El modelo McDonald’s existía ya en los ‘termopolios’ de Pompeya, comida rápida en el siglo I

Sevilla, 4/IX/2025 – 08:20 h (CET+2)

Viendo ayer la publicidad de McDonald ‘s en una visita a un centro comercial, con un local abarrotado de personas muy jóvenes, niños y niñas incluidos, recordé que por muy modernos que queramos ser en algunos aspectos de la vida, nuestros antepasados ya habían descubierto en el siglo I de nuestra era los secretos de la fast food, la comida rápida en sentido pleno, con publicidad incluida. Vida rápida, luego agobiada, por decirlo brevemente, a modo de eslogan en los años 70 del siglo I, muy parecido ahora en 2025, en el primer cuarto del siglo XXI.

Conocí esta realidad histórica en 2020, con motivo del descubrimiento en las ruinas de Pompeya de un termopolio, una casa de comida rápida y caliente, también de bebidas, que ya existía en el año 79 (siglo I), año de la erupción del Vesubio, en excelente estado de conservación. Escribí en 2020 sobre este acontecimiento histórico en este cuaderno digital y hoy vuelvo a comentarlo por el éxito indudable de este tipo de establecimientos en el mundo actual. Aunque, si me permiten la expresión, el descubrimiento en Pompeya demuestra que como otras muchas realidades del mundo actual, “no hay nada nuevo bajo el sol”.

La representación de una pintura de Nereida a caballo [ninfa marina del Mediterráneo], descubierta en 2019, abrió el camino para excavar completamente una casa de comidas, habituales en Pompeya donde se solía comer frecuentemente fuera de casa en casi ochenta locales de este tipo, en la que destaca en su decoración de la época, a título de reclamo publicitario, detalles de naturaleza muerta, descubriéndose también restos de alimentos, huesos de animales y de víctimas humanas de la erupción, quizás los de su propietario.

Se ha podido recuperar completamente el trazado del local que se encuentra en el cruce de dos calles, la de las Bodas de Plata y la de los Balcones: “Frente al termopolio, situado en una plaza, se ha encontrado una cisterna, una fuente y un depósito para distribuir el agua), ubicada a poca distancia de la tienda ya conocida por el fresco descubierto de gladiadores en combate. Las decoraciones del mostrador, las primeras en emerger de la excavación, muestran en el frente la imagen de una Nereida a caballo en un entorno marino y en el lado más corto la ilustración, probablemente de la propia tienda como rótulo comercial. El hallazgo, en el momento de la excavación, de ánforas colocadas frente al mostrador reflejaba que la imagen no se había pintado por casualidad”.

Se han encontrado en el interior de las vasijas perfectamente alineadas en el mostrador, restos de comidas preparadas con los animales que aparecen en las pinturas publicitarias del mismo, tales como ánades reales expuestos boca abajo, listos para ser preparados y comidos, un gallo y un perro con correa, éste a modo de advertencia sobre la vigilancia del lugar (Cave Canem, cuidado con el perro) o algo más que se explica a continuación, un detalle curioso que se encuentra en el marco de la pintura del perro, en el que se puede leer un grafiti de la época con la siguiente inscripción:  “Nicia cineadecacator”: Nicia (probablemente un liberto de Grecia) ¡Cacatore! (invertido, por decirlo finamente), que  “probablemente lo dejó un bromista [yo diría homófobo] de la época que quería burlarse del dueño o de alguien que trabajaba en el termopolio”.

También se han encontrado huesos humanos, como los de un individuo “de al menos 50 años, que probablemente fue colocado en una cama o un catre al momento de la llegada de la corriente volcánica, como lo demuestra el compartimento para albergar la cama y una serie de clavos y restos de madera encontrados debajo del cuerpo”. Cerca, se han encontrado objetos de despensa y transporte tales como nueve ánforas, una bandeja de bronce, dos frascos, una olla común de cerámica de mesa. El suelo de toda la sala está formado por fragmentos de terracota, en el que se han insertado en algunos lugares fragmentos de mármol policromado compuesto de alabastro, piedras de sedimento y mármol azul y gris oscuro.

Este descubrimiento fascinante nos lleva a pensar que hay muy pocas cosas nuevas bajo el sol que nos puedan sorprender más que vivir dignamente, ser más que tener, porque siempre tenemos tiempo de seguir aprendiendo de la historia. Hoy, de Pompeya. El símbolo del descubrimiento del termopolio nos muestra que algo que nos parecía tan moderno, como los establecimientos de comida rápida, las casas de comidas de toda la vida, los McDonald´s y Burger’s King de hoy, entre otros lugares de cuyo nombre no consigo acordarme ahora por su profusión, ya existieron hace nada menos que dos mil años.

Creo que este descubrimiento en Pompeya nos permite reflexionar sobre un tesoro al alcance de todos si sabemos administrarlo bien, el tiempo, sin que necesariamente todo se convierta en algo puramente fast, rapidez incontrolable por un problema de falta de tiempo. Por ejemplo, aprender algo muy importante de lo que ocurría en una de las ochenta casas de comidas calientes y rápidas de Pompeya: un día, todo desaparece y muchos siglos después descubrimos que en el siglo I de nuestra era, hubo tiempo de todo, incluso de cruzarse entre las calles de las Bodas de Plata y la de los Balcones de una Pompeya rediviva, para comprar una comida rápida y caliente antes de que la lava los borrara de la vida casi sin darse cuenta. Lección magistral de la historia.

El tiempo suele ser calificado como un bien escaso y lo más curioso es que, a veces, cuando lo tenemos a raudales en nuestras manos y en nuestra mente, no sabemos qué hacer con él, porque una realidad tan próxima y sin estar en el mercado (ni se compra ni se vende en Amazon), acaba muchas veces por desbordarnos, debido al mal uso que hacemos a diario de un bien que no es escaso si lo administramos bien. En Pompeya conocieron su indudable valor en el siglo I de nuestra era.

Harold Lloyd en El hombre mosca, 1923

Las palabras anteriores nos permiten preguntarnos qué es el tiempo, qué significa en nuestras vidas y cómo nos agarramos a él como al clásico minutero de Harold Lloyd, para pararlo y bajarnos del mundo al revés, haciendo malabarismos para comprenderlo y compartirlo con los demás en momentos difíciles. También, en los placenteros, con una simple comida rápida y caliente, con bebidas incluidas, en los termopolios, la fast food del siglo XXI.

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CLÁUSULA ÉTICA DE DIVULGACIÓNJosé Antonio Cobeña Fernández no trabaja en la actualidad para empresas u organizaciones religiosas, políticas, gubernamentales o no gubernamentales, que puedan beneficiarse de este artículo; no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiación o prebenda alguna de ellas. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes para su interés personal, aparte de su situación actual de persona jubilada.

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