos inocentes, que debería recordarnos a estos niños y niñas gazatíes como representativos de los nuevos inocentes en el mundo que permanece en estado de guerra y exilio permanente, entre los que no se encuentra el Mesías Prometido que a veces buscamos desesperadamente entre los escombros de la vida que nos llega a través de imágenes no inocentes. Con responsabilidades internacionales de todo tipo, cubiertas de silencios cómplices que claman a los cielos que, paradójicamente, tanto se cantan y ensalzan en estos días.
NOTA: la imagen se ha recuperado hoy de EUROPA PRESS
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL
He dejado pasar dos días, voluntariamente, desde que el Jefe del Estado pronunció el pasado 24 de diciembre el llamado “Mensaje de Navidad”, que año tras año llega puntualmente a las 21:00 horas, a través de una señal oficial para las cadenas de televisión y emisoras de radio que lo quieran retransmitir, aunque de forma obligada llega siempre a Televisión Española. He preferido hacerlo así para leerlo con el respeto y la atención necesaria, dado que la incompatibilidad horaria de ese día con la celebración festiva de la Nochebuena, que se debería revisar por la Autoridad que corresponda, hace prácticamente imposible seguirlo en directo. Como ciudadano convencido y practicante de la democracia de oficio y beneficio de ella, he analizado el texto completo, oficial por supuesto, que facilita la Casa Real, coincidiendo esta vez con el décimo aniversario de la proclamación como rey de Felipe VI, subrayando este hecho con un lema: servicio, compromiso y deber.
Para facilitar su lectura, destaco en negrita y cursiva seis epígrafes a modo de entradillas para comprender mejor el hilo conductor del Mensaje aunque, a mi juicio, dejó fuera asuntos de Estado transcendentales, como denominó a los cuatro que cita, entre los que destaco la maltrecha división de poderes, la violencia de género, los desequilibrios territoriales que se hacen patentes en la pobreza severa y exclusión social con cifras no soportables en democracia, el ocaso de la democracia en el país con responsables directos, indirectos y circunstanciales, así como la demolición controlada del Estado de Bienestar, en sus tres pilares básicos, educación, salud y servicios sociales, por parte de responsables y partidos políticos de sobra conocidos. La verdad es que creo que desaprovechó una oportunidad, que no vuelve, para alentar, reforzar y defender la democracia auténtica en el país, respetando la Constitución a la que sí aludió brevemente y con lugares comunes, reconociéndole una afirmación que es siempre una buena señal, aunque sea tímida en el contexto en el que la abordó: “Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese diálogo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado. Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad. Serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan”.
Esperaba más contundencia democrática y un mensaje más profundo sobre la realidad de nuestro país, tan dual y cainita. Comprendo la alta diplomacia de las palabras reales, a las que creo una vez más que les falta “alma”, tal y como he escrito en este cuaderno digital, al respecto, en años anteriores y sobre los discursos del Rey, siguiendo la línea histórica marcada por la “finezza vaticana”. El país necesita reforzadores democráticos con urgencia vital y política, sobre todo si vinieran del Jefe del Estado, a través de sus palabras privilegiadas, que aún le quedan, como alguien que representa a la institución real que consagró en 1978 la Constitución Española, que personalmente voté con la ilusión de un demócrata joven, que a vivir…, a vivir empezó a creer en que otro país era posible, para elegir en libertad entre una España de dictadura que moría y otra que nacía, una España democrática, en sus primeros bostezos, eso sí, bajo una monarquía parlamentaria.De ahí mi frustración con este mensaje tan académico, tan lleno de lugares comunes, tan pulcro y tan alejado de las preocupaciones de Estado enumeradas anteriormenteen mi crítica constructiva de hoy.
Buenas noches y gracias por permitirme acompañaros unos instantes en una noche tan especial, de encuentro y celebración, que os deseo, junto a la reina, la princesa Leonor y la infanta Sofía, que sea feliz y tranquila.
Referencias a la Dana
Esta Nochebuena me gustaría referirme primero, y seguro que me entendéis, a la terrible Dana que hace casi dos meses golpeó con inusual fuerza varias zonas del este y sur de España, especialmente en Valencia.
Las personas que perdieron la vida y los desparecidos merecen todo nuestro respeto y no debemos olvidar nunca el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias. Miles de personas vieron cómo lo que hasta hacía poco era su pueblo, su barrio, su trabajo, su casa, su negocio, su escuela, quedaban reducidos a escombros o incluso desaparecían. Un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer.
No debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó, los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas. También vimos a quienes abrían sus casas para acoger a los más vulnerables, oponiendo a la fuerza implacable del agua y del lodo la fuerza abrumadora de la solidaridad y de la humanidad. Vecinos, voluntarios, equipos de protección civil, bomberos, cuerpos de seguridad, Fuerzas Armadas, ONG’s, y también empresas que organizaron colectas y donaciones, movilizando incluso su personal y maquinaria… la ayuda y la colaboración de todos está propiciando que, poco a poco, las más de 800.000 personas afectadas recuperen paulatinamente en su vida cierto grado de normalidad. Y que el medio y largo plazo quede igualmente atendido para asegurar realmente la recuperación.
Esa solidaridad en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido día tras día en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos; y también hemos comprobado —y entendido— la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones. Porque todas esas emociones —las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan— surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común.
La supremacía del bien común
Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo. Es algo que la Reina y yo hemos podido constatar y valorar aún más a lo largo de esta década de reinado. Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política. El consenso en torno a lo esencial, no sólo como resultado, sino también como práctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo público. No para evitar la diversidad de opiniones, legitima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido.
Cuatro asuntos de Estado
Es en ese acuerdo en torno a lo esencial desde donde debemos abordar los asuntos que nos preocupan y que nos afectan en modos diferentes a nuestra vida colectiva. La creciente inestabilidad internacional, el clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate público, las dificultades en el acceso a la vivienda o la gestión de la inmigración son cuestiones, entre otras, que merecen nuestra atención y que también quiero abordar esta noche.
La inmigración es un fenómeno complejo y de una gran sensibilidad social que responde a causas diversas. Sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente; que son sociedades abiertas e interconectadas. Siendo, por lo tanto, una realidad cotidiana, las migraciones pueden derivar –sin la gestión adecuada– en tensiones que erosionen la cohesión social.
El esfuerzo de integración, que corresponde a todos, el respeto –también de todos– de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece, son los pilares que deben guiarnos a la hora de tratar la inmigración. Sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas. La manera en la que seamos capaces de abordar la inmigración –que también precisa de una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito– dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia.
Otro asunto, que preocupa, sobre todo a los más jóvenes, es la dificultad para acceder a una vivienda. Las ciudades, en especial las grandes urbes, actúan como polos de crecimiento y generan una demanda que la oferta no alcanza a satisfacer. Es importante, de nuevo, que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos, pues ésta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida. Y realmente podemos hacerlo.
Nuestra vida se ve afectada también por un escenario exterior cada vez más complejo y cambiante –e incluso convulso. Vemos cómo con demasiada frecuencia se cuestiona el derecho internacional, se recurre a la violencia, se niega la universalidad de los derechos humanos o se pone en duda el multilateralismo para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo, como son las crisis climáticas y medioambientales, las pandemias, la transición energética o el comercio y la escasez de los recursos naturales. Vemos también, incluso, cómo se llega a discutir la misma validez de la democracia como sistema de gobierno.
En este contexto España y los demás estados miembros de la Unión Europea, debemos seguir defendiendo con convicción y con firmeza, junto con nuestros socios internacionales, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social sobre las que se asienta nuestro gran proyecto político. Porque Europa —la idea de Europa— es una parte esencial de nuestra identidad compartida, del legado que debemos a las generaciones venideras. En un mundo necesitado de actores fuertes y cohesionados, pero sobre todo de conductas inspiradas en principios y valores, y ahí Europa sigue siendo nuestra referencia más valiosa.
La Constitución de 1978, gran referencia de España
Y si miramos hacia dentro, nuestra gran referencia en España es la Constitución de 1978, su letra y su espíritu. El acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró. Trabajar por el bien común es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho. A pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento. Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad.
Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese diálogo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado. Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad. Serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan. La reciente reforma del artículo 49 de la Constitución, referido a las personas con discapacidad, es un buen ejemplo de lo que podemos lograr juntos. Y no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía.
España, gran país en su presente y futuro
Me lo habéis oído decir muchas veces y me gustaría volver a repetirlo: España es un gran país. Una Nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros, y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó. Un país con un presente que, pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo, en materia de pobreza y exclusión social, resulta prometedor al observar el comportamiento de nuestra economía –en términos, entre otros, de crecimiento, empleo o exportaciones– y el nivel general de nuestro bienestar social. Y ante el futuro, creo sinceramente que los españoles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza, tanto en el plano nacional como en la escena internacional.
