¿Por qué lo llaman “seguridad” cuando quieren decir “guerra”?

Eduardo Galeano

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.

Eduardo Galeano, El miedo global

Sevilla, 26/III/2025 – 11:26 h (CET+1)

Ayer leí atentamente un artículo en el diario El País, como un auténtico aviso para navegantes en este mundo al revés, que comenzaba sin rodeo alguno: “Europa debe prepararse para una potencial guerra, también para ciberataques, pandemias y los terribles efectos de la crisis climática, advierte la Comisión Europea. Con un tablero geopolítico en ebullición y en plena carrera para el rearme ante la amenaza de Rusia, con el temor a quedarse sin el paraguas de seguridad de Estados Unidos y ante un número creciente de desastres naturales, Bruselas pide que todos los hogares europeos tengan reservas de agua, medicamentos, baterías y alimentos para subsistir 72 horas sin ayuda externa en caso de crisis. Es una de las directrices de la Estrategia de Preparación de la Unión, que presentará el Ejecutivo comunitario el miércoles. Un plan para tiempos de crisis”.

Lo que me sorprende es que nunca se había hablado tanto de seguridad como hasta ahora, enmascarando una realidad geopolítica de gran magnitud como es la escalada bélica mundial en la que Europa está atrapada por la nueva estrategia bélica de Estados Unidos. Como un ejemplo claro de lo que analizo hoy, creo que tenemos el derecho de tener toda la información posible sobre la citada Estrategia y el deber humano de conocerla, para saber a qué nos enfrentamos.

Cuando escribo estas líneas recibo una noticia de última hora sobre la intervención del presidente Sánchez en el Congreso de los Diputados, que confirma mi preocupación: “Pedro Sánchez admite que aún no está en condiciones de concretar cuál será la senda de gasto que asumirá España en los planes de rearme europeos pero defiende que el país está preparado para afrontar “una situación inédita, otra más”, que ha descrito como “un nuevo momento Covid” por lo que implica para Europa. “La Unión Europea debe reaccionar como hizo entonces: con una respuesta conjunta, mutualizada y solidaria, que aglutine la fuerza de todos los Estados Miembros”, ha defendido. El presidente del Gobierno ha anunciado un Plan Nacional para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y Defensa españolas. “Concentrará el grueso de la inversión adicional exigida para cumplir con nuestros socios europeos. Y la canalizará a través de programas de colaboración público-privada para crear un nuevo salto tecnológico e industrial en España”, ha explicado”.

Ante esta grave situación, la gran pregunta es ¿por qué se habla tanto de “seguridad” cuando quieren decir “guerra”? Es lo que intuí ayer cuando corrió como la pólvora la noticia citada de que Bruselas anunciará hoy que todos los hogares deberán disponer de un kit de emergencia con agua, medicamentos, baterías y alimentos para subsistir 72 horas sin ayuda externa en caso de crisis… o de guerra, hablando claro.

Estaremos atentos al desarrollo de los acontecimientos. Creo, hoy más que nunca, que Eduardo Galeano tenía toda la razón cuando describió algo muy relacionado con la situación actual, El miedo global (1), fundamentalmente porque en esta reflexión se dice algo verdaderamente sobrecogedor y porque reconozco que lo que está pasando y estamos viendo en la actualidad da miedo, sintetizado en uno de sus estrofas: Las armas tienen miedo a la falta de guerra y un corolario anterior: Los militares tienen miedo a la falta de armas, porque la realidad es que estamos viviendo en un mundo al revés:

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Y los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones y miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura.
Al tiempo sin relojes.
Al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y a la mañana sin pastillas para despertar.
Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Miedo a lo que fue.
Miedo a lo que será.
Miedo de morir.
Miedo de vivir.

Aunque reconozco que soy pesimista ante esta situación, como optimista bien informado (Benedetti, dixit), reivindico también junto a Galeano mi derecho al delirio, en este mundo loco, al revés, con ejemplos rotundos para pensar que son posibles en un mundo nuevo, una invitación a volar sobre la realidad que nos duele, consterna y conturba a diario, del que personalmente he escogido algunos que sanan mi alma: “los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra; la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda y, como corolario, la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: amarás a la naturaleza, de la que formas parte; serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma”.

Es verdad, estos delirios son una invitación a experimentar el derecho a volar alto, algo que agradezco cuando vivimos tan atados a la dura realidad de la tierra, situación que no nos permite ver mas allá de lo que nos transmiten a diario los agoreros mayores del mundo al revés, Trump, Putin, Xin Jinping, entre otros, con sus cohortes ultraderechistas y oligarcas tecnológicos que casi todo lo controlan y pueden. Ahora, acosándonos con el nuevo mundo de seguridad y seguridades, enmascarando el entorno bélico, de muchas caras, al que el mundo se enfrenta ya a diario.

(1) Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés, 1998. Madrid: Siglo XXI Editores de España.

CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

UCRANIA, GAZA, REPÚBLICA DEL CONGO Y RUANDA, SAHEL Y PAÍSES EN GUERRA, EN GENERAL,

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