
Sevilla, 10/VI/2025 – 08:30 h (CET+2)
En el año en el que se cumple el centenario del nacimiento del poeta Ángel González, deseo estar cerca de él de nuevo. Lo hice ya el pasado enero, porque ya estaba pre-ocupado (con guion) del porvenir, el futuro y el día después personal y el de nuestro país.
La razón principal para buscar refugio de nuevo en su poesía, en este mundo de turbación y mudanzas, es la espera impaciente de un porvenir justo y benéfico, visto lo visto, para personas de alma inquieta, como es mi caso.
En este contexto, entro hoy en mi biblioteca, mi clínica del alma (tal y como aprendí a llamarla así gracias al historiador siciliano Diodoro de Sículo, en el siglo I a.C.) y leo su precioso poema Porvenir, que me conmueve en este aquí y ahora (hic et nunc), como si fuera la primera vez que llegara a él:
Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.
… Mañana!
Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.
Mi maestra especial, Dª Antonia, me enseñó la primera versión del carpe diem infantil, lejos del porvenir imaginario, casi en un alma adulta, que siempre recuerdo de forma entrañable. Cuidó mucho mis sueños en paraísos perdidos, apreciando que mi vida pequeña no daba para más, porque para ella era muy importante cada momento mío, en definitiva mi tiempo y para que no olvidara nunca que a veces es envidioso, como lo susurraba Horacio a Leucónoe, una mujer con mente blanca, limpia, que podía adaptar al breve espacio de la vida, o de cada momento particular, una esperanza larga. Ahí estaba el secreto, porque cada día lleva siempre el tiempo dentro, su carpe diem, su necesaria captura, porque no vuelve, mucho menos hoy día ante el incierto mañana, ante el incierto porvenir. Por cierto, es lo que dijo y nos legó el poeta Quinto Horacio Flaco, hace tan solo veintidós siglos: Vive el día de hoy [Carpe diem]. /Captúralo. / No te fíes del incierto mañana. Para que no se olvide, ni siquiera un momento.
Mañana, será miércoles de nuevo, como pensaba Ángel González, uno más, pero desconociendo lo que está por venir en cada segundo de mi vida, porque esa es la quintaesencia del porvenir, que no viene nunca. A pesar de todo, me consuela pensar junto a él, que mi corazón mañana volverá a latir casi cien veces por minuto, un lujo para mi porvenir inmediato y del que sé que depende casi exclusivamente, en mi matusalénica edad, mi espera y esperanza día a día.
CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓN: José Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.
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