Ese futuro radica principalmente en nuestra juventud, la misma que ha hecho brillar nuestro nombre en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y en la última Eurocopa, la que emprende pese a las dificultades y la que está a la vanguardia de nuestra ciencia; la juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia, la que con más empeño exige avances en materia de igualdad, la que se prepara en nuestros colegios, institutos, universidades, centros de Formación Profesional, para acceder con energía al mercado de trabajo pese a las cifras de paro juvenil; la juventud, en fin, que busca oportunidades y supera los obstáculos a base de mérito y esfuerzo. Pero sobre todo la que nos ha llenado de orgullo acudiendo en masa para dar lo mejor de sí en las calles de los pueblos afectados por la DANA.
Palabras finales
Con este espíritu de trabajo y de compromiso por lo que es de todos, por el bien común, termino mis palabras y vuelvo al principio. Vuelvo a todos los municipios y comarcas afectados por las riadas, en muchos de los cuales aún queda tanto por hacer, donde es tanta la necesidad de los vecinos que deja pequeños todos los esfuerzos, aún sin perder la esperanza.
Que la solidaridad que nos ha unido en los momentos más difíciles siga presente en cada gesto, en cada acción, en cada decisión. Que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten, para que puedan reconstruir el futuro por el que tanto han luchado, afrontando con coraje y dignidad los retos de un presente a veces implacable. Cuanto antes lo consigamos más reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de país. Porque la memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro son una parte ineludible, acaso la más valiosa, pero también la más delicada, de nuestro bien común.
Que el espíritu de estos días de encuentro y convivencia permanezca en el año nuevo y que tengáis —os lo deseo, junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía— una muy Feliz Navidad.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL
Hoy es Navidad, como canté muchas veces en la noche de Nochebuena cuando era niño y hacía las cosas de niño en un villancico que aún perdura: Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, del que suprimo la segunda parte por considerarla hoy políticamente insostenible e incorrecta, desde la perspectiva de ciudadanos y ciudadanas responsables ante las adicciones. He pensado que como mis principios sobre la navidad (con minúscula) son los que son, desde una perspectiva laica, porque no tengo otros, debía regalar de nuevo mi obra recopilatoria publicada en 2022, Ciudadano Jesús. Otra navidad es posible, a la Noosfera, la malla pensante de Teilhard de Chardin, pensador que preside este cuaderno digital, palabra que recuperó Ton Wolfe en una obra célebre, El periodismo canalla y otros artículos: «Con la evolución del hombre –escribió-, se ha impuesto una nueva ley de la naturaleza: la convergencia”. Gracias a la tecnología, la especie del Homo sapiens, “hasta ahora desperdigada”, empezaba a unirse en un único “sistema nervioso de la humanidad”, una “membrana viva”, una “estupenda máquina pensante”, una conciencia unificada capaz de cubrir la Tierra como una “piel pensante”, o una “noosfera”, por usar el neologismo favorito de Teilhard. Pero ¿cuál era exactamente la tecnología que daría origen a esa convergencia, esa noosfera? En sus últimos años, Teilhard respondió a esta pregunta en términos bastante explícitos: la radio, la televisión, el teléfono y “esos asombrosos ordenadores electrónicos, que emiten centenares de miles de señales por segundo”. La cita es lo suficientemente expresiva de lo que Teilhard intentó transmitir a la humanidad a pesar del maltrato que sufrió por la Autoridad competente del momento, tanto científica, como ética y, por supuesto religiosa.
En esta celebración y formando parte de la Noosfera en el Día de la Navidad por excelencia, comparto este regalo con estela, que es como entiendo la entrega de un presente que tiene como concepto una estela multisecular, que arranca hace ya muchos siglos como expliqué en mi artículo La estela del regalo (1), escrito en 1984, al que no cambio hoy día ni un punto, ni una coma, porque también es uno de mis principios éticos que, si no gusta, no tengo otro en este día tan especial o tan corriente, según vaya la feria navideña a cada cual.
Adelanto de nuevo el Prólogo de la tercera edición publicada en 2022, porque soy consciente de que en la situación actual seguimos viviendo el mito del eterno retorno en una democracia que se tambalea en nuestro país.
