
Sevilla, 11/III/2025 – 09:00 h (CET+1)
Vuelvo a la carga sobre la operación urgente del rescate ético de las ideologías, grabaciones inteligentes y no inocentes, residentes en el cerebro humano, desacreditadas por las múltiples derechas y oligarquías digitales, de tanta actualidad por la alta exposición de un representante mundial de ellas, muy próximo al presidente Trump y de nombre Elon Musk.
Las ideologías existen, sobre todo con el reconocimiento de la primera vez que se recoge el lema “ideología” en un Diccionario Nacional o Gran Diccionario Clásico de la Lengua Española (1846-47), editado en Madrid-París en 1847 y elaborado por Ramón Joaquin Domínguez, en el que se desarrolla esta palabra, no circunscribiéndola exclusivamente a «la ciencia de las ideas», sino a algo muy importante: «Ciencia que tiene por objeto describir y manifestar el modo de formarse las ideas, las combinaciones que con ellas hacemos en la mente, las operaciones todas del entendimiento, en fin de las admirables facultades del alma». Lo importante también es saber identificar los adjetivos que califican siempre a estas ideologías, bien sean económicas, políticas o religiosas, entre otras, que nunca son inocentes, siguiendo el pensamiento de Georgy Lukács. Como hace la Real Academia Española de la Lengua con el lema ideología, lo verdaderamente crucial en el tiempo es cuidarla, limpiarla y darle el esplendor que necesita cada día, en un mundo que, sin compasión alguna, sobre todo cuando hablamos de ideologías políticas, se abandonan, adulteran y manipulan de forma negligente y descarada con intereses políticos bastardos, por parte de los nuevos emperadores mundiales, que suelen ir desnudos, recordando el cuento de Andersen.
Por mi aprecio personal a las ideologías, a lo largo de mi trayectoria personal y profesional, recuerdo hoy que en 1977 publiqué un artículo, en El Correo de Andalucía, un periódico imprescindible en la transición de este país, Necesidad de crisis, necesidad de religación (1), en el que resaltaba una reflexión del filósofo José Ferrater Mora, desde el exilio precisamente por su “ideología “, que recupero hoy en su contenido esencial, en un periodo de crisis galopante de ideologías, que tanto hace sufrir a personas con compromiso activo: “hay cinco estadios fundamentales que nos pueden llevar a considerar la crisis de todos en la actualidad: la Revolución americana, la Revolución francesa, la Revolución industrial-inglesa, el nacionalismo y la expansión colonial. Todos fueron animados, alentados y experimentados por ideologías que pretendían justificar los numerosos porqués de aquellos momentos. Y tuvieron sus consecuencias intelectuales”. Hoy, vivimos un nuevo estadio, bautizado como neoimperialismo, con su ideología dentro, que está haciendo estragos, comandado por los nuevos emperadores del siglo XXI, Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping, amparado también por la Revolución Digital de nuevo cuño.
Ante esta situación, continuaba razonando en el citado artículo la situación de la carencia de ideologías sociales y políticas a nivel mundial: “A este propósito, me parece muy interesante el análisis que Lukács hace de la destrucción de la razón, es decir, el irracionalismo desde Schelling hasta Hitler. Es una filosofía de la historia muy aguda y crítica, centrada en un argumento harto expresivo: «no hay ninguna ideología inocente: la actitud favorable o contraria a la razón decide, al mismo tiempo, en cuanto a la esencia de una filosofía como tal filosofía en cuanto a la misión que está llamada a cumplir en el desarrollo social. Entre otras razones, porque la razón misma no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, algo neutral o imparcial, sino que refleja siempre el carácter racional (o irracional) concreto de una situación social, de una tendencia del desarrollo, dándole claridad conceptual y; por tanto, impulsándola o entorpeciéndola»” (2).
El cerebro no acepta la destrucción de la inteligencia, de la razón, porque es su componente esencial, como tantas veces he demostrado en este cuaderno digital. Si la inteligencia es “la capacidad que tiene todo ser humano para resolver problemas”, es cierto que necesita ideología centrada en la inteligencia social, porque es evidente que ésta no es ni puede ser algo que flota por encima del desarrollo social, sobre todo en favor de los nadies, algo neutral o imparcial, sino que refleja lo que está pasando en el mundo por la temida crisis y como se reacciona ante ella. El cerebro necesita claridad conceptual, ideología, para comprender lo que ocurre y ahí está la clave de la no inocencia. Mientras unos, muchos, entorpecen el conocimiento de la verdadera dimensión social de lo que ocurre, otros desean introducir cordura en la comprensión y vías de salida a la misma. Es decir, la ideología que está detrás de la crisis, no es inocente y el cerebro necesita ordenar ideas fundamentales para llegar a caracterizar el pensamiento y proyectarlo en su realidad social. Así lo ha fijado, limpiado y dado esplendor a través del lema ideología, el Diccionario de la Lengua Española, en su primera acepción, en su versión actual: “Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época,de un movimiento cultural, religioso o político,etc.”. Por algo será. Y los Gobiernos lo saben, es decir, tampoco son inocentes y no vale cualquier respuesta a las ideas fundamentales, porque todos no son ni somos iguales. Ni las que sustentan a las ideologías tampoco, sobre todo cuando en su aplicación práctica deben ser las piedras angulares de la democracia. Afortunadamente, el Estado de Bienestar es el mejor ejemplo de su no inocencia ideológica y democrática, cuando asistimos a su desmantelamiento programado por ideologías contrarias a la razón y dignidad humanas que lo sustentan en beneficio del interés general, sin discriminación alguna.
(1) Cobeña Fernández, J.A., Necesidad de crisis y necesidad de religación. El Correo de Andalucía, 12/VII/1977, pág. 3
(2) Lukács, G. (1976). El asalto a la razón. Barcelona: Grijalbo, pág. 4 s.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL
¡Paz y Libertad!

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