Debemos prestar atención a la agnotología, la producción no inocente de la ignorancia

Sevilla, 14/IX/2025 – 09:31 h (CET+2)

La producción deliberada de la ignorancia, es decir, la agnotología, está en auge y no estamos preparados para neutralizarla como es debido. Para demostrarlo basta conocer los resultados recientes de la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología 2024, elaborada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), en la que la mitad de los españoles cree que las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas (20 puntos más que en 2022), un 41,6% cree que “se han producido virus en laboratorios gubernamentales para controlar nuestra libertad”, y uno de cada tres está convencido de que “la cura para el cáncer existe, pero se mantiene oculta al público por intereses comerciales”. Sólo son datos para conocer la importancia de la ignorancia tutelada, no inocente, que asola el país.

El término agnotología, derivado del griego agnosis, no saber, y logia, ciencia o tratado, fue acuñado por Robert N. Proctor en 1992, como “el estudio de la creación y propagación deliberada de la ignorancia por motivos comerciales o políticos”, desarrollado ampliamente en una publicación realizada junto a Linda Schiebingers (como editores), Agnotología. La producción de la ignorancia, publicada en 2022 y traducida en nuestro país por Oroel Marcuello Gil y Chaime Marcuello Servós.

Para conocer bien qué significa esta ciencia de la ignorancia, recomiendo la lectura atenta de la introducción del libro citado, facilitada por la editora en España, porque hay que conocer bien de qué estamos hablando para poder emitir posteriormente juicios bien informados: “Han pasado quince años desde la aparición de Agnotología [2007] y la creación de ignorancia se ha convertido en un gran negocio. Y mayor en las noticias. En 2007 nadie hablaba realmente de fake news y en el ínterin hemos visto el ascenso (¿y la caída?) de personajes como Trump, Bolsonaro, Orban y Duterte, hombres fuertes con una extraña habilidad para ahogar la verdad a gritos mediante el ejercicio del poder a lo bruto. La fabricación de la ignorancia también se ha convertido en un gran negocio. Ahora tenemos filtros, burbujas y dispositivos electrónicos personales, rociándonos con una manguera de «noticias de última hora», a menudo de procedencia o calidad incierta. La desinformación se difunde más rápido que nunca, equiparando la información de alta y baja calidad. Y gran parte de esto es deliberado en la «economía de la atención», donde el público consumidor es al mismo tiempo productor no remunerado de datos para las grandes plataformas. […] La desinformación deliberada continúa, con nuevos trucos y técnicas. Los negadores del cambio climático han recurrido al «no soy un científico» o al «no somos nosotros, son ellos». O cuesta demasiado arreglarlo, o cada uno de nosotros tiene la culpa. O incluso el cínico y fatalista «es demasiado tarde». Mientras tanto, los bosques arden, los corales se blanquean, las ciudades y los metros se inundan, y los malhechores corporativos han aprendido a asentir con la cabeza y sonreír en público, mientras obstruyen las soluciones en privado”.

Estamos avisados y sabemos ya que la producción masiva de la ignorancia, la agnotología, existe. Su precursor, Robert N. Proctor, nos recuerda su breve historia: “Acuñé el término agnotología a principios de la década de 1990 para designar el estudio de la ignorancia, pero también la producción de ignorancia —del mismo modo que el español es tanto un campo de investigación como una práctica lingüística—. La idea era que los filósofos se han centrado demasiado en el conocimiento y demasiado poco en la ignorancia, que es mucho más común, más retorcida y más peligrosa. Los filósofos tienden a privilegiar las narrativas de las élites, están en la frontera, son vanguardistas, ignorando la ignorancia que queda atrás y el dinero que puede explotar o incluso crear ignorancia”. A partir de aquí expone ejemplos claros de cómo se fabrica la ignorancia con grandes inversiones económicas en diferentes sectores de la industria de la nicotina, del carbono, del azúcar y uno muy actual, el de las grandes empresas tecnológicas que se han convertido en los siete magníficos del siglo XXI, porque “desarrollan motores para la creación y circulación de información errónea y desinformación, alimentando agravios personales y reforzando los prejuicios”. Tenemos clarísimos ejemplos en las últimas elecciones a la presidencia en los Estados Unidos, junto a la intromisión permanente de Rusia “contaminando” todo lo que se mueve en el mundo desde su óptica unidimensional. También se proyecta día a día en nuestro país, siendo un ejemplo claro el negacionismo de cualquier atisbo de progreso social que cuide el interés social, en áreas tan sensibles como inmigración, refugiados, cambio climático, violencia de género y vacunación, entre otras áreas de interés público.