Las páginas que siguen, marcadas siempre por la brevedad de una efeméride que se celebra anualmente, vuelven a tener este año un texto y contexto muy especiales, lastradas por una guerra y un desconcierto mundial que no deja nada igual que antes. Seguimos experimentando un tiempo de silencio, en el que vivo en la actualidad, del que salgo de nuevo un momento para recuperar una nueva edición (3ª), revisada y aumentada, de la anterior publicación del pasado 2021, Ciudadano Jesús, con un subtítulo no inocente, Otra navidad es posible, formando un todo a través de una recopilación de los artículos que he escrito a lo largo de los años de vida de mi cuaderno digital, el blog “El mundo sólo tiene interés hacia adelante”, a modo de espejo retrovisor de cómo me he aproximado a la realidad de la navidad, año nuevo y reyes, sin mayúsculas, desde que decidí abrir este medio de comunicación personal con la Noosfera en diciembre de 2005. Fundamentalmente, por un motivo que se vuelve a repetir a través de las sucesivas navidades pasadas: la navidad, este año, tampoco será ya lo que era, aunque como aviso para navegantes sigue siendo la gran preocupación del mercado salvarla siempre (económicamente) a toda costa, cuando lo que necesitamos es comprender que puede ser, de nuevo, una gran oportunidad para pasar más tiempo en el rincón de pensar y actuar adecuadamente, de forma responsable, aunque sólo sea como homenaje al auténtico protagonista de estas celebraciones: el ciudadano Jesús y su familia, a los que siempre retraté de la misma forma, a lo largo de los diecisiete años que cumple ya este cuaderno digital.En definitiva, se abre una vez más la posibilidad de que vivamos una navidad diferente, porque es posible.
Desde mi perspectiva laica, no quiero que esta navidad se escriba con mayúscula ni siquiera en su grafía ordinaria, sino que sea una navidad con especial atención a los nadies, los dueños de nada, excelentemente descritos por Eduardo Galeano y con especial relevancia ahora como consecuencia directa de la postpandemia y la guerra en Ucrania, interpretando su verdadero contenido, es decir, una historia que tiene muchos siglos de antigüedad en torno a la figura del nacimiento del ciudadano Jesús de Nazareth, que hilvanó un mensaje lleno de esperanza en su corta vida y recogido de forma espléndida, con un toque periodístico, por el joven Marcos, un “periodista” de la época que lo hizo más cercano y humano para todos.
Hace treinta y ocho años publiqué por estas fechas un artículo periodístico con el título de Ciudadano Jesús [1]. Lo he repasado cada navidad desde aquella ocasión y me reafirmo en cada párrafo del mismo, porque no ha perdido su vigencia: “Esta Navidad podía ser algo diferente. No sería bueno entrar en maniqueísmos desfasados, pero sí sería conveniente no malinterpretar el contenido revolucionario del mensaje del ciudadano Jesús. Con normalidad, con alegría, con coherencia, pero sabiendo de antemano que trabajar en su ideología y actitud de creencia lleva indefectiblemente a encontrarse de lleno con la actitud oceánica de la sociedad actual, donde el oleaje de consumo, violencia y desprecio humano suele ser el acicate para todo aquel que prescinde de la realidad del compañero. Porque nuestro sistema democrático vigente debe mucho al ciudadano Jesús, sobre todo a su actitud ante la necesidad de cambiar una sociedad tranquilizada con el bienestar codificado por las multinacionales de la alegría navideña”.
Decía Baltasar Gracián que “lo breve, si bueno, dos veces bueno”. Este pequeño libro se hace grande por su hilo conductor, que intenta reinterpretar en voces autorizadas la comprensión del niñodios juanramoniano y del ciudadano Jesús, para escritores, poetas, músicos, pintores y artistas de variado género. Me ha servido para acercarme a su figura y agradezco que me hayan dado la oportunidad de seguir interesándome por una historia contada a lo largo de los siglos y que siempre ha despertado un gran interés general que es lo que me entusiasma.
Espero que la lectura pausada de estas líneas sirva para algo bueno en un tiempo en el que necesitamos defender a toda costa el principio llamado esperanza, ante el poder omnímodo del mercado, que reviste de necesidad lo que solamente es consumo, incluso de un relato histórico que, como la rosa de Juan Ramón Jiménez, no deberíamos tocarlo mucho en beneficio de todos. Sólo reinterpretarlo, para poder transformar el mundo que no nos gusta, volviendo a leer las “pequeñas memorias” de Saramago, buscando el final de la microhistoria navideña del Nobel portugués. Y no me sorprende su reflexión recordando aquellos días: la ansiada presencia de los ángeles, una recreación de sus mayores, a los que nunca divisó en su cocina real, aunque los adultos que le rodeaban en aquella Nochebuena se empeñaban en demostrar que “lo sobrenatural, además de existir de verdad, lo teníamos dentro de casa”. Y Saramago niño, incluso ya mayor, aun dejándose llevar por el niño que siempre fue, nunca los vio, “ni uno como muestra”, porque el Niño Jesús que llevaba dentro estaba en otras cosas más mundanas, yendo del corazón a sus asuntos proletarios… Los que un día, no muy lejano, atendería como compromisos sociales el Niño-Ciudadano Jesús, incluso en la navidad de 2022.
