
Sevilla, 5/XII/2024
La Natividad, obra pictórica de Francisco de Osona (Valencia, 1465 – Valencia, 1514 y de Rodrigo de Osona (Valencia, 1440 – Valencia, 1518), que figura este año en el décimo de la lotería de Navidad, es una obra incautada y protegida durante la guerra civil, considerada en la actualidad como “huérfana”, según se detalla en la ficha técnica del Museo Nacional del Prado, actual entidad depositaria de la misma.
La obra escogida este año es un óleo sobre tabla, realizada en 1490 (Ca.), no expuesta en el Museo, en el que “la Virgen María y San José oran de rodillas junto a Jesús recién nacido, acompañados por tres ángeles que arropan al Niño. Tres pastores se asoman desde el exterior por las ruinas del portal y, al fondo, quedan representados el buey y la mula. Tanto el paisaje idílico, como las arquitecturas típicas de las ciudades del norte de Europa, la composición, los colores gris azulados utilizados y el hieratismo de las figuras con ropas de pliegues acartonados, remiten al estilo hispanoflamenco en el que inicia su formación Rodrigo y que asimila su hijo Francisco. Esta obra es compañera de La Adoración de los Magos (P2835), también conservada en las colecciones del Museo del Prado. Probablemente proceden del retablo mayor de la iglesia de Santa María de Alicante”.

Para identificar su procedencia, el Museo señala lo siguiente: “Gonzalo Rodríguez, calle Serrano 100, 1º derecha, Madrid, 1937; Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, 1937; Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, 1941”. Intervinieron en la misma dos instituciones, la primera de la parte republicana y la segunda de la parte vencedora de la guerra, franquista, sin que hasta la fecha se haya podido devolver a su legítimo dueño o herederos. Así figura en la actualidad, depositado en el Museo del Prado desde 1937, con el número 19643 y desde 1941, con el número de inventario 1718 y con identificación fotográfica número 10889, que figura también en tiza en la trasera del cuadro. Hoy día figura en la Base de datos del Museo con la identificación, P02834. Es curioso verificar el documento de entrega al Museo del Prado de este cuadro, entre otros, el 13 de octubre de 1941, por parte de la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional, organismo franquista por excelencia, en el que figura en el texto oficial de entrega en calidad de depósito, una frase final tachada nada inocente: «Depósito, Museo del Prado, de los objetos que a continuación se relacionan, los cuales juro por Dios y por su honor reconocer como de su absoluta propiedad«.
En este contexto, es relevante señalar que gracias a un estudio iniciado en 2022 por el Museo, esta obra figura entre las 70 que se encuentran en sus fondos procedentes de incautaciones durante la guerra civil (1936-1939), a las que se podrían sumar, tras una investigación interna, 7 medallas y 89 dibujos cuya procedencia en origen es desconocida. El resultado de este estudio se mostró en una exposición del Museo llevada a cabo en el mes de marzo del año pasado, Obras incautadas. Un proceso abierto, cuya sinopsis oficial recomiendo leer atentamente: «Desde hace tiempo el Museo del Prado viene revisando las obras de su colección procedentes de depósitos de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, encargada de recopilar y almacenar obras de arte de particulares e instituciones religiosas para su salvaguarda durante la Guerra Civil, o por el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, que se ocupó de la devolución de estos objetos en la posguerra. Muchos bienes culturales depositados no pudieron retornar a sus dueños porque estos no lograron acreditar la propiedad, habían fallecido, se encontraban exiliados, habían sido represaliados o simplemente eran desconocidos por no haber quedado registrados sus nombres en las actas de incautación. Por dichos motivos, parte de estos fondos huérfanos, principalmente pinturas, permanecieron en el Museo del Prado, en el de Arte Moderno o en otras instituciones museísticas. […] Los datos de procedencia, obtenidos tras la consulta de documentos de archivo o de las etiquetas y anotaciones presentes en los reversos de las piezas, han permitido trazar el periplo de estos objetos artísticos, información que el Museo del Prado pone a disposición de investigadores y ciudadanía a través de su página web».

El cuadro escogido este año para ser reproducido en el décimo de lotería de Navidad, está considerado como «huérfano», pero con su intrahistoria dentro, porque no se devolvió a su legítimo dueño. Para conocer con detalle la procedencia y línea de tiempo desde la incautación hasta el momento actual, es importante leer el informe Las obras incautadas durante la guerra civil y la posguerra en los fondos del Museo del Prado, elaborado por Arturo Colorado Castellary, Catedrático y Profesor Emérito UCM, con la participación en el equipo de investigación de Alberto García Alberti e Ignacio González Panicello, donde en la página 34 se describen todos los pormenores de la incautación, reflejándose algo muy importante sobre la situación real del cuadro, dado que esta obra “fue entregada por el Sdpan [Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional] el 13/10/1941. El acta de entrega especifica título, foto y referencia del Libro 3 de la JTA [Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico] (1964), que confirma esta procedencia. No existe acta de devolución del Sdpan a nombre de Gonzalo Rodríguez”. La última frase, destacada por mí en negrita, certifica que la obra permanece «huérfana», es decir, no se ha devuelto todavía a su legítimo propietario. Una hipótesis que habría que estudiar a fondo sería la localización del segundo apellido de la persona propietaria del cuadro, porque en ese año era muy conocido un psiquiatra que vivía en Madrid, Gonzalo Rodríguez Lafora, de ideología republicana, que motivó su exilio, siendo probable que entregara a la Junta de Incautación y Protección, los dos cuadros de Francisco y Rodrigo de Osona, uno de ellos «La Natividad», ante las vicisitudes de la guerra civil, siendo difícil su devolución por su deriva republicana, motivo que en muchos casos se esgrimió por la dictadura franquista para no proceder a las devoluciones legítimas, quedando incautados en depósitos del país y ocultos para siempre. Repito, que sería una interesante hipótesis de trabajo.
Creo que al buen entendedor con pocas palabras basta para comprender la intrahistoria, no inocente por supuesto, del cuadro reproducido en el décimo de lotería de Navidad de este año. Acostumbrado en mi vida a ver siempre, si es posible, vasos medio llenos y no medio vacíos, así como a no confundir nunca, como todo necio, valor y precio, me quedo hoy con una reflexión sobre este hecho más allá del precio a pagar por cada décimo o participaciones del mismo, dado que hoy podemos disfrutar de la obra pintada en el siglo XV por un padre y un hijo, valencianos por más señas, Francisco de Osona y Rodrigo de Osona, con el valor de poder disfrutar de esta obra de pintores naturales de una región muy dañada por la DANA de octubre pasado, entregada hoy a millones de personas para que la orfandad de la obra se supla con la ilusión de millones de compradores de lotería de navidad, al contemplarla a través de 193 millones de décimos, en busca de sueños de suerte y felicidad a raudales. También, en el fondo, viviendo este hecho con una cierta sorpresa al descubrir mediante estas palabras de su intrahistoria, que nos quedan, la procedencia del cuadro, un homenaje a la transparencia de la memoria democrática sobre lo ocurrido en la guerra civil, que hoy, simbolizada en La Natividad, como obra pictórica incautada o protegida y no devuelta a su legítimo dueño, nos recuerda momentos trágicos de este país, tan dual, tan cainita, sobre algo que nunca debió ocurrir desde la perspectiva democrática. Para que no se olvide, ni siquiera en el momento de contemplar La Natividad, en los 193 millones de décimos de la lotería de Navidad editados este año. De forma simbólica, se podrá hacer, como «dueños» legítimos del cuadro, por su valor, no sólo por su precio, por la intrahistoria que lleva dentro.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
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