En estos días, estamos asistiendo a un espectáculo mundial de agnotología a través del negacionismo puro y duro en torno al cambio climático y a las vacunas, por ejemplo, liderado este último por Robert Francis Kennedy Jr., el nuevo Secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos desde el 13 de febrero de 2025, bajo la segunda presidencia de Donald Trump. Igualmente, el negacionismo del genocidio en Gaza, injustificable por la hambruna y muerte por inanición de la población infantil, con un silencio cómplice mundial clamoroso y de fondo negacionista y agnotológico.

Es la negación por antonomasia de la realidad científica que además causa graves daños a la Humanidad, difundiendo la ignorancia programada. Podemos poner muchos ejemplos de la actualidad, pero he escogido una exposición científica divulgativa que me parece aclarar de fondo y forma qué significa en la actualidad el negacionismo del conocimiento, tutelando la ignorancia programada, que nos asola por tierra, mar y aire. Me refiero a un artículo que publicó Mark Hoofnagle en 2009, doctor en Fisiología por la Universidad de Virginia y experto en denialismo, describiendo el negacionismo como «el empleo de tácticas retóricas para dar la apariencia de argumento o debate legítimo, cuando en realidad no lo hay». Es el proceso que funciona usando una o más de las siguientes cinco tácticas con el fin de mantener la apariencia de una controversia auténtica (1):

1. Teoría de conspiración. Desestimar la información o la observación sugiriendo que los rivales participan en «una conspiración para esconder la verdad».

2. Falacia de evidencia incompleta. Seleccionar un artículo aislado apoyando su idea, o usar artículos obsoletos, defectuosos o desacreditados para hacer parecer la postura opuesta como si estos apoyaran sus ideas en una investigación débil.

3. Expertos falsos. Pagarle a un experto en el campo, o en otra área, para que dé evidencia de apoyo o credibilidad.

4. Cambiar las reglas. Desestimar la evidencia presentada en respuesta a una afirmación en específico, solicitando continuamente otra pieza de evidencia.

5. Otras falacias lógicas. Usualmente, una o más falsas analogías, tales como argumento ad consequentiam (los prejuicios cognitivos), falacia del hombre de paja (nunca se toca el argumento de fondo), o red herrings (maniobras de distracción).

El debate sobre la agnotología, es decir, la creación y propagación deliberada de la ignorancia por motivos comerciales o políticos, se centra en el poder actual de los medios de comunicación intervenidos por el capital y las tecnologías de la información, en su exponente tan preocupante de redes sociales no inocentes, para contaminar, manipular y hundir en la ignorancia supina a sus seguidores de forma violenta e intrusiva en lo más preciado que tiene, el cerebro, es decir, la sede del conocimiento y comportamiento humano y su forma de actuar ante el cambio climático, por ejemplo, las vacunas o el ocaso de la democracia. También en la salud y en la enfermedad. Creo que hay que hacer un esfuerzo en estos días por romper las barreras del conocimiento humano y dejarse llevar por lo que la ciencia y la terca realidad nos demuestra a diario y de forma amable y didáctica a través de investigaciones dignas, de información veraz, como único camino seguro para salir de la ignorancia planificada por una industria no inocente que cuenta con el respaldo de multinacionales tecnológicas amparadas por los nuevos emperadores totalitarios en el mundo que nos rodea, representados en estos momentos por Trump y Putin, como artífices de un nuevo mundo al revés sustentado por la ciencia de la ignorancia planificada, con una negación clara del grandioso poder de la democracia, que propicia siempre conocimiento y libertad.

(1) Mark Hoofnagle (11 de marzo de 2009). «Climate change deniers: failsafe tips on how to spot them»The Guardian.

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