En Sevilla, en el mes de diciembre de 2022
(1) Cobeña Fernández, José Antonio (1987). La estela del regalo, en Teatro de barrio. Huelva, pág. 99.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA O LO MÁS PARECIDO A ELLA, EN GENERAL
Juan Ramón Jiménez, Platero y yo, primera edición en 1914
Sevilla, 24/XII/2024
Vivimos inmersos en unos días que respeto en su quintaesencia histórica, aunque soy consciente de que la economía de mercado los ha convertido en pura mercancía. Como decía Gabriel García Márquez, la Navidad, «[…] es la alegría por decreto, el cariño por lástima, el momento de regalar porque nos regalan, o para que nos regalen, y de llorar en público sin dar explicaciones”, añadiendo una premonición a modo de profecía, dado que los niños del mundo pueden terminar “[…] por creer de verdad que el niño Jesús no nació en Belén, sino en Estados Unidos” (1). Hoy, recuerdo el villancico que cerraba los planos finales de la película Plácido: “en esta tierra nunca ha habido caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”, que repongo en sesión especial vital todos los años, en mi Cinema Paradiso imaginario, durante la Navidad, para que no olvide su mensaje demoledor cuando muchas veces convertimos estos días en una rifa para sentar pobres en nuestras mesas vitales.
Escribo estas palabras como regalo con estela para todos los días (2), no sólo en Navidad, para los que desean ser felices con lo que tienen, día a día, pero sobre todo para que seamos mucho más felices todavía siendo y no solo teniendo.También a los niños y niñas de mi ciudad, que viven en los barrios calificados como más pobres de España, porque estoy convencido de que su nochebuena es diferente, la de los nadies, «los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida«, que de forma tan excelsa describió Eduardo Galeano en un poema precioso, para que no se olvide la dignidad y la luz que llevan dentro, porque a su manera viven la navidad de los felices, según la describió Juan Ramón Jiménez en su obra excelsa, Platero y yo.
La nochebuena de los felices no me pertenece como título de esta reflexión, sino al niñodiós de nombre Juan Ramón Jiménez: «Cuando yo era el niñodiós, era Moguer, este pueblo, una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro«. En 2014 se celebraron los primeros cien años -porque estoy convencido de que se cumplirán muchos más- de la primera publicación, parcial, de “Platero y yo”, elegía andaluza a la que siempre quería agregar capítulos el poeta de Moguer, el gran embajador mundial de ese pueblo precioso, que me entregó su alma secreta durante años.
Moguer me ofreció siempre una acogida de día y noche que no puedo olvidar. Por las mañanas, porque preparaba mis clases en la casa de Juan Ramón, gracias a Pepito, su guardián celoso y servicial, muy atento a que mi estancia allí fuera tranquila y segura, alejándome a veces del clamor infantil en las visitas de la mañana a la sala-biblioteca que existía en la planta baja de aquella época. Además, en el arco de la escalera del patio principal, leía todos los días un mensaje alentador y programático: Amor y poesía, cada día… Por las noches, porque me ofrecía conocimiento y libertad para comprender en sus recónditos bares, uno de ellos muy querido, La Parrala, lo que significaba tomar algo a modo de cena, siempre acompañado por personas que conocí a pie de barra. Sobre todo, Mateo, un hombre tosco y aguerrido, que hablaba todos los días con su caballo, en conversaciones imposibles, probablemente porque Platero lo había marcado de por vida, haciéndome partícipe de sus ilusiones y frustraciones diarias. Después, en un paseo iluminado siempre por los mensajes de personas y paredes, me alojaba en el Hotel situado junto al Ayuntamiento, en una habitación que me asignaba el encargado, Pepe, que en su soledad sonora y amable, procuraba proteger mi estancia para que la vida me permitiera descansar como caminante que siempre pretendía hacer camino al andar.
Llega la Nochebuena, sobre todo para los felices. Y he vuelto a leer en Platero y yo el capítulo dedicado a la Navidad (CXVI), cuya lectura casi recuerdo de forma íntegra cuando llegan estos días de forzados recuerdos y que reproduzco completo como homenaje a Platero, para que siga trotando libremente en mi memoria de hipocampo, agregando años a su vida real en la mente sana de los que apreciamos conocerlo tal y como era, porque no nos importa seguir siendo niños sin Nacimiento, como los de Juan Ramón :
Navidad
¡La candela en el campo!… Es tarde de Nochebuena, y un sol opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul, con un indefinible amarillor en el horizonte de Poniente… De pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneas, que parecen lamerlo.
¡Oh la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas, azules, se pierden no sé donde, taladrando un secreto cielo bajo; ¡y dejan un olor de ascua en el frío! ¡Campo, tibio ahora, de diciembre! ¡Invierno con cariño! ¡Nochebuena de los felices!
Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y castañas, que revientan, en un tiro.
Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego que ya la noche va enrojeciendo, y cantan:
…Camina, María, camina José…
Yo les traigo a Platero, y se lo doy, para que jueguen con él.
Abro de nuevo el libro y sigo andando por la calle de la Ribera, en mi Moguer imaginario, interpretando los sentimientos de Juan Ramón ante la casa que lo vio nacer, invitando a Platero a que mirara por la cancela la verja de madera, negra por el tiempo…, intentando compartir con él, como solo él sabía hacerlo, una buena noche para ser feliz.
(2) Cobeña Fernández, José Antonio (1987). La estela del regalo, en Teatro de barrio. Huelva, pág. 99.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, LÍBANO, SIRIA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
Una vez más, asistimos a la descomposición controlada del Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA). El último eslabón de una cadena continua de errores en la ordenación y organización sanitaria del Sistema Público, se ha mostrado a través de una noticia impactante, hecha pública hoy por elDiario.es, en referencia a las nuevas medidas urgentes tomadas por la Consejería de Salud y Consumo para solucionar las demoras insufribles en las citas previas de Atención Primaria, con un titular sorprendente: “Mi regalo de Navidad”: un gerente de la salud andaluza ofrece por WhatsApp 250 euros por llamar a 40 pacientes más al día”.
Se trata de atender por profesionales desde diferentes Distritos de Atención Primaria, las citas de Centros de Salud con listas de espera constatadas y sufridas personalmente de hasta quince días, incluso más, mediante una novedad, la “continuidad de distrito digital”, un constructo críptico tal y como ha verificado el periódico citado en una copia de mensaje telefónico de directivos de distrito: “Se llaman continuidades de distrito digital y podéis hacer todas las que querais de lunes a viernes. No puede coincidir con la guardia o saliente de guardia. Quien esté interesado mandarme wuasap por privado. Necesito voluntarios para hacer continuidades tlf (40tlf= 250euros). Servicios centrales tras el éxito de nuestros profesionales me piden más voluntarios. Por ello pienso en vosotros. Las tlf son= renovar medicación, y resultados de pruebas complementarias, son demandas tlf de usuarios de Sevilla y Córdoba. Podéis hacer de lunes a viernes sin límite. No puede coincidir con guardia o saliente de guardia. Quien esté interesado en trabajar horas extras para ganar más dinero mandarme sms por privado. Necesito nombre y apellidos, DNI y días exactos de diciembre que queréis hacer estas continuidades. Y desde Sevilla se pondrán en contacto con vosotros y os explicarán cómo hacer las teleconsultas. Desde servicios centrales están sorprendidos de nuestro trabajo y labor y por ello he de presumir, por lo cual hablando con ellos me retan hasta ver a cuántos podemos llegar. Poniente es mucho poniente. Os animo”.
Otro mensaje dice lo siguiente: “Necesito voluntarios para hacer continuidades telefónicas (40tlf= 250euros), Ahí lleváis mi regalo de Navidad. Quien esté interesado mandarme wuasap por privado” y uno más, “Son continuidades de 40 tlf [llamadas telefónicas al día] y se cobran unos 250 euros aproximadamente, y son usuarios de Sevilla a los que hay que llamar y resolver su demanda por tlf”.
Esta “ocurrencia”, denominada “continuidad de citas”, presentada por el presidente de la Junta de Andalucía en el último debate sobre el estado de la Comunidad, como una de las nuevas medidas de respuesta sanitaria a la lamentable situación actual de demoras en la cita previa de Atención Primaria, se puso en marcha el pasado 2 de diciembre en distritos sanitarios de tres provincias, a modo de protocolo de respuesta telefónica en 72 horas en fase de pruebas, en centros de salud de Sevilla, Córdoba y Jaén, para extenderlo posteriormente a toda la Comunidad Autónoma, centradas, en principio, en atender la renovación de medicación e informar de los resultados de pruebas complementarias, aunque la realidad de este tipo de llamadas suele extenderse, lógicamente, a otras consultas a discreción del paciente.
Por un puñado de euros, se intentará consolidar la continuidad digital, el llamado “regalo de Navidad” ahora, que después se mantendrá sine die por el SSPA, pagando con cargo al erario público 46,88 euros por hora, es decir, 234,4 euros al día, “más el prorrateo cuando el médico está de vacaciones”. A juicio de profesionales afectados, organizaciones sindicales y ciudadanía en general, esta “ocurrencia” es una forma de garantizar el “desorden digital” por la discontinuidades humanas y profesionales en la relación médico-paciente, que nunca se debe romper, en lugar de abordar de una vez por todas la situación dramática de las listas de espera en atención primaria, a las que hay que añadir las de consultas de especialistas y una gran derivada, la sempiterna lista de espera quirúrgica, ya tratadas en este cuaderno digital recientemente, en un artículo, La realidad de las listas de espera, que desesperan, en la sanidad pública andaluza, publicado el pasado 13 de noviembre.
Dar un resultado de unas pruebas con la continuidad digital en pruebas, por ejemplo, puede conllevar en muchas ocasiones informar telefónicamente de situaciones muy delicadas para el paciente, como puede ser anunciar una patología severa que no es anunciada por el doctor o doctora de familia, con nombre y apellidos conocidos por el paciente que, viceversa, conoce directamente sus antecedentes recogidos en la historia de salud y, lo que es más importante, comentados de forma presencial cuando así lo ha estimado el facultativo del cupo en el que figura el paciente. Por no hablar de la posible vulneración de la protección de datos personales, al intervenir nuevos interlocutores en la relación médico-paciente sin consentimiento expreso del paciente sobre esta nueva modalidad de atención primaria. Ese momento clínico crucial en la relación médico-paciente desbordará seguro una mera consulta telefónica atendida por un facultativo hoy, otro mañana, que no “conoce” personalmente al paciente atendido anteriormente por su médico o médica de toda la vida. De ahí mi denuncia de este proyecto de continuidad digital, telefónica exclusivamente, negando en parte la obligada presencialidad inherente a toda relación médico-paciente o la telefónica con él o la profesional designada por el Distrito al que pertenece el paciente. Para mí, una discontinuidad digital de Distrito en toda regla.
En definitiva, si vuelvo a exponer hoy el drama de las listas de espera en el Sistema Sanitario Público de Andalucía, es porque insisto en que se debería hacer un estudio urgente, riguroso y profundo para conocer las causas estructurales, no sólo económicas, que provocan estos graves desajustes de la atención primaria, especializada y quirúrgica a los pacientes andaluces, algo que llama la atención por el silencio continuado de la Junta de Andalucía al respecto. Es la única forma de que las ciudadanas y los ciudadanos de esta Comunidad podamos emitir juicios bien informados sobre la situación real del Sistema Sanitario Público de Andalucía, que acusa daños estructurales, organizativos y económicos de importancia extrema, en un proceso paulatino de demolición de los principios públicos del Estado de Bienestar que lo sustentan. Seguimos recibiendo avisos de lo que está pasando, estamos viendo y, también, sufriendo. Es hora de actuar en defensa de los servicios sanitarios públicos, sin más demora. Una buena forma de activar la crítica constructiva y solidaria es denunciar lo que está pasando, de boca en boca, utilizando también las redes sociales, para que todos podamos emitir juicios bien informados sobre esta realidad tan preocupante en Andalucía.
José Antonio Cobeña Fernández
Ex secretario general del Servicio Andaluz de Salud
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, LÍBANO, SIRIA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
En el día del sorteo extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional, con más de doscientos años de historia en nuestro país, vuelvo a recordar que más allá de la suerte, tenemos que defender algo que es consustancial con ella. Me refiero a la alegría, entendida como trinchera, destino, principio, bandera, certeza y, por encima de todo, como un derecho. Así lo aprendí de Mario Benedetti y así lo comparto hoy de nuevo, como el hilo conductor de la campaña del Sorteo extraordinario de Navidad de este año: “compartirlo es extraordinario”.
Es verdad que el Club de los Tibios, Mediocres, Tristes y Apocalípticos, sin mezcla de alegría alguna, tiene cola para darse de alta y militar en él, en estos tiempos revueltos y difíciles. Por ello, vuelvo a refugiarme hoy en un poema de Mario Benedetti, Defensa de la alegría, a modo de manual para contrarrestar esta corriente no inocente que suelen abanderar los líderes que propician el ocaso de cualquier democracia.
En estos días “navideños “ y de Loterías, en los que se nos obliga por parte del Mercado Global a estar alegres y muy pendientes de la suerte, en la dialéctica de azar y necesidad, como si lo que ocurre en nuestro alrededor no tuviera a veces importancia alguna, creo que es urgente defender la alegría [auténtica] como una bandera / defenderla del rayo y la melancolía / de los ingenuos y de los canallas / de la retórica y los paros cardiacos / de las endemias y las academias. Por encima de todo, como un derecho.
Abro su libro Cotidianas, escrito entre 1978 y 1979, para leer de forma pausada el poema citado, lleno de sentimiento y para escucharlo más fuerte que el viento, como aprendí de Rafael Alberti en un canto inolvidable a la dialéctica del verso cuando sólo es para algunos frío pensamiento.
Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas
defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres
defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias
defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría.
La realidad terca es que entre tibios, mediocres, tristes y apocalípticos anda el juego mundial de dirigir la vida a todos los niveles, nuestro país incluido, con especial afectación en los que dudan de los grandes valores de la democracia y la alegría humana que lleva dentro. Cuando se instalan en nuestras vidas, hay que salir corriendo porque no hay nada peor que un mediocre, además triste y tibio. No digamos, apocalípticos de vocación. Por ello, es necesario estar orientados y correr hacia alguna parte, hacia la dignidad en todas y cada una de sus posibles manifestaciones.
Estoy muy preocupado con la perpetuidad de este Club de la Tristeza Global desde tiempos del Apocalipsis. He escrito con frecuencia en este cuaderno sobre esta realidad y un compromiso de los que pertenecemos al Club Virtual de las Personas Dignas es desenmascararlos con prisa existencial y de supervivencia: “Estamos instalados en el reino de la mediocridad. Hay que desenmascarar a los mediocres, dondequiera que estén, porque viven en un carnaval perpetuo. Este país no logra sacar distancia a esta lacra que nos pesa desde hace bastantes años porque ahora, en el país de los tuertos desconcertados, el mediocre es el rey. Es una plaga que se extiende como las de Egipto casi sin darnos cuenta. Los encontramos por doquier, en cualquier sitio: en la política, en las artes, en los medios de comunicación social, en la educación, en los mercados, en las religiones y en las tertulias que proliferan por todas partes en el reino de la opinión. Los mediocres suelen meter la mano en los platos de las mesas atómicas y virtuales, en las que a veces nos sentamos, con total desvergüenza. Son siempre de “calidad media, de poco mérito, tirando a malo”, como dice el Diccionario de la Real Academia. También, tóxicos o tosigosos, que suelen complicar la vida a los demás por su propia incompetencia” (1).
Necesitamos rescatar el principio alegría en nuestra vida, ante tanto desmán de los tristes, tibios, mediocres y apocalípticos, voceros del principio de que “todo va mal”. Sería recomendable que utilizáramos una linterna ética para descubrirlos, con un manual de instrucciones en el que se indique que una vez encendida y al igual que hacía Diógenes de Sinope cuando buscaba personas íntegras, debemos gritar a los cuatro vientos algo urgente: ¡buscamos personas dignas y honestas! Es probable que las personas tibias, tristes y mediocres salgan huyendo, rompiendo las filas de su Club, del que hablaba al principio, porque no soportan dignidad alguna que les puede hacer sombra. Si es que alguna vez tuvieron cuerpo presente de altura de miras, que no es el caso. Ni de los que los eligen para puestos claves en la sociedad, en cualquier estamento, probablemente muy cerca de donde vivimos, estamos y somos.
Benedetti nos anima a defender la alegría ante tantos agoreros mayores del Reino, con palabras necesarias que hoy no olvido, sabiendo que hay que defenderla como un principio / defenderla del pasmo y las pesadillas / de los neutrales y de los neutrones / de las dulces infamias / y los graves diagnósticos.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, LÍBANO, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
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